12 DE ENERO
– MARTES –
1ª – SEMANA DEL T.O. –
B
San Benito Biscop
Lectura de la carta a los Hebreos (2,5-12):
DIOS no sometió a los ángeles el mundo
venidero, del que estamos hablando; de ello dan fe estas palabras:
«¿Qué es el hombre, para que te acuerdes
de él, o el ser humano, para que mires por él?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad, todo lo sometiste bajo sus pies».
En efecto, al someterle todo, nada dejó
fuera de su dominio. Pero ahora no vemos todavía que le esté sometido todo.
Al que Dios había hecho un poco inferior
a los ángeles, a Jesús, lo vemos ahora coronado de gloria y honor por su pasión
y muerte. Pues, por la gracia de Dios, gustó la muerte por todos.
Convenía que aquel, para quien y por quien existe
todo, llevara muchos hijos a la gloria perfeccionando mediante el sufrimiento
al jefe que iba a guiarlos a la salvación.
El santificador y los santificados
proceden todos del mismo. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos, pues
dice:
«Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la
asamblea te alabaré».
Palabra de Dios
Salmo: 8,2a.5.6-7.8-9
R/. Diste a tu Hijo el mando sobre las obras
de tus manos
V/. ¡Señor, dueño
nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder? R/.
V/. Lo hiciste poco
inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos. R/.
V/. Todo lo sometiste
bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar. R/.
Lectura del santo evangelio según san Marcos
(1,21-28):
EN la ciudad de Cafarnaún, el sábado
entra Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza,
porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en
su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar:
«¿Qué tenemos que ver nosotros contigo,
Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de
Dios».
Jesús lo increpó:
«¡Cállate y sal de él!».
El espíritu inmundo lo retorció
violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron
estupefactos:
«¿Qué es esto? Una enseñanza nueva
expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen».
Su fama se extendió enseguida por todas
partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
Palabra de Dios
1. Lo primero, que queda patente en este episodio, es el
contraste entre la enseñanza que transmitía Jesús y la que transmitían los
letrados o "teólogos" oficiales de la religión establecida. Este
contraste es lo que, según la narración, más llamó la atención de la gente. Fue
algo que advirtió enseguida el público que acudió a la sinagoga. - ¿En qué
podía estar la diferencia que la gente notó entre la enseñanza de Jesús y la
enseñanza de los maestros de la Ley?
Se sabe que la tarea y la responsabilidad de los letrados consistía en
vigilar la sumisión y la ortodoxia de los fieles según las enseñanzas de
la tradición religiosa, el cumplimiento de las normas, la fiel observancia de
la Torá, la Ley que, con la autoridad de los "hombres de la
religión" le transmitía a la gente la mentalidad sumisa, que era lo
fundamental y lo más característico de aquella religión.
2. Jesús no enseñaba, ni transmitía, la "mentalidad
sumisa". Lo que Jesús no se cansó de hacer fue liberar a los oprimidos por
las fuerzas del mal". A esto justamente se refiere el Evangelio cuando
habla de los espíritus inmundos.
Que no eran "demonios", sino todo cuanto actúa en la vida como
poderes de opresión, poderes causantes del sufrimiento humano, ya sea que
causen enfermedades, desgracias, sufrimientos de toda índole. Esta “representación" de
las fuerzas del mal como "espíritus inmundos" había sido copiada por
los israelitas exiliados en Babilonia. Y en la lucha contra estas fuerzas, se
centra gran parte del material mítico, que se encuentra en los evangelios,
relativo a "demonios", "espíritus impuros" o denominaciones
semejantes (O. Bócher).
3. Desde que en el mundo hay religiones organizadas, la religión es
generalmente aceptada como un sistema de rangos, que implica dependencia,
sumisión y subordinación a superiores invisibles (Walter Burkert). Lo que suele
dar pie a que las religiones fomenten los "rituales de sumisión":
callar, obedecer, inclinarse, aguantar, arrodillarse, tirarse al suelo... (I.
Eibl-Eibesfeldt).
Es evidente que Jesús no enseñó nada de esto. Ni quiso este tipo de
conductas. Esto es lo que, en el fondo, entusiasmó a la gente que escuchaba a
Jesús.
San Benito Biscop
Abad 628 -
690
Martirologio
Romano: En el monasterio
de Wearmouth, en Northumbria (hoy Inglaterra), san Benito Biscop, abad, que peregrinó
cinco veces a Roma, de donde trajo muchos maestros y libros para que los monjes
reunidos en la clausura del monasterio bajo la Regla de san Benito progresaran
en la ciencia del amor de Cristo, en bien de la Iglesia (c. 690).
Etimología: Benito = Aquel que Dios bendice,
es de origen latino.
Tal vez las palabras más apropiadas
para alabar a San Benito Biscop son las que se encuentran en la Vita quinque
sanctorum abbatum del venerable san Beda: “Fue confiado por sus padres a los
siete años para que lo educara, y se convirtió así en mi más ilustre discípulo
y en una de mis mayores glorias”. A los 25 años, Benito renunció a los favores
del rey Oswiu para ponerse al servicio del verdadero Rey, Jesucristo, para
recibir no un corruptible don terrenal, sino un reino eterno en la ciudad
celestial; abandonó su casa, sus familiares y la patria por Cristo y por el
Evangelio, para recibir el céntuplo y poseer la vida eterna. En el año 653,
después de haber hecho su elección, Benito hizo el primero de sus seis viajes a
Roma para manifestar su devoción a los Santos Pedro y Pablo y al Papa, como
también para buscar modelos de vida y de instituciones monásticas, tanto en
Roma como en los varios lugares por donde pasaba.
Con razón pudo decir en su lecho de
muerte: “Hijitos míos, no crean que me inventé la constitución que les he dado.
Después de haber visitado diecisiete monasterios, de los que traté de conocer
perfectamente las leyes y las costumbres, reuní las reglas que me parecieron
mejores y esta selección es la que les he dado”. En Lerino, por ejemplo,
durante el segundo viaje a Roma, en el 665, permaneció casi dos años. No sólo
se contentaba con buscar modelos de vida, sino también numerosos libros,
documentales iconográficos, reliquias de santos, ornamentos sagrados y otros
objetos que sirvieran para el culto en perfecta sintonía con la Iglesia de
Roma.
Incluso, una vez le pidió al Papa
Agatón que le enviara al cantor de la Basílica de San Pedro, el abad Juan, para
que les enseñara el canto romano a sus monjes de los monasterios de Wearmouth y
de Yarrow, dedicados naturalmente uno a San Pedro y el otro a San Pablo. Cuando
regresó del sexto viaje a Roma, tuvo la desagradable sorpresa de encontrar casi
destruidas sus instituciones a causa de una epidemia. San Benito Biscop murió
el 12 de enero del año 690 a la edad de 62 años.
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