domingo, 1 de diciembre de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 2 de DICIEMBRE – LUNES – 1ª – ADVIENTO – A –




2 de DICIEMBRE – LUNES –
1ª – ADVIENTO – A –


(PRIMERA LECTURA (opcional para el año A) Is 4, 2-6)

Lectura del libro de Isaías.

AQUEL día, el vástago del Señor será el esplendor y la gloria, y el fruto del país será orgullo y ornamento para los redimidos de Israel.
A los que queden en Sion y al resto de Jerusalén los llamarán santos: todos los que en Jerusalén están inscritos para la vida.
Cuando el Señor haya lavado la impureza de las hijas de Sion
y purificado la sangre derramada en Jerusalén, con viento justiciero, con un soplo ardiente,
creará el Señor sobre toda la extensión del monte Sion y sobre su asamblea una nube de día, un humo y un resplandor de fuego llameante de noche.
Y por encimo, la gloria será un baldaquino y una tienda, sombra en la canícula, refugio y abrigo de la tempestad y de la lluvia.

Palabra de Dios.

Salmo: 121,1-2.4-5.6-7.8-9

R/. Vamos alegres a la casa del Señor.

V/. ¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.

V/. Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.

V/. Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.

V/. Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.

V/. Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,5-11):

EN aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

Palabra del Señor

1. Lo más llamativo, incluso lo más revolucionario, que se encuentra en este relato es lo que Jesús afirma sobre la fe.
 Según el evangelio de Mateo, y el paralelo de Lucas (7, 1-10), resulta que, para Jesús, un militar romano tenía más fe que cualquier israelita.
No es el único caso en que Jesús elogia la fe
de personas que no tenían las mismas creencias religiosas que los ortodoxos fieles a la Biblia. Así, en el caso de la mujer cananea o siro-fenicia (Mt 15, 21-28; Mc 7, 24-30) y también en el relato del samaritano leproso (Lc 17, 11-19).
Estas personas, que no pertenecían a la religión verdadera, son elogiadas por Jesús como creyentes ejemplares. Lo cual quiere decir obviamente que, para Jesús, la fe más ejemplar no está vinculada a la pertenencia a una determinada religión, por más que, según los criterios de la Biblia, se trate de la única religión verdadera del único Dios verdadero.

2. En el caso del militar romano, este hecho es más sorprendente. Porque, como es sabido, los militares del ejército imperial hacían un juramento religioso de fidelidad (sacramentum) al emperador. Este juramento era el fundamento de la condición de soldado (P. Grimal).
La fe del centurión estaba, pues, ya comprometida   con su emperador y con la religión que este representaba y de la que era el "Sumo Pontífice" (Pontifex Maximus) (E. Cortese).

3.  Por más extraño que pueda parecer, la fe no es para Jesús un "acto religioso", sino un "comportamiento de   humanidad".
Es la profunda humanidad   de un cargo militar que no puede soportar ver que sufre un "esclavo" (doúlos) (Lc 7, 2. 3. 8 b). Por eso va a suplicar a Jesús que lo sane. Y no se considera digno de que Jesús entre en su casa.
La fe, en este caso, es la postura de un hombre, de poder y mando, que antepone la felicidad del último al rango del primero.
Jesús no encuentra la fe en la fidelidad a las doctrinas y prácticas religiosas, sino en la bondad de un hombre importante al que el cargo no se le subió a la cabeza.
Ocurre, quizá más de lo que imaginamos, que aquellos a los que consideramos "infieles", para Jesús, son los más "fieles".
Jesús modificó la fe, las creencias, el corazón mismo de la religión. Porque la esencia de la religión no está en aceptar unas verdades, sino asumir y hacer propia una forma de vida. Cuando lo que manda en nuestra vida es la bondad   y la lucha contra el sufrimiento, entonces es cuando empezamos   a ser creyentes en Jesús y su Evangelio.

Santa Bibiana

No tenemos fechas de su vida, pero está documentada la dedicación a esta santa de una basílica en Roma en el pontificado del papa Simplicio (468-473). Pudo vivir quizá a finales del siglo III, con una entrega colmada y que dio su vida a Dios, muriendo en martirio, al igual que sus padres y su hermana. La tradición y la iconografía representan su martirio mediante la flagelación, estando atada a una columna.

Vida de Santa Bibiana
Ya se menciona en el Liber Pontificalis el culto a la mártir Bibiana cuando se afirma en él que el papa Simplicio (468 - 473) le dedicó una basílica. Restaurada en el siglo XVII por el infatigable papa Urbano VIII quien, con su pasión renacentista, además de salvar un monumento antiguo, quiso dejar un testimonio litúrgico del hallazgo incluyendo en el calendario de la Iglesia universal la fiesta de Santa Bibiana en el día 2 de diciembre.
La basílica tiene tres naves divididas por ocho columnas antiguas y contiene una escultura graciosa de la Santa hecha por Bernini. Está situada cerca de la vía férrea, da nombre al túnel por donde se cruza —Arcos de Santa Bibiana— y próxima a la Stazione Termini.
¿Quién fue santa Bibiana? Bernini, todo arte, la representa con los instrumentos del martirio que le dieron la Vida: columna donde fue flagelada, los azotes, la corona del martirio y la sonrisa en su cara. Pero todo ello, con ser verdadero, es cosa común y aplicable a la mayor parte de los mártires cristianos en la Roma pagana, por lo que es decir mucho y, al mismo tiempo, nada acerca de un personaje concreto.
El relato de las actas no es fiable. El siglo VI en donde comienzan a proliferar las actas de los mártires y los escritos aún más tardíos del martirio no son dignos de crédito histórico por las añadiduras apócrifas y contradicciones que contienen. Incluso los datos que se mencionan, como hacer responsable de su martirio al emperador Juliano el Apóstata, adolecen de un pronunciado desinterés cronológico. La leyenda de nuestra santa que relata pormenorizadamente su martirio es una novela ejemplar que aplica un esquema general romano.
Pero es cierto que Santa Bibiana existió y que fue mártir. Posiblemente también existieron su madre Dafrosa y su hermana Demetria cuyos sarcófagos intactos se descubrieron debajo de los dos vasos de vidrio con inscripciones que conservaban las reliquias de la Santa. La historia se remonta como más remoto documento al papa Simplicio que se sitúa en el siglo V. La veneración de esta mártir es anterior a ese dato. Y por ello no está lejos de la verdad histórica la afirmación de que vivió santa Bibiana a finales del siglo III, antes incluso de lo que cantan las actas.
Es, pues, Bibiana una santa de la que poco sabemos por los documentos que pueden aducirse con valoración histórica cierta. Conocemos su existencia y la entrega colmada, definitiva, que de su vida hizo a Dios, dándole un sí apoteósico con el martirio. Todo lo demás ¿qué importa? Al fin y al cabo, las piedras talladas, papiros, pellejos, papeles y datos informáticos en donde pueda constar la historia más completa de cualquier santo no son más que raspar en la corteza sin alcanzar jamás ese núcleo personal de la relación entre el santo —la santa en nuestro caso— y Dios. Lo que consta en los archivos nos puede llevar al reconocimiento de sus virtudes, pero la reciprocidad de amores entre redimido y Redentor es un misterio siempre escondido para la historia y patente sólo cabe Dios.


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