19
DE SEPTIEMBRE - MIÉRCOLES –
24ª – SEMANA DEL T.O. – B –
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios
(12,31–13,13):
Ambicionad
los carismas mejores. Y aún os voy a mostrar un camino excepcional.
Ya podría yo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles;
si no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o unos platillos que
aturden.
Ya podría tener el don de profecía y conocer todos los secretos
y todo el saber, podría tener fe como para mover montañas; si no tengo amor, no
soy nada.
Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme
quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve.
El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni se
engríe; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal;
no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin
límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no
pasa nunca.
¿El don de profecía?, se acabará. ¿El don de lenguas?,
enmudecerá. ¿El saber?, se acabará. Porque limitado es nuestro saber y limitada
es nuestra profecía; pero, cuando venga lo perfecto, lo limitado se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño,
razonaba como un niño.
Cuando me hice un hombre acabé con las cosas de niño. Ahora
vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es
por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce. En una palabra:
quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande es el amor.
Palabra de Dios
Salmo: 32
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad
Dad
gracias al Señor con la cítara,
tocad en
su honor el arpa de diez cuerdas;
cantadle
un cántico nuevo,
acompañando
los vítores con bordones. R/.
Que la
palabra del Señor es sincera,
y todas
sus acciones son leales;
él ama la
justicia y el derecho,
y su
misericordia llena la tierra. R/.
Dichosa la
nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo
que él se escogió como heredad.
Que tu
misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo
esperamos de ti. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (7,31-35):
En aquel
tiempo, dijo el Señor:
«¿A quién se parecen los hombres de esta generación? ¿A quién
los compararemos? Se parecen a unos niños, sentados en la plaza, que gritan a
otros: "Tocamos la flauta y no bailáis, cantamos lamentaciones y no
lloráis."
Vino Juan el Bautista, que ni comía ni bebía, y dijisteis que
tenía un demonio; viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís:
"Mirad qué comilón y qué borracho, amigo de publicanos y pecadores."
Sin embargo, los discípulos de la sabiduría le han dado la razón.»
Palabra del Señor
1. Esta
parábola de los niños, que juegan en la plaza de un pueblo, es la última parte
del testimonio que, según Lucas, Jesús da sobre Juan Bautista (Lc 7,
18-35).
Primero, Jesús recuerda a los mensajeros que el
Bautista manda a preguntar a Jesús si él era "el que tenía que venir"
(Lc 7, 18-23).
Segundo, presenta su propio elogio sobre Juan
Bautista (Lc 7, 24-28). Tercero, la parábola de los
niños
en la plaza del pueblo, que es el relato del evangelio de hoy. La parábola hay
que entenderla correctamente: no en el
sentido de que un grupo de niños se enfrenta al otro, sino en el sentido de que
los niños (todos) no hacen caso a los músicos, ni cuando estos invitan a jugar
a boda (tocar la flauta), ni cuando
invitan
a jugar a entierro (cantar lamentaciones).
¿Qué quiere decir Jesús con este contraste
entre la boda y el entierro?
2. Hay
dos formas de entender la vida, según dos formas de entender la religión:
1) La de Juan Bautista,
que vivía en el desierto (Mt 3, 1 par), vestía de forma estrafalaria (Mt 3, 4
par) y comía como los pobres en épocas de hambre (Mt 3, 4) (J. R Meier).
2) La de Jesús, que
vivía entre la gente, vestía una túnica valiosa que se la rifaron los soldados
cuando lo mataron (Jn 19, 23-24) y asistía a bodas y banquetes sin reparo
alguno.
Es evidente que, en la historia del
cristianismo, el recuerdo y el ejemplo de Jesús han sido interpretados y
vividos más de acuerdo con la religiosidad y la espiritualidad de Juan Bautista
que con la forma de vida que llevó el propio Jesús.
Las vidas de santos, las reglas y costumbres de
los monasterios y las ideas de muchos creyentes devotos
pretenden
parecerse más a Juan en el desierto que a Jesús en un banquete.
3. No se
puede, en este breve comentario, analizar por qué ha ocurrido esto. Lo que se
puede y se debe decir es que la forma de vida del Bautista produce gente rara y
con la que no es fácil convivir. La forma de vida de Jesús es más humana y,
sobre todo, genera una forma de convivencia que espontáneamente une a las personas.
Está claro: Jesús nos vino a enseñar que el
centro del Evangelio no es la propia santificación mediante sacrificios y renuncias,
sino contagiar vida y felicidad a los demás en la gozosa convivencia con todos.
Y es de suma importancia caer en la cuenta de
que es mucho más difícil y costoso contagiar siempre felicidad que ir por la
vida dando ejemplo de santo raro y de vida extraña.
Lo más duro en la vida es ser siempre fundamentalmente
humano.
San Jenaro de Nápoles
San Jenaro, patrón de Nápoles, es famoso por el milagro que
generalmente ocurre cada año desde hace siglos, el día de su fiesta, el 19 de
septiembre. Su sangre, se licua ante la presencia de todos los testigos que
deseen asistir.
Nápoles y Benevento (donde fue obispo) se disputan el nacimiento de
San Jenaro y Benevento.
Durante la persecución de Diocleciano, fueron detenidos en Pozzuoli,
por orden del gobernador de Campania, Sosso, diácono de Miseno, Próculo,
diácono de Pozzuoli, y los laicos Euticio y Acucio. El delito era haber
públicamente confesado su fe.
Cuando San Jenaro tuvo noticias de que su amigo Sosso y sus
compañeros habían caído en manos de los perseguidores, decidió ir a visitarlos
y a darles consuelo y aliento en la prisión. Como era de esperarse, sus visitas
no pasaron inadvertidas y los carceleros dieron cuenta a sus superiores de que
un hombre de Benevento iba con frecuencia a hablar con los cristianos. El
gobernador mandó que le aprehendieran y lo llevaran a su presencia. El obispo Jenaro, Festo, su diácono y
Desiderio, un lector de su iglesia, fueron detenidos dos días más tarde y
conducidos a Nola, donde se hallaba el gobernador.
Los tres soportaron con entereza los interrogatorios y las torturas a
que fueron sometidos. Poco tiempo después el gobernador se trasladó a Pozzuoli
y los tres confesores, cargados con pesadas cadenas, fueron forzados a caminar
delante de su carro. En Pozzuoli fueron
arrojados a la misma prisión en que se hallaban sus cuatro amigos. Estos
últimos habían sido echados a las fieras un día antes de la llegada de San
Jenaro y sus dos compañeros, pero las bestias no los atacaron. Condenaron
entonces a todo el grupo a ser echados a las fieras. Los siete condenados
fueron conducidos a la arena del anfiteatro y, para decepción del público, las
fieras hambrientas y provocadas no hicieron otra cosa que rugir mansamente, sin
acercarse siquiera a sus presuntas víctimas.
El pueblo, arrastrado y cegado por las pasiones que se alimentan de
la violencia, imputó a la magia la mansedumbre de las fieras ante los
cristianos y a gritos pedía que los mataran. Ahí mismo los siete confesores
fueron condenados a morir decapitados. La sentencia se ejecutó cerca de
Pozzuoli, y en el mismo sitio fueron enterrados.
Los cristianos de Nápoles obtuvieron las reliquias de San Jenaro que,
en el siglo quinto, fueron trasladadas desde la pequeña iglesia de San Jenaro,
vecina a la Solfatara, donde se hallaban sepultadas. Durante las guerras de los
normandos, los restos del santo fueron llevados a Benevento y, poco después, al
monasterio del Monte Vergine, pero en 1497, se trasladaron con toda solemnidad
a Nápoles que, desde entonces, honra y venera a San Jenaro como su patrono
principal.
Muchos se cuestionan la autenticidad de los hechos arriba mencionados
y de la misma reliquia porque no hay registros sobre el culto a San Jenaro
anteriores al año 431. Pero es
significante que ya en esa época el sacerdote Uranio relata sobre el obispo
Jenaro en términos que indican claramente que le consideraba como a un santo
reconocido. Los frescos pintados en el siglo quinto en la "catacumba de
san Jenaro", en Nápoles, lo representan con una aureola. En los
calendarios más antiguos del oriente y el occidente figura su nombre.
El milagro continúa
Mientras que muchos se cuestionan sobre la historicidad de San
Jenaro, nadie se puede explicar el milagro que ocurre con la reliquia del santo
que se conserva en la Capilla del Tesoro de la Iglesia Catedral de Nápoles,
Italia. Se trata de un suceso maravilloso que ocurre periódicamente desde hace
cuatrocientos años. La sangre del santo experimenta la licuefacción (se hace
líquida). Ocurre cada año en tres ocasiones relacionadas con el santo: la
traslación de los restos a Nápoles, (el sábado anterior al primer domingo de
Mayo); la fiesta del santo (19 de septiembre) y el aniversario de su
intervención para evitar los efectos de una erupción del Vesubio en 1631 (16 de
diciembre)
El día señalado, un sacerdote expone la famosa reliquia sobre el
altar, frente a la urna que contiene la cabeza de san Jenaro. La reliquia es
una masa sólida de color oscuro que llena hasta la mitad un recipiente de
cristal sostenido por un relicario de metal. Los fieles llenan la iglesia en
esas fechas. Es de notar entre ellos un grupo de mujeres pobres conocidas como
zie di San Gennaro (tías de San Jenaro). En un lapso de tiempo que varía por lo
general entre los dos minutos y una hora, el sacerdote agita el relicario, lo
vuelve cabeza abajo y la masa que era negra, sólida, seca y que se adhería al
fondo del frasco, se desprende y se mueve, se torna líquida y adquiere un color
rojizo, a veces burbujea y siempre aumenta de volumen. Todo ocurre a la vista de los visitantes.
Algunos de ellos pueden observar el milagro a menos de un metro de distancia.
Entonces el sacerdote anuncia con toda solemnidad: "¡Ha ocurrido el
milagro!", se agita un pañuelo blanco desde el altar y se canta el Te
Deum. Entonces la reliquia es venerada por el clero y la congregación.
El 5 de mayo del 2008, reporteros de 20 canales de TV, entre ellos
CNN estaban presentes en la catedral cuando ocurrió el milagro.
El milagro ha sido minuciosamente examinado por personas de opiniones
opuestas. Se han ofrecido muchas explicaciones, pero en base a las rigurosas
investigaciones, se puede afirmar que no se trata de ningún truco y que tampoco
hay, hasta ahora, alguna explicación racional satisfactoria. En la actualidad
ningún investigador honesto se atreve a decir que no sucede lo que de hecho
ocurre a la vista de todos. Sin embargo, antes de que un milagro sea reconocido
con absoluta certeza, deben agotarse todas las explicaciones naturales, y todas
las interrogantes deben tener su respuesta. Por eso la Iglesia favorece la
investigación.
Fruto de las investigaciones.
Entre los elementos positivamente ciertos en relación con esta
reliquia, figuran los siguientes:
1 -La sustancia
oscura que se dice es la sangre de San Jenaro (la que, desde hace más de 300
años permanece herméticamente encerrada dentro del recipiente de cristal que
está sujeta y sellada por el armazón metálico del relicario) no ocupa siempre
el mismo volumen dentro del recipiente que la contiene. Algunas veces, la masa
dura y negra ha llenado casi por completo el recipiente y, en otras ocasiones,
ha dejado vacío un espacio equivalente a más de una tercera parte de su tamaño.
2 -Al mismo
tiempo que se produce esta variación en el volumen, se registra una variante en
el peso que, en los últimos años, ha sido verificada en una balanza
rigurosamente precisa. Entre el peso máximo y el mínimo se ha llegado a
registrar una diferencia de hasta 27 gramos.
3 -El tiempo más
o menos rápido en que se produce la licuefacción, no parece estar vinculado con
la temperatura ambiente. Hubo ocasiones en que la atmósfera tenía una temperatura
media de más de 30º centígrados y transcurrieron dos horas antes de que se
observaran signos de licuefacción. Por otra parte, en temperaturas mas bajas,
de 5º a 8º centígrados, la completa licuefacción se produjo en un lapso de 10 a
15 minutos.
4 -No siempre
tiene lugar la licuefacción de la misma manera. Se han registrado casos en que
el contenido líquido burbujea, se agita y adquiere un color carmesí muy vivo,
en otras oportunidades, su color es opaco y su consistencia pastosa.
Aunque no se ha podido descubrir razón natural para el fenómeno, la
Iglesia no descarta que pueda haberlo.
La Iglesia no se opone a la investigación porque busca la verdad. La fe católica enseña que Dios es
todopoderoso y que todo cuanto existe es fruto de su creación. Pero la Iglesia es cuidadosa en determinar si
un particular fenómeno es, en efecto, de origen sobrenatural.
La Iglesia pide prudencia para no asentir ni rechazar prematuramente
los fenómenos. Reconoce la competencia de la ciencia para hacer investigación
en la búsqueda de la verdad, cuenta con el conocimiento de los expertos.
Una vez que la investigación establece la certeza de un milagro fuera
de toda duda posible, da motivo para animar nuestra fe e invitarnos a la
alabanza. En el caso de los santos, el
milagro también tiene por fin exaltar la gloria de Dios que nos da pruebas de
su elección y las maravillas que El hace en los humildes.
El Cardenal Crescenzio Sepe de Nápoles anunció que en el 2009 un
grupo de científicos investigará la milagrosa reliquia.
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