29 de septiembre – sábado
–
25ª – Semana del T.O. –
B
Lectura de la profecía de Daniel (7,9-10.13-14):
Durante la
visión, vi que colocaban unos tronos, y un anciano se sentó; su vestido era
blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego;
sus ruedas, llamaradas. Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles
y miles le servían, millones estaban a sus órdenes.
Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Mientras miraba, en
la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que
se acercó al anciano y se presentó ante él. Le dieron poder real y dominio;
todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no
pasa, su reino no tendrá fin.
Palabra de Dios
Salmo: 137,1-2a.2b-3.4-5.7c-8
R/. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor
Te doy
gracias, Señor, de todo corazón;
delante
de los ángeles tañeré para ti,
me
postraré hacia tu santuario. R/.
Daré
gracias a tu nombre:
por tu
misericordia y tu lealtad,
porque tu
promesa supera a tu fama;
cuando te
invoqué, me escuchaste,
acreciste
el valor en mi alma. R/.
Que te den
gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al
escuchar el oráculo de tu boca;
canten
los caminos del Señor,
porque la
gloria del Señor es grande. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,47-51):
En aquel
tiempo, vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él:
«Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta:
«¿De qué me conoces?»
Jesús le responde:
«Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la
higuera, te vi.»
Natanael respondió:
«Rabí, tú eres el Hijo de
Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó:
«¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has
de ver cosas mayores.»
Y le añadió:
«Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios
subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor
Homilía
del Papa en Santa Marta
Las lecturas del día nos presentan imágenes muy
fuertes: la visión de la gloria de Dios narrada por el profeta Daniel, con el
Hijo del Hombre, Jesucristo, ante el Padre (cfr. Dan 7,9-10.13-14); la lucha
del Arcángel Miguel y sus ángeles contra el gran dragón, la serpiente antigua,
el llamado diablo que seduce a toda la tierra habitada, pero es derrotado, como
afirma el Apocalipsis (cfr. Ap 12,7-12); y el Evangelio en el que Jesús le dice
a Natanael (cfr. Jn 1,47-51): Veréis el cielo abierto y los ángeles de Dios
subir y bajar sobre el Hijo del hombre (Jn 1,51).
El Apocalipsis dice que la lucha entre el
demonio y Dios viene después de que Satanás intente destruir a la mujer que
está a punto de dar a luz al hijo. Satanás siempre procura destruir al hombre:
ese hombre que Daniel veía en la gloria, y que Jesús decía a Natanael que
vendría en su gloria. Desde el principio, la Biblia nos habla de esto: de la
seducción para destruir, de Satanás. Quizá por envidia. Leemos en el salmo 8:
Tú hiciste al hombre superior a los ángeles (S 8,5), y la inteligencia tan
grande del ángel no podía aguantar esa humillación, que una criatura inferior
fuese hecha superior; por eso quería destruirlo. Satanás intentar destruir a la
humanidad, a todos nosotros. Tantos planes —quitando nuestros pecados—, tantos
y tantos proyectos de deshumanización del hombre, son obra de él, simplemente
porque odia al hombre. ¡Es astuto!: ya lo dice la primera página del Génesis;
es astuto. Presenta las cosas como si fueran buenas, aunque su intención es la
destrucción.
Pero los ángeles nos defienden. Defienden al
hombre y defienden al Hombre-Dios, al Hombre superior, a Jesucristo, que es la
perfección de la humanidad, el más perfecto. Por eso, la Iglesia honra a los
ángeles, porque están en la gloria de Dios y defienden el gran misterio
escondido de Dios: que el Verbo se hizo carne (Jn 1,14). También la tarea del
pueblo de Dios es proteger al hombre: al Hombre Jesús, porque es el hombre que
da vida a todos los hombres. En cambio, en sus planes de destrucción, Satanás
inventa excusas humanísticas, pero que van contra el hombre, contra la
humanidad y contra Dios.
La lucha es una realidad diaria en la vida
cristiana: en nuestro corazón, en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestro
pueblo, en nuestras iglesias... ¡Si no se lucha, seremos derrotados!
Afortunadamente, el Señor dio esa tarea principalmente a los ángeles: luchar y
vencer. ¡Qué bonito es el canto final del Apocalipsis, después de esa lucha:
Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la
autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros
hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche (Ap 12,10).
Acostumbrémonos a encomendarnos a los
Arcángeles y a rezar aquella oración antigua, pero tan bonita, al Arcángel san
Miguel*, para que siga defendiendo el misterio más grande de la humanidad: que
el Verbo se hizo Hombre, murió y resucitó. Ese es nuestro tesoro. Que continúe
luchando para protegerlo.
*
Oración a san Miguel: Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha, sé
nuestro amparo contra la maldad y las asechanzas del demonio. Pedimos
suplicantes que Dios lo mantenga bajo su imperio; y tú, Príncipe de la milicia
celestial, arroja al infierno con el poder divino, a Satanás y a los otros
espíritus malvados, que andan por el mundo tratando de perder a las almas.
Amén.
Santos Arcángeles Miguel,
Gabriel y Rafael
Los 3 Arcángeles, los únicos cuyos nombres constan en la Biblia
Martirologio Romano: Fiesta de los santos arcángeles Miguel, Gabriel y
Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo el título de San Miguel,
en la vía Salaria, a seis miliarios de Roma, se celebran juntamente los tres
arcángeles, de quienes la Sagrada Escritura revela misiones singulares y que,
sirviendo a Dios día y noche, y contemplando su rostro, a él glorifican sin
cesar.
Breve Semblanza
Son los nombres con que se presentan en la Sagrada Escritura estos tres
príncipes de la corte celestial.
Miguel aparece en defensa de los intereses divinos ante la rebelión
de los ángeles malos; Gabriel, enviado por el Señor a diferentes misiones,
anunció a la Virgen Maria el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios y su
maternidad divina; Rafael acompañó al joven Tobías cuando cumplia un difícil
encargo y se ocupó de solucionar difíciles asuntos de su esposa.
Actualmente, se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de
todo tipo que tratan este tema; se venden "angelitos" de oro, plata o
cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y sus
nombres.
Hay que tener cuidado, pues se puede caer en dar a los ángeles
atribuciones que no les corresponden y elevarlos a un lugar de semidioses, convertirlos
en "amuletos" que hacen caer en la idolatría, o crear confusiones
entre lo que son las inspiraciones del Espíritu Santo y los consejos de los
ángeles.
Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la
vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les puede
igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses.
A pesar de que están de moda, por otro lado, es muy fácil que nos
olvidemos de su existencia, por el ajetreo de la vida y principalmente, porque
no los vemos.
Este olvido puede hacernos desaprovechar muchas gracias que Dios ha
destinado para nosotros a través de los ángeles.
Por esta razón, la Iglesia ha fijado dos festividades para que, al
menos dos días del año, nos acordemos de los ángeles y los arcángeles, nos
alegremos y agradezcamos a Dios el que nos haya asignado un ángel custodio y
aprovechemos estos días para pedir su ayuda.
Misión de los ángeles
Los ángeles son seres espirituales creados por Dios por una libre
decisión de su Voluntad divina. Son seres inmortales, dotados de inteligencia y
voluntad.
Debido a su
naturaleza espiritual, los ángeles no pueden ser vistos ni captados por los
sentidos.
En algunas ocasiones muy especiales, con la intervención de Dios, se
han visto y oído materialmente. La reacción de las personas al verlos u oírlos
ha sido de asombro y de respeto. Por ejemplo, los profetas Daniel y Zacarías.
En el siglo IV, el arte religioso representó a los ángeles con forma
de figura humana. En el siglo V, se le añadieron las alas, como símbolo de su
prontitud en realizar la Voluntad divina y en trasladarse de un lugar a otro
sin la menor dificultad.
En la Biblia encontramos algunos motivos para que los ángeles sean
representados como seres brillantes, de aspecto humano y alados. Por ejemplo,
el profeta Daniel escribe que un "ser que parecía varón" -se refería
al arcángel Gabriel- volando rápidamente, vino a él (Daniel 8, 15-16; 9,21). Y,
en el libro del Apocalipsis, son frecuente las apariciones de ángeles que
claman, tocan las trompetas, llevan mensajes o son portadores de copas e
incensarios; otros que suben, bajan o vuelan; otros que están de pie en cada
uno de los cuatro puntos cardinales de la tierra o junto al trono del Cordero,
Cristo.
La misión de los ángeles es amar, servir y dar gloria a Dios, ser
mensajeros y cuidar y ayudar a los hombres. Ellos están constantemente en la
presencia de Dios, atentos a sus órdenes, orando, adorando, vigilando, cantando
y alabando a Dios y pregonando sus perfecciones. Se puede decir que son
mediadores, custodios, guardianes, protectores y ministros de la justicia
divina.
La presencia y la acción de los ángeles aparece a lo largo del
Antiguo Testamento, en muchos de sus libros sagrados. Aparece frecuentemente,
también, en la vida y enseñanzas de Nuestro Señor, Jesucristo, en la Carta de
san Pablo, en los Hechos de los Apóstoles y, principalmente, en el Apocalipsis.
Con la lectura de estos textos, podemos descubrir algo más acerca de
los ángeles: nos protegen, nos defienden físicamente y nos fortalecen al
combatir las fuerzas del mal. luchan con todo su poder por y con nosotros.
Como ejemplo, está la milagrosa liberación de San Pedro que pudo huir
de la prisión ayudado por un ángel (Hechos 12, 7 y siguientes). También,
aparece un ángel deteniendo el brazo de Abraham, para que no sacrificara a su
hijo, Isaac.
Los ángeles nos comunican mensajes importantes del Señor en
determinadas circunstancias de la vida. En momentos de dificultad, se les puede
pedir luz para tomar una decisión, para solucionar un problema, actuar
acertadamente y para descubrir la verdad.
Por ejemplo, tenemos las apariciones a la Virgen María, a San José y
a Zacarías. Todos ellos recibieron mensajes de los ángeles.
Los ángeles cumplen, también, las sentencias de castigo del Señor,
como el castigo a Herodes Agripa (Hechos de los Apóstoles) y la muerte de los
primogénitos egipcios (Exódo 12, 29).
Los ángeles presentan nuestras oraciones al Señor y nos conducen a
Él. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida y nos conducirán, con toda bondad,
después de nuestra muerte, hasta el trono de Dios para nuestro encuentro
definitivo con Él. Este será el último servicio que nos presten pero el más
importante. El arcángel Rafael dice a Tobías: "Cuando ustedes oraban, yo
presentaba sus oraciones al Señor", (Tob 12, 12 - 16).
Ellos nos animan a ser buenos pues ven continuamente el rostro de
Dios y también ven el nuestro. Debemos tener presentes las inspiraciones de los
ángeles para saber obrar correctamente en todas las circunstancias de la vida.
"Los ángeles se regocijan cuando un pecador se arrepiente", (Lucas
15, 10).
Jerarquía de
los ángeles
Se suelen enumerar nueve coros u órdenes angélicos. Esta jerarquía se
basa en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para referirse a
ellos. Dentro de esta jerarquía, los superiores hacen participar a los
inferiores de sus conocimientos.
Cada tres coros de ángeles constituyen una jerarquía y todos ellos
forman la corte celestial.
Jerarquía Suprema:
serafines
querubines
tronos
Jerarquía
Media:
ominaciones
virtudes
potestades
Jerarquía Inferior:
Serafines: Son los "alabadores" de Dios. Serafín significa
"amor ardiente". Los serafines alaban constantemente al Señor y
proclaman su santidad.
(Isaías 6,
17)
Querubines: Son los "guardianes" de las cosas de Dios. Aparecen como
encargados de guardar el arca de la alianza y el camino que lleva al árbol de
la vida. Entre dos querubines comunica Yahvé sus revelaciones. "Se sienta
sobre querubines".
(Génesis,
Éxodo, en la visión de Ezequiel, 1, 4 y Carta a los Hebreos, 9,5).
Potestades, Virtudes, Tronos, Principados y Dominaciones:
En la Biblia encontramos estos diversos nombres cuando se habla del
mundo angélico. Hay quien interpreta los nombres de los ángeles como
correspondientes a su grado de perfección. Para San Gregorio, los nombres de
los ángeles se refieren a su ministerio:
los principados son los encargados de la repartición de los
bienes espirituales
las virtudes son los
encargados de hacer los milagros las
potestades son los que
luchan contra las fuerzas adversas las dominaciones son los que participarán en el gobierno de las sociedades los tronos son los que están atentos a las razones del obrar divino.
Existe,
también, una jerarquía basada en los distintos nombres que se encuentran en la
Biblia para referirse a ellos. A los arcángeles les podríamos llamar los
"asistentes de Dios". Son ángeles que están al servicio directo del
Señor para cumplir misiones especiales.
Arcángel San Miguel: es el que arrojó del Cielo a Lucifer y a los
ángeles que le seguían y quien mantiene la batalla contra Satanás y demás
demonios para destruir su poder y ayudar a la Iglesia militante a obtener la
victoria final. El nombre de Miguel significa "quien como Dios". Su
conducta y fidelidad nos debe invitar a reconocer siempre el señoría e Jesús y
buscar en todo momento la gloria de Dios.
Arcángel San Gabriel: en hebreo significa "Dios es fuerte",
"Fortaleza de Dios". Aparece siempre como el mensajero de Yahvé para
cumplir misiones especiales y como portador de buenas noticias. Anunció a
Zacarías el nacimiento de Juan, el Bautista y a la Virgen María, la Encarnación
del Hijo de Dios.
Arcángel San Rafael: su nombre quiere decir "medicina de
Dios". Tiene un papel muy importante en la vida del profeta Tobías, al
mostrarle el camino a seguir y lo que tenía que hacer. Tobías obedeció en todo
al arcángel San Rafael, sin saber que era un mensajero de Dios. Él se encargó
de presentar sus oraciones y obras buenas a Dios, dejándole como mensaje
bendecir y alabar al Señor, hacer siempre el bien y no dejar de orar. Se le
considera patrono de los viajeros por haber guiado a Tobías en sus viajes. Es
patrono, también, de los médicos (de cuerpo y alma) por las curaciones que
realizó en Tobit y Sara, el padre y la esposa de Tobías.
Los ángeles custodios
Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle
el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma sobre este tema
San Jerónimo: "Grande es la dignidad de las almas, cuando cada una de
ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para su
custodia".
En el Antiguo Testamento se puede observar como Dios se sirve de sus
mensajeros para proteger a los hombres de la acción del demonio, para ayudar al
justo o librarlo del peligro, como cuando a Elías lo alimentó un ángel, (1
Reyes, 19, 5).
En el Nuevo Testamento también se pueden observar muchos sucesos y
ejemplos en los que aparecen estos seres: el mensaje a San José para que huyera
a Egipto y los ángeles que sirvieron a Jesús, después de las Tentaciones en el
desierto, entre otros ejemplos.
Se puede decir que los ángeles custodios son compañeros de viaje, que
siempre estarán al lado de cada uno de nosotros, en las buenas y en las malas,
sin separarse ni un solo momento. Está a nuestro lado mientras trabajamos, descansamos,
cuando nos divertimos y cuando rezamos, cuando le pedimos ayuda y cuando le
olvidamos. Y, lo más importante, es que no se aparta de nosotros ni siquiera
cuando perdemos la gracia de Dios por el pecado. Nos presta auxilio para
enfrentar de mejor ánimo las dificultades y tentaciones de la vida diaria.
Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como si fuera algo
infantil. Pero, si pensamos que al crecer la persona se enfrentará a una vida
con mayores tentaciones y dificultades, el ángel custodio será de gran ayuda.
Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz,
necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así podrá
convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro.
Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues
además de que él nos guía y nos protege, está muy cerca de Dios y le puede
decir directamente lo que queremos o necesitamos.
Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos ni
deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya que
sólo Dios sabe lo que hay dentro de nuestro corazón. Ellos, en cambio, sólo
pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras obras, palabras,
gestos, etc.
También podemos pedirle favores especiales a los ángeles de la guarda
de otras personas para que las protejan de determinados peligros o las guíen en
situaciones difíciles.
¿Qué nos enseñan los ángeles?
Nos enseñan a:
glorificar al Señor,
proclamar su santidad y rendirle sus homenajes de adoración, de amor y de
ininterrumpida alabanza.
cumplir con exactitud y prontamente todas las órdenes que recibimos del señor y a cumplir
su Voluntad sin discutir sus mandatos ni aplazando el cumplimiento de éstas.
servir al prójimo, pues ellos
están preocupados por nosotros y quieren ayudarnos en las diversas
circunstancias que se nos presentan en la vida. Esto nos anima a compartir con
nuestros hermanos penas y alegrías.
¿Quiénes son los ángeles caídos?
Dios creó a los ángeles como espíritus puros, todos se encontraban en
estado de gracia. Pero algunos, encabezados por Luzbel, el más bello de los
ángeles, por su malicia y soberbia se negaron a adorar a Jesucristo, Dios hecho
hombre, por sentirse seres superiores. Así, rechazaron eternamente a Dios con
un acto inteligente y libre de su parte.
A Luzbel -también denominado Lucifer, Diablo o Satán- junto con los
ángeles rebeldes que le siguieron -convertidos en demonios- fueron arrojados
del Cielo al infierno. Quedaron confinados a un estado eterno de tormento en
donde nunca más podrán ver a Dios.
No cambiaron
su naturaleza, siguen siendo seres espirituales y reales.
Lucifer es el enemigo de Dios. Jesús le llama “el engañador”, “el
padre de la mentira”. Su constante actividad en el mundo busca apartar a los
hombres de Dios mediante engaños e invitaciones al mal. Quiere evitar que lo
conozcan, que lo amen y que alcancen la felicidad eterna. Es un enemigo con el
que se tiene que luchar para poder llegar al Cielo.
Los demonios se encuentran organizados en jerarquías, tal y como
fueron creados en un principio, subordinados los inferiores a los superiores.
Satanás y sus demonios comenzaron sus maléficas acciones con Adán y
Eva y no se dan por vencidos en su labor. Aprovechan la inclinación del hombre
hacia el mal por su naturaleza que quedó dañada después del pecado original.
Son muy astutos, disfrazan el mal de bien. Su acción ordinaria en el hombre es
la tentación. Por ello rezamos en el Padrenuestro: “...no nos dejes caer en
tentación y líbranos del mal.”
¿Por qué creer en los ángeles?
Toda la Sagrada Escritura está llena de versículos y capítulos
completos que hablan de los ángeles. Si creemos en la Sagrada Escritura, no
podemos negar la existencia y la acción de los ángeles.
Además del testimonio de la Revelación, tenemos el de los Santos
Padres de la Iglesia quienes nos dejaron bellas y sugestivas descripciones de
los ángeles que fueron retomadas por Santo Tomás no sólo en el aspecto
teológico sino en un dinamismo cristiano. La Iglesia ha definido dogma de fe la
existencia de los ángeles.
Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net
No hay comentarios:
Publicar un comentario