14 - DE
DICIEMBRE – MIERCOLES –
3 – SEMANA
DE ADVIENTO – A –
San Juan de la Cruz
Lectura del libro de Isaías (45,6b-8.18.21b-25):
«YO soy el Señor,
y no hay otro, el que forma la luz, y crea las
tinieblas; yo construyo la paz y creo la desgracia.
Yo, el Señor, hago todo esto.
Cielos,
destilad desde lo alto la justicia, las nubes la
derramen, se abra la tierra y brote la salvación, y con ella germine la justicia.
Yo, el Señor,
lo he creado».
Así dice el Señor, creador del cielo —él es Dios—, él modeló la tierra, la fabricó y la afianzó, no la creó vacía, sino que la formó habitable:
«Yo soy el Señor, y no hay otro.
—No hay otro Dios fuera de mí—.
Yo soy un Dios justo y salvador, y no hay
ninguno más.
Volveos hacia mí para salvaros, confines de
la tierra, pues yo soy Dios, y no hay otro.
Yo juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia, una palabra irrevocable: Ante mí se
doblará toda rodilla, por mí jurará toda lengua»; dirán: «Sólo el Señor tiene la justicia y el poder».
A él vendrán avergonzados los que se
enardecían contra él; Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel».
Palabra de Dios.
Salmo: 84,9ab-10.11-12.13-14
R/. Cielos, destilad desde lo alto al Justo, las nubes lo derramen.
V/. Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia
la paz
a su pueblo y
a sus amigos».
La salvación
está cerca de los que lo temen,
y la gloria
habitará en nuestra tierra. R/.
V/. La misericordia y la fidelidad se
encuentran,
la justicia y
la paz se besan;
la fidelidad
brota de la tierra,
y la justicia
mira desde el cielo. R/.
V/. El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra
tierra dará su fruto.
La justicia
marchará ante él,
y sus pasos
señalarán el camino. R/.
Evangelio según
san Lucas 7, 19-23
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus
discípulos a preguntar al Señor:
"¿Eres tú el que
ha de venir, o tenemos que esperar a otro?" Los hombres se presentaron a
Jesús y le dijeron:
'Juan el
Bautista nos ha mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o
tenemos que esperar a otro?".
Y en aquella
ocasión, Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a
muchos ciegos les otorgó la vista.
Después
contestó a los enviados:
"Id a
anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los inválidos
andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a
los pobres se les anuncia la Buena Noticia. Y dichoso el que no se escandalice
de mí".
Palabra del Señor.
1.
Cuando a Jesús le preguntaron si él era "el que tenía que venir", es
decir, si él era la solución y si traía esperanza y el cambio deseado para el
futuro, su respuesta no fue decir que "sí" o que "no". La
respuesta de Jesús fue apelar a lo que hacía, lo que veía todo el mundo, lo que
se metía por los ojos de la gente.
El movimiento
de religiosidad y espiritualidad que puso en marcha Jesús no fue un movimiento
ideológico. Ni consistía en doctrinas o teorías sobre Dios, sobre la religión o
sobre la moral.
Por
desgracia, con frecuencia ocurre que las religiones ponen su insistencia y el
mayor empeño en las "doctrinas" que enseñan, los "dogmas"
que imponen, la observancia de los "rituales" que se nos presentan
como las mediaciones fundamentales para encontrar a Dios y estar bien situados
en el camino de la salvación.
2. Jesús
no pretendió "reformar" la religión existente. Porque se dio cuenta
de que eso no lleva a ninguna parte. Habría sido lo mismo, pero puesto en
práctica de otra manera.
Jesús vio que
la solución estaba en "modificar" la religión.
Es decir, se
trataba de darle otro sentido a la búsqueda de Dios. Esa búsqueda había que
sacarla del templo. Y, por tanto, no dejarla en manos de los sacerdotes y
funcionarios del culto.
El encuentro
con el Padre del cielo se realiza en el encuentro con el sufrimiento humano. Y
en la lucha para remediarlo o, al menos, aliviarlo.
3. Pero
Jesús hizo esto de forma que dejó una cosa muy clara: a Dios no se le
encuentra en el sufrimiento, sino en la lucha contra el sufrimiento. Por
eso Jesús se dedicó principalmente a remediar enfermedades y padecimientos.
Por
supuesto, puede ocurrir (y de hecho ocurre) que una enfermedad o una curación
del sufrimiento resulta ser una ocasión propicia para encontrar paz interior y
una mejor relación con Dios.
Pero también
puede ocurrir (y de hecho ocurre) todo lo contrario. En cualquier caso, lo que
es seguro es que Jesús no organizó un movimiento de "sufridores
resignados", sino una "comunidad de discípulos", que tuvieron como
motivo determinante de su vida el "principio de misericordia" (J.
Sobrino).
Es por la
misericordia, y no por el aguante, como nos hacemos semejantes a Jesús. La
característica distintiva de los cristianos es la misericordia. En todo y con
todos.
San Juan de la Cruz
14 - DE
DICIEMBRE – MIERCOLES –
3 – SEMANA
DE ADVIENTO – A –
San Juan de la Cruz
Lectura del libro de Isaías (45,6b-8.18.21b-25):
«YO soy el Señor,
y no hay otro, el que forma la luz, y crea las
tinieblas; yo construyo la paz y creo la desgracia.
Yo, el Señor, hago todo esto.
Cielos,
destilad desde lo alto la justicia, las nubes la
derramen, se abra la tierra y brote la salvación, y con ella germine la justicia.
Yo, el Señor,
lo he creado».
Así dice el Señor, creador del cielo —él es Dios—, él modeló la tierra, la fabricó y la afianzó, no la creó vacía, sino que la formó habitable:
«Yo soy el Señor, y no hay otro.
—No hay otro Dios fuera de mí—.
Yo soy un Dios justo y salvador, y no hay
ninguno más.
Volveos hacia mí para salvaros, confines de
la tierra, pues yo soy Dios, y no hay otro.
Yo juro por mi nombre, de mi boca sale una sentencia, una palabra irrevocable: Ante mí se
doblará toda rodilla, por mí jurará toda lengua»; dirán: «Sólo el Señor tiene la justicia y el poder».
A él vendrán avergonzados los que se
enardecían contra él; Con el Señor triunfará y se gloriará la estirpe de Israel».
Palabra de Dios.
Salmo: 84,9ab-10.11-12.13-14
R/. Cielos, destilad desde lo alto al Justo, las nubes lo derramen.
V/. Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia
la paz
a su pueblo y
a sus amigos».
La salvación
está cerca de los que lo temen,
y la gloria
habitará en nuestra tierra. R/.
V/. La misericordia y la fidelidad se
encuentran,
la justicia y
la paz se besan;
la fidelidad
brota de la tierra,
y la justicia
mira desde el cielo. R/.
V/. El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra
tierra dará su fruto.
La justicia
marchará ante él,
y sus pasos
señalarán el camino. R/.
Evangelio según
san Lucas 7, 19-23
En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus
discípulos a preguntar al Señor:
"¿Eres tú el que
ha de venir, o tenemos que esperar a otro?" Los hombres se presentaron a
Jesús y le dijeron:
'Juan el
Bautista nos ha mandado a preguntarte: "¿Eres tú el que ha de venir, o
tenemos que esperar a otro?".
Y en aquella
ocasión, Jesús curó a muchos de enfermedades, achaques y malos espíritus, y a
muchos ciegos les otorgó la vista.
Después
contestó a los enviados:
"Id a
anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los inválidos
andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a
los pobres se les anuncia la Buena Noticia. Y dichoso el que no se escandalice
de mí".
Palabra del Señor.
1.
Cuando a Jesús le preguntaron si él era "el que tenía que venir", es
decir, si él era la solución y si traía esperanza y el cambio deseado para el
futuro, su respuesta no fue decir que "sí" o que "no". La
respuesta de Jesús fue apelar a lo que hacía, lo que veía todo el mundo, lo que
se metía por los ojos de la gente.
El movimiento
de religiosidad y espiritualidad que puso en marcha Jesús no fue un movimiento
ideológico. Ni consistía en doctrinas o teorías sobre Dios, sobre la religión o
sobre la moral.
Por
desgracia, con frecuencia ocurre que las religiones ponen su insistencia y el
mayor empeño en las "doctrinas" que enseñan, los "dogmas"
que imponen, la observancia de los "rituales" que se nos presentan
como las mediaciones fundamentales para encontrar a Dios y estar bien situados
en el camino de la salvación.
2. Jesús
no pretendió "reformar" la religión existente. Porque se dio cuenta
de que eso no lleva a ninguna parte. Habría sido lo mismo, pero puesto en
práctica de otra manera.
Jesús vio que
la solución estaba en "modificar" la religión.
Es decir, se
trataba de darle otro sentido a la búsqueda de Dios. Esa búsqueda había que
sacarla del templo. Y, por tanto, no dejarla en manos de los sacerdotes y
funcionarios del culto.
El encuentro
con el Padre del cielo se realiza en el encuentro con el sufrimiento humano. Y
en la lucha para remediarlo o, al menos, aliviarlo.
3. Pero
Jesús hizo esto de forma que dejó una cosa muy clara: a Dios no se le
encuentra en el sufrimiento, sino en la lucha contra el sufrimiento. Por
eso Jesús se dedicó principalmente a remediar enfermedades y padecimientos.
Por
supuesto, puede ocurrir (y de hecho ocurre) que una enfermedad o una curación
del sufrimiento resulta ser una ocasión propicia para encontrar paz interior y
una mejor relación con Dios.
Pero también
puede ocurrir (y de hecho ocurre) todo lo contrario. En cualquier caso, lo que
es seguro es que Jesús no organizó un movimiento de "sufridores
resignados", sino una "comunidad de discípulos", que tuvieron como
motivo determinante de su vida el "principio de misericordia" (J.
Sobrino).
Es por la
misericordia, y no por el aguante, como nos hacemos semejantes a Jesús. La
característica distintiva de los cristianos es la misericordia. En todo y con
todos.
San Juan de la Cruz
Nació en Fontiveros, provincia de Ávila (España), hacia el año 1542. Pasados
algunos años en la Orden de los carmelitas, fue, a instancias de santa Teresa
de Jesús, el primero que, a partir de 1568, se declaró a favor de su reforma,
por la que soportó innumerables sufrimientos y trabajos.
Murió en Úbeda en 1591, con gran fama de santidad y sabiduría, de las que
dan testimonio precioso sus escritos espirituales.
Su verdadero nombre era Juan de Yepes y nació el 24 de junio de 1542 en
Fontiveros, pequeño pueblo abulense perteneciente a Castilla y León, una
comunidad autónoma de España.
Murió su padre cuando Juan tenía seis años; a los nueve años, se trasladó
con su madre al abulense pueblo de Medina del Campo, en donde a los 17 años,
ingresa en un colegio de jesuitas para estudiar humanidades.
El año 1563 toma los hábitos de la orden religiosa Carmelita, adoptando el
nuevo nombre de fray Juan de san Matías; al año siguiente se traslada a
Salamanca para cursar estudios de teología en su célebre universidad. En el año
1567 es ordenado sacerdote, y adopta el nuevo y definitivo nombre de Juan de la
Cruz. Su ilustre paisana de Ávila, Teresa de Jesús, trabó gran amistad con él y
le integró en el movimiento de la reforma carmelita que ella había iniciado.
En 1568 Juan de la Cruz fundó el primer convento de Carmelitas Descalzos,
los cuales practicaban a ultranza la contemplación y la austeridad. Unos años
después, 1577, sus intentos reformistas de las órdenes monásticas le llevaron a
sufrir 9 meses de dura prisión en un convento de Toledo, acusado de apóstata.
De su cautiverio en aquella cárcel-convento de Toledo, nace la composición de
su obra cumbre: "Cántico espiritual". En otras poesías se puede
llegar a entrever en lenguaje subliminal, el relato que hace de su astuta y
sorprendente huida en la madrugada del 15 de agosto de 1578, estando la
fortaleza sobre un peligroso acantilado sobre el Tajo profundo que ciñe a
Toledo.
Para huir de la prisión conventual toledana, contó con las influencias que
ejerció su paisana Teresa de Jesús, ante la duquesa de Alba. Con su huida dio
en refugiarse en un convento de Jaén y continuó con la reforma carmelitana,
fundando varios conventos por Andalucía. En esta región llegó a ser nombrado
Vicario Provincial de la orden de Carmelitas Descalzos; pero el buen Juan
siguió con su obstinación de la reforma, lo que le llevó a enfrentamientos con
la jerarquía religiosa y a sufrir nueva prisión en el convento de la Peñuela,
en plena Sierra Morena, en donde culminó la escritura de sus principales obras
literarias.
Cuando por fin es excarcelado y se dispone a cumplir con el traslado que se
le impone a América, el 14 de diciembre de 1591, muere a la edad de 49 años.
135 años después, es elevado a la categoría de santo, por la iglesia católica.
* * *
La obra poética de san Juan de la Cruz está inspirada en un profundo
sentimiento religioso. A decir de algunos de sus biógrafos, su poesía en
general tiene un estilo similar al bíblico "Cantar de los cantares"
atribuido a Salomón. Nuestro poeta era un gran conocedor de la Biblia y de la
filosofía aristotélica y platónica; también su obra nos trae aromas de las
Églogas del poeta toledano Garcilaso de la Vega, muy impregnadas de un cultismo
italianizante.
El estilo poético que imprime a su célebre "Cántico" (que algunos
denominan "Cántico espiritual"), tiene un gran ritmo y musicalidad;
compuesto a base de liras -estrofa ideada por Garcilaso- en las que mezcla y
alterna versos heptasílabos y endecasílabos.
Toda la obra de san Juan de la Cruz está impregnada de un gran misticismo
simbolista; también rezuma un típico estilo de la poesía bucólica y pastoril.
Hay quien afirma que su obra poética está cargada de una encriptada
sensualidad e incluso de cierto erotismo. Son parecidas apreciaciones a las que
algunos estudiosos creen adivinar en los textos bíblicos ya mencionados.
Sus obras en verso, además del Cántico ya citado y descrito, son:
"Noche oscura"; "Llama de amor viva"; y un conjunto de
poemas menores entre los que destaca "El pastorcico".
Nació en Fontiveros, provincia de Ávila (España), hacia el año 1542. Pasados
algunos años en la Orden de los carmelitas, fue, a instancias de santa Teresa
de Jesús, el primero que, a partir de 1568, se declaró a favor de su reforma,
por la que soportó innumerables sufrimientos y trabajos.
Murió en Úbeda en 1591, con gran fama de santidad y sabiduría, de las que
dan testimonio precioso sus escritos espirituales.
Su verdadero nombre era Juan de Yepes y nació el 24 de junio de 1542 en
Fontiveros, pequeño pueblo abulense perteneciente a Castilla y León, una
comunidad autónoma de España.
Murió su padre cuando Juan tenía seis años; a los nueve años, se trasladó
con su madre al abulense pueblo de Medina del Campo, en donde a los 17 años,
ingresa en un colegio de jesuitas para estudiar humanidades.
El año 1563 toma los hábitos de la orden religiosa Carmelita, adoptando el
nuevo nombre de fray Juan de san Matías; al año siguiente se traslada a
Salamanca para cursar estudios de teología en su célebre universidad. En el año
1567 es ordenado sacerdote, y adopta el nuevo y definitivo nombre de Juan de la
Cruz. Su ilustre paisana de Ávila, Teresa de Jesús, trabó gran amistad con él y
le integró en el movimiento de la reforma carmelita que ella había iniciado.
En 1568 Juan de la Cruz fundó el primer convento de Carmelitas Descalzos,
los cuales practicaban a ultranza la contemplación y la austeridad. Unos años
después, 1577, sus intentos reformistas de las órdenes monásticas le llevaron a
sufrir 9 meses de dura prisión en un convento de Toledo, acusado de apóstata.
De su cautiverio en aquella cárcel-convento de Toledo, nace la composición de
su obra cumbre: "Cántico espiritual". En otras poesías se puede
llegar a entrever en lenguaje subliminal, el relato que hace de su astuta y
sorprendente huida en la madrugada del 15 de agosto de 1578, estando la
fortaleza sobre un peligroso acantilado sobre el Tajo profundo que ciñe a
Toledo.
Para huir de la prisión conventual toledana, contó con las influencias que
ejerció su paisana Teresa de Jesús, ante la duquesa de Alba. Con su huida dio
en refugiarse en un convento de Jaén y continuó con la reforma carmelitana,
fundando varios conventos por Andalucía. En esta región llegó a ser nombrado
Vicario Provincial de la orden de Carmelitas Descalzos; pero el buen Juan
siguió con su obstinación de la reforma, lo que le llevó a enfrentamientos con
la jerarquía religiosa y a sufrir nueva prisión en el convento de la Peñuela,
en plena Sierra Morena, en donde culminó la escritura de sus principales obras
literarias.
Cuando por fin es excarcelado y se dispone a cumplir con el traslado que se
le impone a América, el 14 de diciembre de 1591, muere a la edad de 49 años.
135 años después, es elevado a la categoría de santo, por la iglesia católica.
* * *
La obra poética de san Juan de la Cruz está inspirada en un profundo
sentimiento religioso. A decir de algunos de sus biógrafos, su poesía en
general tiene un estilo similar al bíblico "Cantar de los cantares"
atribuido a Salomón. Nuestro poeta era un gran conocedor de la Biblia y de la
filosofía aristotélica y platónica; también su obra nos trae aromas de las
Églogas del poeta toledano Garcilaso de la Vega, muy impregnadas de un cultismo
italianizante.
El estilo poético que imprime a su célebre "Cántico" (que algunos
denominan "Cántico espiritual"), tiene un gran ritmo y musicalidad;
compuesto a base de liras -estrofa ideada por Garcilaso- en las que mezcla y
alterna versos heptasílabos y endecasílabos.
Toda la obra de san Juan de la Cruz está impregnada de un gran misticismo
simbolista; también rezuma un típico estilo de la poesía bucólica y pastoril.
Hay quien afirma que su obra poética está cargada de una encriptada
sensualidad e incluso de cierto erotismo. Son parecidas apreciaciones a las que
algunos estudiosos creen adivinar en los textos bíblicos ya mencionados.
Sus obras en verso, además del Cántico ya citado y descrito, son:
"Noche oscura"; "Llama de amor viva"; y un conjunto de
poemas menores entre los que destaca "El pastorcico".
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