martes, 28 de abril de 2015

Párate un momento: Evangelio del día 29 DE ABRIL – MIÉRCOLES - 4ª SEMANA DE PASCUA






29 DE ABRIL – MIÉRCOLES -
4ª SEMANA DE PASCUA


Jn 12,44-50

En aquel tiempo, gritó Jesús: “El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis Palabras y no las cumpla, yo no le juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo.
El que me rechaza y no acepta mis Palabras, tiene quien lo juzgue: la Palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía, el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo, lo hablo como me ha encargado el Padre”.

1. Sin duda alguna, lo más importante y lo más fuerte que hay en el Evangelio, es que cambia nuestra idea de Dios. La existencia de Dios es un Enigma y un Misterio. Pero, además de eso, la idea misma de Dios es una contradicción. Porque, cuando hablamos de Dios, tropezamos con un
problema que no tiene solución: conciliar la omnipotencia y la bondad de Dios con el mal que hay en el mundo. A la vista de tanta desgracia, o Dios no es tan poderoso como dicen; o no es tan bueno como lo imaginamos.

2. Por tanto, Dios tiene que ser diferente de como nos lo han presentado los filósofos y los teólogos de antaño. Aquí es donde entra la genialidad del Evangelio, en el que Jesús dice: “El que me ve a mi, ve al que me ha enviado”. La gente que veía a Jesús, veía a un hombre. Pero lo grande es que, en aquel hombre, veía a Dios, que era quien lo había enviado. El hombre Jesús es la imagen de Dios. De forma que la genialidad del Evangelio está en que, a partir de Jesús, no se trata de aplicar los atributos divinos al modesto judío de Nazaret, sino de entender a Dios desde las convicciones humanas de Jesús.


3. Dios, por tanto, es tan humano como Jesús. Y tan cercano a los pobres, los enfermos, los que sufren, los que se sienten atormentados por dudas y sentimientos de culpa, como lo fue Jesús. Por eso Jesús dice que “creer” en él es “creer” en Dios.


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