domingo, 11 de diciembre de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 13 - DE DICIEMBRE – MARTES – 3 – SEMANA DE ADVIENTO – A – Santa Lucia, virgen y mártir

 


 

13 - DE DICIEMBRE – MARTES –

3 – SEMANA DE ADVIENTO – A –

Santa Lucia, virgen y mártir

 

Lectura de la profecía de Sofonías (3,1-2.9-13): 

ESTO dice el Señor:

«¡Ay de la ciudad rebelde,

impura, tiránica!

No ha escuchado la llamada,

no ha aceptado la lección,

no ha confiado en el Señor,

no ha recurrido a su Dios.

Entonces purificaré

labios de los pueblos

para que invoquen todos ellos

el nombre del Señor

y todos lo sirvan a una.

Desde las orillas de los ríos de Cus

mis adoradores, los deportados,

traerán mi ofrenda.

Aquel día, ya no te avergonzarás

de las acciones con que me ofendiste,

pues te arrancaré tu orgullosa arrogancia,

y dejarás de engreírte en mi santa montaña.

Dejaré en ti un resto,

un pueblo humilde y pobre

que buscará refugio en el nombre del Señor.

El resto de Israel no hará más el mal,

ni mentirá ni habrá engaño en su boca.

Pastarán y descansarán,

y no habrá quien los inquiete».

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 33,2-3.6-7.17-18.19.23

R/. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.

 

V/. Bendigo al Señor en todo momento,

su alabanza está siempre en mi boca;

mi alma se gloría en el Señor:

que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.

 

V/. Contempladlo, y quedaréis radiantes,

vuestro rostro no se avergonzará.

El afligido invocó al Señor,

él lo escuchó y lo salvó de sus angustias. R/.

 

V/. El Señor se enfrenta con los malhechores,

para borrar de la tierra su memoria.

Cuando uno grita, el Señor lo escucha

y lo libra de sus angustias. R/.

 

V/. El Señor está cerca de los atribulados,

salva a los abatidos.

El Señor redime a sus siervos,

no será castigado quien se acoge a él. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo 21, 28-32

       En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:

    “¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo:

    "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña". Él contestó: "No quiero". Pero después se arrepintió y fue.

Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó:

    "Voy, señor". Pero no fue.

¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?".

    Contestaron: "El primero'.

Jesús les dijo: "Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y las prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis".

 

Palabra del Señor

 

1.  El problema que plantea Jesús en este episodio, es el problema de la fe. Tal es el tema clave de este evangelio. Porque, al final de la parábola, lo que Jesús echa en cara a los dirigentes religiosos es que no creyeron, al tiempo que a los publicanos y a las prostitutas los elogia porque creyeron. Lo que Jesús plantea es si los profesionales del templo y de la religión tenían o no tenían fe.

Jesús va, por tanto, directamente al centro de la teología y de la espiritualidad que han de cultivar los creyentes en el Dios de Jesús.

 

2.  Este relato trastorna nuestra teología de la fe. Porque aquí hay algo muy sorprendente.  En efecto, lo sorprendente es que, a juicio de Jesús, los creyentes no fueron las personas religiosas y observantes, sino los pecadores y las mujeres más despreciadas.

Jesús invierte el sentido de la fe: las personas bien vistas, y debidamente integradas en la sociedad y sus instituciones, no estuvieron capacitadas para creer. Mientras que las gentes con las que los notables jamás se identificarían, esas personas fueron quienes creyeron en el mensaje de Juan Bautista.

 

3.  No es de suponer que todos los publicanos, que había en la Palestina de entonces, dejaron de ser publicanos. Ni se puede suponer tampoco que todas las prostitutas abandonaron su forma de vida. Y, sin embargo, si algo deja claro la parábola de los dos hijos es que la fe no consiste en lo que se "dice", sino en lo que cada cual "hace".

Entonces, ¿Qué es lo que hicieron los publicanos y las prostitutas y que, por el contrario, no fueron capaces de hacer los sumos sacerdotes y senadores de Israel?

Sin duda alguna, los publicanos y las prostitutas se vieron a sí mismos como pecadores, que necesitaban cambiar de vida.

Sin embargo, los dirigentes religiosos, en lugar de verse a sí mismos como hombres necesitados de un cambio de vida, enviaron "sacerdotes y clérigos" desde Jerusalén, para hacerle un interrogatorio a Juan con la intención de saber qué clase de autoridad tenía para decir lo que decía y para bautizar a la gente (Jn 1, 19-28 par).

Los hombres del templo no suelen estar dispuestos a reconocer que necesitan cambiar de ideas y de vida, cosa que suelen ver con claridad los marginados y excluidos.

Por eso, mientras que los curas de entonces no estaban en condiciones de creer, los excluidos sociales y religiosos veían su conversión como lo más lógico y necesario.

 

Santa Lucia, virgen y mártir


        Santa Lucía (siglo IV)

 Murió, probablemente, en Siracusa, durante la persecución de Diocleciano. Su culto se difundió desde la antigüedad a casi toda la Iglesia, y su nombre fue introducido en el Canon Romano.

A Santa Lucía se le ha representado frecuentemente con dos ojos, porque según una antigua tradición, a la santa le habrían arrancado los ojos por proclamar firmemente su fe.

Nació y murió en Siracusa, ciudad de Italia, y gracias a sus múltiples virtudes entre las que se destaca la sencillez, la humildad y la honradez, el Papa San Gregorio en el siglo VI puso su nombre a dos conventos femeninos que él fundó.

Según la tradición, cuando la santa era muy niña hizo a Dios el voto de permanecer siempre pura y virgen, pero cuando llegó a la juventud quiso su madre (que era viuda), casarla con un joven pagano. Lucía finalmente obtuvo el permiso de no casarse, pero el joven pretendiente, rechazado, dispuso como venganza acusarla ante el gobernador de que la santa era cristiana, religión que estaba totalmente prohibida en esos tiempos de persecución. Santa Lucía fue llamada a juicio; fue atormentada para obligarla a adorar a dioses paganos, pero ella se mantuvo firme en su fe, para luego ser decapitada. 

  

Oración a Santa Lucia

 

Oh Bienaventurada y amable Virgen Santa Lucía, universalmente reconocida por el pueblo cristiano como especial y poderosa abogada de la vista, llenos de confianza a ti acudimos; pidiéndote la gracia de que la nuestra se mantenga sana y le demos el uso para la salvación de nuestra alma, sin turbar jamás nuestra mente en espectáculos peligrosos.

Y que todo lo que ellos vean se convierta en saludable y valioso motivo de amar cada día más a Nuestro Creador y Redentor Jesucristo, a quien, por tu intercesión, oh protectora nuestra; esperamos ver y amar eternamente en la patria celestial.

 

Amén.

 

 

 

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