miércoles, 25 de diciembre de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 26 DE DICIEMBRE - JUEVES SAN ESTEBAN, PROTOMÁRTIR – OCTAVA DE NAVIDAD




26 DE DICIEMBRE   - JUEVES
SAN   ESTEBAN, PROTOMÁRTIR – OCTAVA DE NAVIDAD

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,8-10;7,54-60):

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia.
Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo:
«Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.»
Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo.
Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación:
«Señor Jesús, recibe mi espíritu.»
Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito:
«Señor, no les tengas en cuenta este pecado.»
Y, con estas palabras, expiró.

Palabra de Dios

Salmo: 30,3cd-4.6 y Sab 16bc-17

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R/.

A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción. R/.

Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia. R/.

Evangelio según san Mateo 10, 17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
"No os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará
por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra los padres, y los matarán.
    Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará".

1.  Es notable que el primer santo, que la liturgia cristiana celebra en cuanto recuerda el nacimiento de Jesús, es el primer mártir que murió por defender su forma de entender y vivir la fe en Jesús. Este mártir fue Esteban. Del que
tenemos una información muy autorizada. Y recogida por Lucas en el libro de los Hechos de los Apóstoles (6, 8-10; 7, 54-60).
Según testifica el evangelista Lucas, Esteban fue el líder de los llamados "helenistas", que eran israelitas de origen griego y de cultura helenista.
Lo que los distinguía, y hasta los enfrentaba, con los israelitas de Judea (los judíos). Los orígenes culturales condicionan las creencias religiosas. Y son motivo de frecuentes divisiones e incluso conflictos. Esto es lo que ocurrió en el cristianismo naciente de Jerusalén.

2.  Esteban fue un "hombre de Dios". De él dice Lucas que estaba "lleno de fe y de Espíritu Santo" (Hech 6, 5), "lleno de gracia y poder" (Hech 6, 8), "lleno de Espíritu Santo" (Hech 7, 55) y que hablaba "con sabiduría y Espíritu" (Hech 6, 10) (J. D. G. Dunn).
Sin embargo, este creyente —al que inspiraba el Espíritu de Dios—, tuvo la libertad y la audacia de oponerse y enfrentarse al Templo y contra la Ley (Hech 6, 13-14; 7, 55-56). Lo cual quiere decir que Esteban no era ni ateo, ni enemigo de la fe o de la religión. Lo que él no toleraba es lo mismo que no toleró Jesús cuando se enfrentó al Templo cuando quebrantó las normas y leyes de los maestros de la Ley. Exactamente lo mismo que hizo Jesús. Por tanto, a Esteban lo mataron por los mismos motivos por los que crucificaron a Jesús.

3. El evangelio de este día nos habla de persecuciones, conflictos, enfrentamientos y muertes, que pueden llegar incluso a romper familias y relaciones entre padres e hijos. Y es que la religión (con sus leyes, sus ceremonias y sus templos) es, con demasiada frecuencia, un aliado muy eficaz del modelo y del sistema de sociedad que tenemos. En este modelo y este sistema, hay cosas que nos agradan y nos dan seguridad.
Pero no agradan ni dan seguridad a todos por igual. Sino que, como sabemos, todo esto hace que haya ricos y pobres, poderosos y desamparados, notables y plebeyos, etc. Y Jesús vio que había que acabar con todo esto. Jesús quiere igualdad, respeto y bondad por igual para todos.
El Templo y la Ley son pilares que se utilizan para mantener las desigualdades y las injusticias. Por eso, Jesús se enfrentó al Templo y a la Ley. Lo mismo le ocurrió a Esteban. Y lo mismo le seguirá pasando a todo el que se tome en serio el modelo de vida de Jesús.

SAN   ESTEBAN, PROTOMÁRTIR 


A San Esteban se le llama "protomartir" porque fue el primer mártir de toda la historia católica. San Esteban era uno de los hombres de confianza de los apóstoles; habló y defendió muy bien a Jesús, que entre los judíos generó cierto desconcierto.
Por tal razón, la tradición señala que fue llevado ante el Tribunal Supremo de la Nación, el Sanedrín, para ser acusado con falsos testigos, los cuales argumentaron que Esteban afirmaba que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes de Moisés.
Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.
Sin embargo, el santo no se atemorizó, y por el contrario, pronunció un impresionante discurso en el cual fue recordando toda la historia del pueblo de Israel (Hechos 7) y a través del cual exhortó a los judíos a rectificar, reprendiéndolos por haber llegado al extremo de no sólo no reconocer al Salvador, sino de haberlo además crucificado.
Llenos de ira, éstos lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon.
Los que lo apedreaban dejaron sus vestidos junto a un joven llamado Saulo (el futuro San Pablo que se convertirá por las oraciones de este mártir) y que aprobaba aquel delito. Mientras lo apedreaban, Esteban decía: "Señor Jesús, recibe mi espíritu". Y de rodillas dijo con fuerte voz: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado". Y diciendo esto, murió.
Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.


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