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DE ABRIL
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JUEVES - 4ª SEMANA DE PASCUA
Jn
13, 14-20
Después que Jesús
lavó los pies a sus discípulos les dijo: “Os aseguro: el criado
no es más que su amo, ni el enviado es más que el
que lo envía. Puesto
que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica. No lo digo
por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que cumplirse
la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado". Os lo
digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo
soy. Os lo aseguro: El que recibe a mi enviado, me recibe a mi, y el
que a
mí me recibe, recibe al que me ha enviado".
1. Dios
se ha encarnado con lo humano en el hombre Jesús. Por eso, se ha
revelado en lo humano. Y se ha fundido con lo humano. Y hasta se puede
afirmar que Dios se ha confundido con lo humano. De forma que, en todo
lo verdaderamente humano, ahí está Dios y en eso se encuentra a Dios.
Hasta el punto de que, en todo cuanto es agresión o desprecio de lo humano,
por más que se haga por motivos divinos, en eso no puede estar Dios.
2. Hay
quien se resiste a aceptar que Dios se ha confundido con lo humano.
Sin embargo, Jesús dice: “El que recibe a mi enviado, me recibe a
mi, y el que a mí me recibe, recibe al que me ha enviado". (Jn
13, 20). Lo mismo se dice en Mt 10, 40, aplicado también a los
discípulos. Lo mismo se dice igualmente de los niños, los que
entonces carecían de todo derecho dignidad
(Mc 9,37; Mt 18,5). Y lo mismo, aplicado a cualquier ser humano (Lc
10, 16; 9,48).
3. ¿Por
qué tratamos con más respeto “lo sagrado” que “lo profano”?
¿Por qué a muchas personas les preocupa más “lo religioso” que
“lo laico” o “lo civil”? ¿No será porque creemos más en el
Dios que está en el templo, que en el Dios que está en el niño, en
el vecino, en el mendigo, en cualquiera? ¿No será eso el más claro
indicio de que nos importa más el éxito de la religión que la
suerte o la desgracia de los seres humanos?
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