jueves, 10 de abril de 2025

Párate un momento: El Evangelio del dia 12 - DE ABRIL – SÁBADO – 5ª – SEMANA DE CUARESMA - C SAN JULIO – I

 

 


 

12 - DE ABRIL – SÁBADO –

5ª – SEMANA DE CUARESMA - C

SAN  JULIO – I

 

  Lectura de la profecía de Ezequiel (37,21-28):

 

  ESTO dice el Señor Dios:

  «Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los reuniré de todas partes para llevarlos a su tierra. Los hará una sola nación en mi tierra, en los montes de Israel. Un solo rey reinará sobre todos ellos. Ya no serán dos naciones ni volverán a dividirse en dos reinos.

  No volverán a contaminarse con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Los liberaré de los lugares donde habitan y en los cuales pecaron. Los purificaré; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.

  Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis preceptos, cumplirán mis prescripciones y las pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en la que habitaron sus padres: allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y mi siervo David será su príncipe para siempre.

        Haré con ellos una alianza de paz, una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempre; tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y reconocerán las naciones que yo soy el Señor que consagra Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos para siempre».

 

Palabra de Dios

 

  Salmo: Jr 31,10.11-12ab.13

 

      R/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño

 

  V/. Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla a las islas remotas: «El que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño. R/.

 

  V/. Porque el Señor redimió a Jacob, lo rescató de una mano más fuerte». Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Señor. R/.

 

  V/. Entonces se alegrará la doncella en la danza, gozarán los jóvenes y los viejos; convertiré su tristeza en gozo, los alegraré y aliviaré sus penas. R/.

 

  Lectura del santo evangelio según san Juan (11,45-57):

 

  EN aquel tiempo, muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús.

  Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron:

  «¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación».

  Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo:

  «Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera».

  Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte.

    Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos.

  Se acercaba la Pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse.

  Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban:

  «¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?».

  Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.

 

Palabra del Señor

 

  1.- En todas las lecturas de hoy, vemos como fondo la historia de las naciones, pueblos de la tierra que se dispersan, naciones conquistadas por ambición y poder, personas que sufren el destierro y la tribulación. En la primera lectura, el Señor dice al profeta que reunirá a todos los pueblos disgregados, es decir, en un momento de gran sufrimiento y aflicción para el pueblo de Israel, donde parece que la semilla de la esperanza se ha secado, viene el Señor a plantar vida donde antes había muerte, y lo hace a través de una alianza eterna, entonces se establecerá la paz y el Señor mismo será el centro, “santuario de todas las naciones”.

  ¿Qué nos dice a nosotros hoy esta Palabra? Dios habla a todas las naciones que también hoy viven el desgarro de la guerra; Dios te habla a ti, que tal vez sufres la división y la ausencia de paz en tu familia, quizás en tu trabajo sólo ves actitudes de interés y no de fraternidad… hoy esta Palabra llega a tu corazón y al mío para traspasar todas las barreras que le hemos puesto al Señor, Él viene a recordarnos una y otra vez que esa alianza eterna que una vez pactó con su pueblo, lo sigue haciendo hoy, porque tú y yo somos ese Israel sufriente, necesitados de la Misericordia, para experimentar de nuevo la alegría de la paz y el perdón.

 

  2.- Hoy es un día para alegrarnos, porque Dios cumple su promesa, y esa tristeza que inunda tu corazón, se convertirá en gozo, esa pena que hoy te resulta insoportable, será testimonio vivo de la obra de Dios en ti. Dice el salmista: “el Señor redimió a Jacob, lo rescató de una mano más fuerte”, es lo que también quiere hacer contigo, redimirte del pecado que te esclaviza, librarte de las manos del enemigo que tira de ti hacia el abismo del sin sentido de la vida, para hacerte una criatura nueva, amada incondicionalmente por Dios.

 

 3.- “Jesús iba a morir por la nación”.

  En el pasaje de hoy, vemos las impresiones y las actitudes de los judíos tras el signo de la resurrección de Lázaro. Habían visto que Jesús tenía poder para devolver la vida a quien había muerto, y esto superaba todo entendimiento por parte de los judíos, ven a Jesús como un enemigo, un rival que puede arrebatarles el poder, sublevar al pueblo y destruir la nación, es decir, no son capaces de captar y acoger la grandeza de Dios en la persona de Jesús, sus corazones están embotados por el miedo a perder las seguridades, por eso, planean la muerte de Jesús. Jesús da la vida, hace signos extraordinarios, viene a los suyos para traer la salvación, sin embargo, Él recibe sospechas, murmuraciones en su contra y la condena a muerte.

  “Conviene que muera uno por el pueblo”, dice Caifás, palabras que él dice sin ser consciente de la magnitud que eso supone, ya que es el Creador de todo quien envía a su hijo para redimir el mundo, el inocente por los culpables, el único capaz de dar la vida, hasta la última gota de sangre por todos, incluso por aquellos que conspiran contra él para darle muerte. Jesús, que conoce el corazón del hombre y sabe que su muerte es cercana, se retira al desierto, y allí pasa el tiempo con sus discípulos. Imaginemos por un momento la escena de Jesús hablando con sus discípulos, instruyéndolos, disfrutando también de los últimos días con los que habían compartido su camino, y con el corazón entregado, sabiendo que pronto iba a ser entregado para morir.

  Hoy la palabra de Dios nos invita a poner nuestra vida al reflejo de la vida de Cristo, en este sábado antes del Domingo de Ramos, donde veremos que Jesús es aclamado por todos como el Hijo de David, en unos días veremos también que Jesús también será condenado a muerte. Si hoy estás sumido en el dolor, si no sabes cómo salir de la situación en que vives porque te encuentras solo, si no tienes el consuelo de los que te rodean…vive tu pasión junto a la Pasión de Cristo, deja que Él abrace contigo la cruz, déjate guiar en esta Semana Santa que comienza, no temas, Él murió por ti, porque te ama incluso en donde tú no puedes amarte, ahí, es donde Jesús quiere resucitar. Esa nación por la que Jesús iba a morir, somos todos nosotros, dispersos, divididos entre nosotros y en nosotros, somos ese pueblo tantas veces perdido, por el que Dios ha sentido predilección, y por el que ha mandado a su Hijo, el cual entregando la vida, nos dio la dignidad de ser hijos de Dios.

 

SAN  JULIO – I

 




XXXV Papa

 

Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio de Calepodio, en el tercer miliario de la vía Aurelia, sepultura del papa san Julio I, quien, frente a los ataques de los arrianos, custodió valientemente la fe del Concilio de Nicea, defendió a san Atanasio, perseguido y exiliado, y reunió el Concilio de Sárdica. († 352)

 

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma: el Papa.

 

Breve Biografía

Se conocen pocos datos de su vida anterior a la elección para Sumo Pontífice el 6 de febrero del 337, muerto el papa Marcos y después de ocho meses de sede vacante. El Liber Pontificalis nos dice que era romano y que su padre se llamaba Rústico.

La primera de las actuaciones que deberá realizar -que le seguirá luego por toda su vida- está directamente relacionada con la lucha contra el arrianismo. Había sido condenada la herejía en el Concilio universal de Nicea, en el 325; pero una definición dogmática no liquida de modo automático un problema, cuando las personas implicadas están vivas, se aferran a sus esquemas y están preñadas de otros intereses menos confesables.

A la muerte del emperador Constantino, por decreto, pueden regresar a sus respectivas diócesis los obispos que estaban en el destierro. Es el caso de Atanasio que vuelve a su legítima sede de Alejandría con el gozo de los eclesiásticos y del pueblo. Pero los arrianos habían elegido para obispo de esa sede a Pisto y comienzan las intrigas y el conflicto. El Papa Julio recibe la información de las dos partes y decide el fin del pleito a favor de Atanasio.

Eusebio de Nicomedia, Patriarca proarriano con sede en Constantinopla, envía una embajada a Roma solicitando del papa la convocatoria de un sínodo. Por su parte, Atanasio -recuperadas ya sus facultades de gobierno- ha reunido un importante sínodo y manda al papa las actas que condenan decididamente el arrianismo y una más explícita profesión de fe católica.

Julio I, informado por ambas partes, convoca el sínodo pedido por los arrianos. Pero estos no envían representantes y siguen cometiendo tropelías.

Muere Eusebio y le sucede Acacio en la línea del arrianismo. Otro sínodo arriano vuelve a deponer a Atanasio y nombra a Gregorio de Capadocia para Alejandría.

El papa recoge en Roma a los nuevamente perseguidos y depuestos obispos con Atanasio a la cabeza. Como los representantes arrianos siguen sin comparecer, Julio I envía pacientemente a los presbíteros Elpidio y Filoxeno con un resultado nulo en la gestión porque los arrianos siguen rechazando la cita que pidieron.

En el año 341 se lleva a cabo la convocatoria del sínodo al que no quieren asistir los arrianos por más que fueron ellos los que lo solicitaron; ahora son considerados por el papa como rebeldes. En esta reunión de obispos se declara solemnemente la inocencia de Atanasio; el papa manda una encíclica a los obispos de Oriente comunicando el resultado y añade paternalmente algunas amonestaciones, al tiempo que mantiene con claridad la primacía y autoridad de la Sede Romana.

Los arrianos se muestran rebeldes y revueltos; en el mismo año 341 reúnen otro sínodo en Antioquía que reitera la condenar a Atanasio y en el que se manifiestan antinicenos.

Estando así las cosas, el papa Julio I decide convocar un concilio más universal. En este momento se da la posibilidad de contar con la ayuda de Constancio y Constante -hijos de Constantino y ahora emperadores- que se muestran propicios a apoyar las decisiones del encuentro de obispos arrianos y católicos. El lugar designado es Sárdica; el año, el 343; el presidente, el español -consejero del emperador- Osio, obispo de Córdoba. El papa envía también por su parte legados que le representen.

Pero se complican las cosas. Los obispos orientales arrianos llegan antes y comienzan por su cuenta renovando la exclusión de Atanasio y demás obispos orientales católicos. Luego, cuando llegan los legados que dan legitimidad al congreso, se niegan a tomar parte en ninguna deliberación, apartándose del Concilio de Sárdica, reuniendo otro sínodo en Philipópolis, haciendo allí otra nueva profesión de fe y renovando la condenación de Atanasio. El bloque compacto de obispos occidentales sigue reunido con Osio y los legados.

Celebran el verdadero Concilio que declara la inocencia de Atanasio, lo repone en su cargo, hace profesión de fe católica y excomulga a los intrusos rebeldes arrianos. Como conclusión, se ha mantenido la firmeza de la fe de Nicea, reforzándose así la ortodoxia católica.

Aún pudo Julio I recibir una vez más en Roma al tan perseguido campeón de la fe y ortodoxia católica que fue Atanasio, cuando va a agradecer al primero de todos los obispos del orbe su apoyo en la verdad, antes de volver a Alejandría.

Julio I escribirá otra carta más a los obispos orientales y de Egipto.

En los 15 años de papado, sobresale su gobierno leal no exento de muchas preocupaciones y desvelos por defender la verdad católica. La lealtad a la fe y la búsqueda de la justicia en el esclarecimiento de los hechos fueron sus ejes en toda la controversia posnicena contra el arrianismo. Su paciente gobierno contribuyó a la clarificación de la ortodoxia fortaleciendo la primacía y autoridad de la Sede Romana.

 

 

 

 

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