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DE ABRIL
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SÁBADO - 3ª SEMANA DE PASCUA
Santos del Día: San Marcos Evangelista
Jn
6,60-69
En
aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: “Este
modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?”. Advirtiendo
Jesús que sus discípulos lo criticaban les dijo: "¿ Esto os
hace vacilar?’, ¿y si vierais al Hijo del Hombre subir a donde
estaba antes? El Espíritu es el que da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo,
algunos de vosotros no creen” (Pues Jesús sabía desde el
principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar). Y dijo:
“Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se
lo concede". Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron
atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los
Doce: "¿También vosotros queréis marcharos?". Simón
Pedro le contestó: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes
palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el
Santo consagrado por Dios”.
1. Es
comprensible la reacción de aquellos discípulos que se resistían a
aceptar lo que Jesús acababa de decir. Téngase en cuenta que el
texto griego, al hablar de “comer", utiliza el verbo "trógo",
que tiene el matiz de “masticar”. La religión mal entendida es
motivo de no pocos escándalos y de muchos abandonos. La gente ya
está cansada de oír cosas que no entiende y que solo sirven para
complicar la vida.
2. Por
eso Jesús explica que, al contraponer el “Espíritu” a la
“carne", no se refería a ningún desprecio de lo corporal,
ni siquiera al menosprecio de nuestra condición carnal. Lo que
Jesús quiso decir es que el Espíritu es quien nos hace comprender
lo que significa todo eso de la identidad entre el pan y el cuerpo de
Cristo. Una persona que no piensa nada más que en lo carnal, y que
carece de Espíritu y las cosas del Espíritu no le interesan en
absoluto, ¿qué hace acercándose a comulgar? Eso es lo que dijo
Jesús.
3. Cuando
Jesús ve que los discípulos se le van en masa, no se pone a
llamarlos para explicarles mejor lo que ha dicho o para convencerlos
de que se queden con él. Jesús se limita a hacer una sola pregunta
a los pocos que le quedaban: "¿Vosotros también queréis
iros?". Cuando Jesús decía una cosa, no daba un paso atrás.
Estaba dispuesto a seguir su camino, solo. Así de fuertes eran sus
convicciones. Por lo demás, la respuesta de Pedro es genial: “¿A
quién vamos a acudir?”. O sea, después de haberte conocido a ti y
de haber convivido contigo, ¿dónde nos vamos a meter? La vida sin
ti, Jesús, ya no tiene sentido”.
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