sábado, 5 de abril de 2025

Párate un momento: El Evangelio del dia 7 - DE ABRIL – LUNES – 5ª – SEMANA DE CUARESMA - C SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE, sacerdote

 

 


 

7 - DE ABRIL – LUNES –

5ª – SEMANA DE CUARESMA - C

SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE, sacerdote

 

        Lectura del libro de Daniel (13,1-9.15-17.19-30.33-62):

 

  En aquellos días, vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín, casado con Susana, hija de Jelcías, mujer muy bella y temerosa del Señor.

Sus padres eran justos y habían educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy rico y tenía un jardín junto a su casa; y como era el más respetado de todos, los judíos solían reunirse allí.

Aquel año fueron designados jueces dos ancianos del pueblo, de esos que el Señor denuncia diciendo:

«En Babilonia la maldad ha brotado de los viejos jueces, que pasan por guías del pueblo».

Solían ir a casa de Joaquín, y los que tenían pleitos que resolver acudían a ellos.

A mediodía, cuando la gente se marchaba, Susana salía a pasear por el jardín de su marido. Los dos ancianos la veían a diario, cuando salía a pasear, y sintieron deseos de ella.

Pervirtieron sus pensamientos y desviaron los ojos para no mirar al cielo, ni acordarse de sus justas leyes.

Sucedió que, mientras aguardaban ellos el día conveniente, salió ella como los tres días anteriores sola con dos criadas, y tuvo ganas de bañarse en el jardín, porque hacía mucho calor. No había allí nadie, excepto los dos ancianos escondidos y acechándola.

Susana dijo a las criadas:

«Traedme el perfume y las cremas y cerrad la puerta del jardín mientras me baño».

Apenas salieron las criadas, se levantaron los dos ancianos, corrieron hacia ella y le dijeron:

«Las puertas del jardín están cerradas, nadie nos ve, y nosotros sentimos deseos de ti; así que consiente y acuéstate con nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que un joven estaba contigo y que por eso habías despachado a las criadas».

Susana lanzó un gemido y dijo:

«No tengo salida: si hago eso, mereceré la muerte; si no lo hago, no escaparé de vuestras manos. Pero prefiero no hacerlo y caer en vuestras manos antes que pecar delante del Señor».

Susana se puso a gritar, y los dos ancianos, por su parte, se pusieron también a gritar contra ella. Uno de ellos fue corriendo y abrió la puerta del jardín.

Al oír los gritos en el jardín, la servidumbre vino corriendo por la puerta lateral a ver qué le había pasado. Cuando los ancianos contaron su historia, los criados quedaron abochornados, porque Susana nunca había dado que hablar.

Al día siguiente, cuando la gente vino a casa de Joaquín, su marido, vinieron también los dos ancianos con el propósito criminal de hacer morir a Susana.

En presencia del pueblo ordenaron:

«Id a buscar a Susana, hija de Jelcías, mujer de Joaquín».

Fueron a buscarla, y vino ella con sus padres, hijos y parientes.

Toda su familia y cuantos la veían lloraban.

Entonces los dos ancianos se levantaron en medio de la asamblea y pusieron las manos sobre la cabeza de Susana.

Ella, llorando, levantó la vista al cielo, porque su corazón confiaba en el Señor.

Los ancianos declararon:

«Mientras paseábamos nosotros solos por el jardín, salió esta con dos criadas, cerró la puerta del jardín y despidió a las criadas. Entonces se le acercó un joven que estaba escondido y se acostó con ella.

Nosotros estábamos en un rincón del jardín y, al ver aquella maldad, corrimos hacia ellos. Los vimos abrazados, pero no pudimos sujetar al joven, porque era más fuerte que nosotros, y, abriendo la puerta, salió corriendo.

En cambio, a esta le echamos mano y le preguntamos quién era el joven, pero no quiso decírnoslo. Damos testimonio de ello».

Como eran ancianos del pueblo y jueces, la asamblea los creyó y la condenó a muerte.

Susana dijo gritando:

«Dios eterno, que ves lo escondido, que lo sabes todo antes de que suceda, tú sabes que han dado falso testimonio contra mí, y ahora tengo que morir, siendo inocente de lo que su maldad ha inventado contra mí».

Y el Señor escuchó su voz.

Mientras la llevaban para ejecutarla, Dios suscitó el espíritu santo en un muchacho llamado Daniel; y este dio una gran voz:

«Yo soy inocente de la sangre de esta».

Toda la gente se volvió a mirarlo, y le preguntaron:

«Qué es lo que estás diciendo?».

Él, plantado en medio de ellos, les contestó:

«Pero ¿estáis locos, hijos de Israel? ¿Conque, sin discutir la causa ni conocer la verdad condenáis a una hija de Israel? Volved al tribunal, porque esos han dado falso testimonio contra ella».

La gente volvió a toda prisa, y los ancianos le dijeron:

«Ven, siéntate con nosotros e infórmanos, porque Dios mismo te ha dado la ancianidad».

Daniel les dijo:

«Separadlos lejos uno del otro, que los voy a interrogar».

Cuando estuvieron separados el uno del otro, él llamó a uno de ellos y le dijo:

«¡Envejecido en días y en crímenes! Ahora vuelven tus pecados pasados, cuando dabas sentencias injustas condenando inocentes y absolviendo culpables, contra el mandato del Señor: “No matarás al inocente ni al justo”. Ahora, puesto que tú la viste, dime debajo de qué árbol los viste abrazados».

Él contestó:

«Debajo de una acacia».

Respondió Daniel:

«Tu calumnia se vuelve contra ti. Un ángel de Dios ha recibido ya la sentencia divina y te va a partir por medio».

Lo apartó, mandó traer al otro y le dijo:

«Hijo de Canaán, y no de Judá! La belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. Lo mismo hacíais con las mujeres israelitas, y ellas por miedo se acostaban con vosotros; pero una mujer judía no ha tolerado vuestra maldad. Ahora dime: ¿bajo qué árbol los sorprendiste abrazados?».

Él contestó:

«Debajo de una encina».

Replicó Daniel:

«Tu calumnia también se vuelve contra ti. el ángel de Dios aguarda con la espada para dividirte por medio. Y así acabará con vosotros».

Entonces toda la asamblea se puso a gritar bendiciendo a Dios, que salva a los que esperan en él.

Se alzaron contra los dos ancianos, a quienes Daniel había dejado convictos de falso testimonio por su propia confesión, e hicieron con ellos lo mismo que ellos habían tramado contra el prójimo. Les aplicaron la ley de Moisés y los ajusticiaron.

Aquel día se salvó una vida inocente.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 22,1-3a.3b-4.5.6

 

R/. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo.

 

  El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R/.

  Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.

       Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

  Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mí copa rebosa. R/.

  Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R/.

 

      (EVANGELIO (opcional para el año C) Jn 8, 12-20)

 

    Lectura del santo Evangelio según san Juan 8, 12-20

 

En aquel tiempo, Jesús habló a los fariseos, diciendo:

«Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida».

Le dijeron los fariseos:

«Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero».

Jesús les contestó:

«Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy yo solo, sino yo y e! que me ha enviado, el Padre; y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me ha enviado, el Padre».

Ellos le preguntaban:

«Dónde está tu Padre?».

Jesús contestó:

«Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre».

Jesús tuvo esta conversación junto al arca de las ofrendas, cuando enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.

 

Palabra del Señor.

 

1.- La primera lectura nos muestra de una manera excepcional la escena más pura del corazón del ser humano, en la que puede llegar a lo mejor o a cometer atrocidades. Un escenario concreto que por desgracia, no nos resulta nada extraño en nuestros días, cuando vemos en el mundo tantas y tantas noticias de corrupción, manipulación, violencia, muerte y sin sentido, causado precisamente por todas esas personas que se deben al cuidado de los demás.

La lectura de la profecía de Daniel comienza dibujando un hogar y un matrimonio, sustentado en unas claves morales y éticas, con las cuales rigen su vida en la ley del Señor. La vida normal de un matrimonio que ha decidido tener un proyecto de vida conyugal. Susana, de alguna manera, le toca en suerte vivir una injusticia que le va a costar casi la vida. En más de una ocasión el inocente es víctima de muchas atrocidades por parte de aquellos que deben velar por el bien común. Lo importante de esta situación es la actitud con la que Susana afronta el juicio corrupto: «su corazón confiaba en el Señor». Algo así, es lo que expresa el salmo, cuando nos enfrentamos a los obstáculos de la propia vida: «aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo».

 

  2.- Sigue narrando la historia, y les toca entrar en escena a dos jueces ancianos. Precisamente, encargados de guiar al pueblo de Israel en todos sus pleitos, para que viviesen conforme a lo que decreta Dios. Hecho curioso, es que en lugar de con el tiempo haberse humanizado por tratar de ayudar a los demás en sus sufrimientos, en su interior había brotado la maldad. «Desviaron sus ojos del cielo, y así no se acordaron de las leyes justas», es decir, la corrupción, sacaron a Dios de sus vidas, y con ello, la fuerza y la inspiración del Espíritu para hacer que el pueblo camine según el Señor. Ya no puede haber, coherencia, imparcialidad, justicia, fidelidad, porque el corazón está embotado de intereses particulares. De sacar partido.

Fin de la trama, Dios, suscita el Espíritu Santo, en el joven Daniel. Dios mueve sus hijos para mandar la fuerza regeneradora de la sabiduría, entendimiento, consejo, para acabar con la trama de corrupción y pecado. Es tan sencillo, como confrontar la acción que han hecho, como volver a Dios y mirar al cielo, confiar en que el Buen Pastor va contigo y te sostiene. A los jueces les toca en suerte lo que habían decretado para la inocente Susana.

 

3.- Por su parte el evangelio nos presenta la afirmación que Jesús hace de sí mismo: Yo soy la luz del mundo (Jn 8, 12).

Jesús no dice que Él es "una" luz en el mundo, sino que Él es "la" luz que ilumina a la humanidad entera. Jesús, que es el Logos, la Palabra, la Sabiduría, en la que Dios ha dicho a este mundo todo lo que le tenía que decir, para cualquier situación, cualquier crisis, sea cual sea la dificultad en que nos veamos, el Padre Dios nos dice: Pon los ojos solo en Él, porque en Él te lo tengo dicho todo y revelado, y hallarás en él aún más de lo que buscas y deseas (Juan de la Cruz, Subida al Monte C., 2, 22).

 4.- En este mundo, de tan profundas y densas oscuridades, andamos con frecuencia entre densas tinieblas. Sin saber ni a dónde vamos, ni a qué vamos.

Esto nos ocurre como individuos. Y como sociedad. Ahora, por ejemplo, cuando a todos nos seducen tanto las tecnologías, los sorprendentes inventos y adelantos, que cada día nos anuncian, quedamos alucinados, embelesados, seducidos.  Baste pensar en lo que, en pocos años, han representado los adelantos en la informática. Ya no podemos vivir sin ella. Para la información, para las comunicaciones, para nuestros conocimientos. Y ya, hasta se habla del "hombre-máquina", (los robot).

Es terrible decirlo: andamos en tinieblas, en la más profunda oscuridad.

 

  5.- Así las cosas, la luz, que puede iluminar nuestras vidas, sigue siendo (y lo será siempre) el "proyecto de vida" que nos marca el Evangelio. Ese proyecto de vida es la luz que necesitamos, para ver dónde estamos y a dónde nos puede llevar el camino que llevamos. Hoy ese camino lo marca la tecnología, determinada y guiada por los intereses del capitalismo.

Es el camino de la desigualdad creciente y galopante, que condena sin otro remedio al más del 80 % de la humanidad a vivir unos pocos años en la desesperación y la miseria, sin otra esperanza que la muerte temprana y criminal. Jesús no es esa luz.

El Evangelio nos urge a salir con urgencia de semejante oscuridad criminal. 

- ¿Qué hago yo en este orden fundamental de cosas?

 

SAN JUAN BAUTISTA DE LA SALLE, sacerdote


1651-1719 Fundador de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos Lasallistas) Patrón de los maestros

San Juan Bautista nace en la ciudad de Reims, Francia, el 30 de abril de 1651. Es contemporáneo del gran Rey Luis XIV, llamado el Rey Sol. Su familia es muy acomodada y su madre piadosa. Es el mayor de 10 hijos.

Ya a los 10 años de edad desea ser sacerdote. A los 15 años Juan Bautista es nombrado canónigo en el cabildo de Nuestra Señora de Reims, uno de los más ilustres del reino. Al cumplir sus 18 años terminó los estudios medios en el Colegio Bons-Enfants de Reims, se graduó de Maestro en Artes e ingresó al famoso Seminario de San Sulpicio en París.

A los 19 años quedó huérfano de padre y madre y tomó la responsabilidad de educar sus seis hermanos menores (otros tres murieron de pequeños). A los 22 años, Juan Bautista De La Salle obtuvo la Licenciatura en Teología, en la Soborna. Es ordenado sacerdote a los 27 años, en 1678.

 Pocos meses después de su ordenación ayudó al Señor Adriano Niel en la fundación de una escuela de caridad en Reims. Al poco tiempo muere su director espiritual, Nicolás Roland, dejando la Comunidad de las Hermanas del Niño Jesús que había fundado. Juan Bautista se hace cargo de proveer por ellas.

A los 30 años El Padre De La Salle era doctor en Teología. Parecía estar encaminado hacia altos cargos eclesiales. Pero sentía la llamada de Dios a la formación de los pobres. El 24 de Junio de 1680 Juan Bautista se comienza a reunir con un grupo de maestros en su casa de familia. Allí, durante el día les da formación humana, pedagógica y cristiana.

 

Fundación

Al año siguiente, el 24 de Junio de 1681, el Padre De La Salle se traslada con sus maestros a vivir en una casa de alquiler en la Calle Nueva, Parroquia de San Esteban. Este evento marca el nacimiento de la Comunidad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.

La espiritualidad de los Hermanos se caracteriza por su espíritu de fe que consiste en ver, juzgar, amar y obrar siempre a la luz del Evangelio; es decir, de la vida y doctrina de Jesucristo.

El Padre La Salle introdujo muchas reformas en la educación. En su esfuerzo por llegar a cuantos pobres pudiese, Juan Bautista decidió no enseñarles latín, lo cual fue un principio revolucionario. Introdujo también la enseñanza de niños en grupo, pues hasta entonces se educaba a cada niño por separado.

En 1688 abrió una escuela gratis en Paris para jóvenes pobres. También fundó universidades en Reims y Saint-Denis para entrenar a maestros.

En Agosto de 1683, El Padre De la Salle renunció a ser canónigo de la Catedral de Reims para dedicarse plenamente a la dirección de las Escuelas Cristianas y la formación de su comunidad de maestros.

 

Amor a los pobres

Durante el invierno de 1684 una hambruna desoló a Francia. El Padre De La Salle repartió sus bienes a los pobres hasta quedarse el mismo pobre. Su propósito se mantiene fijo: Educar a los pobres.

     En Junio de 1686 el Padre De La Salle propuso a los maestros de su comunidad consagrarse a Dios para servir en el mundo y no como monjes. El Domingo 9 de Junio ocho Hermanos, todos ellos directores, emitieron sus primeros votos en compañía de Juan Bautista De La Salle: obediencia, asociación y estabilidad. Los hermanos para entonces ya vivían en pobreza y celibato.

El 15 de agosto: Consagración a la Santísima Virgen. El Padre De La Salle consagró su comunidad a la Virgen.

Pruebas muy dolorosas no faltaron. Algunos maestros se dejaron llevar por la mentalidad del mundo. Juan Bautista trató de convencerles, pero al final debió despedir a algunos. Pero la obra avanza. En vida del santo, su congregación abrió escuelas en muchas ciudades.

 Una vez establecida la congregación renunció a ser Superior General y se sometió al nuevo superior en completa obediencia. Casi siempre viajaba a pie, pidiendo alimento y alojamiento.

El viernes santo del 7 de abril de 1719, el Padre De La Salle, su salud quebrantada, muere en Rouen a la edad de 67 años.

Beatificado el 19 de Febrero de 1888 por el Papa León XIII,

Canonizado el 24 de Mayo de 1900 por el mismo Papa.

EL 15 de Mayo de 1950, el Papa Pío XII nombra a San Juan Bautista de la Salle patrón de los educadores.

En la actualidad 6,500 Hermanos y 64,000 colaboradores de la Comunidad de Hermanos de las Escuelas Cristianas están en 82 países, con 1080 centros docentes y educan 860,000 alumnos aproximadamente.

 

 

 

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