viernes, 19 de julio de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 20 de Julio – SÁBADO – 15ª – SEMANA DEL T. O. – C – San Elías profeta




20 de Julio – SÁBADO –
15ª – SEMANA DEL T. O. – C –
San Elías profeta

Lectura del libro del Éxodo (12,37-42):

En aquellos días, los israelitas marcharon de Ramsés hacia Sucot: eran seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños; y les seguía una multitud inmensa, con ovejas y vacas y enorme cantidad de ganado. Cocieron la masa que habían sacado de Egipto, haciendo hogazas de pan ázimo, pues no había fermentado, porque los egipcios los echaban y no los dejaban detenerse; y tampoco se llevaron provisiones.
La estancia de los israelitas en Egipto duró cuatrocientos treinta años. Cumplidos los cuatrocientos treinta años, el mismo día, salieron de Egipto las legiones del Señor.
Noche en que veló el Señor para sacarlos de Egipto: noche de vela para los israelitas por todas las generaciones.

Palabra de Dios

Salmo: 135,1.23-24.10-12.13-15

R/. Porque es eterna su misericordia

En nuestra humillación, se acordó de nosotros. R/.
Y nos libró de nuestros opresores. R/.
Él hirió a Egipto en sus primogénitos. R/.
Y sacó a Israel de aquel país. R/.
Con mano poderosa, con brazo extendido. R/.
Él dividió en dos partes el mar Rojo. R/.
Y condujo por en medio a Israel. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (12,14-21):

En aquel tiempo, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se enteró, se marchó de allí, y muchos le siguieron.
Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías:
«Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones.
No porfiará, no gritará, no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho; en su nombre esperarán las naciones.»

Palabra del Señor

1.   Los fariseos habían tomado la decisión de matar a Jesús desde el día
que curó un hombre manco en la sinagoga. Era un sábado (Mc 3, 1-6; Mt 12, 9-13).
Estos fariseos representan la postura extrema del integrismo religioso.
El integrismo que seguimos viendo en los grupos que hoy matan o mutilan a
las mujeres, persiguen a los homosexuales, insultan o excomulgan a los heterodoxos, etc. La religión, en estas cosas, no ha cambiado. Y sigue siendo una
amenaza constante para la dignidad, los derechos humanos, la libertad de los
individuos y de los pueblos.
En el caso de Jesús, su libertad, ante los abusos del integrismo religioso, tuvo un precio duro. Con frecuencia tuvo que vivir como un fugitivo, huyendo de un lugar a otro, para poder seguir cumpliendo su misión.

2.  En estas condiciones, Mateo recuerda el texto genial del profeta Isaías (42,1-4). Dios presenta así a su "niño" (país), que era, en aquel tiempo, la expresión familiar del "esclavo" (K. H. Rengstorf).
El Dios de Jesús realiza su proyecto así: desde y mediante la debilidad de un niño, que tiene por misión implantar entre todos los pueblos la "salvación" (krísis), una palabra que se puede traducir por "derecho", pero que en realidad expresa un juicio que nunca es condenatorio, sino de cariño que salva.
Por eso Jesús pasó por la vida   salvando todo lo salvable y respetando todo cuando merece respeto y tolerancia. Es la actitud que merece todo ser humano.

3.  Jesús no fue excluyente. Solo fue intolerante con los intolerantes. Con la
sola intención de que abandonasen su intolerancia.
Jesús (la imagen perfecta de Dios) no puede ser de otra manera.  El problema está en que mucha gente religiosa no busca a Dios, ni cree en Dios, sino que busca aquellas representaciones de Dios que más le convienen para justificar sus opciones sociales, económicas, políticas...
Pero eso ya no es "de Dios", sino "uso de Dios" para satisfacer nuestras conveniencias.
Pero eso, ya no es religión. Eso es un vulgar engaño interesado.

San Elías profeta 

           



Conmemoración de san Elías Tesbita, profeta del Señor en tiempo de Ajab y Ococías, reyes de Israel, que defendió los derechos del único Dios ante el pueblo infiel a su Señor, con tal valor que prefiguró no sólo a Juan Bautista sino al mismo Cristo. No dejó oráculos escritos, pero se le ha recordado siempre fielmente, sobre todo en el Monte Carmelo.


Vida de San Elías profeta


Cuando sucedió, allá en el monte llamado Tabor, la Transfiguración de Jesucristo ante los tres discípulos predilectos Pedro, Juan y Santiago, dejándoles ver por un momento su Gloria, allá apareció Elías entre los invitados junto a otro peregrino de la montaña que se llamaba Moisés; los discípulos los veían conversando familiarmente con Cristo; entre los tres comentaban cosas sobre los acontecimientos de la próxima Pasión.
Ya sabían cosas de él; las habían escuchado con frecuencia en la sinagoga de los sábados; incluso los más viejos del lugar afirmaban que en los últimos tiempos se hablaba de Elías más que en otras épocas; no hacía mucho, la gente llegó a confundir a aquel Bautista que realizaba su carismática predicación en el río Jordán con Elías; los mismos príncipes de los sacerdotes habían mandado a unos comisionados para que investigaran si Juan era el Mesías tan esperado y, al obtener una respuesta negativa, intuyeron que se trataba de alguna otra persona importante y hasta le preguntaron si era una especie de reencarnación de Elías o una aparición suya, puesto que se hablaba de que el gran profeta tendría que venir en los tiempos últimos.

¿Qué quién fue este personaje?

Los judíos de todos los lugares conocían bien sus portentosas obras que fueron parte de su misión. Había nacido en torno al año 900 antes de Cristo, cuando ya se había consumado la división cismática político-religiosa del Pueblo de Dios que quedó seccionado en el Reino del Norte -con capital en Samaría- y el Reino del Sur -con capital en Jerusalén-, después de la asamblea que tuvieron en el 931, en Siquén. En el reino del norte se llama desde entonces Israel y el del sur Judá. Cuando Elías ejerce su profetismo por encargo de Dios, reina en Israel Ajab; pero se ha casado con la cruel Jezabel, hija de Ittobaal el rey de Tiro y Sidón, que ha traído a Samaría a sus profetas y dioses fenicios, levantado un templo a los baales y ha perseguido hasta el aniquilamiento a los profetas del verdadero y único Dios, Yahwé.
Elías o Eliyahú, que quiere decir "Dios es mi confianza", es fuerte y claro con el rey Ajab. Le dirá que por haberse apartado de Yahwé y por haber torcido sus ojos a los dioses falsos ya lleva su reino sufriendo años la sequía que ha mandado Elías; hace años que los campos se han olvidado de las cosechas, los veneros están agostados y los animales se mueren; los hombres tienen labios resecos y Samaría entera sufre el azote de Dios.
Profeta fuerte y claro con el pueblo prevaricador. "¿Hasta cuándo cojearéis entre dos muletas?" les dice, recriminándoles por mantenerse dubitativos y negligentes entre Yahwé y los baales. Tiene que convencerles con un prodigio: Reunidos los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal y él solo en lid sobrenatural para dilucidar ante el pueblo dónde está la verdad; dos novillos descuartizados dispuestos sobre el monte para el sacrificio; los profetas de los baales danzarán, cantarán, gritarán, implorarán, se harán incisiones sangrientas y entrarán en trance sin éxito; Elías invocará con sencillez al Dios de Israel y de Judá y vendrá de inmediato un fuego del cielo que hará en un instante cenizas a las víctimas y a las piedras por más que antes hubieran sido empapadas en agua.
Con los intereses de Yahwéh es fuerte y claro por encima de todo. Los cuatrocientos cincuenta profetas de los falsos dioses son pasados a cuchillo junto al torrente Cisón. Ni uno sólo escapó.
Convertido ya el pueblo al buen Dios no hace falta que continúe el castigo. Viene el agua como llega la persecución de la vengativa Jezabel que obliga a huir a Elías al desierto donde, cansado y agotado el profeta, pide ya la llegada de su fin bajo la retama. Como el desierto tiene reminiscencias de lugar encontradizo con Dios, le viene el encargo de reponer fuerzas porque el camino a recorrer es aún largo para Elías. Hace falta ungir a Yehú para rey de Israel y preparar a Eliseo como sucesor en el profetismo.
Aún tuvieron tiempo para ver al hombre de Dios pasar andando el río Jordán golpeado con su manto.
¡Cuánto debió ser el poder que Dios dio a Elías cuando Eliseo se conformaba sólo con un tercio de él para desempeñar su propia misión! Y lo tendrá al ver el rapto de su maestro al cielo en aquel carro de fuego.

(Fuente: archimadrid.es)

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