martes, 10 de diciembre de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 12 de DICIEMBRE – JUEVES – 2ª – ADVIENTO – A – Nuestra Señora de Guadalupe



12 de DICIEMBRE – JUEVES –
2ª – ADVIENTO – A –

Lectura del libro de Isaías (41,13-20):

YO, el Señor, tu Dios, te tomo por la diestra y te digo:
«No temas, yo mismo te auxilio».
No temas, gusanillo de Jacob,
oruga de Israel, yo mismo te auxilio -oráculo del Señor-, tu libertador es el Santo de Israel.
Mira, te convierto en trillo nuevo, aguzado, de doble filo:
trillarás los montes hasta molerlos; reducirás a paja las colinas; los aventarás y el viento se los llevará, el vendaval los dispersará.
Pero tú te alegrarás en el Señor, te gloriarás en el Santo de Israel.
Los pobres y los indigentes
buscan agua, y no la encuentran;
su lengua está reseca por la sed.
Yo, el Señor, les responderé;
yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
Haré brotar ríos en cumbres desoladas, en medio de los valles, manantiales; transformaré el desierto en marisma y el yermo en fuentes de agua.
Pondré en el desierto cedros,
acacias, mirtos, y olivares;
plantaré en la estepa cipreses,
junto con olmos y alerces,
para que vean y sepan,
reflexionen y aprendan de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho, que el Santo de Israel lo ha creado.

Palabra de Dios

Salmo: 144,1.9.10-11.12-13ab

R/. El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad.

V/. Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
El Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

V/. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles.
Que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.

V/. Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,11-15):

EN aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora el reino de los cielos sufre violencia y los violentos lo arrebatan.
Los Profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que tenía que venir, con tal que queráis admitirlo.
El que tenga oídos, que oiga».

Palabra del Señor

1.   Sabemos que el Adviento es el tiempo que la Iglesia dedica para que los cristianos nos preparemos ante la próxima e inminente venida de Jesús.  Concretamente, es el comienzo de su actividad, que, desde el primer momento se centró en anunciar y explicar la llegada del Reinado de Dios (Mc 1, 15; Mt 4, 17). 
Esto supuesto, nos encontramos con un hecho: Juan Bautista es el punto final de una etapa, que Jesús define como el tiempo de “la Ley y los Profetas” (Mr 11, 13; Lc 16, 16), mientras que la del tiempo nuevo, que inicia el mismo Jesús, se define como la etapa del “Reinado de Dios”.

2.   Por tanto, hasta Juan Bautista, la gente encontraba a Dios acudiendo al templo, observando la Ley y aceptando lo que mandaban los Profetas.  A partir de Juan Bautista, a Dios se le encuentra viviendo de forma que sea Dios —el Dios que se revela en Jesús y al que conocemos viviendo como vivió Jesús— el que reine y esté presente en nuestras vidas.  Dicho de forma más sencilla: hasta Juan Bautista, a Dios se le encontraba en la “religión”. A partir de Jesús, a Dios se le encuentra en la “vida”.  En la forma de vida que el Evangelio de Jesús nos indica y nos explica.

3.   Pero ocurre que, a este cambio, al paso de la “religión” a la “vida”, se “le hace violencia” (Mt 11, 12; Lc 16, 16).  Empezando por el propio Juan, que ya estaba en la cárcel de Herodes esperando el degüello.  Y siguiendo por los continuos conflictos que llevaron a Jesús a la condena y al final más trágico.  La gente prefiere religión a tener que vivir siguiendo la forma de vida que nos trazó Jesús al explicar en qué consiste el reinado de Dios.  Si Dios reinara ahora mismo en el mundo, el mundo no estaría como está.  Por supuesto, no habría en la tierra tanto sufrimiento, tanta desigualdad, tanta injusticia, tanta violencia. ¡Padre..., venga a nosotros tu Reino!”.

Nuestra Señora de Guadalupe



El año 1531, la Virgen María se apareció al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el monte Tepeyac, en la ciudad de México.
En la capa de Juan Diego se grabó milagrosamente la imagen de la Virgen, a la que los fieles cristianos veneran sin interrupción hasta hoy. Por medio de este santo de fe limpísima, la Madre de Dios y de la Iglesia llama a todos los pueblos al amor a Cristo

Nuestra Señora de Guadalupe es una advocación mariana de la Iglesia católica, cuya imagen tiene su principal centro de culto en la Basílica de Guadalupe, en el norte de la ciudad de México.
De acuerdo a la tradición oral mexicana, y los múltiples documentos históricos encontrados alrededor del mundo en distintos archivos, la Virgen María se apareció en cuatro ocasiones a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac, y una quinta ocasión en el pueblo de Santa María, Tulpetlac en el Estado de México en la cual curó a Juan Bernardino, tío de san Juan Diego. El relato guadalupano conocido como Nican mopohua, tras la primera aparición, la Virgen ordenó a Juan Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga. Juan Diego en la última aparición de la Virgen llevó en su ayate unas rosas ―flores que no son nativas de México y que tampoco prosperan en la aridez del territorio― que cortó en el Tepeyac, según la orden de la Virgen. Juan Diego desplegó su ayate ante el obispo Juan de Zumárraga, dejando al descubierto la imagen de la Virgen María, morena y con rasgos mestizos.
Las mariofanías tuvieron lugar en 1531, ocurriendo la última el 12 de diciembre de ese mismo año. La fuente más importante que las relata fue el mismo Juan Diego que habría contado todo lo que había acontecido.
Posteriormente esta tradición oral fue recogida en un escrito con sonido náhuatl pero con caracteres latinos (técnica que ningún español sabía hacer y que solo muy rara vez usaban los indígenas); este escrito es llamado el Nican mopohua, y es atribuido al indígena Antonio Valeriano (1522-1605). Posteriormente en 1648 es publicado el libro Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe por el presbítero Miguel Sánchez, contribuyendo a recopilar todo lo que los indígenas sabían acerca de la devoción guadalupana.


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