lunes, 29 de agosto de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 31 - DE AGOSTO – MIERCOLES – 22 – SEMANA DEL T. O. – C Beato Enrique Vidaurreta Palma


 

31 - DE AGOSTO – MIERCOLES –

 22 – SEMANA DEL T. O. – C

Beato Enrique Vidaurreta Palma

 

       Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,1-9):

Hermanos, no pude hablaros como a hombres de espíritu, sino como a gente carnal, como a niños en Cristo. Por eso os alimenté con leche, no con comida, porque no estabais para más. Por supuesto, tampoco ahora, que seguís los instintos carnales. Mientras haya entre vosotros envidias y contiendas, es que os guían los instintos carnales y que procedéis según lo humano.

Cuando uno dice «yo soy de Pablo» y otro, «yo de Apolo», ¿no estáis procediendo según lo humano? En fin, de cuentas, ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Ministros que os llevaron a la fe, cada uno como le encargó el Señor. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer; por tanto, el que planta no significa nada ni el que riega tampoco; cuenta el que hace crecer, o sea, Dios. El que planta y el que riega son una misma cosa; si bien cada uno recibirá el salario según lo que haya trabajado. Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros campo de Dios, edificio de Dios.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 32,12-13.14-15.20-21

 

      R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad

Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,

el pueblo que él se escogió como heredad.

El Señor mira desde el cielo,

se fija en todos los hombres. R/.

Desde su morada observa

a todos los habitantes de la tierra:

él modeló cada corazón,

y comprende todas sus acciones. R/.

Nosotros aguardamos al Señor:

él es nuestro auxilio y escudo;

con él se alegra nuestro corazón,

en su santo nombre confiamos. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,38-44):

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él, de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en seguida, se puso a servirles. Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el mal que fuera se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba curando.

De muchos de ellos salían también demonios, que gritaban:

«Tú eres el Hijo de Dios.»

Los increpaba y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías.

Al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo para que no se les fuese.

Pero él les dijo:

«También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado.»

Y predicaba en las sinagogas de Judea.

 

Palabra del Señor

 

1.  Este evangelio, continuación del que se leyó ayer, es un resumen de lo que era la actividad de Jesús durante un día cualquiera, concretamente en un sábado. Ante todo, enseñaba en la sinagoga. Enseñanza que impresiona a la gente. Porque no se limitaba a repetir lo que venían enseñando los letrados, sino que decía cosas que aquellos sencillos galileos no podían imaginar.

Hablar del Evangelio y aburrir a la gente es lo mismo que no hablar del Evangelio.  Cuando se explica el Evangelio, el Evangelio produce admiración y entusiasmo. Si no se produce eso, hay que preguntarse qué es lo que se predica.

 

2.  La otra actividad de Jesús era sanar a los enfermos, expulsar demonios, acoger a los que sufrían penas y desgracias. A veces, los sacerdotes no entusiasman, sino que atemorizan, infunden no sé qué respeto o cierto miedo. Y hay casos en los que el clero produce rechazo o recelo. Si la presencia de Jesús era motivo de atracción precisamente para todos los que sufrían, eso quiere decir que la humanidad, la bondad, la acogida de Jesús superaba toda ponderación.

 

3.  Pero antes que ninguna otra cosa, Jesús se levantaba temprano y se retiraba a sitios solitarios. ¿Reflexión?  ¿Oración?  ¿Búsqueda de sosiego y paz

interior?

Seguramente todo eso. Lo necesitamos todos los humanos y Jesús lo necesitaba como todos.   

Precisamente porque vivía a fondo la existencia, por eso, porque no fue un hombre superficial, tenía la fuerza que siempre tuvo en su palabra y la acogida para todo achaque y toda dolencia.

 

Beato Enrique Vidaurreta Palma

 




Enrique Vidaurreta Palma (Antequera, 10 de octubre de 1896 – 31 de agosto de 1936.

Fue mártir de la persecución religiosa durante la Guerra Civil española y beatificado en Roma el 28 de octubre de 2007 junto a 498 mártires del siglo XX en España.

 

        Su padre, Enrique Vidaurreta Carrillo, Teniente de Navío de la Armada Española, murió en el buque Oquendo durante la batalla de Santiago de Cuba en la Guerra contra los Estados Unidos en 1898, quedando el joven Enrique y su hermano mayor Santiago bajo el cuidado de su madre Purificación Palma González del Pino.

 

        Los dos hijos estudiaron en el colegio de San Estanislao, de El Palo (Málaga), regentado por los jesuitas, donde es nombrado Prefecto de la Congregación Mariana. Terminados los estudios de bachillerato, su madre se trasladó a Madrid para que sus hijos continuasen los estudios superiores. Enrique ingresó en el seminario diocesano, donde estuvo dos años como alumno externo. Pensaba hacerse jesuita, pero cambió de opinión después de hablar con el obispo malagueño Manuel González.

 

        Terminados los estudios eclesiásticos fue ordenado de diácono el 21 de diciembre de 1918 y de presbítero el 14 de junio de 1919, ambas órdenes conferidas en la capilla de seminario conciliar de Madrid por el obispo de Madrid-Alcalá, Prudencio Melo Alcaide. Celebró la primera misa en la iglesia de San Francisco o de San Zoilo, de Antequera el 24 de junio de 1919. Posteriormente se le nombró capellán del asilo de San Manuel, en Málaga, donde trabajo en la administración de El Granito de arena, con los sacerdotes Pablo González Domínguez y Emilio Cabello.

 

        Comenzó a actuar en el seminario de Málaga a raíz de la marcha de los josefinos en 1920. Fue prefecto de disciplina de mayores y posteriormente vicerrector. El obispo diocesano Beato Manuel González García hizo construir de nueva planta el seminario diocesano en 1923. Don Enrique fue nombrado rector del seminario en 1929 y a través de los años fue profesor de varias materias filosóficas y teológicas. A causa de su formación musical se encargaba de los ensayos de la música litúrgica y de preparar a los seminaristas en el espíritu litúrgico y canto gregoriano.

 

        El 18 de julio de 1936, al producirse el levantamiento militar, Enrique Vidaurreta estaba en el seminario haciendo ejercicios espirituales con un grupo de sacerdotes. El día 21 se produce el asalto al seminario por un grupo de milicianos, Enrique Vidaurreta se presentó ante ellos diciendo que todos los que allí estaban eran sacerdotes, inmediatamente fueron detenidos y bajados por la fuerza al cuartel de Capuchinos donde permanecieron 24 horas. El 22 pasaron a la comisaría del Gobierno Civil y de allí a la Cárcel Provincial donde fueron asignados a la brigada 5ª que era el dormitorio destinado a los eclesiásticos. Allí rezaban el rosario, hacían meditación y lectura espiritual. Tenían dos o tres breviarios que se pasaban unos a otros. Hubo varias sacas de presos ajusticiados.

 

        La noche del 30 al 31 de agosto a eso de la 5 de la mañana, a la voz de “Arriba canallas”, entraron unos milicianos preguntando que quienes eran, a lo que respondieron que sacerdotes. A esta respuesta indicaron que salieran fuera. Entre los señalados estaba Don Francisco Palomo; Don Enrique intercede por él diciéndoles que estaba enfermo. El miliciano no hizo caso, sino que dio a Enrique Vidaurreta un empujón y lo metió en el grupo de los señalados para morir. Según testimonios de los presentes, poco después se oyeron descargas y a la mañana siguiente los mismos oficiales de prisiones confirmaron que los habían ido matando por el camino hasta el cementerio de San Rafael y que todo el camino estaba sembrado de cadáveres.

 

        Don Enrique y los demás fallecidos el día 31 de agosto fueron enterrados en una fosa común en el cementerio de San Rafael. Exhumados en 1940 y 1941, los restos de Don Enrique fueron reconocidos porque en el bolsillo tenia el Epitome de Moral. Se los trasladó a la catedral de Málaga. Ahora reposan en la Capilla de los Mártires, donde hay 2100 nichos, los restos del Beato Enrique reposa en uno de ellos. Se realizó su proceso diocesano en Málaga de 1964 a 1967 juntamente con cuatro agustinos y el diacono Juan Duarte.

 

 

domingo, 28 de agosto de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 30 - DE AGOSTO – MARTES – 22 – SEMANA DEL T. O. – C Beata María Ráfols

 

 


30 - DE AGOSTO – MARTES –

22 – SEMANA DEL T. O. – C

Beata María Ráfols

 

        Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2,10b-16):

El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.  - ¿Quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él?  Pues, lo mismo, lo íntimo de Dios lo conoce sólo el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo, es el Espíritu que viene de Dios, para que tomemos conciencia de los dones que de Dios recibimos.

Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu, expresando realidades espirituales en términos espirituales. A nivel humano, uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En cambio, el hombre de espíritu tiene un criterio para juzgarlo todo, mientras él no está sujeto al juicio de nadie.

«¿Quién conoce la mente del Señor para poder instruirlo?»

Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 144, 8-9. 10-11. 12-13ab. 13cd-14

 

R/. El Señor es justo en todos sus caminos

El Señor es clemente y misericordioso,

lento a la cólera y rico en piedad;

el Señor es bueno con todos,

es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,

que te bendigan tus fieles;

que proclamen la gloria de tu reinado,

que hablen de tus hazañas. R/.

Explicando tus hazañas a los hombres,

la gloria y majestad de tu reinado.

Tu reinado es un reinado perpetuo,

tu gobierno va de edad en edad. R/.

El Señor es fiel a sus palabras,

bondadoso en todas sus acciones.

El Señor sostiene a los que van a caer,

endereza a los que ya se doblan. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,31-37):

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad.

Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces:

«¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?

¿Has venido a acabar con nosotros?

Sé quién eres: el Santo de Dios.»

Jesús le intimó:

 «¡Cierra la boca y sal!»

El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos:

«¿Qué tiene su palabra?

Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.»

Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.

 

Palabra del Señor

 

1.  Se ha dicho que "en el Evangelio de Jesús se consuma y perfecciona la aspiración a...  humanizar la idea de Dios". Pero "sería un error pensar que esta "humanización" significa la eliminación de todo sentimiento nuestro (R. Otto), es decir, el sentimiento de experimentar, ante Jesús, un '`un "misterio", un sentimiento "fascinante", que nos atrae y nos impresiona al mismo tiempo.  Esto, según parece, es lo que sentía la gente ante Jesús, lo que decía y hacía. Por eso la gente, al oír a Jesús, se quedaba "asombrada”.  Porque Jesús, que era "perfecto en la humanidad", era también, precisamente esa humanidad, la revelación de Dios que se une a la humanidad perfecta y ella se conoce y se descubre al Dios que nadie ha visto (Jn 1, 18), ni puede verlo.

 

2.  La gente se quedaba asombrada porque hablaba "con autoridad". Y con la misma "palabra" y la misma "autoridad" expulsaba a los "espíritus inmundos. Se ha dicho acertadamente que Jesús "se parecía a otros exorcistas de su tierra, pero era diferente". Porque la fuerza de Jesús "está en sí mismo". No necesita

amuletos ni de otras artes mágicas para actuar con autoridad. "Basta su presencia y el poder de su palabra para imponerse" a las fuerzas del mal (J. A. Pagola).

 

3.  Aquí y en esto tocamos el fondo del problema que nos plantea el Evangelio. Jesús no hizo prodigios para demostrar su condición divina. Se negó siempre a eso (Mc 8, 11-12; Lc 11, 29-30; Mt 12, 38-39).

Una "divinidad" que da a conocer mediante "obras divinas" no nos da a conocer nada nuevo, que se limita a reafirmar lo que ya conocíamos: solo la divinidad puede hace milagros. En ese caso, Jesús no habría sido el revelador de Dios, sino el repetidor de lo que ya se conocía como propio de Dios. Lo que demuestra Jesús, con sus palabras y sus obras prodigiosas, es su condición humana.  Una humanización tan profunda y tan perfecta que no soporta el sufrimiento del enfermo o humillación del que es visto como un endemoniado. Y ahí, en eso, es donde se nos revela Dios, como el Dios encarnado, es decir, el Dios humanizado.

El magisterio de la Iglesia definió, en el concilio de Calcedonia (a. 451) que Jesucristo es "perfecto en la divinidad" (DH 301). Jesús "fue constituido Hijo de Dios a partir de la resurrección" (Rm 1, 4).

En todo caso, la Biblia expresa el mensaje y la revelación de Jesús, no con el lenguaje de la metafísica (propio del "ser"), sino en relatos de la historia (propio del "acontecer") (Bernhard Welte).

 

Beata María Ráfols



En Zaragoza, en España, beata María Ráfols, virgen, que fundó la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana junto con el hospital de esta ciudad, el cual dirigió con fortaleza de ánimo entre muchas dificultades.

Hija de un molinero, tras la muerte de su padre ingresa en el monasterio femenino de San Gervasio, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, en 1794.

(Vilafranca del Penedés, Barcelona, 5-XI-1781 - Zaragoza, 30-VIII-1853).

Celebración el 30 de agosto

 

Vida de Beata María Ráfols

En 1803 tiene ocasión de ejercitar duras tareas benéficas con motivo de la peste que se produce en torno a Barcelona; ese mismo año conoce al P. Juan Bonal, quien será durante muchos años su director espiritual e inspirador de la fundación de un instituto religioso que, a la manera de las Hijas de San Vicente de Paúl en Francia, se ocupe ante todo de la atención a los enfermos.

El 28-XII-1804 llega a Zaragoza un grupo de doce hermanos y doce hermanas reunidos por el Padre Bonal para hacerse cargo de los servicios del Hospital de Nuestra Señora de Gracia, fundado en 1425, cuya Junta o Sitiada les había solicitado.

Esa primera comunidad se prolongará en un principio a Huesca (1807). Al comenzar la guerra de la Independencia, el papel de las hermanas va a ser muy destacado; tras el primer Sitio de Zaragoza queda destruido el gran edificio del Hospital y la Madre Rafols se ocupa de colocar a los enfermos, que pronto se multiplicarán hasta alcanzar la cifra de 6.000, en diversos edificios oficiales y privados, de rescatar objetos religiosos y artísticos y conseguir ayudas, solicitándolas insistentemente no sólo al general Palafox sino incluso al sitiador, Lannes, y a Madrid, escribiendo a la escritora aragonesa Josefa Amar y Borbón Atienden las hermanas a la redención de cautivos.

Retirados los franceses el 14 de agosto, el Hospital era una ruina total. Los enfermos heridos, en número superior a 4.000, fueron trasladados a la Real Casa de Misericordia. El 10 de diciembre comenzó un nuevo asedio; ante la trágica situación de la ciudad por la difusión de nuevas epidemias de peste, la Madre Rafols acompañada de dos Hermanas, se presentó al general francés en petición de ayuda; les fueron concedidos víveres y un salvoconducto. Tras la ocupación de la ciudad, la nueva Junta de la Sitiada impone unas nuevas Constituciones a las Hermanas y acepta la dimisión de la Madre Rafols (12-XI-1811), quedando encargada de la sacristía; después marchó al Orcajo (Daroca), para volver tras la marcha de los franceses (1813) a dirigir la Inclusa o Asilo-Cuna del Hospital. En 1826 es elegida de nuevo superiora hasta 1829.

En 1834, oscuros acontecimientos aún no del todo esclarecidos la llevan durante dos meses a la cárcel de Predicadores. Se le acusaba de complicidad en una conspiración contra la reina. Dos meses después fue puesta en libertad, y al año siguiente obtuvo sentencia eximiéndola de culpabilidad; pero fue desterrada a su pueblo natal, que pudo cambiar por Huesca, donde desde 1807 existía casa de la misma Hermandad. Seis años duró el confinamiento. En 1841 es autorizada a regresar a Zaragoza y vuelve al Hospital destinada a la Inclusa. Se retira en 1845, resentida su salud, y pasa una temporada en Belver de Cinca (H.); durante sus últimos años redacta escritos espirituales.

Tras su muerte, comienza su fama. En 1908, centenario de los Sitios de Zaragoza, la patria y la ciudad de Zaragoza la proclaman «Heroína de la Caridad». Fama también de santidad, que se prolonga hasta que en 1944, Pío XII, suspendió la causa de beatificación. Autorizó la reanudación del proceso Juan Pablo II, el 4-XII-1980. Retomado el proceso de canonización, fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 1-X-1994. Su fiesta se celebra el 5 de noviembre. Su cuerpo y su altar se hallan en la capilla del Noviciado de la Congregación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana de Zaragoza fundada por la nueva beata para atender los segmentos de población marginados.

(fuente: enciclopedia-aragonesa.com)

 

sábado, 27 de agosto de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 29 - DE AGOSTO – LUNES – 22 – SEMANA DEL T. O. – C Martirio de San Juan Bautista

 

 


29 - DE AGOSTO – LUNES –

22 – SEMANA DEL T. O. – C

Martirio de San Juan Bautista

 

       Lectura del libro de Jeremías (1,17-19):

 

En aquellos días, recibí esta palabra del Señor:

«Cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que yo te mando.

No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos.

Mira; yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla de bronce, frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y la gente del campo.

Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte.»

Oráculo del Señor.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 70,1-2.3-4a.5 6ab. 15ab.17

 

R/. Mi boca contará tu salvación.

A ti, Señor, me acojo:

no quede yo derrotado para siempre;

tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,

inclina a mí tu oído, y sálvame. R/.

 

Sé tú mi roca de refugio,

el alcázar donde me salve,

porque mi peña y mi alcázar eres tú, Dios mío,

líbrame de la mano perversa. R/.

 

Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza

y mi confianza, Señor, desde mi juventud.

En el vientre materno ya me apoyaba en ti,

en el seno tú me sostenías. R/.

 

Mi boca contará tu auxilio,

y todo el día tu salvación.

Dios mío, me instruiste desde mi juventud,

y hasta hoy relato tus maravillas. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,17-29):

 

En aquel tiempo, Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel, encadenado. El motivo era que Herodes se había casado con Herodías, mujer de su hermano Filipo, y Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano.

Herodías aborrecía a Juan y quería quitarlo de en medio; no acababa de conseguirlo, porque Herodes respetaba a Juan, sabiendo que era un hombre honrado y santo, y lo defendía. Cuando lo escuchaba, quedaba desconcertado, y lo escuchaba con gusto.

La ocasión llegó cuando Herodes, por su cumpleaños, dio un banquete a sus magnates, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea. La hija de Herodías entró y danzó, gustando mucho a Herodes y a los convidados.

El rey le dijo a la joven:

«Pídeme lo que quieras, que te lo doy.»

Y le juró:

 «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.»

Ella salió a preguntarle a su madre:

«¿Qué le pido?»

La madre le contestó:

«La cabeza de Juan, el Bautista.»

Entró ella en seguida, a toda prisa, se acercó al rey y le pidió:

«Quiero que ahora mismo me des en una bandeja la cabeza de Juan, el Bautista.»

El rey se puso muy triste; pero, por el juramento y los convidados, no quiso desairarla.

En seguida le mandó a un verdugo que trajese la cabeza de Juan. Fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una bandeja y se la entregó a la joven; la joven se la entregó a su madre.

Al enterarse sus discípulos, fueron a recoger el cadáver y lo enterraron.

 

Palabra del Señor

 

1.  El 24 de junio celebrábamos la solemnidad del nacimiento de Juan Bautista; hoy es la memoria de su martirio. El martirio, y la muerte del cristiano, es el segundo y definitivo dies natalis (día natalicio). En este recuerdo no se trata, pues, de necrofilia, sino de esperanza, de celebrar a Dios, que es Dios de vivos, no de muertos.

 

2.  Herodes Antipas se había casado con la hija de Aretas IV, rey de Nabatea, región situada al sur de Perea (donde estaba la fortaleza de Maqueronte) y cercana al lugar en que Juan predicaba y bautizaba. Aquel matrimonio fue bien visto, pues sellaba la paz entre ambas regiones. Pero al cabo de cierto tiempo Herodes repudió a su legítima y se casó con Herodías, la mujer de su hermanastro Filipo.

 

3.  Juan criticó públicamente este matrimonio, contrario a la Ley. El historiador Flavio Josefo comenta: «Herodes temió que la gran influencia de Juan en la población provocara una especie de revuelta… y consideró preferible eliminarlo antes que afrontar una situación difícil con la revuelta y lamentar la indecisión». Aretas IV, agraviado, declaró la guerra a Herodes y le infligió una seria derrota. En el pueblo corrió la opinión de que era un justo castigo a Herodes por haber ajusticiado a Juan.

 

4.  Juan era un profeta, no uno de esos “perros mudos” (cf. Is 56,10) que se ponen una mordaza para salvar el pellejo.

Llamaba a Israel a la conversión, a entrar de nuevo en la tierra como pueblo fiel a la Alianza, a ser bautizado en el Jordán para recibir el perdón de sus pecados, a servir por fin al Señor “con santidad y justicia”. También a Herodes lo alcanzó su denuncia, porque el tetrarca no estaba por encima de la Ley. Juan se jugó la cabeza.

La Iglesia lo celebra como el testigo de la luz, como el amigo del esposo, como el mayor de los nacidos de mujer, como el vindicado y vivificado por Dios.

 

MARTIRIO DE SAN JUAN BAUTISTA

 


La fiesta del día de hoy originalmente recordaba la consagración de la Basílica de San Juan el Bautista en Sebaste (Samaría), en donde fueron probablemente guardados sus restos. En el siglo IV, la Basílica fue destruida por los paganos. San Marcos nos cuenta, en el capítulo 6, los detalles de este martirio.

El evangelista Juan nos explica, en el capítulo 3,22-30, el motivo por el que Juan el Bautista no tenía miedo de atacar en público la vida escandalosa del rey Herodes Antipas. Juan sabía que reprender a los poderosos era arriesgar la propia vida.

En el espectáculo sangriento de la muerte del profeta inocente vemos toda la perversión del hombre caído y de la mujer sin Dios. Juan defendió especialmente la santidad del matrimonio.

 

El evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte del gran precursor, San Juan Bautista: "Herodes había mandado poner preso a Juan Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por causa de Herodías, esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a vivir en unión libre. Porque Juan le decía a Herodes: "No le está permitido irse a vivir con la mujer de su hermano". Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto".

"Pero llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños dio un gran banquete a todos los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y bailó, el baile le gustó mucho a Herodes, y le prometió con juramento: "Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino".

La muchacha fue donde su madre y le preguntó: "¿Qué debo pedir?". Ella le dijo: "Pida la cabeza de Juan Bautista". Ella entró corriendo a donde estaba el rey y le dijo: "Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista".

El rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y porque se imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de su guardia a que fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El otro fue a la prisión, le cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se la dio a la muchacha y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse los discípulos de Juan vinieron y le dieron sepultura (S. Marcos 6,17).

Herodes Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos porque esta muy prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral. Se había ido a vivir con la esposa de su hermano. Juan Bautista lo denunció públicamente. Se necesitaba mucho valor para hacer una denuncia como esta porque esos reyes de oriente eran muy déspotas y mandaban matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en cara sus errores.

 

Herodes al principio se contentó solamente con poner preso a Juan, porque sentía un gran respeto por él. Pero la adúltera Herodías estaba alerta para mandar matar en la primera ocasión que se le presentara, al que le decía a su concubino que era pecado esa vida que estaban llevando.

Cuando pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme tristeza porque estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un santo y cada vez que le oía hablar de Dios y del alma se sentía profundamente conmovido. Pero por no quedar mal con sus compinches que le habían oído su tonto juramento (que en verdad no le podía obligar, porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga a cumplir eso que ha jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al santo precursor.

Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes y Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo.

Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los predicadores: "Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar". El Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir.

Una antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina. Y que el padre de su primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes daños. Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo.