jueves, 26 de diciembre de 2024

Párate un momento: El Evangelio del dia 28 - DE DICIEMBRE – SÁBADO – OCTAVA DE NAVIDAD – C – LOS SANTOS INOCENTES

 


 

28 - DE DICIEMBRE – SÁBADO –

 OCTAVA DE NAVIDAD – C –

LOS  SANTOS  INOCENTES

  Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (1,5–2,2):

 

   Queridos hermanos:

  Este es el mensaje que hemos oído de Jesucristo y que os anunciamos: Dios es luz y en él no hay tiniebla alguna. Si decimos que estamos en comunión con él y vivimos en las tinieblas, mentimos y no obramos la verdad. Pero, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado.

  Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia.

   Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y su palabra no está en nosotros.

  Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

 

Palabra de Dios

 

  Salmo:123,2-3.4-5.7b-8

  R/. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador

  Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros. R/.

  Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes. R/.

La trampa se rompió, y escapamos.

      Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra. R/.

 

  Lectura del santo evangelio según san Mateo (2,13-18):

  Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:

  «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»

  José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta:

  «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.»

  Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías:

  «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

Palabra del Señor 

 

   1.- Celebramos a los Santos Inocentes, fecha que nos invita a reflexionar sobre la pureza, la fragilidad de la vida y la inocencia. Este día nos pone frente a una paradoja: el dolor desgarrador de la injusticia y la promesa de la luz divina.

   En la Palabra encontramos el enfrentamiento entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas. En la primera lectura, Juan nos recuerda que “Dios es luz, y en Él no hay tiniebla alguna”. Aunque el mal parece tener poder en el momento, nunca podrá apagar la luz que Dios ha sembrado en el mundo. Jesús, el niño que Herodes temía, será el Salvador que transformará el dolor en esperanza y la muerte en vida.

  Sin embargo, el Salmo 123 nos da palabras para el sufrimiento: "Nuestra alma escapó como un pájaro de la trampa del cazador". Este versículo nos invita a confiar en la protección de Dios, incluso cuando las circunstancias parecen insuperables. Los Santos Inocentes nos recuerdan que muchas veces los más vulnerables sufren a causa de la ambición y el pecado de otros. Hoy, también vemos esta realidad en los niños que enfrentan pobreza, violencia, y maltrato.

   Este día es una invitación a escuchar el clamor de los inocentes en nuestro mundo y preguntarnos: ¿Qué hacemos para proteger y defender a los más vulnerables? ¿Cómo podemos ser luz en medio de las tinieblas?

 

2.- Portadores de la luz que brilla en la oscuridad.

  El Evangelio de Mateo nos lleva a contemplar una escena profundamente trágica: Herodes, cegado por su miedo y ambición, ordena la muerte de los inocentes en un intento por eliminar a Jesús. Este acto nos confronta con la realidad de la maldad humana y las tinieblas que a veces dominan el mundo.

  El texto no termina en el llanto de las madres de Belén. Aunque Herodes intentó apagar la esperanza, Jesús sobrevivió porque su misión era traer vida. En Él encontramos consuelo, justicia y la certeza de que el mal no tiene la última palabra. Y se vislumbra la obediencia pronta de José y de María, y la providencia amorosa de Dios sobre Jesús que, al aceptar la persecución y el destierro, comparten los sufrimientos de los hombres.

  3.- Nuestra fe nos llama a ser portadores de la luz que brilla en la oscuridad, especialmente hacia aquellos que más la necesitan. Pensemos ¿Cómo puedo reflejar la luz de Dios en mi vida cotidiana? ¿Estoy dispuesto a ser un defensor de los inocentes, incluso cuando requiere valentía y sacrificio?

  Recordemos, en este día a los Santos Inocentes, víctimas del miedo y la ambición de los poderosos. Pidamos al Señor que nos dé un corazón sensible al sufrimiento de los más vulnerables y la valentía para actuar en su defensa. Que podamos ser luz en un mundo a menudo sumido en tinieblas, confiando siempre en su promesa de justicia y paz, sin olvidar que esta fiesta nos llama a ser guardianes de la inocencia y la justicia a nuestro alrededor.

 

LOS SANTOS INOCENTES

 


  La consulta bien intencionada de aquellos Magos que llegaron de Oriente al rey fue el detonante del espectáculo dantesco que organizó la crueldad aberrante de Herodes a raíz del nacimiento de Jesús.

  Habían perdido el brillo celeste que les guiaba, llegó la desorientación, no sabían por dónde andaban, temieron no llegar a la meta del arduo viaje emprendido tiempo atrás y decidieron quemar el último cartucho antes de dar la vuelta a su patria entre el ridículo y el fracaso.

  Al rey le produjo extrañeza la visita y terror la ansiosa pregunta sobre el lugar del nacimiento del Mesías; rápidamente ha hecho sus cálculos y llegado a la conclusión de que está en peligro su status porque lo que las profecías antiguas presentaban en futuro parece que ya es presente realidad. Se armó un buen revuelo en palacio, convocaron a reunión a los más sabios con la esperanza de que se pronunciaran y dieran dictamen sobre el escondrijo del niño "libertador". El plan será utilizar a los visitantes extranjeros como señuelo para encontrarle. Menos mal que volvieron a su tierra por otro camino, después que adoraron al Salvador. Impaciente contó Herodes los días; se irritó consigo mismo por su estupidez; los emisarios que repartió por el país no dan noticia de aquellos personajes que parecen esfumados, y se confirma su ausencia. Vienen los cálculos del tiempo, y contando con un margen de seguridad, le salen dos años con el redondeo.

  Los niños que no sobrepasen dos años en toda la comarca morirán. Hay que durar en el poder. El baño de sangre es un simple asunto administrativo, aunque cuando pase un tiempo falten hombres para la siembra, sean escasos los brazos para segar y no haya novios para las muchachas casaderas; hoy sólo será un dolor pasajero para las familias sin nombre, sin fuerza, sin armas y sin voz. Unas víctimas ya habían iniciado sus correteos, y balbuceaban las primeras palabras; otras colgaban todavía del pecho de sus madres. Pero para Herodes era el precio de su tranquilidad.

  Son los Santos Inocentes. Están creciendo para Dios en su madurez eterna. Ni siquiera tuvieron tiempo de ser tentados para exhibir méritos, pero no tocan a menos. Están agarrados a la mano que abre la gloria. Aplicados los méritos de Cristo sin que fuera preciso crecer para pedir el bautismo de sangre, como tantos laudablemente hoy son bautizados en la fe de la Iglesia con agua sin cubrir expediente personal. El Bautismo es gracia.

  Entraron en el ámbito de Cristo inconscientes, sin saberlo ni pretenderlo; como cada vez que, por odio a Dios, a la fe, hay revueltas, matanzas y guerras; en esas circunstancias surgen mártires involuntarios, que aún sin saberlo, mueren revestidos y purificados por la sangre de Cristo, haciéndose compañeros suyos en el martirio; y no se les negará el premio sólo porque ellos mismo, uno a uno, no pudieran pedirlo. En este caso es el sagrado azar providente de caer por causa de Cristo, porque la mejor gloria que el hombre puede dar a Dios es muriendo.

  Ya el mismo Jeremías dejó dicho y escrito que "de la boca de los que no saben hablar sacaste alabanza".

 

 

 

 

 

 

 

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