domingo, 10 de diciembre de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 12 DE DICIEMBRE – MARTES – 2 – ADVIENTO – B – Nuestra Señora de Guadalupe

 

 


12 DE DICIEMBRE – MARTES –

2 – ADVIENTO – B –

Nuestra Señora de Guadalupe

 

Lectura del libro de Isaías (40,1-11):

 

«CONSOLAD, consolad a mi pueblo

—dice vuestro Dios—;

hablad al corazón de Jerusalén,

gritadle,

que se ha cumplido su servicio,

y está pagado su crimen,

pues de la mano del Señor ha recibido

doble paga por sus pecados».

Una voz grita:

«En el desierto preparadle

un camino al Señor;

allanad en la estepa

una calzada para nuestro Dios;

que los valles se levanten,

que montes y colinas se abajen,

que lo torcido se enderece

y lo escabroso se iguale.

Se revelará la gloria del Señor,

y verán todos juntos

—ha hablado la boca del Señor—».

Dice una voz: «Grita».

Respondo: «¿Qué debo gritar?».

«Toda carne es hierba

y su belleza como flor campestre:

se agosta la hierba, se marchita la flor,

cuando el aliento del Señor

sopla sobre ellos;

sí, la hierba es el pueblo;

se agosta la hierba, se marchita la flor,

pero la palabra de nuestro Dios

permanece por siempre».

Súbete a un monte elevado,

heraldo de Sión;

alza fuerte la voz,

heraldo de Jerusalén;

álzala, no temas,

di a las ciudades de Judá:

«Aquí está vuestro Dios.

Mirad, el Señor Dios llega con poder

y con su brazo manda.

Mirad, viene con él su salario

y su recompensa lo precede.

Como un pastor que apacienta el rebaño,

reúne con su brazo los corderos

y los lleva sobre el pecho;

cuida él mismo a las ovejas que crían».

 

Palabra de Dios

 

      Salmo: 95,1-2.3.10ac.11-12.13-14

 

R/. Aquí está nuestro Dios, que llega con fuerza.

Cantad al Señor un cántico nuevo,

cantad al Señor, toda la tierra;

cantad al Señor, bendecid su nombre,

proclamad día tras día su victoria. R/.

Contad a los pueblos su gloria,

sus maravillas a todas las naciones.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey,

él gobierna a los pueblos rectamente». R/.

Alégrese el cielo, goce la tierra,

retumbe el mar y cuanto lo llena;

vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,

aclamen los árboles del bosque. R/.

Delante del Señor, que ya llega,

ya llega a regir la tierra:

regirá el orbe con justicia

y los pueblos con fidelidad. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,12-14):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, en verdad os digo que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado.

      Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre que está en el cielo que se pierda ni uno de estos pequeños».

 

Palabra del Señor

 

1.  En Adviento, recordamos los cristianos la "venida de Dios". Adviento se deriva del latín "Adventus", que significa "venida" o "llegada". Es decir, en estos días, que preceden a la Navidad, nos preparamos para la venida, la llegada, de Dios al mundo. 

¿A qué viene Dios a la Tierra?

¿Qué busca en la Historia humana?  

Te busca a ti. Me busca a mí. Nos busca a todos. Dios, hecho visible en Jesús que no viene a castigar. Ni quiere amenazar.  Quiere encontrar todo lo que ande perdido, extraviado, en peligro.

 

2.  Jesús no habla de pecadores, sino de "extraviados". El Evangelio de Jesús no ve a los pecadores como malas personas, sino como seres humanos que van por la vida como perdidos, como personas que viven desorientadas, solitarias, sin verle sentido a la vida.

El que anda perdido, sufre más de lo que imaginamos. Ni tiene a quién acudir. Jesús lo busca. Jesús vino al mundo para eso.

 

3.  Es frecuente, en los ambientes religiosos, pensar mal de los extraviados, de los desorientados. Si fuéramos siempre "buenas personas", no andaríamos  pensando en la bondad o la maldad de la gente, de los conocidos, de quien sea.

Lo que tendría que ser el centro de nuestras preocupaciones debería ser el desamparo de los extraviados. Y, si fuésemos así, en lugar de ir censurando a los malos, iríamos buscando a los perdidos.

 

Nuestra Señora de Guadalupe

 


El año 1531, la Virgen María se apareció al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el monte Tepeyac, en la ciudad de México.

En la capa de Juan Diego se grabó milagrosamente la imagen de la Virgen, a  que los fieles cristianos veneran sin interrupción hasta hoy. Por medio de este santo de fe limpísima, la Madre de Dios y de la Iglesia llama a todos los pueblos al amor a Cristo

 

Nuestra Señora de Guadalupe es una advocación mariana de la Iglesia católica, cuya imagen tiene su principal centro de culto en la Basílica de Guadalupe, en el norte de la ciudad de México.

De acuerdo a la tradición oral mexicana, y los múltiples documentos históricos encontrados alrededor del mundo en distintos archivos, la Virgen María se apareció en cuatro ocasiones a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac, y una quinta ocasión en el pueblo de Santa María, Tulpetlac en el Estado de México en la cual curó a Juan Bernardino, tío de san Juan Diego. El relato guadalupano conocido como Nican mopohua, tras la primera aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga. Juan Diego en la última aparición de la Virgen llevó en su ayate unas rosas ―flores que no son nativas de México y que tampoco prosperan en la aridez del territorio― que cortó en el Tepeyac, según la orden de la Virgen. Juan Diego desplegó su ayate ante el obispo Juan de Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de la Virgen María, morena y con rasgos mestizos.

Las mariofanías tuvieron lugar en 1531, ocurriendo la última el 12 de diciembre de ese mismo año. La fuente más importante que las relata fue el mismo Juan Diego que habría contado todo lo que había acontecido.

Posteriormente esta tradición oral fue recogida en un escrito con sonido náhuatl pero con caracteres latinos (técnica que ningún español sabía hacer y que solo muy rara vez usaban los indígenas); este escrito es llamado el Nican mopohua, y es atribuido al indígena Antonio Valeriano (1522-1605). Posteriormente en 1648 es publicado el libro Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe por el presbítero Miguel Sánchez, contribuyendo a recopilar todo lo que los indígenas sabían acerca de la devoción guadalupana.

 

 

 

 

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