martes, 22 de abril de 2025

Párate un momento: El Evangelio del dia 24 - DE ABRIL – JUEVES DE OCTAVA DE PASCUA – San Benito Menni

 

 


 

24 - DE ABRIL

– JUEVES DE OCTAVA DE PASCUA –

San Benito Menni

 

       Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (3,11-26):

 

  EN aquellos días, mientras el paralítico curado seguía aún con Pedro y Juan, todo el pueblo, asombrado, acudió corriendo al pórtico llamado de Salomón, donde estaban ellos.

   Al verlo, Pedro dirigió la palabra a la gente:

  «Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto? ¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a este con nuestro propio poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.

       Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios Jo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.

  Por la fe en su nombre, este, que veis aquí y que conocéis, ha recobrado el vigor por medio de su nombre; la fe que viene por medio de él le ha restituido completamente la salud, a la vista de todos vosotros.

  Ahora bien, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.

  Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados; para que vengan tiempos de consuelo de parte de Dios, y envíe a Jesús, el Mesías que os estaba destinado, al que debe recibir el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de la que Dios habló desde antiguo por boca de sus santos profetas.

  Moisés dijo:

  “El Señor Dios vuestro hará surgir de entre vuestros hermanos un profeta como yo: escuchadle todo lo que os diga; y quien no escuche a ese profeta será excluido del pueblo”.

  Y, desde Samuel en adelante, todos los profetas que hablaron anunciaron también estos días.

       Vosotros sois los hijos de los profetas, los hijos de la alianza que hizo Dios con vuestros padres, cuando le dijo a Abrahán:

  “En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra”.

  Dios resucitó a su Siervo y os lo envía en primer lugar a vosotros para que os traiga la bendición, apartándoos a cada uno de vuestras maldades».

 

Palabra de Dios

 

  Salmo: 8, 2a.5.6-7.8-9

 

  R/. Señor, dueño nuestro ¡que admirable es tu nombre en toda la tierra!

 

  Señor, Dios nuestro, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para mirar por él? R/.

 

  Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos.

       Todo lo sometiste bajo sus pies. R/.

 

  Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar. R/.

 

  Secuencia   (Opcional)

 

  Ofrezcan los cristianos

ofrendas de alabanza

a gloria de la Víctima

propicia de la Pascua.

 

Cordero sin pecado

que a las ovejas salva,

a Dios y a los culpables

unió con nueva alianza.

 

Lucharon vida y muerte

en singular batalla,

y, muerto el que es la Vida,

triunfante se levanta.

 

«¿Qué has visto de camino,

María, en la mañana?»

«A mi Señor glorioso,

la tumba abandonada,

 

Los ángeles testigos,

sudarios y mortaja.

¡Resucitó de veras

mi amor y mi esperanza!

 

Venid a Galilea,

allí el Señor aguarda;

allí veréis los suyos

la gloria de la Pascua.»

 

Primicia de los muertos,

sabemos por tu gracia

que estás resucitado;

la muerte en ti no manda.

 

Rey vencedor, apiádate

de la miseria humana

y da a tus fieles parte

en tu victoria santa.

 

   Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,35-48):

 

  EN aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

       Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les dice:

  «Paz a vosotros».

  Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.

  Y Él les dijo:

  «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».

   Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:

  «¿Tenéis ahí algo de comer?».

  Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.

  Y les dijo:

  «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».

   Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.

  Y les dijo:

  «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».

 

Palabra del Señor

 

  1.- El testigo comparte el fuego y la certeza que le habita con la naturalidad que brota de la sencillez de corazón. No son las palabras, es la vida la que proclama la alegría de fe.

  Estamos en el libro de los Hechos de los Apóstoles. En este libro se nos narra los primeros pasos de la Iglesia naciente. Es importante situar a los seguidores de Jesús en el contexto entre la mirada escéptica y la admiración. El revuelo provocado por el proceso de la vida de Jesús en sus últimos 3 años, su muerte deshonrosa, las afirmaciones de que seguía vivo, las experiencias personales y comunitarias… Todo ello está recogido desde la experiencia de la fe.

  ¿Por qué nos miráis? Esta pregunta resitúa lo vivido en los últimos tiempos en Jerusalén. Y es muy importante, para que nadie se lleve a confusión. Para esto es esencial la humildad y sencillez, para no atribuirnos lo que no nos corresponde.

Hoy, en la primera lectura, se resalta la importancia de la fe y en quien ponemos nuestra fe. En las palabras que se ponen en boca de Pedro, se destaca que podemos tener una historia, de la cual se puede no estar muy orgulloso… Pero es tiempo de retomar la vida, de cambiar y dejarnos transformar por la experiencia del encuentro con Jesús Resucitado.

 

   2.- No acababan de creer…

   Son relatos pascuales… Fundamentales porque se nos narra el proceso del “Encuentro con el Resucitado”. Experiencias de miedo, confusión, incertidumbres y certezas.

   El relato trae las diversas dinámicas de lo que implica el encontrarse con Jesús: las dudas del corazón, la alegría, la sorpresa inaudita, el querer creer y el terror ante lo que parece “imposible”.

   Tanto ayer como hoy, se narran estas experiencias en la vida de fe. Y Jesús resucitado también se aproxima de nosotros rompiendo esquemas y haciéndose muy próximo y sencillo. Encuentros comunitarios, que nos permiten vivir una misma experiencia y, al mismo tiempo, posibilitan que se consolide la fe compartida.

  Pero no es una fe intimista y espiritualista, tampoco mágica… Por eso, Jesús resucitado insiste en comprender las Escrituras, en adentrarnos en el misterio de “creer”, en las implicaciones concretas ante las dificultades, los problemas y los grandes desafíos que se nos presentan. Muchas veces buscamos en la fe la posibilidad de una vida más sencilla y fácil. No es por ahí. Miremos al Maestro, en lo que vivió y en cómo fue respondiendo a cada situación que se le fue presentado.

  ¿Dónde estás, Resucitado?

(…)

  Que ¿dónde estoy me preguntas?
Desnúdate a la sorpresa,
abre los ojos y mira
hacia dentro y hacia fuera,
que en el lagar del dolor
y en la noria del amor,
Yo, tu Dios, llamo a la puerta.

Que ¿dónde estoy me preguntas?
Resucitado a tu vera.
Gritad conmigo: ¡Aleluya!
Ha merecido la pena.
Seréis testigos, amigos,
de esta verdad verdadera:
Resucité del sepulcro
y cielo se hizo la tierra.

Que ¿dónde estoy me preguntas?
En tu vida es la respuesta.

                      Antonio Bellido Almeida

 

San Benito Menni

 




San Benito Menni.

 

Milán (Italia), 11.III.1841 – Dinán (Francia), 24.IV.1914.

Restaurador de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (OH) en España, fundador de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.

 

Biografía

 

Nacido en el seno de una humilde familia cristiana milanesa el 11 de marzo de 1841 y bautizado con el nombre de Ángel Hércules, fue el quinto de quince hijos. Realizados los estudios en la escuela elemental y gimnástica, a los dieciséis años se colocó en un instituto bancario. Atraído por la caridad que desarrollaron los hermanos de San Juan de Dios con los heridos en la batalla de Magenta el año 1859, solicitó el ingreso en la Orden Hospitalaria. Entró en ella en Milán y vistió el hábito el 1 de mayo de 1860, hizo los votos simples el 15 de mayo siguiente y la profesión solemne el 17 del mismo mes de 1864. Fue destinado a Lodi para cursar los estudios de sacerdote. El superior general, Juan María Alfieri, lo trasladó a Roma, donde hizo la carrera eclesiástica en la Universidad Gregoriana y fue ordenado sacerdote a título de hospitalidad, el 14 de octubre de 1866.

 

Casi extinguida la Orden en España con la muerte del padre José Bueno Villagrán, último general de la Congregación de España, pues no quedaban más de cuatro hermanos en el Hospital de Nuestra Señora de la Paz, en Sevilla, y el resto estaba disperso, el padre Juan María Alfieri, general de Italia, tomó a su cargo restaurarla en el momento oportuno con gran empeño.

Puso los ojos en el joven Benito y lo presentó dos veces a Su Santidad Pío IX, quien le encomendó la tarea en España como comisario o delegado general.

El padre Menni se aplicó a la ardua empresa comenzada, estudiando español; antes de llegar a España pasó por Francia y aprendió también allí las prácticas religiosas y hospitalarias de los hermanos. Después entró en España por Barcelona en la semana de Pasión de 1867 y, vencidas las primeras dificultades, trató de recoger a los hermanos desperdigados y abrió un pequeño hospital para niños desvalidos y pobres el 14 de diciembre de 1867. Recibió a jóvenes candidatos con los que formó una pequeña comunidad, pero la Revolución septembrina de 1868 le obligó a trasladarse a Marsella con los novicios.

Estallada la Segunda Guerra Carlista (1874-1876), ofreció sus servicios y pasó a las ambulancias del Norte con varios hermanos y colaboró con la Cruz Roja. Abrió un establecimiento benéfico en Escoriaza (Guipúzcoa). Acabada la guerra, se trasladó a Madrid el 20 de mayo de 1876, donde quiso fundar.

Consultó al nuncio y a otras autoridades para establecer un centro de salud mental y el 5 de septiembre presentó en el Gobierno Civil los estatutos de la Asociación de Enfermeros Hermanos de la Caridad; el 27 de octubre fue autorizada la asociación y aprobados sus estatutos, con lo cual los asociados podían vivir en comunidad y dentro de la legalidad constitucional y prestar servicios en hospitales y asilos de cualquier lugar de la nación.

Así inició varias fundaciones: Ciempozuelos (Madrid), para enfermos mentales (finales de 1876), lo que es hoy el gran complejo psiquiátrico para hombres y mujeres; Sevilla, para ancianos (1878), recuperando el antiguo Hospital de Nuestra Señora de la Paz, uno de los más antiguos de la Orden; Granada, donde el 22 de agosto de 1878 firmó con el arzobispo la entrega de la iglesia basílica de San Juan de Dios, donde reposa su venerado cuerpo, pagando la deuda que debía y las obras de restauración. Conocida la noticia por el superior general de la Orden, padre Alfieri, hizo un viaje a España y el 8 de septiembre del mismo año,recibió de manos del arzobispo las llaves de la basílica, tomó posesión de ella y comunicó a todas las casas tan deseada recuperación. Visto lo imposible de recuperar el antiguo Hospital fundado por san Juan de Dios y comprobadas las necesidades sociales de los niños, abrió un asilo para niños huérfanos, para lo que fue concedido el permiso por Real Orden de 13 de mayo de 1878. El 24 de octubre de 1883 se hizo cargo del Asilo San Bartolomé para huérfanos, hasta 1895 en que fueron retirados. Los hermanos siguieron trabajando en el Asilo de Barcelona con cincuenta niños acogidos y vivían de las limosnas; el 4 de noviembre se inauguraba la iglesia y el 26 de febrero de 1882 se colocó la primera piedra de un amplio pabellón.

En 1884 fue constituida la provincia española por la Sagrada Congregación y el padre Menni su primer provincial, que sucesivamente lo fue hasta 1903, acrecentando en este período las fundaciones en Portugal y México, con docientos religiosos y unos tres mil enfermos.

En ese tiempo reafirmaron su obediencia al único superior general de toda la Orden y a sus sucesores canónicamente elegidos.

Al mismo tiempo que atendía a la restauración de la Orden, se percató de lo necesaria que era una congregación de religiosas que se hicieran cargo de las enfermas mentales y niñas lisiadas, en algunas ocasiones estas religiosas se hacían imprescindibles, pues las diputaciones para firmar contratos de asistencia a los enfermos varones, exigían también que se encargaran de la asistencia a las mujeres. Fue forjando la idea de fundar una Congregación religiosa de mujeres. Hizo un viaje a Granada y allí conoció a Josefa Recio y María Angustias Jiménez, con las que fundó la congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, que ejercieron con las enfermas de su sexo las mismas obras de hospitalidad de los hermanos.

Después de probado su espíritu y la rectitud de sus intenciones de consagrar su vida al servicio de las enfermas, las recibió en Ciempozuelos y durante un año se prepararon para la vida religiosa-hospitalaria.

Con el tiempo, se fueron uniendo otras postulantes y con ellas dio comienzo la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, a las que se impuso el hábito el 31 de mayo de 1881.

Bajo su acertada dirección, la Congregación fue adquiriendo un rápido desarrollo con fundaciones en Madrid, Barcelona, Málaga, Palencia y Pamplona.

La Congregación fue aprobada por León XIII el 25 de junio de 1892, dando el Decretum Laudes, y el 29 de noviembre de 1901 la aprobación definitiva.

     Hoy atiende por todo el mundo a enfermas principalmente de psiquiatría, ancianas y niñas disminuidas.

     Con grupos de hermanos y hermanas acudió a las provincias atacadas por el cólera en 1885, como consecuencia del cual fallecieron varios religiosos. En mayo de 1911 fue nombrado superior general de la Orden y en junio de 1912, enfermo, dimitió y se retiró a la casa de Dinán (Francia), donde falleció el 24 de abril de 1914.

     Restauró la Orden Hospitalaria en Portugal e Hispanoamérica, realizando varias fundaciones: Casa de Salud de Telhal; envió hermanos a Montemor y restauró la Casa-Hospital de San Martín de Guadalajara; intentó fundar en Filipinas y en Argentina, pero las circunstancias no fueron entonces propicias.

   El 6 de mayo de 1914 fue trasladado su cuerpo a Ciempozuelos, donde se le hizo un solemne funeral; en la actualidad reposa en la chapilla-panteón del Complejo Asistencial de las Hermanas Hospitalarias.

   Se inició el proceso de beatificación el 25 de mayo de 1944 y fue introducido en Roma por Decreto de 1 de marzo de 1955. El papa Juan Pablo II lo beatificó el 23 de junio de 1985 y fue canonizado el 21 de noviembre de 1999. Ha sido nombrado patrono del voluntariado en alguna diócesis