6 DE DICIEMBRE
– MIERCOLES
– 1 – ADVIENTO
– B –
San Nicolás de Bari
Lectura del libro
de Isaías (25,6-10a):
En aquel día, preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en
este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera;
manjares exquisitos, vinos refinados. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el lienzo extendido sobre a todas
las naciones.
Aniquilará la
muerte para siempre.
Dios, el
Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros, y alejará del país el
oprobio de su pueblo
—lo ha dicho el Señor—.
Aquel día se
dirá: «Aquí está nuestro Dios.
Esperábamos
en él y nos ha salvado.
Este es el
Señor en quien esperamos.
Celebremos y
gocemos con su salvación, porque reposará sobre este monte la mano del Señor».
Palabra de Dios
Salmo:
22,1-3a.3b-4.5.6
R/. Habitaré en
la casa del Señor por años sin término
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (15,29-37):
En aquel tiempo, Jesús, se dirigió al mar de Galilea, subió al monte y se
sentó en él.
Acudió a él
mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los
ponían a sus pies, y él los curaba.
La gente se
admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos
y con vista a los ciegos, y daban gloria al Dios de Israel.
Jesús llamó a
sus discípulos y les dijo:
«Siento
compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué
comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el
camino».
Los
discípulos le dijeron:
«¿De dónde
vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?».
Jesús les
dijo:
«¿Cuántos
panes tenéis?».
Ellos
contestaron:
«Siete y
algunos peces».
Él mandó a la
gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, pronunció
la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los
discípulos a la gente.
Comieron
todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete canastos llenos.
Palabra del Señor.
1. Cuando
los evangelios relatan "milagros", lo que menos interesa es la
historicidad del hecho que se cuenta. Lo que importa es la
"ejemplaridad" de tal hecho (cf. John R Meier).
Sobre este
dato capital, insistiremos, explicándolo más detenidamente. En
este evangelio, concretamente, se dice que Jesús curaba a los enfermos que le
llevaban.
Se habla aquí
también de la comida, tan abundante que sobraron siete cestas llenas. Y se
indica que comieron todos reunidos y sentados en el suelo.
2. ¿Qué
ejemplaridad nos dejó Jesús según este relato?
Se
puede discutir, por supuesto, si Jesús hizo allí milagros. Lo que no admite
duda es lo que aquí queda más patente. Se trata sencillamente de esto: Jesús no
soportaba el sufrimiento humano. El sufrimiento de los enfermos. Por eso los
sana de sus males.
Tampoco
soportaba el sufrimiento de los que tienen hambre. Por eso les proporciona
alimento en abundancia.
Y no soporta
que la gente se vaya por ahí, cada cual a su casa con sus problemas. Por eso
hace la cosa de manera que todos comparten lo que allí se podía compartir.
3. Las
tres grandes preocupaciones de Jesús quedaron bien indicadas en este relato:
1.- El
problema de la salud, que tanto nos preocupa a todos (relatos de
curaciones de enfermos).
2.- El
problema de la alimentación (relatos de comidas).
3.- El
problema de las relaciones humanas (sermones, discursos, parábolas).
En este
evangelio de hoy, las tres preocupaciones de Jesús se condensan en un solo
relato, que lo resume todo, de la forma más sencilla, más fuerte, más
profunda. Sobre estos tres pilares, se tendría que construir,
mantener y ser visible a todos la Iglesia que Jesús inició.
Y sobre estos tres pilares se tendría que construir la fe de los creyentes en
Jesús.
Nació en
Patara (Turquía). Desde pequeño destacó por su carácter desprendido y, a la
muerte de sus padres, hereda una gran fortuna que pone al servicio de los
necesitados. Irá a vivir a Mira (Turquía), donde fue consagrado obispo.
Fue detenido
bajo el gobierno del emperador Licinio y liberado bajo el de Constantino.
Participó en el Concilio de Nicea.
Murió tal día
como hoy en el año 345. Sus restos descansan en la italiana ciudad de Bari, y
de allí el sobrenombre de San Nicolás de Bari, aunque jamás pisara esta ciudad.
Las
tradiciones y leyendas del santo son muy extendidas por todo el Orbe. En
Alemania se le conoce como Nikolaus y Santa Claus en los países anglosajones.
Vida de San
Nicolás de Bari
Origen de la figura de Papá Noel o Santa
Claus. Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía.
San Nicolás de Mira (o Myra) o San Nicolás de
Bari, obispo de Mira, en Licia, famoso por su santidad y por su intercesión
ante el trono de la divina gracia (s. IV).
Este santo fue tan popular en la antigüedad,
que se le han consagrado en el mundo más de dos mil templos. Era invocado en
los peligros, en los naufragios, en los incendios y cuando la situación
económica se ponía difícil, y la gente conseguía por su intercesión favores
admirables.
Por haber sido tan amigo de la niñez, en su
fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y prácticamente con esta fecha
se empezaban las festividades de diciembre. Como en alemán se llama "San
Nikolaus", lo empezaron a llamar Santa Claus, y lo pintan como un anciano
vestido de rojo, con una barba muy blanca, que pasaba de casa en casa
repartiendo regalos y dulces a los niños (entre nosotros lo llamaron Papá
Noel).
De San Nicolás escribieron muy hermosamente
San Juan Crisóstomo y otros grandes santos. Su biografía la escribió San
Metodio, Arzobispo de Constantinopla, y de ella sacamos los siguientes datos
curiosos.
Nació en Licia, Turquía, de padres muy ricos.
Desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los
pobres. Decía a sus padres: "sería un pecado no repartir mucho, siendo que
Dios nos ha dado tanto".
Tenía un tío que era obispo y este lo
consagró como sacerdote. Al morir sus padres atendiendo a los enfermos en una
epidemia, él quedó heredero de una inmensa fortuna. Entonces repartió sus
riquezas entre los pobres y se fue de monje a un monasterio. Después quiso
visitar la Tierra Santa donde vivió y murió Jesús, y al volver de allá llegó a
la ciudad de Mira (en Turquía) donde los obispos y sacerdotes estaban en el
templo discutiendo a quién deberían elegir como nuevo obispo de la ciudad,
porque el anterior se había muerto. Al fin dijeron: "elegiremos al próximo
sacerdote que entre al templo". Y en ese momento sin saber esto, entró
Nicolás y por aclamación de todos fue elegido obispo. Por eso se le llama San
Nicolás de Mira.
La especialidad de este santo fueron los
milagros tan numerosos que logró conseguir de Dios. Lo pintaban con unos niños,
porque los antiguos contaban que un criminal hirió a cuchillo a varios niñitos,
y el santo al rezar por ellos obtuvo su curación instantánea. También pintan
junto a él a una señorita, porque en su ciudad había un anciano muy pobre con
tres hijas y no lograba que se casaran por ser en tan extremo pobres. Entonces
el santo por tres días seguidos, cada noche le echó por la ventana una bolsa con
monedas de oro, y así el anciano logró casar a sus hijas muy bien.
Es Patrono de los marineros, porque estando
unos marineros en medio de una terribilísima tempestad en alta mar, empezaron a
decir: "Oh Dios, por las oraciones de nuestro buen Obispo Nicolás,
sálvanos". Y en ese momento vieron aparecer sobre el barco a San Nicolás,
el cual bendijo al mar, que se calmó, y en seguida desapareció.
Otro día iban a condenar injustamente a tres
amigos suyos que estaban muy lejos. Ellos rezaron pidiendo a Dios que por la
intercesión de Nicolás su obispo los protegiera. Y esa noche en sueños el santo
se apareció al juez y le dijo que no podía condenar a esos tres inocentes. Y
fueron absueltos.
El emperador Licino decretó una persecución
contra los cristianos y Nicolás fue encarcelado y azotado, pero siguió
aprovechando toda ocasión que se le presentaba, para enseñar la religión a
cuantos trataban con él. Más tarde llegó el emperador Constantino y lo liberó a
él junto con todos los demás prisioneros cristianos.
Luego apareció la herejía de Arrio que decía
que Jesucristo no es Dios. San Nicolás se opuso con toda su sabiduría y con su
gran ascendiente y no permitió que los arrianos entraran a su ciudad de Mira.
Dicen que el santo murió el 6 de diciembre
del año 345.
En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la
ciudad donde estuvo de obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari,
porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó
de allí en secreto las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari,
en Italia. En esa ciudad se obtuvieron tan admirables milagros al rezarle a
este gran santo, que su culto llegó a ser sumamente popular en toda Europa. Es
Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía. En Roma ya en el año 550 le habían
construido un templo en su honor.
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