viernes, 24 de abril de 2015

Párate un momento: 25 DE ABRIL - SÁBADO - 3ª SEMANA DE PASCUA





25 DE ABRIL
- SÁBADO -   3ª SEMANA DE PASCUA

Santos del Día:  San Marcos Evangelista

Jn 6,60-69

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: “Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?”. Advirtiendo Jesús que sus discípulos lo criticaban les dijo: "¿ Esto os hace vacilar?’, ¿y si vierais al Hijo del Hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es el que da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen” (Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar). Y dijo: “Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede". Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: "¿También vosotros queréis marcharos?". Simón Pedro le contestó: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios”.

1. Es comprensible la reacción de aquellos discípulos que se resistían a aceptar lo que Jesús acababa de decir. Téngase en cuenta que el texto griego, al hablar de “comer", utiliza el verbo "trógo", que tiene el matiz de “masticar”. La religión mal entendida es motivo de no pocos escándalos y de muchos abandonos. La gente ya está cansada de oír cosas que no entiende y que solo sirven para complicar la vida.

2. Por eso Jesús explica que, al contraponer el “Espíritu” a la “carne", no se refería a ningún desprecio de lo corporal, ni siquiera al menosprecio de nuestra condición carnal. Lo que Jesús quiso decir es que el Espíritu es quien nos hace comprender lo que significa todo eso de la identidad entre el pan y el cuerpo de Cristo. Una persona que no piensa nada más que en lo carnal, y que carece de Espíritu y las cosas del Espíritu no le interesan en absoluto, ¿qué hace acercándose a comulgar? Eso es lo que dijo Jesús.

3. Cuando Jesús ve que los discípulos se le van en masa, no se pone a llamarlos para explicarles mejor lo que ha dicho o para convencerlos de que se queden con él. Jesús se limita a hacer una sola pregunta a los pocos que le quedaban: "¿Vosotros también queréis iros?". Cuando Jesús decía una cosa, no daba un paso atrás. Estaba dispuesto a seguir su camino, solo. Así de fuertes eran sus convicciones. Por lo demás, la respuesta de Pedro es genial: “¿A quién vamos a acudir?”. O sea, después de haberte conocido a ti y de haber convivido contigo, ¿dónde nos vamos a meter? La vida sin ti, Jesús, ya no tiene sentido”.


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