23- DE NOVIEMBRE
– SÁBADO –
33ª – SEMANA DEL T.O. – B –
SAN COLUMBANO
Lectura del libro del Apocalipsis
(11,4-12):
Me fue dicho a mí, Juan:
«Aquí están dos testigos míos,
estos son los dos olivos y los dos candelabros que están ante el Señor de la
tierra. Y si alguien quiere hacerles daño, sale un fuego de su boca y devora a
sus enemigos; y si alguien quisiera hacerles daño, es necesario que muera de
esa manera. Estos tienen el poder de cerrar el cielo, para que no caiga lluvia
durante los días de su profecía, y tienen poder sobre las aguas para
convertirlas en sangre y para herir la tierra con toda clase de plagas siempre
que quieran.
Y cuando hayan terminado su
testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra y los vencerá y
los matará. Y sus cadáveres yacerán en la plaza de la gran ciudad, que se llama
espiritualmente Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado. Y
gentes de los pueblos, tribus, lenguas y naciones contemplan sus cadáveres
durante tres días y medio y no permiten que sus cadáveres sean puestos en un
sepulcro. Y los habitantes de la tierra se alegran por ellos y se regocijan y
se enviarán regalos unos a otros, porque los dos profetas fueron un tormento
para los habitantes de la tierra».
Y después de tres días y medio, un
espíritu de vida procedente de Dios entró en ellos, y se pusieron de pie, y un
gran temor cayó sobre quienes los contemplaban.
Y oyeron una gran voz del cielo,
que les decía:
«Subid aquí».
Y subieron al cielo en una nube, y
sus enemigos se quedaron mirándolos.
Palabra de Dios
Salmo: 143,1.2.9-10
¡Bendito el Señor, mi alcázar! R/.
Bendito el Señor, mi Roca, que adiestra
mis manos para el combate, mis dedos para la pelea. R/.
Mi bienhechor, mi alcázar, baluarte
donde me pongo a salvo, mi escudo y refugio,
que me somete
los pueblos. R/.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para
ti el arpa de diez cuerdas: para ti que das la victoria a los
reyes, y salvas a David, tu siervo, de la
espada maligna. R/.
Lectura del santo evangelio según
san Lucas (20,27-40):
En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay
resurrección, y preguntaron a Jesús:
«Maestro, Moisés nos dejó escrito:
“Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, que tome la
mujer como esposa y dé descendencia a su hermano».
Pues bien, había siete hermanos; el
primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella,
y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la
mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque
los siete la tuvieron como mujer».
Jesús les dijo:
«En este mundo los hombres se casan
y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en
el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni
ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como
ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.
Y que los muertos resucitan, lo
indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios
de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de
vivos: porque para él todos están vivos».
Intervinieron unos escribas:
«Bien dicho, Maestro».
Y ya no se atrevían a hacerle más
preguntas.
Palabra del Señor.
1.- Este pasaje del
Apocalipsis es de difícil interpretación. Los profetas realmente constituyen
una plaga para el Gran Imperio. En medio de la humanidad, Dios se reserva zonas
determinadas, donde a pesar de todo los creyentes podrán seguir adorando a Dios
y superando el contagio de los idólatras. La idea de inviolable seguridad que
los judíos atribuían al templo es reinterpretada por el profeta del Apocalipsis
y aplicada a la seguridad espiritual de la comunidad cristiana, por encima del
reino satánico del anticristo.
2.- La muerte de los
profetas llena de gozo a la sociedad denunciada por ellos y durante un tiempo
se alegran sobre sus cadáveres no sepultados. Después de un tiempo los profetas
revivirán: esto quiere decir que, aunque el poder temporal consiga en ciertos momentos
deshacerse de los profetas incómodos, el Espíritu volverá a suscitar de nuevo
la profecía en medio de la iglesia.
3.- Una vez más, vemos
principalmente a las autoridades religiosas de los judíos poner una trampa a
Jesús para cazarle en algún renuncio y desprestigiarle. Pero Jesús, una vez
más, salió airoso.
Hoy los saduceos le
presentan el relato de la mujer que se ha casado con siete hermanos, después de
la muerte de cada uno de ellos, y le preguntan de quién será la mujer cuando
llegue la resurrección, creyendo tener seguro un argumento para rechazar la resurrección.
La respuesta de Jesús es
clara para tirar por tierra la trampa saducea: “los que sean juzgados dignos de
la vida futura y de la resurrección de entre los muertos, no se casarán”.
Invoca también a Moisés en el episodio de la zarza cuando “llama al Señor: Dios
de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob. No es Dios de muertos, sino de vivos,
porque para él todos están vivos”.
Más allá de ese pasaje, sabemos que Jesús defiende con fuerza su
resurrección y la de todos sus seguidores: “Yo soy la resurrección y la vida el
que me sigue, aunque muera vivirá para siempre”.
SAN COLUMBANO
Abad – 545 – 615
Martirologio Romano: San Columbano, abad, irlandés de nacimiento, que por Cristo se hizo
peregrino para evangelizar a las gentes de las Galias. Fundó, entre otros
muchos, el monasterio de Luxeuil, que él mismo rigió con estricta observancia,
y obligado después a exiliarse, atravesó los Alpes y construyó el cenobio de
Bobbio, en la Liguria, famoso por su disciplina y estudios, en el cual se
durmió en paz, lleno de méritos para con la Iglesia. Su cuerpo recibió
sepultura en este día († 615).
Breve Biografía
Nació en Irlanda
en el 543. Desde pequeño mostró una clara inclinación para la vida consagrada.
Al salir de
Irlanda en compañía del monje y San Galo, recorrió Europa Occidental. Unas
veces era rechazado, otras acogido, pero de lo que no cabe duda es que fue el
fundador de monasterios y abadías desde las cuales salía un resplandor cultural
y religioso dignos de toda loa.
Fueron el foco
para culturización y cristianización de la época merovingia. Su estilo de vida
fue austero y así se lo exigía a los monjes, pues gracias a ella, encontraron
un camino para la santidad al menos trece santos que no es el caso de enumerar.
El monasterio más
célebre fue el de Luxeuil, al que confluyeron monjes francos, galos y
burgondes. Fue durante dos siglos el centro de vida monástica más importante en
todo el Occidente.
En el año 610 tuvo
que salir pitando de Francia porque la cruel reina Brunehaut lo perseguía,
porque le había echado en cara todos sus vicios y sus crímenes.
Pensaba volver a
Irlanda pero se quedó en Nantes. También que tuvo que huir por los Alpes hasta
que encontró acogida y refugio en Bobio, al norte de Italia, en la región de la
Emilia Romagna, provincia de Piacenza.
Aquí fundó su
último monasterio y en él murió en el año 615. La regla monástica original que
dio a sus monasterios tuvo una influencia por toda Europa durante más de dos
siglos.
Muchos pueblos,
regiones y lugares están bajo su patrocinio.
También tuvo
dificultades con los obispos franceses. Estos mandan en su diócesis, pero no en
los monasterios que desde siempre han estado exentos, es decir, no dependen del
obispo.
Hubo alguien que
lo trató bien. Fue el rey Aguilulfo. Menos mal que los cuatro últimos años de
su vida pudo vivir tranquilo.
Fuente: Catholic.net