15 - DE
DICIEMBRE – JUEVES –
3 – SEMANA
DE ADVIENTO – A –
SAN VALERIANO, Obispo
Lectura del libro de Isaías
(54,1-10):
EXULTA, estéril, que no dabas a luz; rompe a cantar, alégrate; tú que no
tenías dolores de parto: porque la abandonada tendrá más hijos que la casada —dice el Señor—.
Ensancha
el espacio de tu tienda, despliega los toldos de tu morada, no los restrinjas, alarga tus cuerdas, afianza tus estacas, porque te extenderás de derecha a
izquierda.
Tu estirpe heredará las naciones y poblará ciudades desiertas. No temas, no
tendrás que avergonzarte, no te sientas ultrajada, porque no deberás sonrojarte.
Olvidarás la vergüenza de tu soltería, no recordarás la afrenta de tu viudez. Quien te
desposa es tu Hacedor: su nombre es Señor todopoderoso.
Tu
libertador es el Santo de Israel: se llama
«Dios de toda la tierra».
Como
a una mujer abandonada y abatida te llama el
Señor; como a esposa de juventud, repudiada —dice tu Dios—.
Por
un instante te abandoné, pero con gran cariño te reuniré. En un arrebato de ira, por un instante te escondí mi
rostro, pero con amor eterno te quiero —dice el Señor, tu liberador—.
Me
sucede como en los días de Noé: juré que las
aguas de Noé no volverían a cubrir la tierra; así juro no irritarme contra ti ni
amenazarte.
Aunque
los montes cambiasen y vacilaran las colinas, no cambiaría mi amor, ni vacilaría mi alianza de paz —dice el Señor que te quiere—.
Palabra de Dios
Salmo:
29
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
V/. Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado
y no has
dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor,
sacaste mi vida del abismo,
me hiciste
revivir cuando bajaba a la fosa. R/.
V/. Tañed para el Señor, fieles suyos,
celebrad el
recuerdo de su nombre santo;
su cólera
dura un instante;
su bondad, de
por vida;
al atardecer
nos visita el llanto;
por la mañana
el júbilo. R/.
V/. Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor,
socórreme.
Cambiaste mi
luto en danzas.
Señor, Dios
mío, te daré gracias por siempre. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (7,24-30):
CUANDO se marcharon los mensajeros de Juan, Jesús se puso a hablar a la
gente acerca de Juan:
«¿Qué
salisteis a contemplar en el desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Pues
¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con ropas finas? Mirad, los que se
visten fastuosamente y viven entre placeres están en los palacios reales.
Entonces,
¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta. Este es
de quien está escrito:
“Yo
envío me mensajero delante de ti,
el cual
preparará tu camino ante ti”.
Porque
os digo, entre los nacidos de mujer no hay nadie mayor que Juan. Aunque el más
pequeño en el reino de Dios es mayor que él».
Al
oír a Juan, todo el pueblo, incluso los publicanos, recibiendo el bautismo de
Juan, proclamaron que Dios es justo. Pero los fariseos y los maestros de la
ley, que no habían aceptado su bautismo, frustraron el designio de dios para
con ellos.
Palabra del Señor
1.
Adviento es tiempo de profetas. Todo profeta es capaz de responder las
preguntas más difíciles que le hacemos al destino. Por ello, son
imprescindibles. Hoy, como en los tiempos de Jesús, siguen siendo una novedad
tan rara que hay que salir al desierto para encontrarnos con ellos. El
evangelio fija hoy nuestra mirada sobre el elogio de Jesús a Juan Bautista, el
profeta-precursor. Ese elogio, además, recoge algunos de los rasgos que, según
el Maestro, permiten reconocer al auténtico profeta.
2. Un profeta jamás se rebaja a ser una débil
caña agitada por cualquier viento, ni se enfunda ostentosos ropajes de lujo. No
es voluble ni cambiante, como una veleta o como las modas. No se viste jamás de
esplendores y riquezas. La pobreza ha sido siempre el hábito permanente de la
profecía. Porque ésta se acredita siempre sobre la roca de la fidelidad y de la
insobornable libertad.
· Juan es no sólo profeta sino más que profeta, por su condición de precursor
de Jesús, el Esperado. Preceder es llegar antes, preparar el camino y, después,
desaparecer. Juan Bautista cumple así los requisitos que, para siempre, validan
el rango del verdadero profeta. No es ni un entrometido que estorbe; ni juega a
deslumbrar o a centrar sobre sí mismo las miradas; tampoco se considera
insustituible. Asume que, inmediatamente detrás de él, viene “el más
importante”.
3. Su misión es señalar. Y hacerlo en la
correcta dirección. Porque la corrupción de lo profético llega por dos olvidos:
el de señalar hacia Dios, al que se debe anunciar y el de hacerlo ante los
hombres a los que se debe servir.
En realidad, Dios y el hombre están tan
unidos que negar a uno de los dos es engaño. El oficio de Juan Profeta genera
la espiritualidad de los “ojos abiertos” para verlo todo y reconocer en medio
de la maraña de la realidad al Deseado.
· La talla de Juan Bautista es enorme. Nadie, según Jesús, la supera, salvo
los habitantes del Reino. Las medidas del mayor y del menor vienen ajustadas
desde la relación con Jesús, aunque esto nunca lo hayan entendido los
poderosos, los adinerados o los famosos de este mundo. Por esa razón, Juan no
es un predicador cualquiera a quien se pueda dar largas con excusas. No todos
lo entienden así. El evangelio termina relatando que prepararon los caminos
para el encuentro del Señor...
¿Existen
aún, en estos tiempos áridos de increencia, precursores auténticos? Hoy, el
evangelio nos ayuda a no confundirlos. Ellos mantienen viva nuestra espera.
Vida de San Valeriano obispo
Conmemoración de san
Valeriano, obispo de Abbensa, en África Proconsular, que, siendo más que
octogenario, en la persecución vandálica fue conminado por el rey arriano
Genserico a que entregara los utensilios de la Iglesia y, al rehusar
constantemente hacerlo, fue expulsado de la ciudad con orden de que nadie le
dejara vivir ni en su casa ni en el campo, y durante mucho tiempo estuvo a la
intemperie, en la vía pública, acabando así su vida bienaventurada como
confesor de la verdad ortodoxa (c. 460).
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