11 de DICIEMBRE – MIÉRCOLES – 2ª – ADVIENTO – A –
San Dámaso
I
Lectura
del libro de Isaías (40,25-31):
«¿CON quién podréis compararme, quién es semejante a mí?», dice el
Santo.
Alzad
los ojos a lo alto y mirad:
¿quién creó esto?
Es
él, que despliega su ejército al completo y a cada uno convoca por su nombre.
Ante
su grandioso poder, y su robusta fuerza, ninguno falta a su llamada.
¿Por
qué andas diciendo, Jacob,
y por qué murmuras,
Israel:
«Al
Señor no le importa mi destino, mi Dios pasa por alto mis derechos»?
¿Acaso
no lo sabes, es que no lo has oído?
El
Señor es un Dios eterno que ha creado los confines de la tierra.
No se cansa, no se
fatiga, es insondable su inteligencia.
Fortalece
a quien está cansado,
acrecienta el vigor del
exhausto.
Se cansan los muchachos,
se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan
sus fuerzas,
echan alas como las
águilas, corren y no se fatigan, caminan y no se cansan.
Palabra
de Dios
Salmo: 102,1-2.3-4.8.10
R/.
Bendice, alma mía, al Señor
V/. Bendice, alma mía, al
Señor,
y todo mi ser a su santo
nombre.
Bendice, alma mía, al
Señor,
y no olvides sus
beneficios. R/.
V/. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus
enfermedades;
él rescata tu vida de la
fosa,
y te colma de gracia y
de ternura. R/.
V/. El Señor es compasivo y
misericordioso,
lento a la ira y rico en
clemencia.
No nos trata como
merecen nuestro pecados
ni nos paga según
nuestras culpas. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (11,28-30):
EN aquel tiempo, Jesús tomó la palabra y dijo:
«Venid
a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad
mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi
carga ligera».
Palabra
del Señor
1. Este texto es tan sublime, que ha
sido utilizado en la Iglesia para cosas muy diversas.
Con este texto, se ha elogiado el misterio
de la Trinidad, cosa que se hizo hasta finales del s. XIX. Luego, se utilizó
para insistir en la importancia de la conducta ética de los cristianos. Y en la
actualidad, se le da un significado más humano, más próximo a las carencias y
necesidades que tenemos que soportar los mortales. Así las cosas, debemos
preguntarnos:
- ¿qué nos viene a decir hoy este texto
tan profundamente humano de Jesús y sobre Jesús?
2. Lo primero, que se
preguntan los estudiosos de los evangelios, es a quién dirige Jesús estas
palabras.
- ¿Las dirige a los discípulos (a quienes
le siguen a él) o a los oyentes en general, sean o no sean creyentes?
Si Jesús solamente puso limitaciones a los
que causan sufrimiento, nunca a quienes lo padecen, no se ve por qué, en este
caso, debemos pensar que Jesús limita su llamada de alivio a quienes se sienten
"cansados y agobiados".
Jesús se presenta aquí como acogida, como
refugio de paz y descanso, como fuente de seguridad y sosiego y sobre todo como
encuentro con todo lo que para nosotros puede representar carencia, vacío, ausencia, soledad. No tenemos derecho a poner
límites a esta llamada de Jesús. Es para todos. Y para todo lo que representa
sufrimiento o carencia.
3. La metáfora del
"yugo" (dsygos) es frecuente en la tradición de Israel. Designaba
la esclavitud (Lev 26, 13; Jer 27-28) o la servidumbre bajo un tirano (1 Re
12,4. 9-11. 14). Y, a veces, se refiere a la relación entre el esclavo y su
dueño (Jer 2, 20; 5, 5; Os 5, 5).
En las ideas del Nuevo Testamento, se
insiste en que la Ley de la Religión había
convertido la religiosidad en una carga pesada (Hech 15, 10; Gal 5, 1; Mt 23,
4). Y esto precisamente es lo que Jesús convierte en una carga suave, ligera y
llevadera. Por eso, cuando la Iglesia, la diócesis, la parroquia o la Vida Religiosa
se convierten en una carga insoportable, es que esa carga no se basa en el
Evangelio. Ni eso nos lleva al Dios de Jesús.
San Dámaso
I
De origen
español, nació hacia el año 305. Incardinado en Roma, fue elegido obispo de la
Iglesia de Roma en el año 366 en momentos calamitosos. Hubo de reunir
frecuentes sínodos contra los cismáticos y herejes, fue gran promotor del culto
a los mártires, cuyos sepulcros decoró con sus versos. Murió en el año 384.
Breve Biografía
San Dámaso, de origen español, nació
hacia el año 305. Su pontificado comprende desde el año 366 al 384. Fue diácono
de la Iglesia de Roma durante el pontificado del Papa Liberio.
Su elevación a la cátedra de Pedro no se
vio exenta de contrastes debido a los enfrentamientos de los dos partidos
contrapuestos. Pero los frutos de su pontificado no se dejaron esperar.
Ignorando las amenazas imperiales, depuso a los obispos que se habían adherido
al arrianismo y condujo a la Iglesia a la unidad de la doctrina. Estableció el
principio de que la comunión con el obispo de Roma es signo de reconocimiento
de un católico y de un obispo legítimo.
Durante su pontificado hubo una explosión
de ritos, de oraciones, de predicaciones, con nuevas instituciones litúrgicas y
catequéticas que alimentaron la vida cristiana. A la iniciativa de este Papa se
deben los estudios para la revisión del texto de la Biblia y la nueva
traducción al latín (llamada Vulgata) hecha por San Jerónimo, a quien San
Dámaso escogió como secretario privado.
En estos años la Iglesia había logrado
una nueva dimensión religioso-social, convirtiéndose en un componente de la
vida pública. Los obispos escribían, catequizaban, amonestaban y condenaban
pública y libremente.
En el año 380, con ocasión del sínodo de
Roma, el Papa Dámaso expresó su agradecimiento a los jefes del imperio que
habían devuelto a la Iglesia la libertad de administrarse por sí misma. Con
esta libertad conquistada, los antiguos lugares de oración como las catacumbas
se habrían arruinado si este extraordinario hombre de gobierno no hubiera sido
al mismo tiempo un poeta sensible a los antiguos recuerdos y a las gloriosas
huellas dejadas por los mártires. Efectivamente, no sólo exaltó a los mártires
en sus famosos “títulos” (epigramas grabados en lápidas por el calígrafo
Dionisio Filocalo), sino que los honró dedicándose personalmente a la
identificación de sus tumbas y a la consolidación de las criptas en donde se
guardaban sus reliquias.
En la cripta de
los Papas de las catacumbas de San Calixto, él añadió: “Aquí, yo, Dámaso,
desearía fueran enterrados mis restos, pero temo turbar las piadosas cenizas de
los mártires”. San Jerónimo sostiene que el Papa Dámaso murió casi a los
ochenta años. Fue enterrado en la tumba que él mismo se había preparado,
humildemente alejada de las gloriosas cenizas de los mártires, sobre la vía
Ardeatina. Más tarde sus restos mortales fueron trasladados a la iglesia de San
Lorenzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario