30 - DE DICIEMBRE
– VIERNES –
OCTAVA DE NAVIDAD –
Sagrada Familia:
Jesús,
María y José
Lectura del libro del
Eclesiástico (3,2-6.12-14):
Dios hace al
padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su
prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre
acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando
rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra
a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no
lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes
mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para
pagar tus pecados.
Palabra de Dios
Salmo: 127,1-2.3.4-5
R/. Dichosos
los que temen al Señor y siguen sus caminos
Dichoso el
que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.
Tu mujer,
como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.
Ésta es la
bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida. R/.
Lectura de la carta
del apóstol san Pablo a los Colosenses (3,12-21):
Como
elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable,
bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos,
cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced
vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la
unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a
ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos.
La palabra de Cristo
habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda
sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con
salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra
realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por
medio de él.
Mujeres, vivid bajo la
autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a
vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
Hijos, obedeced a
vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor.
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no
sea que pierdan los ánimos.
Palabra de Dios
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (2,13-15.19-23):
Cuando se
marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, coge al niño
y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque
Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
José se levantó, cogió al niño y a
su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes.
Así se cumplió lo que
dijo el Señor por el profeta:
«Llamé a mi hijo, para
que saliera de Egipto.»
Cuando murió Herodes, el ángel del
Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo:
«Levántate, coge al niño
y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la
vida del niño.»
Se levantó, cogió al niño y a su
madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea
como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños,
se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret.
Así se cumplió lo que dijeron
los profetas, que se llamaría Nazareno.
Palabra del Señor
1. Los relatos evangélicos no
ofrecen duda alguna. Según Jesús, Dios tiene un gran proyecto: construir en el
mundo una gran familia humana. Atraído por este proyecto, Jesús se dedica enteramente
a que todos sientan a Dios como Padre y todos aprendan a vivir como hermanos.
Este es el camino que conduce a la salvación del género humano.
Para algunos, la familia actual se está
arruinando porque se ha perdido el ideal tradicional de “familia cristiana”.
Para otros, cualquier novedad es un progreso hacia una sociedad nueva.
Pero
·
¿Cómo es una familia abierta al
proyecto humanizador de Dios?
·
¿Qué rasgos podríamos destacar?
2. El amor entre los
esposos. Es lo primero. El hogar está vivo cuando los padres saben
quererse, apoyarse mutuamente, compartir penas y alegrías, perdonarse, dialogar
y confiar el uno en el otro. La familia se empieza a deshumanizar cuando crece
el egoísmo, las discusiones y malentendidos.
Relación entre padres e hijos. No basta el amor entre los esposos. Cuando padres e hijos viven
enfrentados y sin apenas comunicación alguna, la vida familiar se hace
imposible, la alegría desaparece, todos sufren. La familia necesita un clima de
confianza mutua para pensar en el bien de todos.
Atención a los más frágiles. Todos han de encontrar en su hogar acogida, apoyo y comprensión. Pero
la familia se hace más humana, sobre todo, cuando en ella se cuida con amor y
cariño a los más pequeños, cuando se quiere con respeto y paciencia a los
mayores, cuando se atiende con solicitud a los enfermos o discapacitados,
cuando no se abandona a quien lo está pasando mal.
Apertura a los necesitados. Una familia trabaja por un mundo más humano, cuando no se encierra en
sus problemas e intereses, sino que vive abierta a las necesidades de otras
familias: hogares rotos que viven situaciones conflictivas y dolorosas, y
necesitan apoyo y comprensión; familias sin trabajo ni ingreso alguno, que
necesitan ayuda material; familias de inmigrantes que piden acogida y amistad.
Crecimiento de la fe. En la familia se aprende a vivir las cosas más importantes. Por eso,
es el mejor lugar para aprender a creer en ese Dios bueno, Padre de todos; para
conocer el estilo de vida de Jesús; para descubrir su Buena Noticia; para rezar
juntos en torno a la mesa; para tomar parte en la vida de la comunidad de
seguidores de Jesús. Estas familias cristianas contribuyen a construir ese
mundo más justo, digno y dichoso querido por Dios. Son una bendición para la
sociedad.
Oh, Dios, te damos gracias porque nos permitiste participar de tu paternidad divina al darnos como don y regalo a nuestros hijos. Son tuyos y a ti te los ofrecemos. Te pedimos que nunca se aparten de ti: líbralos de todo mal, llévalos por el camino de la vida, protégelos al abrigo de tu corazón, cuídalos y consérvalos buenos, firmes en la fe y sanos en su alma y en su cuerpo. Dales luz para conocer tu proyecto de amor para ellos y la fuerza de tu Espíritu que los haga valientes para cumplirlo.
Y a nosotros, concédenos ser buenos padres para que a través de nosotros ellos descubran el amor que les tienes. Que nuestra familia sea Betania donde tu corazón descanse, “iglesia doméstica” en que se alimente y cuide la vida de santidad, y semillero de vocaciones de los distintos estados de la vida cristiana.
A la Sagrada Familia de Nazaret confiamos nuestro hogar: guardadnos en vuestro amor y guiadnos siempre hasta el hogar del cielo. Amén.
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