16 de Diciembre – Domingo –
"GAUDETE"
3ª – Semana de Adviento
– C
Lectura de la profecía de
Sofonías (3,14-18a):
Alégrate hija de Sión, grita de
gozo Israel; regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén.
El Señor ha revocado tu
sentencia,
ha expulsado a tu enemigo.
El rey de Israel, el
Señor,
está en medio de ti,
no temerás mal alguno.
Aquel día dirán a
Jerusalén:
«¡No temas! ¡Sión, no
desfallezcas!»
El Señor tu Dios está en
medio de ti,
valiente y salvador;
se alegra y goza contigo,
te renueva con su amor;
exulta y se alegra contigo
como en día de fiesta.
Palabra de Dios
Salmo: Is 12,2-3.4bed.5-6
R/. Gritad jubilosos, porqué
es grande en medio de ti el Santo de Israel.
«Él es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es
el Señor,
él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R/.
«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus
hazañas,
proclamad que su nombre es
excelso». R/.
Tañed para el Señor, que hizo
proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de
Sión:
porque es grande en medio de ti
el
Santo de Israel. R/.
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Filipenses (4,4-7):
Hermanos:
Alegraos siempre en el
Señor; os lo repito, alegraos.
Que vuestra mesura la
conozca todo el mundo. El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino
que, en toda ocasión, en la oración y súplica, con acción de gracias, vuestras
peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que
sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio
según san Lucas (3,10-18):
En aquel tiempo, la gente preguntaba
a Juan:
«Entonces, ¿qué debemos
hacer?»
Él contestaba:
«El que tenga dos
túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo
mismo».
Vinieron también a
bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
«Maestro, ¿qué debemos
hacemos nosotros?»
Él les contestó:
«No exijáis más de lo
establecido».
Unos soldados igualmente
le preguntaban:
«Y nosotros, ¿qué
debemos hacer nosotros?»
Él les contestó:
«No hagáis extorsión ni
os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga».
Como el pueblo estaba
expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el
Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:
«Yo os bautizo con agua;
pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa
de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene
el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja
en una hoguera que no se apaga».
Con estas y otras muchas
exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.
Palabra del Señor
Una buena noticia bastante
extraña.
"El que tenga dos
túnicas, que las reparta con quien no tiene"
Los textos del
domingo pasado dejaban claro el tono alegre del Adviento. Y los de este domingo
lo acentúan todavía más. “Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel;
alégrate de todo corazón, Jerusalén”, comienza la 1ª lectura.
Su eco lo
recoge el Salmo: “Gritad jubilosos, habitantes de Sión: Qué grande es en
medio de ti el Santo de Israel”.
La carta a los
Filipenses mantiene la misma tónica: “Hermanos: Estad siempre alegres en el
Señor; os repito, estad siempre alegres.”
Y el evangelio
termina hablando de la Buena Noticia; y las buenas noticias siempre producen
alegría.
Alegría de Jerusalén y
alegría de Dios (Sofonías 3,14-18)
Este breve
texto, probablemente del siglo V a.C., aborda dos problemas políticos, con un
final religioso.
Jerusalén ha
sufrido la deportación a Babilonia, el rey y la dinastía de David han
desaparecido, los persas son los nuevos dominadores. No tiene libertad ni rey.
El profeta anuncia un cambio total: el Señor expulsa a los enemigos y será el
rey de Israel. Pero lo más sorprendente es el motivo por el que se produce este
gran cambio: «el Señor se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con
júbilo como en día de fiesta».
Cuando se
recuerda la historia del pueblo de Israel, que los profetas consideran una historia
de pecado, asombra que Dios pueda gozarse y complacerse en él. Es el misterio
del amor de Dios. Estas palabras finales se adaptan perfectamente al espíritu
del Adviento. La Iglesia, y cada uno de nosotros, debe aplicárselas.
Regocíjate, hija de Sión, grita de
júbilo, Israel; alégrate de todo corazón, Jerusalén…
Alegría, mesura y oración
(Filipenses 4,4-7)
Pablo escribe a
su comunidad más querida, pero en la que no faltan problemas, de fuera y de
dentro. En la parte final de la carta, tres cosas le aconsejan: alegría, mesura
y oración.
Hermanos: Estad siempre alegres en el
Señor;…
…Que vuestra mesura la conozca todo el
mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la
oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a
Dios…
Alegría, confiando en la pronta vuelta del
Señor. Al principio de su actividad misionera, Pablo estaba convencido de que
Cristo volvería pronto. Lo mismo esperaban la mayoría de los cristianos a
mediados del siglo I. Aunque esto no se realizó, las palabras “El Señor está
cerca” son verdad: no en sentido temporal, sino como realidad profunda en la
Iglesia y en cada uno de nosotros.
Mesura.
En el contexto navideño, cabe la tentación de interpretar la mesura como una
advertencia contra el consumismo. Sin embargo, el adjetivo que usa Pablo (evpieike.j) tiene un sentido distinto. Se refiere a la bondad,
amabilidad, mansedumbre en el trato humano, que debe ser semejante a la forma
amable y bondadosa en que Dios nos trata.
Oración. En pocas palabras, Pablo traza un
gran programa a los Filipenses. Una oración continua, “en toda ocasión”; una
oración que es súplica, pero también acción de gracias; una oración que no se
avergüenza de pedir al Señor a propósito de todo lo que nos agobia o interesa.
La
Lotería de Navidad, las elecciones y Juan Bautista
Quedan pocos días
para la Lotería de Navidad. La buena noticia es que toque, terminar teniendo
más de lo que tenemos. En cambio, Juan anima a compartir lo que tenemos, a
terminar teniendo menos.
"El que
tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga
comida, haga lo mismo."
Cuando hay
elecciones, el candidato “bueno” es el que anuncia mejoras salariales,
reducción de impuestos, estado de bienestar. ¿Qué candidato se atreve a exigir
a los distintos colectivos más honradez y responsabilidad en el cumplimiento de
sus obligaciones y a no pedir mejoras salariales? En cambio, Juan Bautista
exige a los recaudadores de impuestos no exigir más de lo establecido y a los
militares no extorsionar a nadie y contentarse con su paga.
Quien imagine
que Juan va a perder las elecciones con ese programa, se equivoca. Al
contrario, la gente se pregunta si no será el candidato ideal, el Mesías. Pero
él lo niega.
En la campaña
electoral, él se limita a pegar carteles, a bautizar con agua. El verdadero
candidato, el Mesías, vendrá después y pondrá en práctica esa profunda reforma
que anhela el pueblo: desaparición de los romanos y de los judíos perversos que
los apoyan, libertad y bienestar para el pueblo oprimido. En el lenguaje
duramente poético de Juan, Judá es una era, y el Mesías vendrá a separar la
paja del grano, a guardar el grano y quemar la paja.
¿Es esto una
buena noticia?
Indudablemente.
Así lo interpreta el pueblo. No importa si le exigen renuncias y compromisos,
porque también le ofrecen un futuro esperanzador.
Mateo y Marcos,
cuando presentan a Juan Bautista exhortando a convertirse no concretan qué
implica eso en la práctica. Lucas aterriza en cosas muy concretas: compartir el
vestido y la comida (hoy añadiríamos, el dinero), honradez y responsabilidad en
nuestras tareas como ciudadanos. Es la mejor forma de vivir el Adviento.
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