sábado, 15 de diciembre de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 16 de Diciembre – Domingo – "GAUDETE" 3ª – Semana de Adviento – C



16 de Diciembre – Domingo – 
"GAUDETE"
3ª – Semana de Adviento – C

Lectura de la profecía de Sofonías (3,14-18a):
Alégrate hija de Sión, grita de gozo Israel; regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén.
El Señor ha revocado tu sentencia,
ha expulsado a tu enemigo.
El rey de Israel, el Señor,
está en medio de ti,
no temerás mal alguno.
Aquel día dirán a Jerusalén:
«¡No temas! ¡Sión, no desfallezcas!»
El Señor tu Dios está en medio de ti,
valiente y salvador;
se alegra y goza contigo,
te renueva con su amor;
exulta y se alegra contigo
como en día de fiesta.

Palabra de Dios

Salmo: Is 12,2-3.4bed.5-6

R/. Gritad jubilosos, porqué es grande en medio de ti el Santo de Israel.

«Él es mi Dios y Salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación».
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R/.
«Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso». R/.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
porque es grande en medio de ti el
Santo de Israel. R/.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (4,4-7):
Hermanos:
Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos.
Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca.
Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Lucas (3,10-18):
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan:
«Entonces, ¿qué debemos hacer?»
Él contestaba:
«El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo».
Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
«Maestro, ¿qué debemos hacemos nosotros?»
Él les contestó:
«No exijáis más de lo establecido».
Unos soldados igualmente le preguntaban:
«Y nosotros, ¿qué debemos hacer nosotros?»
Él les contestó:
«No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga».
Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos:
«Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga».
Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.

Palabra del Señor

Una buena noticia bastante extraña.

"El que tenga dos túnicas, que las reparta con quien no tiene"
Los textos del domingo pasado dejaban claro el tono alegre del Adviento. Y los de este domingo lo acentúan todavía más. “Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel; alégrate de todo corazón, Jerusalén”, comienza la 1ª lectura.
Su eco lo recoge el Salmo: “Gritad jubilosos, habitantes de Sión: Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel”.
La carta a los Filipenses mantiene la misma tónica: “Hermanos: Estad siempre alegres en el Señor; os repito, estad siempre alegres.”
Y el evangelio termina hablando de la Buena Noticia; y las buenas noticias siempre producen alegría.

Alegría de Jerusalén y alegría de Dios (Sofonías 3,14-18)

Este breve texto, probablemente del siglo V a.C., aborda dos problemas políticos, con un final religioso.
Jerusalén ha sufrido la deportación a Babilonia, el rey y la dinastía de David han desaparecido, los persas son los nuevos dominadores. No tiene libertad ni rey. El profeta anuncia un cambio total: el Señor expulsa a los enemigos y será el rey de Israel. Pero lo más sorprendente es el motivo por el que se produce este gran cambio: «el Señor se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta».
Cuando se recuerda la historia del pueblo de Israel, que los profetas consideran una historia de pecado, asombra que Dios pueda gozarse y complacerse en él. Es el misterio del amor de Dios. Estas palabras finales se adaptan perfectamente al espíritu del Adviento. La Iglesia, y cada uno de nosotros, debe aplicárselas.

Regocíjate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel; alégrate de todo corazón, Jerusalén…

Alegría, mesura y oración (Filipenses 4,4-7)

Pablo escribe a su comunidad más querida, pero en la que no faltan problemas, de fuera y de dentro. En la parte final de la carta, tres cosas le aconsejan: alegría, mesura y oración.

Hermanos: Estad siempre alegres en el Señor;…
…Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios…

Alegría, confiando en la pronta vuelta del Señor. Al principio de su actividad misionera, Pablo estaba convencido de que Cristo volvería pronto. Lo mismo esperaban la mayoría de los cristianos a mediados del siglo I. Aunque esto no se realizó, las palabras “El Señor está cerca” son verdad: no en sentido temporal, sino como realidad profunda en la Iglesia y en cada uno de nosotros.
Mesura. En el contexto navideño, cabe la tentación de interpretar la mesura como una advertencia contra el consumismo. Sin embargo, el adjetivo que usa Pablo (evpieike.j) tiene un sentido distinto. Se refiere a la bondad, amabilidad, mansedumbre en el trato humano, que debe ser semejante a la forma amable y bondadosa en que Dios nos trata.
       Oración. En pocas palabras, Pablo traza un gran programa a los Filipenses. Una oración continua, “en toda ocasión”; una oración que es súplica, pero también acción de gracias; una oración que no se avergüenza de pedir al Señor a propósito de todo lo que nos agobia o interesa.

La Lotería de Navidad, las elecciones y Juan Bautista

Quedan pocos días para la Lotería de Navidad. La buena noticia es que toque, terminar teniendo más de lo que tenemos. En cambio, Juan anima a compartir lo que tenemos, a terminar teniendo menos. 
"El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo." 
Cuando hay elecciones, el candidato “bueno” es el que anuncia mejoras salariales, reducción de impuestos, estado de bienestar. ¿Qué candidato se atreve a exigir a los distintos colectivos más honradez y responsabilidad en el cumplimiento de sus obligaciones y a no pedir mejoras salariales? En cambio, Juan Bautista exige a los recaudadores de impuestos no exigir más de lo establecido y a los militares no extorsionar a nadie y contentarse con su paga.
Quien imagine que Juan va a perder las elecciones con ese programa, se equivoca. Al contrario, la gente se pregunta si no será el candidato ideal, el Mesías. Pero él lo niega.
En la campaña electoral, él se limita a pegar carteles, a bautizar con agua. El verdadero candidato, el Mesías, vendrá después y pondrá en práctica esa profunda reforma que anhela el pueblo: desaparición de los romanos y de los judíos perversos que los apoyan, libertad y bienestar para el pueblo oprimido. En el lenguaje duramente poético de Juan, Judá es una era, y el Mesías vendrá a separar la paja del grano, a guardar el grano y quemar la paja.
¿Es esto una buena noticia?
Indudablemente. Así lo interpreta el pueblo. No importa si le exigen renuncias y compromisos, porque también le ofrecen un futuro esperanzador. 
Mateo y Marcos, cuando presentan a Juan Bautista exhortando a convertirse no concretan qué implica eso en la práctica. Lucas aterriza en cosas muy concretas: compartir el vestido y la comida (hoy añadiríamos, el dinero), honradez y responsabilidad en nuestras tareas como ciudadanos. Es la mejor forma de vivir el Adviento.

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