lunes, 28 de septiembre de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 29 DE SEPTIEMBRE –MARTES – 26ª – SEMANA DEL T. O. – A – Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

 



29 DE SEPTIEMBRE –MARTES –

 26ª – SEMANA DEL T. O. – A –

Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

 

Lectura de la profecía de Daniel (7,9-10.13-14):

Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes.

Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 137,1-2a.2b-3.4-5.7c-8

 

R/. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;

delante de los ángeles tañeré para ti,

me postraré hacia tu santuario. R/.

Daré gracias a tu nombre:

por tu misericordia y tu lealtad,

porque tu promesa supera a tu fama;

cuando te invoqué, me escuchaste,

acreciste el valor en mi alma. R/.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,

al escuchar el oráculo de tu boca;

canten los caminos del Señor,

porque la gloria del Señor es grande. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,47-51):

En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:

«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»

Natanael le contesta:

«¿De qué me conoces?»

Jesús le responde:

«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»

Natanael respondió:

 «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»

Jesús le contestó:

«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»

Y le añadió:

«Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

 

Palabra del Señor

 

Homilía del Papa en Santa Marta

 

1.-  Las lecturas del día nos presentan imágenes muy fuertes: la visión de la gloria de Dios narrada por el profeta Daniel, con el Hijo del Hombre, Jesucristo, ante el Padre (cfr. Dan 7,9-10.13-14); la lucha del Arcángel Miguel y sus ángeles contra el gran dragón, la serpiente antigua, el llamado diablo que seduce a toda la tierra habitada, pero es derrotado, como afirma el Apocalipsis (cfr. Ap 12,7-12); y el Evangelio en el que Jesús le dice a Natanael (cfr. Jn 1,47-51): Veréis el cielo abierto y los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre (Jn 1,51).

 

2.-  El Apocalipsis dice que la lucha entre el demonio y Dios viene después de que Satanás intente destruir a la mujer que está a punto de dar a luz al hijo. Satanás siempre procura destruir al hombre: ese hombre que Daniel veía en la gloria, y que Jesús decía a Natanael que vendría en su gloria. Desde el principio, la Biblia nos habla de esto: de la seducción para destruir, de Satanás. Quizá por envidia. Leemos en el salmo 8: Tú hiciste al hombre superior a los ángeles (S 8,5), y la inteligencia tan grande del ángel no podía aguantar esa humillación, que una criatura inferior fuese hecha superior; por eso quería destruirlo. Satanás intentar destruir a la humanidad, a todos nosotros. Tantos planes —quitando nuestros pecados—, tantos y tantos proyectos de deshumanización del hombre, son obra de él, simplemente porque odia al hombre. ¡Es astuto!: ya lo dice la primera página del Génesis; es astuto. Presenta las cosas como si fueran buenas, aunque su intención es la destrucción.

 

3.-  Pero los ángeles nos defienden. Defienden al hombre y defienden al Hombre-Dios, al Hombre superior, a Jesucristo, que es la perfección de la humanidad, el más perfecto. Por eso, la Iglesia honra a los ángeles, porque están en la gloria de Dios y defienden el gran misterio escondido de Dios: que el Verbo se hizo carne (Jn 1,14). También la tarea del pueblo de Dios es proteger al hombre: al Hombre Jesús, porque es el hombre que da vida a todos los hombres. En cambio, en sus planes de destrucción, Satanás inventa excusas humanísticas, pero que van contra el hombre, contra la humanidad y contra Dios.

 

4.-  La lucha es una realidad diaria en la vida cristiana: en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro pueblo, en nuestras iglesias... ¡Si no se lucha, seremos derrotados! Afortunadamente, el Señor dio esa tarea principalmente a los ángeles: luchar y vencer. ¡Qué bonito es el canto final del Apocalipsis, después de esa lucha: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche (Ap 12,10).

 

5.-  Acostumbrémonos a encomendarnos a los Arcángeles y a rezar aquella oración antigua, pero tan bonita, al Arcángel san Miguel*, para que siga defendiendo el misterio más grande de la humanidad: que el Verbo se hizo Hombre, murió y resucitó. Ese es nuestro tesoro. Que continúe luchando para protegerlo.

 

Oración a san Miguel: 

Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha, sé nuestro amparo contra la maldad y las asechanzas del demonio. Pedimos suplicantes que Dios lo mantenga bajo su imperio; y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno con el poder divino, a Satanás y a los otros espíritus malvados, que andan por el mundo tratando de perder a las almas. Amén.

 

Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael

 


Los 3 Arcángeles, los únicos cuyos nombres constan en la Biblia

Martirologio Romano: Fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis miliarios de Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, a él glorifican sin cesar.

 

Breve Semblanza

Son los nombres con que se presentan en la Sagrada Escritura estos tres príncipes de la corte celestial.

Miguel aparece en defensa de los intereses divinos ante la rebelión de los ángeles malos; Gabriel, enviado por el Señor a diferentes misiones, anunció a la Virgen Maria el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y su maternidad divina; Rafael acompañó al joven Tobías cuando cumplia un difícil encargo y se ocupó de solucionar difíciles asuntos de su esposa.

Actualmente, se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema; se venden "angelitos" de oro, plata o cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus nombres.

Hay que tener cuidado, pues se puede caer en dar a los ángeles atribuciones que no les corresponden y elevarlos a un lugar de semidioses, convertirlos en "amuletos" que hacen caer en la idolatría, o crear confusiones entre lo que son las inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los ángeles.

Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses.

A pesar de que están de moda, por otro lado, es muy fácil que nos olvidemos de su existencia, por el ajetreo de la vida y principalmente, porque no los vemos.

Este olvido puede hacernos desaprovechar muchas gracias que Dios ha destinado para nosotros a través de los ángeles.

Por esta razón, la Iglesia ha fijado dos festividades para que, al menos dos días del año, nos acordemos de los ángeles y los arcángeles, nos alegremos y agradezcamos a Dios el que nos haya asignado un ángel custodio y aprovechemos estos días para pedir su ayuda.

 

Misión de los ángeles

Los ángeles son seres espirituales creados por Dios por una libre decisión de su Voluntad divina. Son seres inmortales, dotados de inteligencia y voluntad.

 

Debido a su naturaleza espiritual, los ángeles no pueden ser vistos ni captados por los sentidos.

En algunas ocasiones muy especiales, con la intervención de Dios, se han visto y oído materialmente. La reacción de las personas al verlos u oírlos ha sido de asombro y de respeto. Por ejemplo, los profetas Daniel y Zacarías.

En el siglo IV, el arte religioso representó a los ángeles con forma de figura humana. En el siglo V, se le añadieron las alas, como símbolo de su prontitud en realizar la Voluntad divina y en trasladarse de un lugar a otro sin la menor dificultad.

En la Biblia encontramos algunos motivos para que los ángeles sean representados como seres brillantes, de aspecto humano y alados. Por ejemplo, el profeta Daniel escribe que un "ser que parecía varón" -se refería al arcángel Gabriel- volando rápidamente, vino a él (Daniel 8, 15-16; 9,21). Y, en el libro del Apocalipsis, son frecuente las apariciones de ángeles que claman, tocan las trompetas, llevan mensajes o son portadores de copas e incensarios; otros que suben, bajan o vuelan; otros que están de pie en cada uno de los cuatro puntos cardinales de la tierra o junto al trono del Cordero, Cristo.

La misión de los ángeles es amar, servir y dar gloria a Dios, ser mensajeros y cuidar y ayudar a los hombres. Ellos están constantemente en la presencia de Dios, atentos a sus órdenes, orando, adorando, vigilando, cantando y alabando a Dios y pregonando sus perfecciones. Se puede decir que son mediadores, custodios, guardianes, protectores y ministros de la justicia divina.

La presencia y la acción de los ángeles aparece a lo largo del Antiguo Testamento, en muchos de sus libros sagrados. Aparece frecuentemente, también, en la vida y enseñanzas de Nuestro Señor, Jesucristo, en la Carta de san Pablo, en los Hechos de los Apóstoles y, principalmente, en el Apocalipsis.

Con la lectura de estos textos, podemos descubrir algo más acerca de los ángeles: nos protegen, nos defienden físicamente y nos fortalecen al combatir las fuerzas del mal. luchan con todo su poder por y con nosotros.

Como ejemplo, está la milagrosa liberación de San Pedro que pudo huir de la prisión ayudado por un ángel (Hechos 12, 7 y siguientes). También, aparece un ángel deteniendo el brazo de Abraham, para que no sacrificara a su hijo, Isaac.

Los ángeles nos comunican mensajes importantes del Señor en determinadas circunstancias de la vida. En momentos de dificultad, se les puede pedir luz para tomar una decisión, para solucionar un problema, actuar acertadamente y para descubrir la verdad.

Por ejemplo, tenemos las apariciones a la Virgen María, a San José y a Zacarías. Todos ellos recibieron mensajes de los ángeles.

Los ángeles cumplen, también, las sentencias de castigo del Señor, como el castigo a Herodes Agripa (Hechos de los Apóstoles) y la muerte de los primogénitos egipcios (Exódo 12, 29).

Los ángeles presentan nuestras oraciones al Señor y nos conducen a Él. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida y nos conducirán, con toda bondad, después de nuestra muerte, hasta el trono de Dios para nuestro encuentro definitivo con Él. Este será el último servicio que nos presten pero el más importante. El arcángel Rafael dice a Tobías: "Cuando ustedes oraban, yo presentaba sus oraciones al Señor", (Tob 12, 12 - 16).

Ellos nos animan a ser buenos pues ven continuamente el rostro de Dios y también ven el nuestro. Debemos tener presentes las inspiraciones de los ángeles para saber obrar correctamente en todas las circunstancias de la vida. "Los ángeles se regocijan cuando un pecador se arrepiente", (Lucas 15, 10).

Jerarquía de los ángeles

Se suelen enumerar nueve coros u órdenes angélicos. Esta jerarquía se basa en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. Dentro de esta jerarquía, los superiores hacen participar a los inferiores de sus conocimientos.

Cada tres coros de ángeles constituyen una jerarquía y todos ellos forman la corte celestial.

 

Jerarquía Suprema:

 

serafines

querubines

tronos

Jerarquía Media:

 

ominaciones

virtudes

potestades

 

Jerarquía Inferior:

 

Serafines: Son los "alabadores" de Dios. Serafín significa "amor ardiente". Los serafines alaban constantemente al Señor y proclaman su santidad.

(Isaías 6, 17)

 

Querubines: Son los "guardianes" de las cosas de Dios. Aparecen como encargados de guardar el arca de la alianza y el camino que lleva al árbol de la vida. Entre dos querubines comunica Yahvé sus revelaciones. "Se sienta sobre querubines".

(Génesis, Éxodo, en la visión de Ezequiel, 1, 4 y Carta a los Hebreos, 9,5).

Potestades, Virtudes, Tronos, Principados y Dominaciones:

En la Biblia encontramos estos diversos nombres cuando se habla del mundo angélico. Hay quien interpreta los nombres de los ángeles como correspondientes a su grado de perfección. Para San Gregorio, los nombres de los ángeles se refieren a su ministerio:

los principados son los encargados de la repartición de los bienes espirituales

las virtudes son los encargados de hacer los milagros las potestades son los que luchan contra las fuerzas adversas las dominaciones son los que participarán en el gobierno de las sociedades los tronos son los que están atentos a las razones del obrar divino.

Existe, también, una jerarquía basada en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. A los arcángeles les podríamos llamar los "asistentes de Dios". Son ángeles que están al servicio directo del Señor para cumplir misiones especiales.

 

Arcángel San Miguel

 Es el que arrojó del Cielo a Lucifer y a los ángeles que le seguían y quien mantiene la batalla contra Satanás y demás demonios para destruir su poder y ayudar a la Iglesia militante a obtener la victoria final. El nombre de Miguel significa "quien como Dios". Su conducta y fidelidad nos debe invitar a reconocer siempre el señoría e Jesús y buscar en todo momento la gloria de Dios.

Arcángel San Gabriel:

En hebreo significa "Dios es fuerte", "Fortaleza de Dios". Aparece siempre como el mensajero de Yahvé para cumplir misiones especiales y como portador de buenas noticias. Anunció a Zacarías el nacimiento de Juan, el Bautista y a la Virgen María, la Encarnación del Hijo de Dios.

Arcángel San Rafael

 Su nombre quiere decir "medicina de Dios". Tiene un papel muy importante en la vida del profeta Tobías, al mostrarle el camino a seguir y lo que tenía que hacer. Tobías obedeció en todo al arcángel San Rafael, sin saber que era un mensajero de Dios. Él se encargó de presentar sus oraciones y obras buenas a Dios, dejándole como mensaje bendecir y alabar al Señor, hacer siempre el bien y no dejar de orar. Se le considera patrono de los viajeros por haber guiado a Tobías en sus viajes. Es patrono, también, de los médicos (de cuerpo y alma) por las curaciones que realizó en Tobit y Sara, el padre y la esposa de Tobías.

 

Los ángeles custodios

Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma sobre este tema San Jerónimo: "Grande es la dignidad de las almas, cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia".

En el Antiguo Testamento se puede observar como Dios se sirve de sus mensajeros para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando a Elías lo alimentó un ángel, (1 Reyes, 19, 5).

En el Nuevo Testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que aparecen estos seres: el mensaje a San José para que huyera a Egipto y los ángeles que sirvieron a Jesús, después de las Tentaciones en el desierto, entre otros ejemplos.

Se puede decir que los ángeles custodios son compañeros de viaje, que siempre estarán al lado de cada uno de nosotros, en las buenas y en las malas, sin separarse ni un solo momento. Está a nuestro lado mientras trabajamos, descansamos, cuando nos divertimos y cuando rezamos, cuando le pedimos ayuda y cuando le olvidamos. Y, lo más importante, es que no se aparta de nosotros ni siquiera cuando perdemos la gracia de Dios por el pecado. Nos presta auxilio para enfrentar de mejor ánimo las dificultades y tentaciones de la vida diaria.

Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como si fuera algo infantil. Pero, si pensamos que al crecer la persona se enfrentará a una vida con mayores tentaciones y dificultades, el ángel custodio será de gran ayuda.

Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro.

Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está muy cerca de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos.

Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos ni deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios sabe lo que hay dentro de nuestro corazón. Ellos, en cambio, sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.

También podemos pedirle favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinados peligros o las guíen en situaciones difíciles.

 

¿Qué nos enseñan los ángeles?

 

Nos enseñan a:

glorificar al Señor, proclamar su santidad y rendirle sus homenajes de adoración, de amor y de ininterrumpida alabanza.

cumplir con exactitud y prontamente todas las órdenes que recibimos del señor y a cumplir su Voluntad sin discutir sus mandatos ni aplazando el cumplimiento de éstas.

servir al prójimo, pues ellos están preocupados por nosotros y quieren ayudarnos en las diversas circunstancias que se nos presentan en la vida. Esto nos anima a compartir con nuestros hermanos penas y alegrías.

 

¿Quiénes son los ángeles caídos?

Dios creó a los ángeles como espíritus puros, todos se encontraban en estado de gracia. Pero algunos, encabezados por Luzbel, el más bello de los ángeles, por su malicia y soberbia se negaron a adorar a Jesucristo, Dios hecho hombre, por sentirse seres superiores. Así, rechazaron eternamente a Dios con un acto inteligente y libre de su parte.

A Luzbel -también denominado Lucifer, Diablo o Satán- junto con los ángeles rebeldes que le siguieron -convertidos en demonios- fueron arrojados del Cielo al infierno. Quedaron confinados a un estado eterno de tormento en donde nunca más podrán ver a Dios.

No cambiaron su naturaleza, siguen siendo seres espirituales y reales.

Lucifer es el enemigo de Dios. Jesús le llama “el engañador”, “el padre de la mentira”. Su constante actividad en el mundo busca apartar a los hombres de Dios mediante engaños e invitaciones al mal. Quiere evitar que lo conozcan, que lo amen y que alcancen la felicidad eterna. Es un enemigo con el que se tiene que luchar para poder llegar al Cielo.

Los demonios se encuentran organizados en jerarquías, tal y como fueron creados en un principio, subordinados los inferiores a los superiores.

Satanás y sus demonios comenzaron sus maléficas acciones con Adán y Eva y no se dan por vencidos en su labor. Aprovechan la inclinación del hombre hacia el mal por su naturaleza que quedó dañada después del pecado original. Son muy astutos, disfrazan el mal de bien. Su acción ordinaria en el hombre es la tentación. Por ello rezamos en el Padrenuestro: “...no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.”

 

¿Por qué creer en los ángeles?

Toda la Sagrada Escritura está llena de versículos y capítulos completos que hablan de los ángeles. Si creemos en la Sagrada Escritura, no podemos negar la existencia y la acción de los ángeles.

Además del testimonio de la Revelación, tenemos el de los Santos Padres de la Iglesia quienes nos dejaron bellas y sugestivas descripciones de los ángeles que fueron retomadas por Santo Tomás no sólo en el aspecto teológico sino en un dinamismo cristiano. La Iglesia ha definido dogma de fe la existencia de los ángeles.

 

Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net

 

 

 

 

sábado, 26 de septiembre de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 28 DE SEPTIEMBRE –LUNES – 26ª – SEMANA DEL T. O. – A – San Lorenzo Ruiz y compañeros

 


28 DE SEPTIEMBRE –LUNES –

26ª – SEMANA DEL T. O. – A –

San Lorenzo Ruiz y compañeros

 

Lectura del libro de Job (1,6-22):

Un día, fueron los ángeles y se presentaron al Señor; entre ellos llegó también Satanás.

El Señor le preguntó:

«¿De dónde vienes?»

Él respondió:

 «De dar vueltas por la tierra.»

El Señor le dijo:

«¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo y honrado, que teme a Dios y se aparta del mal.»

Satanás le respondió:

«¿Y crees que teme a Dios de balde? ¡Si tú mismo lo has cercado y protegido, a él, a su hogar y todo lo suyo! Has bendecido sus trabajos, y sus rebaños se ensanchan por el país. Pero extiende la mano, daña sus posesiones, y te apuesto a que te maldecirá en tu cara.»

El Señor le dijo:

«Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques.»

Y Satanás se marchó.

Un día que sus hijos e hijas comían y bebían en casa del hermano mayor, llegó un mensajero a casa de Job y le dijo:

«Estaban los bueyes arando y las burras pastando a su lado, cuando cayeron sobre ellos unos sabeos, apuñalaron a ¡os mozos y se llevaron el ganado. Sólo yo pude escapar para contártelo.»

No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo:

«Ha caído un rayo del cielo que ha quemado y consumido tus ovejas y pastores. Sólo yo pude escapar para contártelo.»

No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo:

 «Una banda de caldeos, dividiéndose en tres grupos, se echó sobre los camellos y se los llevó, y apuñaló a los mozos. Sólo yo pude escapar para contártelo.»

No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo:

 «Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo en casa del hermano mayor, cuando un huracán cruzó el desierto y embistió por los cuatro costados la casa, que se derrumbó y los mató. Sólo yo pude escapar para contártelo.»

Entonces Job se levantó, se rasgó el manto, se rapó la cabeza, se echó por tierra y dijo:

«Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.»

A pesar de todo, Job no protestó contra Dios.

Palabra de Dios

 

Salmo: 16,1.2-3.6-7

 

R/. Inclina el oído y escucha mis palabras

Señor, escucha mi apelación,

atiende a mis clamores,

presta oído a mi súplica,

que en mis labios no hay engaño. R/.

Emane de ti la sentencia,

miren tus ojos la rectitud.

Aunque sondees mi corazón,

visitándolo de noche,

aunque me pruebes al fuego,

no encontrarás malicia en mí. R/.

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;

inclina el oído y escucha mis palabras.

Muestra las maravillas de tu misericordia,

tú que salvas de los adversarios

a quien se refugia a tu derecha. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,46-50):

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante.

Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:

«El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante.»

Juan tomó la palabra y dijo:

«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.»

Jesús le respondió:

«No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro.»

Palabra del Señor

 

  1.  Una vez más, el Evangelio le recuerda a la Iglesia el interés y hasta la preocupación casi obsesiva, que tenían los discípulos, por saber quién es el más importante. 

Lo más razonable es pensar que el problema no estaba en que aquellos hombres fueran especialmente orgullosos o ambiciosos.  No.  Aquellos hombres eran como somos todos los humanos.  La apetencia por ser importantes es más fuerte que la apetencia por ser ricos.

Está demostrado que, a uno, que le suben el sueldo, suele ser más feliz solo en el caso de que no se lo suban igualmente a sus compañeros o vecinos. Si gana más que los demás, se sentirá más feliz. Si a todos se lo suben igual, no por eso es más feliz (Richard Layard).

Y no olvidemos que se trata de una apetencia que nos dura mientras vivimos, aunque seamos creyentes, religiosos, sacerdotes...

Por otra parte, si Jesús se opuso siempre de forma tajante a esta apetencia, es que en ella vio el mayor peligro para los humanos y para su comunidad de seguidores.  ¿Por qué?

 

 2.  No es, ante todo, cuestión de humildad. El problema está en que, como es lógico, el que quiere ser el primero, por eso mismo quiere estar por encima de los demás, quiere ser más que los demás. Y para lograr eso, lo más seguro es que se va a enfrentar a otros, los va a humillar o los querrá dominar. Todo el que sube, divide. Como todo el que baja, une. Y no hay argumento o motivo que justifique o haga santas estas apetencias.

 

3.  Pero hay algo más grave. Lo peor que hace, el que quiere ser el más importante, es que pretende ponerse por encima de Cristo y hasta por encima de Dios. Es lo que afirma Jesús cuando presenta al niño y dice que en el niño está él y está Dios. Como lo está en el que acoge o escucha a cualquiera de los discípulos (Mt 10, 40; Mc 9, 37; Mt 18, 5; Lc 10, 16; 9, 48; Jn 13, 20).

Dios se ha fundido con Jesús. Y Dios en Jesús se ha fundido con el ser humano. Por tanto, querer ser el más importante, en última instancia, es pretender (sin darse cuenta de ello) estar por encima de Dios.

Ni Dios puede humanizarse más. Ni el hombre puede endiosarse más.     

 

San Lorenzo Ruiz y compañeros

 


Después del martirio de 1597, subió al poder el usurpador Daifusama, el cual ofreció relaciones de amistad al gobernador de Filipinas y autorizó la entrada de misioneros en el país. En este clima se establecieron los dominicos en Japón a partir de 1602, aunque el primer dominico había llegado en 1592. Se presentaron con el estandarte del Santo Rosario y entronizaron la devoción a la virgen del Rosario en Koshiki. Su labor fue muy fructífera, muchos ingresaron en la Orden, otros se hicieron terciarios dominicos y cofrades del Santo Rosario.

Se dice que Daifusama, que murió envenedado pidió a su hijo Xogunsama que persiguiera a los cristianos y que se apartara de su políca liberal. Xongusma persiguió a los cristianos entre 1617 y 1630. Muerto Xongusama, le sucedió Toxogunsama, que fue un acérrimo perseguidor del cristianismo entre 1632-1660.

Lorenzo nació en Binondo, Manila; su padre era chino y su madre filipina. Sirvió desde muy joven en el convento de los dominicos de Binondo, donde recibió la formación cristiana. Llegó a ser escribano y llevó una vida de entrega a los demás. Pertenecía a la Cofradía del Santo Rosario. Padre de familia muy piadoso, con tres hijos. Hacia 1636 fue acusado de complicidad en un homicidio y, perseguido por la justicia, buscó refugio en los dominicos. Gracias a la intervención del padre san Antonio González pudo salir indemne.

Acompañó al Japón a una misión dominica mandada por Antonio González, pero una tempestad les obligó a desembarcar en Okinawa, donde fueron todos arrestados y encarcelados. Aquí se robusteció la fe de Lorenzo; no dudó en confesar su fe en el tribunal de Nagasaki: "Quisiera dar mil veces mi vida por él. Jamás seré apostata. Si queréis, podéis matarme. Mi deseo es morir por Dios". Confiado en la intercesión del padre Antonio, sacrificado antes que él, fue rezando, durante el paseo oraciones y jaculatorias y ya en la colina de Nishizaka, sufrió la tortura del agua ingurgitada que soportó con heroica entereza y paciencia, aunque en algún momento titubeó, pero permaneció firme gracias a las palabras de san Antonio González. Sus cenizas fueron arrojadas al mar. Es el primer santo mártir de la iglesia filipina. Todos murieron mártires por los japoneses después de horribles torturas.

Los mártires eran 17 compañeros que forman parte de los "mártires de Nagasaki". Todos pertenecían a la misión dominica española de Japón, en la isla de Kiusiu. Nueve eran japoneses: Francisco Shoyemon, cooperador. Jaime Kyushei Gorobioye Tomonaga, dominico. Miguel Kurobjoye, catequista. Mateo Kohioye del Rosario, cooperador. Magdalena de Uagasaka, terciaria dominica. Marina de Ômura, terciaria. Tomás Hyoji de San Jacinto, dominico. Vicente de la Cruz Schiwozuka, dominico. Lázaro de Kyoto, laico. Cuatro dominicos españoles: Domingo Ibáñez de Erquiza. Lucas del Espíritu Santo. Antonio González. Miguel de Aozaraza. Un francés: Guillermo Courtet. Un italiano: Jordán Ansalone de San Esteban. 

Se da el caso de que todos los dominicos que murieron el Japón durante el breve periodo de 1602-1637, fueron martirizados excepto uno. Fue la desolación causada por la cristiandad del Japón lo que motivó que muchos mártires se ofrecieron voluntarios, a fin de evitar una posible apostasía. Este grupo es variado en etnias, en estados de vida, en situaciones sociales. Hay en él hombres, mujeres, sacerdotes y laicos. Ofrecieron su vida durante la persecución de un shogun que estaba decidido destruir todo vestigio cristiano, durante sus 28 años de mandato fueron sacrificados la mayor parte de los cuatro mil mártires de aquella época de la historia japonesa. En 1639 cerró el Japón a todo influjo comercial de España y Portugal. Sin embargo, su proyectado exterminio del cristianismo no fue total. Quedó un núcleo de cristianos japoneses escondidos en las islas del Sur, que mantuvieron la fe a lo largo de varios siglos hasta la apertura de Japón a Occidente en 1865. Entonces los descendientes de aquellos mártires emergieron como pequeña comunidad cristiana que se había transmitido de padres a hijos.