12 de Julio – VIERNES –
14ª – SEMANA DEL T. O. – C –
San Juan Gualberto
Lectura
del libro del Génesis (46,1-7.28-30):
En aquellos días, Israel, con todo lo suyo, se puso en camino,
llegó a Berseba y allí ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac.
Dios
le dijo a Israel en una visión de noche:
«Jacob,
Jacob.»
Respondió:
«Aquí
estoy.»
Dios
le dijo:
«Yo
soy Dios, el Dios de tu padre; no temas bajar a Egipto, porque allí te
convertiré en un pueblo numeroso. Yo bajaré contigo a Egipto, y yo te haré
subir; y José te cerrará los ojos.»
Al
salir Jacob de Berseba, los hijos de Israel hicieron montar a su padre, con los
niños y las mujeres, en las carretas que el Faraón había enviado para
transportarlos. Tomaron el ganado y las posesiones que habían adquirido en
Canaán y emigraron a Egipto Jacob con todos sus descendientes, hijos y nietos,
hijas y nietas, y todos los descendientes los llevó consigo a Egipto. Jacob
despachó por delante a Judá, a visitar a José y a preparar el sitio en Gosén.
Cuando
llegaban a Gosén, José mandó preparar la carroza y se dirigió a Gosén a recibir
a su padre. Al verlo, se le echó al cuello y lloró abrazado a él.
Israel dijo a José:
«Ahora
puedo morir, después de haberte visto en persona, que estás vivo.»
Palabra
de Dios
Salmo:
36,3-4.18-19.27-28.39-40
R/.
El Señor es quien salva a los justos
Confía en el Señor y haz el bien,
habita tu tierra y
practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide
tu corazón. R/.
El Señor vela por los días de los buenos,
y su herencia durará
siempre;
no se agostarán en
tiempo de sequía,
en tiempo de hambre se
saciarán. R/.
Apártate del mal y haz el bien,
y siempre tendrás una
casa;
porque el Señor ama la
justicia
y no abandona a sus
fieles.
Los inicuos son
exterminados,
la estirpe de los
malvados se extinguirá. R/.
El Señor es quien salva a los justos,
él es su alcázar en el
peligro;
el Señor los protege y
los libra,
los libra de los
malvados
y los salva porque se
acogen a él. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (10,16-23):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«Mirad
que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y
sencillos como palomas. Pero no os fieis de la gente, porque os entregarán a
los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante
gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los
gentiles.
Cuando
os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su
momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que
habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus hermanos para
que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus
padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta
el final se salvará.
Cuando
os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que no terminaréis
con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre.»
Palabra
del Señor
1.
"Evangelio" y "peligro" son dos palabras que tienen
que ir juntas. Así se lo avisa Jesús a sus apóstoles. La misión, que tienen que
cumplir entraña peligros
muy serios. Peligros de incomprensión, de
persecución, de denuncias, cárceles, torturas. Y todo esto, no sucederá solo
ante los tribunales civiles, sino además también en sus relaciones con las
autoridades religiosas.
Por tanto, el que va a evangelizar, si
hace eso de verdad, que se prepare. Porque su vida no va a ser un camino de éxitos
y reconocimientos.
La autenticidad de la evangelización
se mide por la respuesta de persecución. Y por la odiosidad que provoca
semejante tarea.
Un cura que es querido y apreciado por
todo el mundo es, sin duda alguna, es un mal cura.
A Jesús lo despreciaron y persiguieron.
Lo mismo le pasó a san Pablo y a san Francisco de Asís. Al que no le pasa, ¿a
qué se dedica?
2. ¿Por qué "evangelización"
y "persecución" van unidas necesariamente?
Porque evangelizar es hacer ahora lo
que, en su tiempo, hizo Jesús. Y ya
sabemos lo que le ocurrió a Jesús. Y tiene que
ser así. Porque, si es que nos
enfrentamos al sufrimiento, nos tenemos que
enfrentar a los causantes del sufrimiento. Pero eso no se puede hacer
impunemente.
El que denuncia públicamente los
atropellos que se cometen contra los pobres, lo paga caro.
3.
Y esto es tan serio, y tiene tan graves consecuencias, que desencadena
hasta el odio entre hermanos, padres e hijos,
sangre con sangre. En el fondo, el
problema está en que el común de los mortales no aguanta que le toquen
en su dinero, en sus privilegios, en su buena instalación.
El que toca ahí, queda
"tocado", "dañado", "señalado", quizá apuntado a
alguna lista negra o simplemente ahí, "en la calle", sin oficio ni
beneficio.
El que aguanta eso durante una vida
entera, ese es persona de muchos quilates. Y de una coherencia a toda
prueba.
San Juan Gualberto
Religioso benedictino -Año 1073
En el monasterio de Passignano,
en la Toscana, san Juan Gualberto, abad, que después de perdonar por el amor de
Cristo al asesino de un hermano suyo, vistió el hábito monástico, y más tarde,
deseando practicar una vida de mayor austeridad, puso los cimientos de una
nueva familia monástica en Valumbrosa.
Vida de San Juan
Gualberto
Nació en Florencia, de familia muy rica y su único hermano fue
asesinado. Era heredero de una gran fortuna y su padre deseaba que ocupara
altos puestos en el gobierno.
Un Viernes Santo iba este santo por un camino rodeado de varios
militares amigos suyos, y de pronto se encontró en un callejón al asesino de su
hermano. El enemigo no tenía a donde huir, y Juan dispuso matarlo allí mismo.
El asesino se arrodilló, puso sus brazos en cruz y le dijo: "Juan, hoy es
Viernes Santo. Por Cristo que murió por nosotros en la cruz, perdóname la
vida". Al ver Gualberto aquellos brazos en cruz, se acordó de Cristo
crucificado. Se bajó de su caballo. Abrazó a su enemigo y le dijo: "Por
amor a Cristo, te perdono".
Siguió su camino y al llegar a la próxima iglesia se arrodillo
ante la imagen de Cristo crucificado y le pareció que Jesús inclinaba la cabeza
y le decía: "Gracias Juan".
Desde aquel día su vida cambió por completo. En premio de su
buena acción, Jesús le concedió la vocación, y Juan dejó sus uniformes
militares y sus armas y se fue al convento de los monjes benedictinos de su
ciudad a pedir que lo admitieran como religioso. Su padre se opuso totalmente y
exigió al superior del convento que le devolvieran a Juan inmediatamente.
Cuando el papá vio al antiguo guerrero convertido en sencillo y
piadoso monje se echó a llorar, y dándole su bendición se retiró.
En aquellos tiempos, el peor defecto que había en la Iglesia era
la Simonía, es decir, algunos compraban los altos cargos, y así llegaban a
dirigir la Santa Iglesia algunos hombres indignos. En el convento de Florencia,
donde estaba Juan, se murió el superior, uno de los monjes fue con el obispo y
con dinero hizo que lo nombraran superior a él. También el obispo había
comprado su cargo.
Gualberto no pudo soportar esta indignidad y se retiró de aquel
convento con otros monjes y antes de salir de la ciudad, declaró públicamente
en la plaza principal que el superior del convento y el obispo merecían ser
destituidos porque habían cometido el pecado de simonía. Más tarde logró que
los destituyeran.
Fundador.
Se fue a un sitio muy apartado y silencioso, llamado Valleumbroso
y allá fundó un monasterio de monjes benedictinos que se propusieron cumplir
exactamente todo lo que San Benito había recomendado a sus monjes. El
monasterio llegó a ser muy famoso y le llegaron vocaciones de todas partes. Con
los mejores religiosos de su nuevo convento fue fundando varios monasterios más
y así logró difundir por muchas partes de Italia las buenas costumbres, y fue
atacando sin misericordia la simonía y las costumbres corrompidas. Las gentes
sentían gran veneración por él.
Después de haber logrado que muchas personas abandonaran sus
vicios y se convirtieran y que muchos sacerdotes empezaran a llevar una vida
santa, y gozando del enorme aprecio del Papa y de numerosos obispos, murió el
12 de julio de 1073, dejando muchos monasterios de religiosos que trataban de
imitarlo en sus virtudes y llegaron a gran santidad.
Que sus ejemplos sean de gran provecho para nuestra alma.
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