domingo, 28 de agosto de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 30 - DE AGOSTO – MARTES – 22 – SEMANA DEL T. O. – C Beata María Ráfols

 

 


30 - DE AGOSTO – MARTES –

22 – SEMANA DEL T. O. – C

Beata María Ráfols

 

        Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2,10b-16):

El Espíritu lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.  - ¿Quién conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre, que está dentro de él?  Pues, lo mismo, lo íntimo de Dios lo conoce sólo el Espíritu de Dios. Y nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo, es el Espíritu que viene de Dios, para que tomemos conciencia de los dones que de Dios recibimos.

Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu, expresando realidades espirituales en términos espirituales. A nivel humano, uno no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque sólo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En cambio, el hombre de espíritu tiene un criterio para juzgarlo todo, mientras él no está sujeto al juicio de nadie.

«¿Quién conoce la mente del Señor para poder instruirlo?»

Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 144, 8-9. 10-11. 12-13ab. 13cd-14

 

R/. El Señor es justo en todos sus caminos

El Señor es clemente y misericordioso,

lento a la cólera y rico en piedad;

el Señor es bueno con todos,

es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,

que te bendigan tus fieles;

que proclamen la gloria de tu reinado,

que hablen de tus hazañas. R/.

Explicando tus hazañas a los hombres,

la gloria y majestad de tu reinado.

Tu reinado es un reinado perpetuo,

tu gobierno va de edad en edad. R/.

El Señor es fiel a sus palabras,

bondadoso en todas sus acciones.

El Señor sostiene a los que van a caer,

endereza a los que ya se doblan. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,31-37):

En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaún, ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Se quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad.

Había en la sinagoga un hombre que tenía un demonio inmundo, y se puso a gritar a voces:

«¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?

¿Has venido a acabar con nosotros?

Sé quién eres: el Santo de Dios.»

Jesús le intimó:

 «¡Cierra la boca y sal!»

El demonio tiró al hombre por tierra en medio de la gente, pero salió sin hacerle daño. Todos comentaban estupefactos:

«¿Qué tiene su palabra?

Da órdenes con autoridad y poder a los espíritus inmundos, y salen.»

Noticias de él iban llegando a todos los lugares de la comarca.

 

Palabra del Señor

 

1.  Se ha dicho que "en el Evangelio de Jesús se consuma y perfecciona la aspiración a...  humanizar la idea de Dios". Pero "sería un error pensar que esta "humanización" significa la eliminación de todo sentimiento nuestro (R. Otto), es decir, el sentimiento de experimentar, ante Jesús, un '`un "misterio", un sentimiento "fascinante", que nos atrae y nos impresiona al mismo tiempo.  Esto, según parece, es lo que sentía la gente ante Jesús, lo que decía y hacía. Por eso la gente, al oír a Jesús, se quedaba "asombrada”.  Porque Jesús, que era "perfecto en la humanidad", era también, precisamente esa humanidad, la revelación de Dios que se une a la humanidad perfecta y ella se conoce y se descubre al Dios que nadie ha visto (Jn 1, 18), ni puede verlo.

 

2.  La gente se quedaba asombrada porque hablaba "con autoridad". Y con la misma "palabra" y la misma "autoridad" expulsaba a los "espíritus inmundos. Se ha dicho acertadamente que Jesús "se parecía a otros exorcistas de su tierra, pero era diferente". Porque la fuerza de Jesús "está en sí mismo". No necesita

amuletos ni de otras artes mágicas para actuar con autoridad. "Basta su presencia y el poder de su palabra para imponerse" a las fuerzas del mal (J. A. Pagola).

 

3.  Aquí y en esto tocamos el fondo del problema que nos plantea el Evangelio. Jesús no hizo prodigios para demostrar su condición divina. Se negó siempre a eso (Mc 8, 11-12; Lc 11, 29-30; Mt 12, 38-39).

Una "divinidad" que da a conocer mediante "obras divinas" no nos da a conocer nada nuevo, que se limita a reafirmar lo que ya conocíamos: solo la divinidad puede hace milagros. En ese caso, Jesús no habría sido el revelador de Dios, sino el repetidor de lo que ya se conocía como propio de Dios. Lo que demuestra Jesús, con sus palabras y sus obras prodigiosas, es su condición humana.  Una humanización tan profunda y tan perfecta que no soporta el sufrimiento del enfermo o humillación del que es visto como un endemoniado. Y ahí, en eso, es donde se nos revela Dios, como el Dios encarnado, es decir, el Dios humanizado.

El magisterio de la Iglesia definió, en el concilio de Calcedonia (a. 451) que Jesucristo es "perfecto en la divinidad" (DH 301). Jesús "fue constituido Hijo de Dios a partir de la resurrección" (Rm 1, 4).

En todo caso, la Biblia expresa el mensaje y la revelación de Jesús, no con el lenguaje de la metafísica (propio del "ser"), sino en relatos de la historia (propio del "acontecer") (Bernhard Welte).

 

Beata María Ráfols



En Zaragoza, en España, beata María Ráfols, virgen, que fundó la Congregación de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana junto con el hospital de esta ciudad, el cual dirigió con fortaleza de ánimo entre muchas dificultades.

Hija de un molinero, tras la muerte de su padre ingresa en el monasterio femenino de San Gervasio, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, en 1794.

(Vilafranca del Penedés, Barcelona, 5-XI-1781 - Zaragoza, 30-VIII-1853).

Celebración el 30 de agosto

 

Vida de Beata María Ráfols

En 1803 tiene ocasión de ejercitar duras tareas benéficas con motivo de la peste que se produce en torno a Barcelona; ese mismo año conoce al P. Juan Bonal, quien será durante muchos años su director espiritual e inspirador de la fundación de un instituto religioso que, a la manera de las Hijas de San Vicente de Paúl en Francia, se ocupe ante todo de la atención a los enfermos.

El 28-XII-1804 llega a Zaragoza un grupo de doce hermanos y doce hermanas reunidos por el Padre Bonal para hacerse cargo de los servicios del Hospital de Nuestra Señora de Gracia, fundado en 1425, cuya Junta o Sitiada les había solicitado.

Esa primera comunidad se prolongará en un principio a Huesca (1807). Al comenzar la guerra de la Independencia, el papel de las hermanas va a ser muy destacado; tras el primer Sitio de Zaragoza queda destruido el gran edificio del Hospital y la Madre Rafols se ocupa de colocar a los enfermos, que pronto se multiplicarán hasta alcanzar la cifra de 6.000, en diversos edificios oficiales y privados, de rescatar objetos religiosos y artísticos y conseguir ayudas, solicitándolas insistentemente no sólo al general Palafox sino incluso al sitiador, Lannes, y a Madrid, escribiendo a la escritora aragonesa Josefa Amar y Borbón Atienden las hermanas a la redención de cautivos.

Retirados los franceses el 14 de agosto, el Hospital era una ruina total. Los enfermos heridos, en número superior a 4.000, fueron trasladados a la Real Casa de Misericordia. El 10 de diciembre comenzó un nuevo asedio; ante la trágica situación de la ciudad por la difusión de nuevas epidemias de peste, la Madre Rafols acompañada de dos Hermanas, se presentó al general francés en petición de ayuda; les fueron concedidos víveres y un salvoconducto. Tras la ocupación de la ciudad, la nueva Junta de la Sitiada impone unas nuevas Constituciones a las Hermanas y acepta la dimisión de la Madre Rafols (12-XI-1811), quedando encargada de la sacristía; después marchó al Orcajo (Daroca), para volver tras la marcha de los franceses (1813) a dirigir la Inclusa o Asilo-Cuna del Hospital. En 1826 es elegida de nuevo superiora hasta 1829.

En 1834, oscuros acontecimientos aún no del todo esclarecidos la llevan durante dos meses a la cárcel de Predicadores. Se le acusaba de complicidad en una conspiración contra la reina. Dos meses después fue puesta en libertad, y al año siguiente obtuvo sentencia eximiéndola de culpabilidad; pero fue desterrada a su pueblo natal, que pudo cambiar por Huesca, donde desde 1807 existía casa de la misma Hermandad. Seis años duró el confinamiento. En 1841 es autorizada a regresar a Zaragoza y vuelve al Hospital destinada a la Inclusa. Se retira en 1845, resentida su salud, y pasa una temporada en Belver de Cinca (H.); durante sus últimos años redacta escritos espirituales.

Tras su muerte, comienza su fama. En 1908, centenario de los Sitios de Zaragoza, la patria y la ciudad de Zaragoza la proclaman «Heroína de la Caridad». Fama también de santidad, que se prolonga hasta que en 1944, Pío XII, suspendió la causa de beatificación. Autorizó la reanudación del proceso Juan Pablo II, el 4-XII-1980. Retomado el proceso de canonización, fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el 1-X-1994. Su fiesta se celebra el 5 de noviembre. Su cuerpo y su altar se hallan en la capilla del Noviciado de la Congregación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana de Zaragoza fundada por la nueva beata para atender los segmentos de población marginados.

(fuente: enciclopedia-aragonesa.com)

 

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