31 - DE
AGOSTO – MIERCOLES –
22 – SEMANA DEL T. O. – C
Beato Enrique
Vidaurreta Palma
Lectura de la primera carta
del apóstol san Pablo a los Corintios (3,1-9):
Hermanos, no
pude hablaros como a hombres de espíritu, sino como a gente carnal, como a
niños en Cristo. Por eso os alimenté con leche, no con comida, porque no
estabais para más. Por supuesto, tampoco ahora, que seguís los instintos
carnales. Mientras haya entre vosotros envidias y contiendas, es que os guían
los instintos carnales y que procedéis según lo humano.
Cuando uno dice «yo soy de Pablo» y
otro, «yo de Apolo», ¿no estáis procediendo según lo humano? En fin, de
cuentas, ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Ministros que os llevaron a la fe, cada
uno como le encargó el Señor. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo
crecer; por tanto, el que planta no significa nada ni el que riega tampoco;
cuenta el que hace crecer, o sea, Dios. El que planta y el que riega son una
misma cosa; si bien cada uno recibirá el salario según lo que haya trabajado.
Nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros campo de Dios, edificio de
Dios.
Palabra de Dios
Salmo: 32,12-13.14-15.20-21
R/. Dichoso el pueblo que el
Señor se escogió como heredad
Dichosa la
nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R/.
Desde su
morada observa
a todos los habitantes de la tierra:
él modeló cada corazón,
y comprende todas sus acciones. R/.
Nosotros aguardamos
al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
con él se alegra nuestro corazón,
en su santo nombre confiamos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(4,38-44):
En aquel
tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón. La suegra de
Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella. Él,
de pie a su lado, increpó a la fiebre, y se le pasó; ella, levantándose en
seguida, se puso a servirles. Al ponerse el sol, los que tenían enfermos con el
mal que fuera se los llevaban; y él, poniendo las manos sobre cada uno, los iba
curando.
De muchos de ellos salían también
demonios, que gritaban:
«Tú eres el Hijo de Dios.»
Los increpaba y no les dejaba hablar,
porque sabían que él era el Mesías.
Al hacerse de día, salió a un lugar
solitario. La gente lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo
para que no se les fuese.
Pero él les dijo:
«También a los otros pueblos tengo que
anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado.»
Y predicaba en las sinagogas de Judea.
Palabra del Señor
1. Este evangelio,
continuación del que se leyó ayer, es un resumen de lo que era la actividad de
Jesús durante un día cualquiera, concretamente en un sábado. Ante todo,
enseñaba en la sinagoga. Enseñanza que impresiona a la gente. Porque no se
limitaba a repetir lo que venían enseñando los letrados, sino que
decía cosas que aquellos sencillos galileos no podían imaginar.
Hablar del Evangelio y aburrir a la
gente es lo mismo que no hablar del Evangelio. Cuando se explica el
Evangelio, el Evangelio produce admiración y entusiasmo. Si no se produce eso,
hay que preguntarse qué es lo que se predica.
2. La otra actividad de Jesús era sanar a los enfermos, expulsar demonios, acoger a los que sufrían penas y desgracias. A veces, los sacerdotes no entusiasman, sino que atemorizan, infunden no sé qué respeto o cierto miedo. Y hay casos en los que el clero produce rechazo o recelo. Si la presencia de Jesús era motivo de atracción precisamente para todos los que sufrían, eso quiere decir que la humanidad, la bondad, la acogida de Jesús superaba toda ponderación.
3. Pero antes que ninguna
otra cosa, Jesús se levantaba temprano y se retiraba a sitios solitarios. ¿Reflexión? ¿Oración? ¿Búsqueda
de sosiego y paz
interior?
Seguramente todo eso. Lo necesitamos
todos los humanos y Jesús lo necesitaba como todos.
Precisamente porque vivía a fondo la
existencia, por eso, porque no fue un hombre superficial, tenía la fuerza que
siempre tuvo en su palabra y la acogida para todo achaque y toda dolencia.
Beato Enrique Vidaurreta
Palma
Enrique Vidaurreta Palma (Antequera, 10
de octubre de 1896 – 31 de agosto de 1936.
Fue mártir de la persecución religiosa durante la Guerra Civil española y
beatificado en Roma el 28 de octubre de 2007 junto a 498 mártires del siglo XX
en España.
Su
padre, Enrique Vidaurreta Carrillo, Teniente de Navío de la Armada Española,
murió en el buque Oquendo durante la batalla de Santiago de Cuba en la Guerra
contra los Estados Unidos en 1898, quedando el joven Enrique y su hermano mayor
Santiago bajo el cuidado de su madre Purificación Palma González del Pino.
Los dos hijos estudiaron en
el colegio de San Estanislao, de El Palo (Málaga), regentado por los jesuitas,
donde es nombrado Prefecto de la Congregación Mariana. Terminados los estudios
de bachillerato, su madre se trasladó a Madrid para que sus hijos continuasen
los estudios superiores. Enrique ingresó en el seminario diocesano, donde
estuvo dos años como alumno externo. Pensaba hacerse jesuita, pero cambió de
opinión después de hablar con el obispo malagueño Manuel González.
Terminados los estudios
eclesiásticos fue ordenado de diácono el 21 de diciembre de 1918 y de
presbítero el 14 de junio de 1919, ambas órdenes conferidas en la capilla de
seminario conciliar de Madrid por el obispo de Madrid-Alcalá, Prudencio Melo
Alcaide. Celebró la primera misa en la iglesia de San Francisco o de San Zoilo,
de Antequera el 24 de junio de 1919. Posteriormente se le nombró capellán del
asilo de San Manuel, en Málaga, donde trabajo en la administración de El
Granito de arena, con los sacerdotes Pablo González Domínguez y Emilio Cabello.
Comenzó a actuar en el
seminario de Málaga a raíz de la marcha de los josefinos en 1920. Fue prefecto
de disciplina de mayores y posteriormente vicerrector. El obispo diocesano
Beato Manuel González García hizo construir de nueva planta el seminario
diocesano en 1923. Don Enrique fue nombrado rector del seminario en 1929 y a
través de los años fue profesor de varias materias filosóficas y teológicas. A
causa de su formación musical se encargaba de los ensayos de la música
litúrgica y de preparar a los seminaristas en el espíritu litúrgico y canto
gregoriano.
El
18 de julio de 1936, al producirse el levantamiento militar, Enrique Vidaurreta
estaba en el seminario haciendo ejercicios espirituales con un grupo de
sacerdotes. El día 21 se produce el asalto al seminario por un grupo de
milicianos, Enrique Vidaurreta se presentó ante ellos diciendo que todos los
que allí estaban eran sacerdotes, inmediatamente fueron detenidos y bajados por
la fuerza al cuartel de Capuchinos donde permanecieron 24 horas. El 22 pasaron
a la comisaría del Gobierno Civil y de allí a la Cárcel Provincial donde fueron
asignados a la brigada 5ª que era el dormitorio destinado a los eclesiásticos.
Allí rezaban el rosario, hacían meditación y lectura espiritual. Tenían dos o
tres breviarios que se pasaban unos a otros. Hubo varias sacas de presos
ajusticiados.
La noche del 30 al 31 de
agosto a eso de la 5 de la mañana, a la voz de “Arriba canallas”, entraron unos
milicianos preguntando que quienes eran, a lo que respondieron que sacerdotes.
A esta respuesta indicaron que salieran fuera. Entre los señalados estaba Don
Francisco Palomo; Don Enrique intercede por él diciéndoles que estaba enfermo.
El miliciano no hizo caso, sino que dio a Enrique Vidaurreta un empujón y lo
metió en el grupo de los señalados para morir. Según testimonios de los
presentes, poco después se oyeron descargas y a la mañana siguiente los mismos
oficiales de prisiones confirmaron que los habían ido matando por el camino
hasta el cementerio de San Rafael y que todo el camino estaba sembrado de
cadáveres.
Don Enrique y los demás
fallecidos el día 31 de agosto fueron enterrados en una fosa común en el
cementerio de San Rafael. Exhumados en 1940 y 1941, los restos de Don Enrique
fueron reconocidos porque en el bolsillo tenia el Epitome de Moral. Se los
trasladó a la catedral de Málaga. Ahora reposan en la Capilla de los Mártires,
donde hay 2100 nichos, los restos del Beato Enrique reposa en uno de ellos. Se
realizó su proceso diocesano en Málaga de 1964 a 1967 juntamente con cuatro
agustinos y el diacono Juan Duarte.
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