12 - DE
DICIEMBRE – LUNES –
3 – SEMANA
DE ADVIENTO – A –
Nuestra
Señora de Guadalupe
Lectura del libro de los Números (24,2-7.15-17a):
EN aquellos días, Balaán, tendiendo la vista, divisó a Israel acampado por
tribus. El espíritu de Dios vino sobre él, y entonó sus versos:
«Oráculo de
Balaán, hijo de Beor,
oráculo del hombre de ojos perfectos;
oráculo del que escucha palabras de Dios,
que contempla visiones del Poderoso,
que cae y se le abren los ojos:
¡Qué bellas tus tiendas, oh Jacob,
y tus moradas, Israel!
Como vegas dilatadas,
como jardines junto al río,
como áloes que plantó el Señor
o cedros junto a la corriente;
el agua fluye de sus cubos,
y con el agua se multiplica su simiente.
Su rey es más
alto que Agag,
y descuella su reinado».
Y entonó sus versos:
«Oráculo de
Balaán, hijo de Beor,
oráculo del hombre de ojos perfectos;
oráculo del que escucha palabras de Dios
y conoce los planes del Altísimo,
que contempla visiones del Poderoso,
que cae en éxtasis, y se le abren los
ojos:
Lo veo, pero no es ahora,
lo contemplo, pero no será pronto:
Avanza una estrella de Jacob,
y surge un cetro de Israel».
Palabra de Dios
Salmo:
24,4-5ab.6-7bc.8-9
R/. Señor,
instrúyeme en tus sendas
V/. Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y
Salvador. R/.
V/. Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.
V/. El Señor es bueno y es recto,
enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humilles con
rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (21,23-27):
EN aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron
los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle:
«¿Con qué
autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?».
Jesús les
replicó:
«Os voy a
hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué
autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los
hombres?».
Ellos se
pusieron a deliberar:
«Si decimos
“del cielo”, nos dirá: “¿Por qué no le habéis creído?”. Si le decimos “de los
hombres”, tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta».
Y
respondieron a Jesús:
«No sabemos».
Él, por su parte,
les dijo:
«Pues tampoco
yo os digo con qué autoridad hago esto».
Palabra del Señor
1. El
episodio que se recoge en este relato nos presenta el diálogo, entre Jesús y
los sumos sacerdotes, a la mañana siguiente (Mt 21, 18) de la violenta
expulsión de los mercaderes del templo (Mt 21, 12-13).
Los
dirigentes y funcionarios del santuario, que ganaban cantidades importantes de
dinero con el gran negocio de la venta de animales para los sacrificios del
culto sagrado, andaban preocupados, seguramente nerviosos. Jesús los había
desenmascarado al afirmar que habían convertido la "casa de oración"
en una "cueva de bandidos" (Mt 21, 13; Jer 7, 11).
Para aquellos
hombres, aquello fue una agresión ofensiva. De otra manera, es lo que ahora
ocurre, en catedrales, conventos, iglesias de valor histórico o estético, en
las que los creyentes y los turistas tienen que pagar para visitar el lugar
sagrado.
"Lo
sagrado" se ha convertido en "mercancía" y en
"negocio".
Los
cristianos, al menos, no deberíamos consentir esto.
2. Es
notable que los funcionarios del templo no le preguntaron a Jesús si ellos eran
o no eran los responsables de aquel "bandidaje". Es decir, no les
interesa saber si ellos eran culpables o si estaban equivocados. Lo único que
les preocupa es saber si Jesús tenía o no tenía "autoridad" (exousía)
para hacer lo que hizo y decir lo que dijo.
O sea, a los
"hombres de la religión" no les preocupa saber si ellos proceden bien
o mal. Lo que quieren saber es si Jesús podía hacer aquello.
En otras
palabras, la religión se preocupa por el poder, no por la propia
responsabilidad.
Aquellos
sacerdotes, como la gran mayoría de los de ahora, están seguros de que ellos
poseen la verdad. Y lo que les quita el sueño es saber qué poder tienen los que
no están de acuerdo con ellos.
3.
Jesús no era un ingenuo. Por eso, hizo dos cosas:
1) No le
respondió a una pregunta que llevaba veneno.
2) Les hizo
él otra pregunta que puso al descubierto las contradicciones en que vivían
aquellos sacerdotes.
Los
profesionales de lo sagrado no suelen reconocer sus equivocaciones, sus fallos,
la contradicción en que muchas veces viven.
Cuando se ven
confrontados a sus oscuros comportamientos, se quedan sin palabra. Prefieren
callar, en vez de decir honestamente: "Estamos
equivocados".
La reforma de
la Iglesia tiene que empezar por la reforma a fondo del clero, por la
transparencia de obispos y sacerdotes, por la pobreza de los que se
autodenominan "seguidores de Jesús".
Nuestra Señora de
Guadalupe
El año 1531,
la Virgen María se apareció al indígena Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el monte
Tepeyac, en la ciudad de México.
En la capa de Juan Diego se grabó
milagrosamente la imagen de la Virgen, a la que los fieles cristianos veneran
sin interrupción hasta hoy. Por medio de este santo de fe limpísima, la Madre
de Dios y de la Iglesia llama a todos los pueblos al amor a Cristo
Nuestra Señora de
Guadalupe es una advocación mariana de la Iglesia católica, cuya imagen tiene
su principal centro de culto en la Basílica de Guadalupe, en el norte de la
ciudad de México.
De acuerdo a la
tradición oral mexicana, y los múltiples documentos históricos encontrados
alrededor del mundo en distintos archivos, la Virgen María se apareció en
cuatro ocasiones a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin en el cerro del Tepeyac, y
una quinta ocasión en el pueblo de Santa María, Tulpetlac en el Estado de México
en la cual curó a Juan Bernardino, tío de san Juan Diego. El relato guadalupano
conocido como Nican mopohua, tras la primera aparición, la Virgen ordenó a Juan
Diego que se presentara ante el primer obispo de México, Juan de Zumárraga.
Juan Diego en la última aparición de la Virgen llevó en su ayate unas rosas
―flores que no son nativas de México y que tampoco prosperan en la aridez del
territorio― que cortó en el Tepeyac, según la orden de la Virgen. Juan Diego
desplegó su ayate ante el obispo Juan de Zumárraga, dejando al descubierto la
imagen de la Virgen María, morena y con rasgos mestizos.
Las mariofanías
tuvieron lugar en 1531, ocurriendo la última el 12 de diciembre de ese mismo
año. La fuente más importante que las relata fue el mismo Juan Diego que habría
contado todo lo que había acontecido.
Posteriormente
esta tradición oral fue recogida en un escrito con sonido náhuatl pero con
caracteres latinos (técnica que ningún español sabía hacer y que solo muy rara
vez usaban los indígenas); este escrito es llamado el Nican mopohua, y es
atribuido al indígena Antonio Valeriano (1522-1605). Posteriormente en 1648 es
publicado el libro Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe por el
presbítero Miguel Sánchez, contribuyendo a recopilar todo lo que los indígenas
sabían acerca de la devoción guadalupana.
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