lunes, 10 de septiembre de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 11 DE SEPTIEMBRE – MARTES – 23ª – SEMANA DEL T.O. – B – San Pafnucio de Egipto



11 DE SEPTIEMBRE – MARTES –
23ª – SEMANA DEL T.O. – B –
San Pafnucio de Egipto

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (6,1-11):
Cuando uno de vosotros está en pleito con otro, ¿cómo tiene el descaro de llevarlo a un tribunal pagano y no ante los santos? ¿Habéis olvidado que los santos juzgarán el universo? Pues si vosotros vais a juzgar al mundo, ¿no estaréis a la altura de juzgar minucias? Recordad que juzgaremos a ángeles: cuánto más asuntos de la vida ordinaria. De manera que para juzgar los asuntos ordinarios dais jurisdicción a ésos que en la Iglesia no pintan nada.
¿No os da vergüenza? ¿Es que no hay entre vosotros ningún entendido que sea capaz de arbitrar entre dos hermanos? No señor, un hermano tiene que estar en pleito con otro, y además entre no creyentes. Desde cualquier punto de vista ya es un fallo que haya pleitos entre vosotros. ¿No estaría mejor sufrir la injusticia? ¿No estaría mejor dejarse robar? En cambio, sois vosotros los injustos y los ladrones, y eso con hermanos vuestros. Sabéis muy bien que la gente injusta no heredará el reino de Dios. No os llaméis a engaño: los inmorales, idólatras, adúlteros, afeminados, invertidos, ladrones, codiciosos, borrachos, difamadores o estafadores no heredarán el reino de Dios. Así erais algunos antes. Pero os lavaron, os consagraron, os perdonaron en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y por Espíritu de nuestro Dios.

Palabra de Dios

Salmo: 149,1-2.3-4.5-6a.9b

R/. El Señor ama a su pueblo

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R/.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R/.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,12-19):
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salta de él una fuerza que los curaba a todos.

Palabra del Señor

1.  Antes de la elección de los Apóstoles, Jesús se retira solo a la montaña para pasar la noche entera en oración. Era su costumbre, sobre todo cuando estaba ante acontecimientos de consecuencias importantes. 
Lo que era un ejemplo para los cristianos (Lc 11,5-13; 18, 1-14; etc.) y para las comunidades creyentes (Hch 1, 14; 4, 24-31...) (F. Bovon).
Es importante la acción, la gente, la organización.  Pero, más importante que todo eso, es la oración. Que es
concentración total en lo que más importa: ser cada cual "uno mismo', no lo que la sociedad, el dinero, la política o los demás quieren que yo sea.

2. La idea del evangelio de Lucas, al relatar el hecho de la designación de "Doce" y sus nombres, expresa el convencimiento de la Iglesia naciente, convicción capital: no puede haber comunidades sin dirigentes, pero estos no se sitúan frente a la comunidad o sobre la comunidad, sino que están en,
viven con la gente y como vive la gente.
No son hombres de estudios, títulos, nombres distinguidos. Ni Jesús pensó en que todos tenían que ser de la misma ideología o tener la misma formación. Lo determinante es que eran "seguidores" de Jesús, que vivieron con Jesús y cómo vivió Jesús.
En esto, sobre en esto último, están las raíces y la clave del apostolado.

3.  Ser apóstol no es básica ni esencialmente, un poder, una autoridad y menos aún es una dignidad.
Ser apóstol es, antes que nada, ser una persona que reproduce y hace presente hoy lo que fue la vida de Jesús.
Por eso el relato termina haciendo referencia, una vez más, a las curaciones que hizo Jesús, a su interés por los que sufren, a su empeño por remediar las desgracias de los desgraciados.
Si los obispos de ahora son verdaderamente sucesores de los Apóstoles, se tendrían que distinguir por su fiel "seguimiento de Jesús en todo, con todos y siempre.


Obispo de Tebaida

Martirologio Romano: Conmemoración de san Pafnucio, obispo en Egipto, que fue uno de aquellos confesores que, en tiempo del emperador Galerio Maximino, habiéndoles sacado el ojo derecho y desjarretado la pantorrilla izquierda, fueron condenados a las minas, y después, asistiendo al Concilio de Nicea, luchó denodadamente por la fe católica contra el arrianismo (s. IV).

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.

Breve Biografía
Fue uno de los anacoretas de su época. Vivía de las verduras que daba la tierra, agua, un poco de sal y poco más. Compartía consigo mismo la soledad del desierto. La oración y la penitencia eran su principal modo de emplear el tiempo. A su cueva acudían las gentes a recibir consejo, escuchar lo que aprendía del Espíritu con sus rezos y a contrastar la vida con el estilo del Evangelio.
Se vio obligado a dejar la soledad contra su gusto porque fue nombrado obispo de Tebaida. Por defender a Cristo sufrió persecución, le amputaron una pierna y le vaciaron un ojo cuya órbita desocupada, según cuenta la historia, gustaba besar con respeto y veneración el convertido emperador Constantino.
Estuvo presente en el Concilio de Nicea, donde se defendió la divinidad de Cristo y se condenó el arrianismo.
En esa ocasión, al tratarse otros temas de Iglesia, tuvo el obispo Pafnucio la ocasión de dar muestras de profunda humanidad. El hombre que venia del más duro rigor del desierto y podía exhibir en su cuerpo la marca de la persecución se mostró con un talante más amplio, abierto, moderado y transigente que los padres que no conocían la dureza de la Tebaida ni los horrores de la amenaza, ni la vejación.
Numerosos padres conciliares pretendieron imponer que los obispos, presbíteros y diáconos casados dejaran a sus esposas para ejercer el ministerio. El obispo curtido en la dura ascesis anacoreta se opuso a tal determinación haciendo que se fuera respetuoso con la disciplina de la época: autorizar el ejercicio del Orden Sacerdotal a los ya casados y no permitir casarse después de la Ordenación.

Fuente: Archidiócesis de Madrid


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