22 - DE DICIEMBRE
– DOMINGO –
IV – SEMANA DE ADVIENTO – C –
SAN DEMETRIO, mártir
Lectura de la profecía de Miqueas (5,1-4):
Esto dice el
Señor: «Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a
sacar al que ha de gobernar Israel; sus orígenes son de antaño, de tiempos
inmemorables.
Por eso, los entregará hasta que dé a luz la que debe dar a luz, el resto de
sus hermanos volverá junto con los hijos de Israel.
Se mantendrá firme, pastoreará con la fuerza del Señor, con el
dominio del nombre del Señor, su Dios; se
instalarán, ya que el Señor se hará grande hasta el confín de
la tierra.
Él mismo será la paz».
Palabra de Dios
Salmo: 79,2ac.3c.15-16.18-19
R/. Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Pastor de
Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines,
resplandece; despierta tu poder y ven a
salvarnos. R/.
Dios del
universo, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña.
Cuida la cepa que tu diestra plantó, y al hombre
que tú has fortalecido. R/.
Que tu mano
proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti: danos vida,
para que invoquemos tu nombre. R/.
Lectura de la carta a los Hebreos
(10,5-10):
Hermanos:
Al entrar
Cristo en el mundo dice: «Tú no quisiste sacrificios ni
ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije:
He aquí que vengo —pues así está escrito en
el comienzo del libro acerca de mí— para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad».
Primero dice:
«Tú no quisiste sacrificios ni
ofrendas, pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas
expiatorias», que se ofrecen según la ley.
Después añade:
«He aquí que vengo para hacer tu voluntad».
Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y
conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la oblación del cuerpo
de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
Palabra de Dios
Lectura del santo Evangelio según San
Lucas (1,39-45):
En aquellos
mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a
un a ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el
saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu
Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el
fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos,
la criatura saltó de alegría en mi vientre.
Bienaventurada la que ha creído, porque lo
que le ha dicho el Señor se cumplirá».
Palabra de Dios
¿Cómo vivir la Navidad?
Cuando falta
poco para estas fiestas, las lecturas nos ofrecen tres ejemplos excelentes para
vivir su sentido y un mensaje de esperanza.
El ejemplo de
Isabel: alabanza, asombro, alegría (Lucas 1,39-45)
…En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre.
Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: "¡Bendita tú
entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me
visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura
saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha
dicho el Señor se cumplirá."
Aunque en el
relato del evangelio la iniciativa es de María, poniéndose en camino hacia un
pueblecito de Judá, los verdaderos protagonistas son Isabel, la única que
habla, y Juan, el hijo que lleva en su seno. Es este el primero en reaccionar,
antes que su madre. En cuanto oye el saludo de María (Lucas no cuenta qué
palabras usó para saludar) da un salto en el seno de Isabel. Esta, llena de
Espíritu Santo, expresa los sentimientos que debe tener cualquier cristiano
ante la presencia de Jesús y María.
Alabanza (“¡Bendita tú entre las mujeres y
bendito el fruto de tu vientre!”). El Antiguo Testamento recoge la alabanza de
algunas mujeres, pero por motivos muy distintos. Yael es
proclamada “bendita entre las mujeres” por haber asesinado a Sísara, general de
los enemigos; Rut, por haber elegido a Booz, a pesar de no ser
joven; Abigail, por haber impedido a David que se tomara la
justicia por su mano; Judit, por haber matado a Holofernes y liberado a
Israel; Sara, la esposa de Tobit, por haber abandonado a sus padres
para venir a vivir con la familia de Tobías.
¿Qué ha hecho
María para que Isabel la bendiga?
El relato de
la anunciación lo deja claro: ha aceptado el plan de Dios (“he aquí la esclava
del Señor”) y eso la ha convertido en madre de Jesús o, como dirá Isabel, en
“la madre de mi Señor”. Motivo más que suficiente de alabanza.
Asombro (“¿Quién soy yo para que me visite la
madre de mi Señor?”). La forma de expresarse Isabel, tan personal, recuerda lo
que escribió san Pablo a los Gálatas a propósito de la muerte de Jesús: “Me amó
y se entregó a la muerte por mí”. Se deja en segundo plano el valor
universal de la encarnación y de la muerte para destacar lo que
significan para mí.
La Navidad,
celebrada año tras año durante siglos, corre el peligro de convertirse en algo
normal. No nos asombramos de esta venida de Jesús a mí, como si
fuera la cosa más lógica del mundo. Buen momento para detenernos y
asombrarnos.
Alegría (“la criatura saltó de gozo en mi vientre”). Lucas termina por donde
empezó: hablando de la reacción de Juan. Pero ahora añade que el salto en el
vientre de su madre lo provocó la alegría de escuchar el saludo. Los domingos
anteriores han insistido en el tema de estar siempre alegres. Lo específico de
este evangelio es que la alegría la provoca la presencia de María y de Jesús.
Estos tres
sentimientos los inspira, según Lucas, el Espíritu Santo; ya que generalmente
no lo tenemos tan presente como debiéramos, es este un buen momento para
pedirle que los infunda también en nosotros.
El ejemplo de
María: fe
Las palabras
de Isabel, que comienzan con una alabanza de María y de Jesús, terminan con
otra alabanza de María: “¡Dichosa tú que has creído!” Y esto debe hacernos
pensar en la grandeza del misterio que celebramos. No es algo que se pueda
entender con argumentos filosóficos ni demostrar científicamente. Es un
misterio que exige fe. Para muchos, como decía el cardenal Newman, la fe es “la
capacidad de soportar dudas”. Para María es fuente de felicidad. Lo será
siempre, a pesar de las terribles pruebas por las que debió pasar. En ese
camino misterioso de la fe, ella se nos ofrece como modelo.
El ejemplo de
Jesús: cumplir la voluntad de Dios (Hebreos 10,5-10)
En la
mentalidad del pueblo, y de gran parte del clero de Israel, lo más importante
en la relación con Dios era ofrecerle sacrificios de animales y ofrendas. En el
fondo latía la idea de que Dios necesita alimentarse como los hombres. Los
profetas, y también algunos salmistas, llevaron a cabo una dura crítica a esta
mentalidad: lo que Dios quiere no es que le ofrezcan un buey o un cordero, sino
que se cumpla su voluntad. Esta idea la recoge el autor de la Carta a los
Hebreos y la pone en boca de Jesús (“Aquí estoy para hacer tu voluntad”),
completándola con otra idea: los sacrificios de animales no tenían gran valor,
había que repetirlos continuamente. En cambio, cuando Jesús se ofrece a sí
mismo, su sacrificio es de tal valor que no necesita repetirse.
Los
sacrificios de animales pretendían establecer la relación con Dios, sin
conseguirlo plenamente.
El sacrificio
de Jesús establece esa relación plena al santificarnos.
Al mismo
tiempo, el ejemplo de Jesús nos enseña a poner el cumplimiento de la voluntad
de Dios por encima de todo, de acuerdo con lo que repetimos a menudo: “Hágase
tu voluntad en la tierra como en el cielo”.
Un anuncio
(Miqueas 5,1-4)
Este breve
oráculo del libro de Miqueas es famoso porque lo cita el evangelio de Mateo
cuando los magos de Oriente preguntan dónde debía nacer el Mesías. El texto se
dirige a personas que han vivido la terrible experiencia de la derrota a manos
de los babilonios, el incendio de Jerusalén y del templo, la deportación, la
desaparición de la dinastía davídica. La culpa, pensaban muchos, había sido de
los reyes, los pastores, que no se habían comportado dignamente y habían
llevado a cabo una política funesta. En medio del desánimo y el escepticismo,
el profeta anuncia la aparición de un nuevo jefe, maravilloso, que extenderá su
grandeza hasta los confines del mundo y procurará la paz y la tranquilidad a su
pueblo. Pero no será como los monarcas anteriores, será un nuevo David. Por eso
no nacerá en Jerusalén, sino en Belén.
Resumen
Lo que
relaciona las lecturas de este domingo es la misión de Jesús y los frutos que
produce.
La de Miqueas
anuncia que su misión consistirá en ser jefe (pastor) de Israel, procurándole
al pueblo la tranquilidad y la paz.
En la Carta a
los Hebreos, su misión es cumplir la voluntad del Padre; gracias a eso ha
restaurado nuestra relación con Dios, nos ha santificado.
En el
evangelio, la misión no la lleva a cabo Jesús, sino María; su simple presencia
provoca una reacción de alabanza, asombro y alegría en Isabel y Juan.
SAN DEMETRIO,
mártir
Demetrio es un nombre propio masculino de
origen griego en su variante en español. Proviene del griego antiguo Δημήτριος
(Dêmếtrios), cuyo
significado es perteneciente a Deméter, la diosa de la agricultura (Ceres para
los romanos).
Breve Biografía
Nació en la ciudad de Solún, Grecia.
Sus padres, quienes practicaban el
cristianismo en secreto, lo bautizaron y le enseñaron la religión.
Su padre, procónsul romano, falleció cuando
Demetrio era mayor de edad.
El emperador Maximiano (s. IV) nombró a
Demetrio gobernador y militar de toda Tesalónica. La principal función de San
Demetrio era defender la provincia de los enemigos, obligándolo el emperador a
que exterminara también a los cristianos.
Demetrio en lugar de esto comenzó a eliminar
las costumbres paganas y a los paganos los convertía a la fe cristiana.
Pronto llegó a oídos del emperador que el
procónsul Demetrio era cristiano; y sabiéndolo Demetrio, se preparó para la
muerte, repartió sus pertenencias a los pobres, haciendo una vida de ayuno y
penitencia.
El emperador recluyó al procónsul y comenzó a
distraerse con escenas de gladiadores y circos, donde llevaba a la arena a los
cristianos.
El conocido gladiador Liaco fácilmente
dominaba a los sumisos cristianos en las luchas y ante la exaltada multitud los
arrojaba sobre las lanzas de los guerreros.
El joven cristiano San Néstor, visitó a San
Demetrio en el cautiverio y San Demetrio lo bendijo para un combate cuerpo a
cuerpo con Liaco. Reforzado por Dios, San Néstor venció al orgulloso gladiador.
En cuanto Maximiano conoció la razón por la
que Néstor había ganado, ordenó que San Demetrio fuera traspasado con las
lanzas de sus celadores, y que San Néstor fuera decapitado con su propia
espada.
El cuerpo del mártir San Demetrio fue
arrojado como alimento para las bestias, pero los pobladores lo sepultaron en
secreto.
Durante el gobierno del emperador Constantino
el Grande (324-337) ante la tumba del mártir San Demetrio fundaron un templo y
a los 100 años fueron encontradas sus santas reliquias.
La biografía de san Demetrio dice que
liberaba reclusos de las manos de los contrarios y les ayudaba a llegar hasta
Solún.
Desde el siglo VII junto a sus reliquias
comenzó a fluir una aromática y milagrosa mirra, lo cual se divulgó en esa
época. "por su composición no es agua, es más espesa y eso no se parece a
ninguna sustancia conocida por nosotros... Es sumamente aromática no solo de lo
que conocemos como artificial sino en relación con todo lo creado por
Dios."
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