jueves, 19 de diciembre de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 21 - DE DICIEMBRE – SÁBADO – III – SEMANA DE ADVIENTO – C – San Pedro Canisio

 

 

 


21 - DE DICIEMBRE – SÁBADO –

 III – SEMANA DE ADVIENTO – C –

San Pedro Canisio

 

  Lectura del libro del Cantar de los Cantares (2,8-14):

 

  ¡LA voz de mi amado!

       Vedlo, aquí llega, saltando por los montes, brincando por las colinas.

       Es mi amado un gamo, parece un cervatillo.

   Vedlo parado tras la cerca, mirando por la ventana, atisbando por la celosía.

  Habla mi amado y me dice: «Levántate, amada mía, hermosa mía y ven.

  Mira, el invierno ya ha pasado, las lluvias cesaron, se han ido.

      Brotan las flores en el campo, llega la estación de la poda, el arrullo de la tórtola se oye en nuestra tierra.

   En la higuera despuntan las yemas, las viñas en flor exhalan se perfume.

   Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente.

       Paloma mía, en las oquedades de la roca, en el escondrijo escarpado, déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz: es muy dulce tu voz y fascinante tu figura».

 

Palabra de Dios

 

   Salmo: 32,2-3.11-12.20-21

 

   R/. Aclamad, justos, al Señor; cantadle un cántico nuevo.

 

   V/. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones. R/.

 

  V/. El plan del Señor subsiste por siempre; los proyectos de su corazón, de edad en edad.

  Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. R/.

 

  V/. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. R/.

 

  Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 39-45

 

      Unos días después, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

  En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:

  "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!  - ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

  En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá'.

 

Palabra de Dios

 

   1.  El Cantar de los Cantares es un poema que exalta el amor entre esposo y esposa. El texto que hoy nos presenta la liturgia describe la vuelta del esposo a casa y la alegría de la esposa por su llegada, que ocurre en primavera, cuando todo florece. Las palabras del amado: “levántate”, invitan a la amada a dejar el sueño, la noche y a ser acompañada por el amado.

    El amor de los dos jóvenes, el amor humano, es elevado en la Biblia a símbolo y encarnación del amor de Dios a su pueblo. Este amor juvenil es el lenguaje con el que, en vísperas de la Navidad, se nos anuncia la buena noticia: Dios, el novio, se dispone a celebrar la fiesta una vez más, si la humanidad y la Iglesia, la novia, le acepta su amor.

   Y ante la Navidad que se acerca, ante el Señor que aparece a su Iglesia como el Esposo del Cantar de los Cantares, animados por el Espíritu Santo, cantamos con gozo la acción de gracias del Salmo 32: “Aclamad, justos, al Señor, cantadle un cántico nuevo”.

 

  2.-  María, que acaba de recibir del ángel la noticia de su maternidad divina, corre de prisa a casa de Isabel, a ofrecerle su ayuda en la espera de su hijo. La Virgen María, llena de gracia y a la vez servicial para con los demás.

   Y así se produce el encuentro entre dos mujeres sencillas que han sido alcanzadas por Dios, las dos bendecidas y colmadas de la vida que viene de Dios: María, la joven que lleva en sí al Hijo que Dios dona a la humanidad, e Isabel, anciana y estéril, que ahora conoce la dicha de un embarazo considerado imposible. Las dos se muestran totalmente disponibles a la voluntad de Dios.

   María lleva en su seno al Salvador y llena de su alegría a Isabel y al hijo que salta en sus entrañas, el que será el precursor de Jesús, Juan Bautista. E Isabel, «llena del Espíritu Santo», la proclama «dichosa porque ha creído». 

 

   3.- Ahora nos toca a nosotros, a ejemplo de María y de su pariente Isabel, abrir el corazón a la acción gozosa y fecunda del Espíritu y responder al don de Dios. Para ello debemos tener ojos de fe, y saber reconocer la presencia de Dios en las personas y los acontecimientos de la vida, como Isabel y María supieron reconocer la presencia del misterio en sus respectivas experiencias; saber ver a Dios actuando en nuestra vida de cada día, en las personas que nos rodean.

    A la vez deberíamos ser, en estos días, portadores de esa alegría a los demás; saliendo de nosotros mismos para transmitir la experiencia de Dios, en un mundo que no conoce demasiado la gratuidad del amor. Si lo hacemos así la Navidad será una experiencia gozosa, porque Dios se ha hecho uno de nosotros dándonos a su Hijo y porque nos hemos convertido todos en hermanos e hijos del mismo Padre.

 

San Pedro Canisio

 


Predicador y escritor

- Año 1597 –

 

   Nació en 1521 en Nimega (Güeldres, actualmente Paí­ses Bajos). Estudió en Colonia y entró en la Compañía de Jesús. Fue ordenado sacerdote en el año 1546.

  Destinado a Alemania, desarrolló una valiente labor de defensa de la fe católica con sus escritos y predicación.

   Publicó numerosas obras, entre las cuales destaca su Catecismo. Murió en Friburgo (Suiza) en el año 1597.

   San Pedro Canisio Este santo ha sido llamado: "El segundo evangelizador de Alemania" (después de San Bonifacio). Se le venera como uno de los creadores de la prensa católica y fue el primero del numeroso ejército de escritores jesuitas.

  Nació en Holanda (en Nimega) en 1521. Su padre fue por nueve veces alcalde de su ciudad. Quedó huérfano de madre siendo él aún muy pequeño, pero su madrastra fue para él una segunda madre y fue educado en un gran temor de ofender a Dios. Él se quejaba de que en sus primeros años había perdido mucho tiempo dedicándose más a los juegos que a los estudios, pero luego se consagró de tal manera a estudiar que a los 19 años ya consiguió la licenciatura en teología.

  Para complacer a su padre se dedicó a especializarse en abogacía, pero luego de hacer unos Ejercicios Espirituales con el Padre Fabro (que era compañero de San Ignacio) se entusiasmó por la vida religiosa, hizo votos o juramento de permanecer siempre casto, y prometió a Dios hacerse jesuita.

  Fue admitido en la comunidad y los primeros años de religioso los pasó en Colonia (Alemania) dedicado a la oración, el estudio, la meditación y la ayuda a los pobres. La cuantiosa herencia que recibió de sus padres la repartió la mitad entre los pobres y la otra mitad para ayudar a obras sociales de su comunidad.

   Desde sus primeros años de su sacerdocio empezó a brillar como un gran predicador. Cuando joven era impresionante su carácter batallador y amigo de las polémicas y discusiones, y estas aptitudes le van a ser muy útiles, porque durante toda su vida tendrá que batallar muy fuertemente en todas partes contra los protestantes. Siempre fue muy caritativo y amable con las personas que le discutían, pero tremendo e incisivo contra los errores de los protestantes (Tanto que estos haciendo alusión a su apellido lo llamaban el can que defiende a los católicos). Decía a sus sacerdotes: "no hieran, no humillen, pero defiendan la religión con toda su alma".

  San Pedro Canisio tenía una especial cualidad para resumir las enseñanzas de todos los grandes teólogos y presentarlas de manera sencilla para que las entendiera el pueblo. Y así logró redactar dos catecismos, uno resumido y otro explicado. Estos dos libros fueron traducidos a 24 idiomas en la vida del autor, y en Alemania se propagaron por centenares de miles (junto con los de otros dos jesuitas, el Padre Astete y San Roberto Belarmino, San Pedro Canisio es de los que más éxitos logró obtener con su Catecismo).

  San Ignacio y el Sumo Pontífice, aprovechando sus enormes cualidades como predicador y defensor de la Iglesia contra los protestantes, le encargaron muchísimas labores de apostolado. Como superior provincial de los jesuitas en Alemania recorrió a pie y a caballo diez mil kilómetros predicando, enseñando catecismo, propagando buenos libros y defendiendo la religión. En los treinta años de su incansable labor de misionero recorrió treinta mil kilómetros por Alemania, Austria, Holanda e Italia. Parecía incansable. A quien le recomendaba descansar un poco le respondía: "Descansaremos en el cielo".

   Por muchas ciudades de Alemania fue fundando colegios católicos para formar religiosamente a los alumnos. A la universidad católica la transformó y le dio una gran celebridad. Y ayudó a fundar numerosos seminarios para la formación de los futuros sacerdotes. Alemania, después de San Pedro Canisio, era ya otro país distinto y mucho más católico que cuando él empezó a trabajar allí.

   San Pedro Canisio se dio cuenta del inmenso bien que hacen las buenas lecturas. Por eso recorría el país propagando los buenos libros y se propuso formar una asociación de escritores católicos. Él sabía muy bien que un buen libro puede hacer mayor bien que un sermón y que las buenas lecturas logran llegar a donde ni sacerdotes ni religiosos logran ir a llevar mensajes religiosos. Aún ya anciano y muy débil y casi paralizado, seguía escribiendo con la ayuda de un secretario, libros religiosos para el pueblo. Al morir tenía la satisfacción de haber ayudado a formar varias editoriales católicas muy bien organizadas.

  Estando en Friburgo el 21 de diciembre de 1597, junto con varios padres jesuitas, después de haber rezado con ellos el santo rosario, su devoción favorita, de pronto exclamó lleno de alegría y emoción: "Mírenla, ahí está. Ahí está". Y murió. Era la Virgen Santísima que había llegado a llevárselo para el cielo.

  El Sumo Pontífice Pío XI, después de canonizarlo, lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1925.

 

 

 

 

 

 

 

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