sábado, 9 de diciembre de 2023

Párate un momento: El Evangelio del dia 11 DE DICIEMBRE – LUNES – 2 – ADVIENTO – B – San Dámaso I

 

 


11 DE DICIEMBRE – LUNES –

2 – ADVIENTO – B –

San Dámaso I

 

Lectura del libro de Isaías (35,1-10):

EL desierto y el yermo se regocijarán,

se alegrará la estepa y florecerá,

germinará y florecerá como flor de narciso,

festejará con gozo y cantos de júbilo.

Le ha sido dada la gloria del Líbano,

el esplendor del Carmelo y del Sarón.

Contemplarán la gloria del Señor,

la majestad de nuestro Dios.

Fortaleced las manos débiles,

afianzad las rodillas vacilantes;

decid a los inquietos:

«Sed fuertes, no temáis.

¡He aquí vuestro Dios! Llega el desquite,

la retribución de Dios.

Viene en persona y os salvará.»

Entonces se despegarán los ojos de los ciegos,

los oídos de los sordos se abrirán;

entonces saltará el cojo como un ciervo,

y cantará la lengua del mudo,

porque han brotado aguas en el desierto

y corrientes en la estepa.

El páramo se convertirá en estanque,

el suelo sediento en manantial.

En el lugar donde se echan los chacales

habrá hierbas, cañas y juncos.

Habrá un camino recto.

Lo llamarán «Vía sacra».

Los impuros no pasarán por él.

Él mismo abre el camino

para que no se extravíen los inexpertos.

No hay por allí leones,

ni se acercarán las bestias feroces.

Los liberados caminan por ella

y por ella retornan los rescatados del Señor.

Llegarán a Sión con cantos de júbilo:

alegría sin límite en sus rostros.

Los dominan el gozo y la alegría.

Quedan atrás la pena y la aflicción.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 84,9ab-10.11-12.13-14

 

      R/. He aquí nuestro Dios; viene en persona y nos salvará.

Voy a escuchar lo que dice el Señor:

«Dios anuncia la paz

a su pueblo y a sus amigos».

La salvación está cerca de los que lo temen,

y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,

la justicia y la paz se besan;

la fidelidad brota de la tierra,

y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará la lluvia,

y nuestra tierra dará su fruto.

La justicia marchará ante él,

Y sus pasos señalarán el camino. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (5,17-26):

UN día, estaba Jesús enseñando, y estaban sentados unos fariseos y maestros de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea, Judea y Jerusalén. Y el poder del Señor estaba con él para realizar curaciones.

      En esto, llegaron unos hombres que traían en una camilla a un hombre paralítico y trataban de introducirlo y colocarlo delante de él. No encontrando por donde introducirlo a causa del gentío, subieron a la azotea, lo descolgaron con la camilla a través de las tejas, y lo pusieron en medio, delante de Jesús. Él, viendo la fe de ellos, dijo:

«Hombre, tus pecados están perdonados».

Entonces se pusieron a pensar los escribas y los fariseos:

«¿Quién es éste que dice blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?».

Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, respondió y les dijo:

«¿Qué estáis pensando en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar pecados —dijo al paralítico—: “A ti te lo digo, ponte en pie, toma tu camilla y vete a tu casa”».

Y, al punto, levantándose a la vista de ellos, tomó la camilla donde había estado tendido y se marchó a su casa dando gloria a Dios

El asombro se apoderó de todos y daban gloria a Dios. Y, llenos de temor, decían:

«Hoy hemos visto maravillas».

 

Palabra del Señor

 

1.   En las culturas antiguas, era frecuente relacionar el "pecado" con la "enfermedad".  De manera que, para mucha gente, el que se ponía enfermo es que había cometido algún pecado. Por eso, los enfermos eran doblemente desgraciados: por el sufrimiento de la enfermedad y por la humillación de ser considerados como malas personas. Esto explica la pregunta de los discípulos cuando vieron al ciego de nacimiento (Jn 9, 2) o lo que les dijo Pablo a los corintios (1 Cor 11, 30).

 

2.   Por esto, lo primero que hace Jesús, en cuanto ve al paralítico, es decirle que sus pecados están perdonados. O sea, Jesús rompe la relación (de entonces) entre pecado y enfermedad.   Lo cual escandalizó e irritó a los "hombres de la religión".

Porque se imaginaron que Jesús se atribuía un poder divino, lo que sería una blasfemia. Y quizá también porque Jesús (creían ellos) se apropiaba un poder que era a ellos a quienes correspondía. 

Ellos se sentían dueños de las conciencias. Y no toleraban que nadie les quitase ese poder, que llega hasta el fondo de la conciencia de cada ser humano.      

¡Menudo poder!

 

3.  Jesús demuestra que tiene el poder sobre el pecado y la conciencia porque libera a los que sufren de su sufrimiento y de su humillación. Esto es lo que literalmente dice el relato. Quien libera a la gente de su dolor y de sus humillaciones, ese es el que le puede decir a cualquiera: "Vete en paz".

La confesión es, con demasiada frecuencia, una forma de engaño.  El pecado no es ni culpa, ni mancha, ni ofensa a Dios. Así lo dice Santo Tomás de Aquino (Sum. contra gent. III, 122).

El pecado es ofender a otro ser humano (Mt 18, 15-17). Al ofendido es a quien hay que pedirle perdón. Si no perdonas al que te ha ofendido, Dios no te perdona a ti.

 

San Dámaso I

 



 

 De origen español, nació hacia el año 305. Incardinado en Roma, fue elegido obispo de la Iglesia de Roma en el año 366 en momentos calamitosos. Hubo de reunir frecuentes sínodos contra los cismáticos y herejes, fue gran promotor del culto a los mártires, cuyos sepulcros decoró con sus versos. Murió en el año 384.

Breve Biografía

San Dámaso, de origen español, nació hacia el año 305. Su pontificado comprende desde el año 366 al 384. Fue diácono de la Iglesia de Roma durante el pontificado del Papa Liberio.

Su elevación a la cátedra de Pedro no se vio exenta de contrastes debido a los enfrentamientos de los dos partidos contrapuestos. Pero los frutos de su pontificado no se dejaron esperar. Ignorando las amenazas imperiales, depuso a los obispos que se habían adherido al arrianismo y condujo a la Iglesia a la unidad de la doctrina. Estableció el principio de que la comunión con el obispo de Roma es signo de reconocimiento de un católico y de un obispo legítimo.

Durante su pontificado hubo una explosión de ritos, de oraciones, de predicaciones, con nuevas instituciones litúrgicas y catequéticas que alimentaron la vida cristiana. A la iniciativa de este Papa se deben los estudios para la revisión del texto de la Biblia y la nueva traducción al latín (llamada Vulgata) hecha por San Jerónimo, a quien San Dámaso escogió como secretario privado.

En estos años la Iglesia había logrado una nueva dimensión religioso-social, convirtiéndose en un componente de la vida pública. Los obispos escribían, catequizaban, amonestaban y condenaban pública y libremente.

En el año 380, con ocasión del sínodo de Roma, el Papa Dámaso expresó su agradecimiento a los jefes del imperio que habían devuelto a la Iglesia la libertad de administrarse por sí misma. Con esta libertad conquistada, los antiguos lugares de oración como las catacumbas se habrían arruinado si este extraordinario hombre de gobierno no hubiera sido al mismo tiempo un poeta sensible a los antiguos recuerdos y a las gloriosas huellas dejadas por los mártires. Efectivamente, no sólo exaltó a los mártires en sus famosos “títulos” (epigramas grabados en lápidas por el calígrafo Dionisio Filocalo), sino que los honró dedicándose personalmente a la identificación de sus tumbas y a la consolidación de las criptas en donde se guardaban sus reliquias.

En la cripta de los Papas de las catacumbas de San Calixto, él añadió: “Aquí, yo, Dámaso, desearía fueran enterrados mis restos, pero temo turbar las piadosas cenizas de los mártires”. San Jerónimo sostiene que el Papa Dámaso murió casi a los ochenta años. Fue enterrado en la tumba que él mismo se había preparado, humildemente alejada de las gloriosas cenizas de los mártires, sobre la vía Ardeatina. Más tarde sus restos mortales fueron trasladados a la iglesia de San Lorenzo.

 

 

 

 

 

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