20 de Julio – SÁBADO –
15ª – SEMANA DEL T. O. – C –
San Elías profeta
Lectura
del libro del Éxodo (12,37-42):
En aquellos días, los israelitas marcharon de Ramsés hacia Sucot:
eran seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños; y les seguía una
multitud inmensa, con ovejas y vacas y enorme cantidad de ganado. Cocieron la
masa que habían sacado de Egipto, haciendo hogazas de pan ázimo, pues no había
fermentado, porque los egipcios los echaban y no los dejaban detenerse; y
tampoco se llevaron provisiones.
La
estancia de los israelitas en Egipto duró cuatrocientos treinta años. Cumplidos
los cuatrocientos treinta años, el mismo día, salieron de Egipto las legiones
del Señor.
Noche
en que veló el Señor para sacarlos de Egipto: noche de vela para los israelitas
por todas las generaciones.
Palabra
de Dios
Salmo:
135,1.23-24.10-12.13-15
R/.
Porque es eterna su misericordia
En nuestra humillación, se acordó de nosotros. R/.
Y nos libró de nuestros opresores. R/.
Él hirió a Egipto en sus primogénitos. R/.
Y sacó a Israel de aquel país. R/.
Con mano poderosa, con brazo extendido. R/.
Él dividió en dos partes el mar Rojo. R/.
Y condujo por en medio a Israel. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (12,14-21):
En aquel tiempo, los fariseos planearon el modo de acabar con
Jesús. Pero Jesús se enteró, se marchó de allí, y muchos le siguieron.
Él
los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que
dijo el profeta Isaías:
«Mirad
a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre él he puesto mi
espíritu para que anuncie el derecho a las naciones.
No
porfiará, no gritará, no voceará por las calles.
La
caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará, hasta implantar
el derecho; en su nombre esperarán las naciones.»
Palabra
del Señor
1.
Los fariseos habían tomado la decisión de matar a Jesús desde el día
que curó un hombre manco en la sinagoga. Era
un sábado (Mc 3, 1-6; Mt 12, 9-13).
Estos fariseos representan la postura
extrema del integrismo religioso.
El integrismo que seguimos viendo en
los grupos que hoy matan o mutilan a
las mujeres, persiguen a los homosexuales,
insultan o excomulgan a los heterodoxos, etc. La religión, en estas cosas, no
ha cambiado. Y sigue siendo una
amenaza constante para la dignidad, los
derechos humanos, la libertad de los
individuos y de los pueblos.
En el caso de Jesús, su libertad, ante
los abusos del integrismo religioso, tuvo un precio duro. Con frecuencia tuvo
que vivir como un fugitivo, huyendo de un lugar a otro, para poder seguir cumpliendo
su misión.
2.
En estas condiciones, Mateo recuerda el texto genial del profeta Isaías
(42,1-4). Dios presenta así a su "niño" (país), que era, en aquel
tiempo, la expresión familiar del "esclavo" (K. H. Rengstorf).
El Dios de Jesús realiza su proyecto
así: desde y mediante la debilidad de un niño, que tiene por misión implantar entre
todos los pueblos la "salvación" (krísis), una palabra que se puede
traducir por "derecho", pero que en realidad expresa un juicio que
nunca es condenatorio, sino de cariño que salva.
Por eso Jesús pasó por la vida salvando todo lo salvable y respetando todo
cuando merece respeto y tolerancia. Es la actitud que merece todo ser humano.
3.
Jesús no fue excluyente. Solo fue intolerante con los intolerantes. Con
la
sola intención de que abandonasen su
intolerancia.
Jesús (la imagen perfecta de Dios) no
puede ser de otra manera. El problema
está en que mucha gente religiosa no busca a Dios, ni cree en Dios, sino que
busca aquellas representaciones de Dios que más le convienen para justificar
sus opciones sociales, económicas, políticas...
Pero eso ya no es "de Dios",
sino "uso de Dios" para satisfacer nuestras conveniencias.
Pero eso, ya no es religión. Eso es un
vulgar engaño interesado.
San Elías profeta
Conmemoración de san Elías
Tesbita, profeta del Señor en tiempo de Ajab y Ococías, reyes de Israel, que
defendió los derechos del único Dios ante el pueblo infiel a su Señor, con tal
valor que prefiguró no sólo a Juan Bautista sino al mismo Cristo. No dejó
oráculos escritos, pero se le ha recordado siempre fielmente, sobre todo en el
Monte Carmelo.
Vida de San Elías profeta
Cuando sucedió, allá en el monte llamado Tabor, la
Transfiguración de Jesucristo ante los tres discípulos predilectos Pedro, Juan
y Santiago, dejándoles ver por un momento su Gloria, allá apareció Elías entre
los invitados junto a otro peregrino de la montaña que se llamaba Moisés; los
discípulos los veían conversando familiarmente con Cristo; entre los tres
comentaban cosas sobre los acontecimientos de la próxima Pasión.
Ya sabían cosas de él; las habían escuchado con frecuencia en la
sinagoga de los sábados; incluso los más viejos del lugar afirmaban que en los
últimos tiempos se hablaba de Elías más que en otras épocas; no hacía mucho, la
gente llegó a confundir a aquel Bautista que realizaba su carismática
predicación en el río Jordán con Elías; los mismos príncipes de los sacerdotes
habían mandado a unos comisionados para que investigaran si Juan era el Mesías
tan esperado y, al obtener una respuesta negativa, intuyeron que se trataba de
alguna otra persona importante y hasta le preguntaron si era una especie de
reencarnación de Elías o una aparición suya, puesto que se hablaba de que el
gran profeta tendría que venir en los tiempos últimos.
¿Qué quién fue este personaje?
Los judíos de todos los lugares conocían bien sus portentosas
obras que fueron parte de su misión. Había nacido en torno al año 900 antes de
Cristo, cuando ya se había consumado la división cismática político-religiosa
del Pueblo de Dios que quedó seccionado en el Reino del Norte -con capital en
Samaría- y el Reino del Sur -con capital en Jerusalén-, después de la asamblea
que tuvieron en el 931, en Siquén. En el reino del norte se llama desde
entonces Israel y el del sur Judá. Cuando Elías ejerce su profetismo por
encargo de Dios, reina en Israel Ajab; pero se ha casado con la cruel Jezabel,
hija de Ittobaal el rey de Tiro y Sidón, que ha traído a Samaría a sus profetas
y dioses fenicios, levantado un templo a los baales y ha perseguido hasta el
aniquilamiento a los profetas del verdadero y único Dios, Yahwé.
Elías o Eliyahú, que quiere decir "Dios es mi
confianza", es fuerte y claro con el rey Ajab. Le dirá que por haberse
apartado de Yahwé y por haber torcido sus ojos a los dioses falsos ya lleva su
reino sufriendo años la sequía que ha mandado Elías; hace años que los campos
se han olvidado de las cosechas, los veneros están agostados y los animales se
mueren; los hombres tienen labios resecos y Samaría entera sufre el azote de
Dios.
Profeta fuerte y claro con el pueblo prevaricador. "¿Hasta
cuándo cojearéis entre dos muletas?" les dice, recriminándoles por
mantenerse dubitativos y negligentes entre Yahwé y los baales. Tiene que
convencerles con un prodigio: Reunidos los cuatrocientos cincuenta profetas de
Baal y él solo en lid sobrenatural para dilucidar ante el pueblo dónde está la
verdad; dos novillos descuartizados dispuestos sobre el monte para el
sacrificio; los profetas de los baales danzarán, cantarán, gritarán,
implorarán, se harán incisiones sangrientas y entrarán en trance sin éxito;
Elías invocará con sencillez al Dios de Israel y de Judá y vendrá de inmediato
un fuego del cielo que hará en un instante cenizas a las víctimas y a las
piedras por más que antes hubieran sido empapadas en agua.
Con los intereses de Yahwéh es fuerte y claro por encima de todo.
Los cuatrocientos cincuenta profetas de los falsos dioses son pasados a
cuchillo junto al torrente Cisón. Ni uno sólo escapó.
Convertido ya el pueblo al buen Dios no hace falta que continúe
el castigo. Viene el agua como llega la persecución de la vengativa Jezabel que
obliga a huir a Elías al desierto donde, cansado y agotado el profeta, pide ya
la llegada de su fin bajo la retama. Como el desierto tiene reminiscencias de
lugar encontradizo con Dios, le viene el encargo de reponer fuerzas porque el
camino a recorrer es aún largo para Elías. Hace falta ungir a Yehú para rey de
Israel y preparar a Eliseo como sucesor en el profetismo.
Aún tuvieron tiempo para ver al hombre de Dios pasar andando el
río Jordán golpeado con su manto.
¡Cuánto debió ser el poder que Dios dio a Elías cuando Eliseo se
conformaba sólo con un tercio de él para desempeñar su propia misión! Y lo
tendrá al ver el rapto de su maestro al cielo en aquel carro de fuego.
(Fuente: archimadrid.es)
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