domingo, 30 de septiembre de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 1 de Octubre – Lunes – 26ª – Semana del T.O.- B – Santa Teresita del Niño Jesús


1 de Octubre – Lunes –
26ª – Semana del T.O.- B –

Lectura del libro de Job (1,6-22):
Un día, fueron los ángeles y se presentaron al Señor; entre ellos llegó también Satanás.
El Señor le preguntó:
«¿De dónde vienes?»
Él respondió:
 «De dar vueltas por la tierra.»
El Señor le dijo:
«¿Te has fijado en mi siervo Job? En la tierra no hay otro como él: es un hombre justo y honrado, que teme a Dios y se aparta del mal.»
Satanás le respondió:
«¿Y crees que teme a Dios de balde? ¡Si tú mismo lo has cercado y protegido, a él, a su hogar y todo lo suyo! Has bendecido sus trabajos, y sus rebaños se ensanchan por el país. Pero extiende la mano, daña sus posesiones, y te apuesto a que te maldecirá en tu cara.»
El Señor le dijo:
«Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques.»
Y Satanás se marchó.
Un día que sus hijos e hijas comían y bebían en casa del hermano mayor, llegó un mensajero a casa de Job y le dijo:
«Estaban los bueyes arando y las burras pastando a su lado, cuando cayeron sobre ellos unos sabeos, apuñalaron a ¡os mozos y se llevaron el ganado. Sólo yo pude escapar para contártelo.»
No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo:
«Ha caído un rayo del cielo que ha quemado y consumido tus ovejas y pastores. Sólo yo pude escapar para contártelo.»
No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo:
 «Una banda de caldeos, dividiéndose en tres grupos, se echó sobre los camellos y se los llevó, y apuñaló a los mozos. Sólo yo pude escapar para contártelo.»
No había acabado de hablar, cuando llegó otro y dijo:
 «Estaban tus hijos y tus hijas comiendo y bebiendo en casa del hermano mayor, cuando un huracán cruzó el desierto y embistió por los cuatro costados la casa, que se derrumbó y los mató. Sólo yo pude escapar para contártelo.»
Entonces Job se levantó, se rasgó el manto, se rapó la cabeza, se echó por tierra y dijo:
«Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré a él. El Señor me lo dio, el Señor me lo quitó, bendito sea el nombre del Señor.»
A pesar de todo, Job no protestó contra Dios.
Palabra de Dios

Salmo: 16,1.2-3.6-7

R/. Inclina el oído y escucha mis palabras
Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño. R/.
Emane de ti la sentencia,
miren tus ojos la rectitud.
Aunque sondees mi corazón,
visitándolo de noche,
aunque me pruebes al fuego,
no encontrarás malicia en mí. R/.
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;
inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (9,46-50):
En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante.
Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo:
«El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante.»
Juan tomó la palabra y dijo:
«Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.»
Jesús le respondió:
«No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro.»
Palabra del Señor

  1.  Una vez más, el Evangelio le recuerda a la Iglesia el interés y hasta la preocupación casi obsesiva, que tenían los discípulos, por saber quién es el más importante. 
Lo más razonable es pensar que el problema no estaba en que aquellos hombres fueran especialmente orgullosos o ambiciosos.    No.  Aquellos hombres eran    como somos todos los humanos.  La apetencia por ser importantes es más fuerte que la apetencia por ser ricos.
Está demostrado que, a uno, que le suben el sueldo, suele ser más feliz solo en el caso de que no se lo suban   igualmente a sus compañeros o vecinos. Si gana más que los demás, se sentirá más feliz. Si a todos se lo suben igual, no por eso es más feliz (Richard Layard).
Y no olvidemos que se trata de una apetencia que nos dura mientras vivimos, aunque seamos creyentes, religiosos, sacerdotes...
Por otra parte, si Jesús se opuso siempre de forma   tajante a esta apetencia, es que en ella vio el mayor peligro para los humanos y para su comunidad de seguidores.  ¿Por qué?

 2.  No es, ante todo, cuestión de humildad. El   problema está en que, como es lógico, el que quiere ser el primero, por eso mismo quiere estar por encima de los demás, quiere ser más que los demás. Y para lograr eso, lo más seguro es que se va a enfrentar a otros, los va a humillar o los querrá dominar. Todo el que sube, divide. Como todo el que baja, une. Y no hay argumento o motivo que justifique o haga santas estas apetencias.

3.  Pero hay algo más grave. Lo peor que hace, el que quiere ser el más importante, es que pretende    ponerse por encima de Cristo y hasta por encima de Dios. Es lo que afirma Jesús cuando presenta al niño y dice que en el niño está él y está Dios. Como lo está en el que acoge o escucha a cualquiera de los discípulos (Mt 10, 40; Mc 9, 37; Mt 18, 5; Lc 10, 16; 9, 48; Jn 13, 20).
Dios se ha fundido con Jesús. Y Dios en Jesús se ha fundido con el ser humano. Por tanto, querer ser el más   importante, en última instancia, es pretender (sin darse cuenta de ello) estar por encima de Dios.
Ni Dios puede humanizarse más. Ni el hombre   puede endiosarse más.            

Santa Teresita del Niño Jesús

Memoria de santa Teresa del Niño Jesús, virgen y doctora de la Iglesia, que entró aún muy joven en el monasterio de las Carmelitas Descalzas de Lisieux, llegando a ser maestra de santidad en Cristo por su inocencia y simplicidad. Enseñó el camino de la perfección cristiana por medio de la infancia espiritual, demostrando una mística solicitud en bien de las almas y del incremento de la Iglesia, y terminó su vida a los veinticinco años, el día treinta de septiembre.

Vida de Santa Teresita del Niño Jesús
Santa Teresa del Niño Jesús nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2 de enero de 1873, sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María Guerin, ambos venerables. Murió en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones. La llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita. Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones).
«Siempre he deseado, afirmó en su autobiografía Teresa de Lisieux, ser una santa, pero, por desgracia, siempre he constatado, cuando me he parangonado a los santos, que entre ellos y yo hay la misma diferencia que hay entre una montaña, cuya cima se pierde en el cielo, y el grano de arena pisoteado por los pies de los que pasan. En vez de desanimarme, me he dicho: el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad; llegar a ser más grande me es imposible, he de soportarme tal y como soy, con todas mis imperfecciones; sin embargo, quiero buscar el medio de ir al Cielo por un camino bien derecho, muy breve, un pequeño camino completamente nuevo. Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección».
Teresa era la última de cinco hermanas - había tenido dos hermanos más, pero ambos habían fallecido - Tuvo una infancia muy feliz. Sentía gran admiración por sus padres: «No podría explicar lo mucho que amaba a papá, decía Teresa, todo en él me suscitaba admiración».
Cuando sólo tenía cinco años, su madre murió, y se truncó bruscamente su felicidad de la infancia. Desde entonces, pesaría sobre ella una continua sombra de tristeza, a pesar de que la vida familiar siguió transcurriendo con mucho amor. Es educada por sus hermanas, especialmente por la segunda; y por su gran padre, quien supo inculcar una ternura materna y paterna a la vez.
Con él aprendió a amar la naturaleza, a rezar y a amar y socorrer a los pobres. Cuando tenía nueve años, su hermana, que era para ella «su segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio de la ciudad. Nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento, adquirió la certeza de que ella también estaba llamada al Carmelo.
Durante su infancia siempre destacó por su gran capacidad para ser «especialmente» consecuente entre las cosas que creía o afirmaba y las decisiones que tomaba en la vida, en cualquier campo. Por ejemplo, si su padre desde lo alto de una escalera le decía: «Apártate, porque si me caigo te aplasto», ella se arrimaba a la escalera porque así, «si mi papá muere no tendré el dolor de verlo morir, sino que moriré con él»; o cuando se preparaba para la confesión, se preguntaba si «debía decir al sacerdote que lo amaba con todo el corazón, puesto que iba a hablar con el Señor, en la persona de él».
Cuando sólo tenía quince años, estaba convencida de su vocación: quería ir al Carmelo. Pero al ser menor de edad no se lo permitían. Entonces decidió peregrinar a Roma y pedírselo allí al Papa. Le rogó que le diera permiso para entrar en el Carmelo; él le dijo: «Entraréis, si Dios lo quiere. Tenía ‹dice Teresa‹ una expresión tan penetrante y convincente que se me grabó en el corazón».
En el Carmelo vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por ello, solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se ofreció a Dios como su instrumento. Trataba de renunciar a imaginar y pretender que la vida cristiana consistiera en una serie de grandes empresas, y de recorrer de buena gana y con buen ánimo «el camino del niño que se duerme sin miedo en los brazos de su padre».
A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde en brazos de sus hermanas del Carmelo. En los últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XII quiso asociarla, en 1927, a san Francisco Javier como patrona de las misiones.

sábado, 29 de septiembre de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 30 DE SEPTIEMBRE – DOMINGO – 26ª – SEMANA DEL TO. – B



30 DE SEPTIEMBRE – DOMINGO –
26ª – SEMANA DEL TO. – B

Lectura del libro de los Números (11,25-29):
El Señor bajó en la nube y habló a Moisés; tomó parte del espíritu que había en él y se lo pasó a los setenta ancianos. Cuando el espíritu de Moisés se posó sobre ellos, comenzaron a profetizar, pero esto no volvió a repetirse. Dos de ellos se habían quedado en el campamento, uno se llamaba Eldad y otro Medad. Aunque estaban entre los elegidos, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu vino también sobre ellos y se pusieron a profetizar en el campamento.
Un muchacho corrió a decir a Moisés:
«Eldad y Medad están profetizando en el campamento.»
Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino diciendo:
«¡Señor mío, Moisés, ¡prohíbeselo!»
Moisés replicó:
«¿Tienes celos por mí? ¡Ojalá que todo el pueblo profetizara y el Señor infundiera en todos su espíritu!»

Palabra de Dios

Salmo: 18

R/. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.
Aunque tu siervo vigila
para guardarlos con cuidado,
¿quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta. R/.
Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré libre e inocente
del gran pecado.

Lectura de la carta de Santiago (5,1-6):
Vosotros los ricos, gemid y llorad ante las desgracias que se os avecinan. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos son pasto de la polilla. Vuestro oro y vuestra plata están oxidados y este óxido será un testimonio contra vosotros y corroerá vuestras carnes como fuego.
¿Para qué amontonar riquezas si estamos en los últimos días?
Mirad, el jornal de los obreros que segaron vuestros campos y ha sido retenido por vosotros está clamando y los gritos de los segadores están llegando a oídos del Señor todopoderoso.
En la tierra habéis vivido lujosamente y os habéis entregado al placer; con ello habéis engordado para el día de la matanza. Habéis condenado, habéis asesinado al inocente, y ya no os ofrece resistencia.

Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Marcos (9,38-43.45.47-48):
En aquel tiempo, Juan dijo a Jesús:
«Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de nuestro grupo.»
Jesús replicó:
«No se lo prohibáis, porque nadie que haga un milagro en mi nombre puede luego hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros está a favor nuestro.
Os aseguro que el que os dé a beber un vaso de agua porque sois del Mesías no quedará sin recompensa. Al que sea ocasión de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgaran del cuello una piedra de molino y lo echaran al mar.
Y si tu mano es ocasión de pecado para ti, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al fuego eterno que no se extingue.
Y si tu pie es ocasión de pecado para ti, córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida, que ser arrojado con los dos pies al fuego eterno.
Y si tu ojo es ocasión de pecado para ti, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al fuego eterno, donde el gusano que roe no muere y el fuego no se extingue.»

Palabra del Señor

De amigos y enemigos.

Jesús enseñaba a menudo a base de frases breves, que se pueden memorizar fácilmente; por ejemplo, “El Hijo del Hombre no ha venido a llamar a los justos sino a los pecadores”. Los evangelistas reunieron más tarde esas frases, agrupándolas por el contenido o por alguna palabra clave que se repetía. En el evangelio de hoy podemos distinguir las siguientes:

1.           “Quien no está contra nosotros está a favor nuestro”.
Juan le dijo:
Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros.
Pero Jesús dijo:
No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.

Juan se presenta muy engreído ante Jesús para contarle lo que han hecho con uno que echaba demonios en su nombre. Jesús, en vez de elogiar esa conducta, les hace caer en la cuenta de que han actuado de forma poco lógica: quien hace un milagro en nombre de Jesús no hablará mal de él. Luego añade una enseñanza general. Frente a la postura de ver enemigos por todas partes, enseña a ver amigos: «Quien no está contra nosotros, está a nuestro favor.»          
 ¿Por qué han actuado los discípulos de ese modo?
Si relacionamos el evangelio con la primera lectura de hoy, el motivo serían los celos. El libro de los Números cuenta que Josué, cuando se entera de que Eldad y Medad están profetizando en el campamento, lo interpreta como un ataque a la dignidad de Moisés y le pide a este que se lo prohíba. La escena recuerda bastante a la del evangelio, con el agravante de que Josué le dice a Moisés que se lo prohíba, mientras que los discípulos se atribuyen el poder de prohibir, sin contar primero con Jesús. El fallo de los discípulos radicaría en ese celo injustificado y algo mezquino.
Sin embargo, conviene tener en cuenta otra posible interpretación. Dos veces justifican los discípulos su conducta aduciendo que ese individuo «no va con nosotros». Según ellos, hay que excluir a todo el que no los acompañe.
Debemos recordar que Jesús era un predicador itinerante, acompañado de los doce, de un grupo de mujeres y de otros discípulos más. Este grupo, muy radical, había renunciado al domicilio estable, a la familia y a las posesiones. En el contexto de esta vida tan dura, de tanta renuncia para seguir a Jesús, se entiende la insistencia de Juan y los discípulos en que ese «no va con nosotros». No ha renunciado al domicilio estable, a la familia, a las posesiones, pero se permite echar demonios en nombre de Jesús.
El relato pudo tener mucha importancia para la iglesia primitiva, ya que en ella se fueron imponiendo las comunidades urbanas, en las que no se renunciaba al domicilio estable, ni a la familia y las posesiones. La tentación de los cristianos itinerantes, con su vida tan dura, era excluir a los otros, a los que «no van con nosotros». Este pasaje les enseña a comportarse con moderación y a tolerar otras formas de vida. Lo esencial no es «ir con nosotros» sino «estar a favor nuestro».

2.           “Quien os dé a beber un vaso de agua en atención a que sois del Mesías os aseguro que no perderá su paga”.

El episodio anterior terminaba con la enseñanza: “Quién no está contra nosotros está a nuestro favor”. Esta frase da un paso adelante. Habla del que toma una postura positiva ante los seguidores del Mesías, simbolizada en el gesto de dar un vaso de agua.

3.           Dos trampas (dos escándalos) en el camino

En griego, el sentido básico de “escándalo” es el de «trampa», la tendida en el suelo, que hace caer a una persona o a un animal. Si recordamos que la vida cristia­na es un seguimiento de Jesús, un caminar detrás de él, se comprenden los dos peligros de los que habla el evangelio:

a) Poner trampas a los pequeños

Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de estas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.

Que alguien le ponga una trampa a uno de los pequeños que creen, lo haga caer y se quede descolgado del grupo que sigue a Jesús. Estas palabras resultan enigmáticas, porque no queda claro a quién se dirigen.
- ¿Quién puede escandalizar?
- ¿Un cristiano o una persona ajena a la comunidad (escriba, fariseo, saduceo, pagano)?
 - ¿Quiénes son los pequeños que creen: un grupo dentro de la comunidad o todos los cristianos?
La historia de la iglesia y la vida corriente demuestran que todos los casos son posibles. El tropiezo puede ponerlo una persona no cristiana, con sus críticas y ataques a Jesús y su mensaje. Pero también cualquier actitud nuestra, cualquier palabra, que aparta a otros del seguimiento de Jesús, de la forma de vida que él propone, cae bajo su condena.
El gran peligro del escándalo no es sólo las revistas porno­gráfica, las películas violentas, la droga, sino tantas cosas que se aceptan con naturalidad dentro de la Iglesia (lujo, vanidad, ambición, prestigio), incluso a los más altos niveles. Los casos de pederastia, que tanto angustian ahora a la iglesia, son un ejemplo actual de ese escándalo de los pequeños que, por ese motivo, como ha recordado recientemente el Papa Francisco, han dejado de creer en Jesús.
Jesús deja muy clara la gravedad del pecado al hablar de la condena que merece: ser arrojado al mar con una enorme piedra atada al cuello. Se refiere a la piedra superior del molino grecorromano, que giraba tirada por un asno, un caballo o un esclavo. Tirar al mar o al río era un castigo especialmente cruel, ya que el cadáver quedaba insepulto, algo terrible en la mentalidad judía y griega.
Estas palabras tan duras plantean un serio problema:
- ¿carece de perdón el escándalo?
- ¿No basta el arrepentimiento y la penitencia, ni siquiera de por vida?
Negar la posibilidad de perdón iría en contra del evangelio. Pablo, que fue motivo de escándalo para tantos cristianos, no se tiró al mar con una piedra al cuello. Entregó su vida a propagar la fe en Jesús.

b) Ponerme trampas a mí mismo

Y si tu mano derecha te escandaliza (te es ocasión de pecado), córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga.
Y si tu pie te escandaliza (te es ocasión de pecado), córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna.
Y si tu ojo te escandaliza (te es ocasión de pecado), sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.

Las diversas posibilidades las enumera Mc hablando de la mano, el pie y el ojo. Jesús ha dicho en otra ocasión que el peligro viene del interior del hombre. Ahora, esas tendencias negativas se ponen en marcha a través de lo que hacemos (la mano), del sitio al que nos dirigimos (pie), de lo que miramos (ojo). Sugerencias para hacer un examen de conciencia.
Para dejar clara la gravedad de lo que puede ocurrir, Jesús exhorta a cortar la mano o el pie, o sacarse el ojo. Estas palabras no hay que interpretarlas al pie de la letra, porque después de habernos cortado una mano y un pie, y habernos sacado un ojo, surgirían nuevas tentaciones y necesitaríamos seguir con la otra mano, el otro pie y el otro ojo. Y no entraríamos en la vida mancos, cojos y tuertos, sino ciegos y sin ningún miembro.
En el caso anterior, el castigo era sumergir en el mar; aquí, ir a parar a la gehena, «al fuego inextinguible», «donde el gusano no muere y el fuego no se apaga». La gehena como lugar de castigo se basa en la tradición apocalíptica judía; el gusano y el fuego, en unas palabras del libro de Isaías. A los pintores y a los predicadores les han dado materia abundante de inspiración, a menudo desbocada.

Reflexión final

En pocas palabras nos da Marcos abundante materia de reflexión y de examen sobre nuestra actitud ante los demás y ante nosotros mismos:
- ¿excluimos a quienes nos van con nosotros, a quienes consideramos que no viven un cristianismo tan exigente como el nuestro?
- ¿Valoramos el gesto pequeño de dar un vaso de agua, o nos escudamos en la necesidad de grandes gestos para terminar no haciendo nada?
- ¿Pongo obstáculos a la fe de la gente sencilla o de los menos importantes dentro de la iglesia?
- ¿Me voy tendiendo trampas yo mismo que me impiden caminar junto a Jesús?















viernes, 28 de septiembre de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 29 de septiembre – sábado – 25ª – Semana del T.O. – B Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael



29 de septiembre – sábado –
25ª – Semana del T.O. – B

Lectura de la profecía de Daniel (7,9-10.13-14):
Durante la visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes.
Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.

Palabra de Dios

Salmo: 137,1-2a.2b-3.4-5.7c-8

R/. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R/.
Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. R/.

Lectura del santo evangelio según san Juan (1,47-51):
En aquel tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?»
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió:
 «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
Y le añadió:
«Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»

Palabra del Señor

Homilía del Papa en Santa Marta

Las lecturas del día nos presentan imágenes muy fuertes: la visión de la gloria de Dios narrada por el profeta Daniel, con el Hijo del Hombre, Jesucristo, ante el Padre (cfr. Dan 7,9-10.13-14); la lucha del Arcángel Miguel y sus ángeles contra el gran dragón, la serpiente antigua, el llamado diablo que seduce a toda la tierra habitada, pero es derrotado, como afirma el Apocalipsis (cfr. Ap 12,7-12); y el Evangelio en el que Jesús le dice a Natanael (cfr. Jn 1,47-51): Veréis el cielo abierto y los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre (Jn 1,51).

El Apocalipsis dice que la lucha entre el demonio y Dios viene después de que Satanás intente destruir a la mujer que está a punto de dar a luz al hijo. Satanás siempre procura destruir al hombre: ese hombre que Daniel veía en la gloria, y que Jesús decía a Natanael que vendría en su gloria. Desde el principio, la Biblia nos habla de esto: de la seducción para destruir, de Satanás. Quizá por envidia. Leemos en el salmo 8: Tú hiciste al hombre superior a los ángeles (S 8,5), y la inteligencia tan grande del ángel no podía aguantar esa humillación, que una criatura inferior fuese hecha superior; por eso quería destruirlo. Satanás intentar destruir a la humanidad, a todos nosotros. Tantos planes —quitando nuestros pecados—, tantos y tantos proyectos de deshumanización del hombre, son obra de él, simplemente porque odia al hombre. ¡Es astuto!: ya lo dice la primera página del Génesis; es astuto. Presenta las cosas como si fueran buenas, aunque su intención es la destrucción.

Pero los ángeles nos defienden. Defienden al hombre y defienden al Hombre-Dios, al Hombre superior, a Jesucristo, que es la perfección de la humanidad, el más perfecto. Por eso, la Iglesia honra a los ángeles, porque están en la gloria de Dios y defienden el gran misterio escondido de Dios: que el Verbo se hizo carne (Jn 1,14). También la tarea del pueblo de Dios es proteger al hombre: al Hombre Jesús, porque es el hombre que da vida a todos los hombres. En cambio, en sus planes de destrucción, Satanás inventa excusas humanísticas, pero que van contra el hombre, contra la humanidad y contra Dios.

La lucha es una realidad diaria en la vida cristiana: en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro pueblo, en nuestras iglesias... ¡Si no se lucha, seremos derrotados! Afortunadamente, el Señor dio esa tarea principalmente a los ángeles: luchar y vencer. ¡Qué bonito es el canto final del Apocalipsis, después de esa lucha: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche (Ap 12,10).

Acostumbrémonos a encomendarnos a los Arcángeles y a rezar aquella oración antigua, pero tan bonita, al Arcángel san Miguel*, para que siga defendiendo el misterio más grande de la humanidad: que el Verbo se hizo Hombre, murió y resucitó. Ese es nuestro tesoro. Que continúe luchando para protegerlo.

* Oración a san Miguel: Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha, sé nuestro amparo contra la maldad y las asechanzas del demonio. Pedimos suplicantes que Dios lo mantenga bajo su imperio; y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno con el poder divino, a Satanás y a los otros espíritus malvados, que andan por el mundo tratando de perder a las almas. Amén.

Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael


Los 3 Arcángeles, los únicos cuyos nombres constan en la Biblia
Martirologio Romano: Fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis miliarios de Roma, se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, a él glorifican sin cesar.

Breve Semblanza
Son los nombres con que se presentan en la Sagrada Escritura estos tres príncipes de la corte celestial.
Miguel aparece en defensa de los intereses divinos ante la rebelión de los ángeles malos; Gabriel, enviado por el Señor a diferentes misiones, anunció a la Virgen Maria el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y su maternidad divina; Rafael acompañó al joven Tobías cuando cumplia un difícil encargo y se ocupó de solucionar difíciles asuntos de su esposa.
Actualmente, se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de todo tipo que tratan este tema; se venden "angelitos" de oro, plata o cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus nombres.
Hay que tener cuidado, pues se puede caer en dar a los ángeles atribuciones que no les corresponden y elevarlos a un lugar de semidioses, convertirlos en "amuletos" que hacen caer en la idolatría, o crear confusiones entre lo que son las inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los ángeles.
Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses.
A pesar de que están de moda, por otro lado, es muy fácil que nos olvidemos de su existencia, por el ajetreo de la vida y principalmente, porque no los vemos.
Este olvido puede hacernos desaprovechar muchas gracias que Dios ha destinado para nosotros a través de los ángeles.
Por esta razón, la Iglesia ha fijado dos festividades para que, al menos dos días del año, nos acordemos de los ángeles y los arcángeles, nos alegremos y agradezcamos a Dios el que nos haya asignado un ángel custodio y aprovechemos estos días para pedir su ayuda.

Misión de los ángeles
Los ángeles son seres espirituales creados por Dios por una libre decisión de su Voluntad divina. Son seres inmortales, dotados de inteligencia y voluntad.

Debido a su naturaleza espiritual, los ángeles no pueden ser vistos ni captados por los sentidos.
En algunas ocasiones muy especiales, con la intervención de Dios, se han visto y oído materialmente. La reacción de las personas al verlos u oírlos ha sido de asombro y de respeto. Por ejemplo, los profetas Daniel y Zacarías.
En el siglo IV, el arte religioso representó a los ángeles con forma de figura humana. En el siglo V, se le añadieron las alas, como símbolo de su prontitud en realizar la Voluntad divina y en trasladarse de un lugar a otro sin la menor dificultad.
En la Biblia encontramos algunos motivos para que los ángeles sean representados como seres brillantes, de aspecto humano y alados. Por ejemplo, el profeta Daniel escribe que un "ser que parecía varón" -se refería al arcángel Gabriel- volando rápidamente, vino a él (Daniel 8, 15-16; 9,21). Y, en el libro del Apocalipsis, son frecuente las apariciones de ángeles que claman, tocan las trompetas, llevan mensajes o son portadores de copas e incensarios; otros que suben, bajan o vuelan; otros que están de pie en cada uno de los cuatro puntos cardinales de la tierra o junto al trono del Cordero, Cristo.
La misión de los ángeles es amar, servir y dar gloria a Dios, ser mensajeros y cuidar y ayudar a los hombres. Ellos están constantemente en la presencia de Dios, atentos a sus órdenes, orando, adorando, vigilando, cantando y alabando a Dios y pregonando sus perfecciones. Se puede decir que son mediadores, custodios, guardianes, protectores y ministros de la justicia divina.
La presencia y la acción de los ángeles aparece a lo largo del Antiguo Testamento, en muchos de sus libros sagrados. Aparece frecuentemente, también, en la vida y enseñanzas de Nuestro Señor, Jesucristo, en la Carta de san Pablo, en los Hechos de los Apóstoles y, principalmente, en el Apocalipsis.
Con la lectura de estos textos, podemos descubrir algo más acerca de los ángeles: nos protegen, nos defienden físicamente y nos fortalecen al combatir las fuerzas del mal. luchan con todo su poder por y con nosotros.
Como ejemplo, está la milagrosa liberación de San Pedro que pudo huir de la prisión ayudado por un ángel (Hechos 12, 7 y siguientes). También, aparece un ángel deteniendo el brazo de Abraham, para que no sacrificara a su hijo, Isaac.
Los ángeles nos comunican mensajes importantes del Señor en determinadas circunstancias de la vida. En momentos de dificultad, se les puede pedir luz para tomar una decisión, para solucionar un problema, actuar acertadamente y para descubrir la verdad.
Por ejemplo, tenemos las apariciones a la Virgen María, a San José y a Zacarías. Todos ellos recibieron mensajes de los ángeles.
Los ángeles cumplen, también, las sentencias de castigo del Señor, como el castigo a Herodes Agripa (Hechos de los Apóstoles) y la muerte de los primogénitos egipcios (Exódo 12, 29).
Los ángeles presentan nuestras oraciones al Señor y nos conducen a Él. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida y nos conducirán, con toda bondad, después de nuestra muerte, hasta el trono de Dios para nuestro encuentro definitivo con Él. Este será el último servicio que nos presten pero el más importante. El arcángel Rafael dice a Tobías: "Cuando ustedes oraban, yo presentaba sus oraciones al Señor", (Tob 12, 12 - 16).
Ellos nos animan a ser buenos pues ven continuamente el rostro de Dios y también ven el nuestro. Debemos tener presentes las inspiraciones de los ángeles para saber obrar correctamente en todas las circunstancias de la vida. "Los ángeles se regocijan cuando un pecador se arrepiente", (Lucas 15, 10).
Jerarquía de los ángeles
Se suelen enumerar nueve coros u órdenes angélicos. Esta jerarquía se basa en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. Dentro de esta jerarquía, los superiores hacen participar a los inferiores de sus conocimientos.
Cada tres coros de ángeles constituyen una jerarquía y todos ellos forman la corte celestial.

Jerarquía Suprema:

serafines
querubines
tronos
Jerarquía Media:

ominaciones
virtudes
potestades

Jerarquía Inferior:

Serafines: Son los "alabadores" de Dios. Serafín significa "amor ardiente". Los serafines alaban constantemente al Señor y proclaman su santidad.
(Isaías 6, 17)

Querubines: Son los "guardianes" de las cosas de Dios. Aparecen como encargados de guardar el arca de la alianza y el camino que lleva al árbol de la vida. Entre dos querubines comunica Yahvé sus revelaciones. "Se sienta sobre querubines".
(Génesis, Éxodo, en la visión de Ezequiel, 1, 4 y Carta a los Hebreos, 9,5).

Potestades, Virtudes, Tronos, Principados y Dominaciones:
En la Biblia encontramos estos diversos nombres cuando se habla del mundo angélico. Hay quien interpreta los nombres de los ángeles como correspondientes a su grado de perfección. Para San Gregorio, los nombres de los ángeles se refieren a su ministerio:
los principados son los encargados de la repartición de los bienes espirituales
las virtudes son los encargados de hacer los milagros las potestades son los que luchan contra las fuerzas adversas las dominaciones son los que participarán en el gobierno de las sociedades los tronos son los que están atentos a las razones del obrar divino.
Existe, también, una jerarquía basada en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a ellos. A los arcángeles les podríamos llamar los "asistentes de Dios". Son ángeles que están al servicio directo del Señor para cumplir misiones especiales.

Arcángel San Miguel: es el que arrojó del Cielo a Lucifer y a los ángeles que le seguían y quien mantiene la batalla contra Satanás y demás demonios para destruir su poder y ayudar a la Iglesia militante a obtener la victoria final. El nombre de Miguel significa "quien como Dios". Su conducta y fidelidad nos debe invitar a reconocer siempre el señoría e Jesús y buscar en todo momento la gloria de Dios.

Arcángel San Gabriel: en hebreo significa "Dios es fuerte", "Fortaleza de Dios". Aparece siempre como el mensajero de Yahvé para cumplir misiones especiales y como portador de buenas noticias. Anunció a Zacarías el nacimiento de Juan, el Bautista y a la Virgen María, la Encarnación del Hijo de Dios.

Arcángel San Rafael: su nombre quiere decir "medicina de Dios". Tiene un papel muy importante en la vida del profeta Tobías, al mostrarle el camino a seguir y lo que tenía que hacer. Tobías obedeció en todo al arcángel San Rafael, sin saber que era un mensajero de Dios. Él se encargó de presentar sus oraciones y obras buenas a Dios, dejándole como mensaje bendecir y alabar al Señor, hacer siempre el bien y no dejar de orar. Se le considera patrono de los viajeros por haber guiado a Tobías en sus viajes. Es patrono, también, de los médicos (de cuerpo y alma) por las curaciones que realizó en Tobit y Sara, el padre y la esposa de Tobías.

Los ángeles custodios
Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma sobre este tema San Jerónimo: "Grande es la dignidad de las almas, cuando cada una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su custodia".
En el Antiguo Testamento se puede observar como Dios se sirve de sus mensajeros para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando a Elías lo alimentó un ángel, (1 Reyes, 19, 5).
En el Nuevo Testamento también se pueden observar muchos sucesos y ejemplos en los que aparecen estos seres: el mensaje a San José para que huyera a Egipto y los ángeles que sirvieron a Jesús, después de las Tentaciones en el desierto, entre otros ejemplos.
Se puede decir que los ángeles custodios son compañeros de viaje, que siempre estarán al lado de cada uno de nosotros, en las buenas y en las malas, sin separarse ni un solo momento. Está a nuestro lado mientras trabajamos, descansamos, cuando nos divertimos y cuando rezamos, cuando le pedimos ayuda y cuando le olvidamos. Y, lo más importante, es que no se aparta de nosotros ni siquiera cuando perdemos la gracia de Dios por el pecado. Nos presta auxilio para enfrentar de mejor ánimo las dificultades y tentaciones de la vida diaria.
Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como si fuera algo infantil. Pero, si pensamos que al crecer la persona se enfrentará a una vida con mayores tentaciones y dificultades, el ángel custodio será de gran ayuda.
Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz, necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro.
Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues además de que él nos guía y nos protege, está muy cerca de Dios y le puede decir directamente lo que queremos o necesitamos.
Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos ni deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que sólo Dios sabe lo que hay dentro de nuestro corazón. Ellos, en cambio, sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras, gestos, etc.
También podemos pedirle favores especiales a los ángeles de la guarda de otras personas para que las protejan de determinados peligros o las guíen en situaciones difíciles.

¿Qué nos enseñan los ángeles?

Nos enseñan a:
glorificar al Señor, proclamar su santidad y rendirle sus homenajes de adoración, de amor y de ininterrumpida alabanza.
cumplir con exactitud y prontamente todas las órdenes que recibimos del señor y a cumplir su Voluntad sin discutir sus mandatos ni aplazando el cumplimiento de éstas.
servir al prójimo, pues ellos están preocupados por nosotros y quieren ayudarnos en las diversas circunstancias que se nos presentan en la vida. Esto nos anima a compartir con nuestros hermanos penas y alegrías.

¿Quiénes son los ángeles caídos?
Dios creó a los ángeles como espíritus puros, todos se encontraban en estado de gracia. Pero algunos, encabezados por Luzbel, el más bello de los ángeles, por su malicia y soberbia se negaron a adorar a Jesucristo, Dios hecho hombre, por sentirse seres superiores. Así, rechazaron eternamente a Dios con un acto inteligente y libre de su parte.
A Luzbel -también denominado Lucifer, Diablo o Satán- junto con los ángeles rebeldes que le siguieron -convertidos en demonios- fueron arrojados del Cielo al infierno. Quedaron confinados a un estado eterno de tormento en donde nunca más podrán ver a Dios.
No cambiaron su naturaleza, siguen siendo seres espirituales y reales.
Lucifer es el enemigo de Dios. Jesús le llama “el engañador”, “el padre de la mentira”. Su constante actividad en el mundo busca apartar a los hombres de Dios mediante engaños e invitaciones al mal. Quiere evitar que lo conozcan, que lo amen y que alcancen la felicidad eterna. Es un enemigo con el que se tiene que luchar para poder llegar al Cielo.
Los demonios se encuentran organizados en jerarquías, tal y como fueron creados en un principio, subordinados los inferiores a los superiores.
Satanás y sus demonios comenzaron sus maléficas acciones con Adán y Eva y no se dan por vencidos en su labor. Aprovechan la inclinación del hombre hacia el mal por su naturaleza que quedó dañada después del pecado original. Son muy astutos, disfrazan el mal de bien. Su acción ordinaria en el hombre es la tentación. Por ello rezamos en el Padrenuestro: “...no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.”

¿Por qué creer en los ángeles?
Toda la Sagrada Escritura está llena de versículos y capítulos completos que hablan de los ángeles. Si creemos en la Sagrada Escritura, no podemos negar la existencia y la acción de los ángeles.
Además del testimonio de la Revelación, tenemos el de los Santos Padres de la Iglesia quienes nos dejaron bellas y sugestivas descripciones de los ángeles que fueron retomadas por Santo Tomás no sólo en el aspecto teológico sino en un dinamismo cristiano. La Iglesia ha definido dogma de fe la existencia de los ángeles.

Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net