3 - DE ABRIL
– JUEVES –
4ª –
SEMANA DE CUARESMA - C
San Ricardo
de Wyche
Lectura del libro del Éxodo (32,7-14):
En aquellos
días, el Señor dijo a Moisés:
«Anda, baja de la montaña, que se ha
pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del
camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran
ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman:
“Este es tu Dios, Israel, el que te sacó de
Egipto”».
Y el Señor añadió a Moisés:
«Veo que este pueblo es un pueblo de dura
cerviz. Por eso, déjame: mi ira se va a encender contra ellos hasta
consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo».
Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios:
«¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira
contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? -
¿Por qué han de decir los egipcios: “Con mala intención los sacó, para hacerlos
morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra”?
Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de
la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel,
a quienes juraste por ti mismo: “Multiplicaré vuestra descendencia como las
estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra
descendencia para que la posea por siempre”».
Entonces se arrepintió el Señor de la
amenaza que había pronunciado contra su pueblo.
Palabra de Dios
Salmo: 105,19-20.21-22.23
R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu
pueblo.
En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un
ídolo de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba. R/.
Se olvidaron de Dios, su salvador, que había
hecho prodigios en Egipto, maravillas en la tierra de Cam, portentos junto al mar Rojo. R/.
Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés,
su elegido, se puso en la brecha frente a él, para apartar su cólera del exterminio. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan
(5,31-47):
En aquel
tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Si yo doy testimonio de mí mismo, mi
testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es
verdadero el testimonio que da de mí.
Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él
ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio
de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara
que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que
el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras
que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.
Y el Padre que me envió, él mismo ha dado
testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su
palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis.
Estudiáis las Escrituras pensando encontrar
en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis
venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco
y sé que el amor de Dios no está en vosotros.
Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene
en nombre propio, a ese sí lo recibiréis.
¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis
gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios?
No penséis que yo os voy a acusar ante el
Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si
creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no
creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».
Palabra del Señor
1.- Con
frases duras, pero reales, Dios ve que el pueblo de Israel no está siendo fiel;
ve la incapacidad del pueblo para entender, ve como se han ido fabricando otros
“dioses” a su medida y le pide cuentas a Moisés.
Moisés implora la misericordia de
Dios e intercede por su pueblo.
“Becerro de Oro” y no uno, sino
muchos, tenemos nosotros en nuestro tiempo. Nosotros, en nuestra sociedad
actual, estamos fabricando imágenes que deshumanizan y hacen perder el sentido
de la vida, hacen perder la escala de valores que nos podrían hacer más
felices. El consumismo convulsivo, la búsqueda de lo que hace feliz
inmediatamente, el individualismo, el deseo de poder, entre otras cosas, nos
pueden estar llevando a una falta de valores éticos importante. Y a los
cristianos en general, a una falta de valores cristianos. Necesitamos
insistentemente orar, interceder ante Dios para comprender que nos estamos
alejando de los valores del Reino. Y Dios, por amor a su pueblo, nos escuchará.
2.- Palabras duras de Jesús en este
Evangelio. Encontramos a Jesús hablando muy fuerte a los judíos. No han
entendido quien es El, ni lo que dice y sobre todo lo que hace. Sus obras son
las que atestiguan el Reino que está implantando. Pero los judíos no están
entendiendo la novedad de Reino. No entienden algo fundamental: que El, Jesús,
está actuando, dejando actuar a Dios a través de Él.
¿Cómo leemos y profundizamos nosotros la
Palabra? A veces de forma rutinaria, sin entender, sin estudiar con otros, en
grupo para poder tener una interpretación lo más acertada posible con ayuda de
todos. La Palabra no es lo que está en el libro. La Palabra tiene que ser VIDA
en nosotras, para que esa Palabra actúe, nos interpele y nos empuje a actuar.
3.- Puede suceder que a veces, actuamos por
nuestra cuenta, queriéndonos adjudicar méritos sin dejar actuar a Dios en
nosotros y nosotras. Y haciéndolo así, no estamos dejando que se vea la
actuación de Dios. No estamos dejando crecer el Reino
El Amor de Dios, que está en toda persona, ha
de ser siempre motor de nuestras actuaciones, de nuestras palabras, de nuestras
intervenciones en el vivir de cada día. Y para que eso sea así, no nos podemos
despistar.
San Ricardo de Wyche
En Chichester,
en Inglaterra, san Ricardo, obispo, que, desterrado por el rey Enrique III y
restituido después en la sede, se mostró generoso en ayudar a los pobres.
Vida de San Ricardo de Wyche
A finales del siglo XII nace Ricardo, en Wyche, en una familia de
trabajadores del campo. Choca la austeridad y dureza permanente de su vida con
el estilo de los grandes de su tiempo. Los obispos son "lores" y
amantes de los cuidados humanos; los monjes abundan en la prosperidad y el
lujo; los nobles son ambiciosos y en el trono se aprecia una corriente
fuertemente regalista. La clase baja del pueblo es pobre y está sumida en la
ignorancia y en la superstición. Ricardo es enérgico e intransigente cuando se
tratan asuntos en los que está presente la injusticia, la inmoralidad o la
avaricia. Posiblemente esta condición natural en él sea lo que le lleva a un
distanciamiento, cuando no rechazo de los poderosos. El caso es que la
austeridad vivida en casa de sus padres -cuando fue niño- debió prepararle para
la misión que había de desempeñar de adulto.
Marcha para estudiar a Oxford donde tiene buenos maestros franciscanos y
dominicos; y como los recursos no estiran más, pasó hambre y frío. Una corta
estancia en París y vuelta a Oxford, graduándose en Artes. En Bolonia aprende
durante siete años los cánones, haciendo lo que hoy llamaríamos la carrera de
Derecho. Cuando vuelve a Oxford es nombrado Canciller de la Universidad,
Canciller del arzobispado de Canterbury y también de Lincoln, donde estaba de
obispo su antiguo amigo y profesor Grosseteste. Ejerce la docencia en Orleáns
por dos años y allí se ordena sacerdote.
El Arzobispo de Canterbury lo nombra obispo de Chichester, a la muerte del
obispo Ralph Neville. Y aquí comienza una etapa de dificultades mayores y de
vigoroso testimonio.
El rey Enrique III, que se apodera por sistema de los beneficios
eclesiásticos vacantes, se opone rotundamente a esta elección. Además, prefiere
para la sede libre a Roberto Passelewe por razones de "erario real".
Interviene el papa Inocencio IV que está presidiendo en este tiempo el concilio
de Lyon, confirmando el nombramiento de Ricardo y consagrándolo personalmente,
el 5 de marzo de 1245. Pero esto pone peor las cosas. Y es que el alto
prestigio adquirido por el papado desde el siglo IX ha venido a menos desde que
se hundió la Casa de Hohenstaufen y los papas se han inclinado hacia Francia;
la rivalidad existente entre Inglaterra y Francia provoca de rebote reacciones
contra Roma que se manifiestan en un fuerte nacionalismo inglés, en la
resistencia del trono a aceptar las decisiones del papa y en intransigencias e
intromisiones en las materias mixtas. Hasta los Legados pontificios son mal
recibidos, si no ignorados, en la corte inglesa.
En estas circunstancias, el nombramiento de Ricardo ha caído, humanamente,
en mal momento. El rey ha mandado cerrarle físicamente las puertas del palacio
episcopal y ha prohibido darle cobijo y dinero. El temor de la gente a la
venganza real lleva a que se vea a Ricardo-obispo vagabundo por su legítima
diócesis, haciendo de obispo misionero, viajando a pie y desprovisto de
servicio. Debía ser una estampa curiosa en la época en que los obispos eran
"lores" y jamás trabajaban sin séquito. Visita las casas de los
pescadores y catequiza a los humildes con quienes comparte alimento. ¡Todo un
escándalo para altos eclesiásticos que gustan de fastuosidades y de monjes que
disfrutan de buena mesa! Condena los abusos de poder y los vicios de la época
con extraordinaria energía; de modo especial presenta una defensa a ultranza
del derecho frente a la arbitrariedad y al abuso de poder; predica la doctrina
evangélica frente al nepotismo reinante.
Fueron ocho años de obispo en que supo mantenerse, con fortaleza, libre de
presiones. De hecho, nadie se explica cómo fue posible reunir una y otra vez a
su Cabildo para sacar adelante las Constituciones que son de esa época y
sientan los modos de hacer en adelante, señalando una praxis pastoral distinta
y más adecuada a los principios evangélicos.
Murió en la casa-asilo -"Mas-Dieu"- para sacerdotes pobres y
peregrinos, a los 55 años.
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