sábado, 30 de enero de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 1 DE FEBRERO – LUNES – 4ª – SEMANA DEL T.O. – B – SAN CECILIO

 


 

1 DE FEBRERO – LUNES –

4ª – SEMANA DEL T.O. – B –

SAN  CECILIO

 

Lectura de la carta a los Hebreos (11,32-40):

 

HERMANOS:

¿Para qué seguir? No me da tiempo de referir la historia de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas; estos, por fe, conquistaron reinos, administraron justicia, vieron promesas cumplidas, cerraron fauces de leones, apagaron hogueras voraces, esquivaron el filo de la espada, se curaron de enfermedades, fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; hubo mujeres que recobraron resucitados a sus muertos.

Pero otros fueron torturados hasta la muerte, rechazando el rescate, para obtener una resurrección mejor. Otros pasaron por la prueba de las burlas y los azotes, de las cadenas y la cárcel; los apedrearon, los aserraron, murieron a espada, rodaron por el mundo vestidos con pieles de oveja y de cabra, faltos de todo, oprimidos, maltratados —el mundo no era digno de ellos—, vagabundos por desiertos y montañas, por grutas y cavernas de la tierra.

Y todos estos, aun acreditados por su fe, no consiguieron lo prometido, porque Dios tenía preparado algo mejor a favor nuestro, para que ellos no llegaran sin nosotros a la perfección.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 30,20.21.22.23.24

 

R/. Sed fuertes y valientes de corazón,

los que esperáis en el Señor

 

V/. Qué bondad tan grande, Señor,

reservas para los que te temen,

y concedes a los que a ti se acogen

a la vista de todos. R/.

V/. En el asilo de tu presencia los escondes

de las conjuras humanas;

los ocultas en tu tabernáculo,

frente a las lenguas pendencieras. R/.

 

V/. Bendito sea el Señor, que ha hecho por mí

prodigios de misericordia

en la ciudad amurallada. R/.

 

V/. Yo decía en mi ansiedad:

«Me has arrojado de tu vista»;

pero tú escuchaste mi voz suplicante

cuando yo te gritaba. R/.

 

V/. Amad al Señor, fieles suyos;

el Señor guarda a sus leales,

y a los soberbios los paga con creces. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Marcos 5, 1-20

      En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago en la región de los Gerasenos. Apenas desembarcaron, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en las tumbas, un hombre poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes gritando e hiriéndose con piedras.

Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello:

¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lapido, no me atormentes'.

Porque Jesús le estaba diciendo:

"Espíritu inmundo, sal de este hombre".

Jesús le preguntó:

"¿Cómo te llamas?"

Él respondió:

"Me llamo Legión, porque somos muchos'.

Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca.  Había cerca una gran piara de cerdos hozando en la falda del monte. Los espíritus le rogaron:

      "Déjanos ir a meternos en los cerdos".

Él se lo permitió. Los espíritus inmundos salieron del hombre y se metieron en los cerdos; y la piara, unos dos mil, se abalanzó acantilado abajo al lago y se ahogó en el lago. Los porquerizos echaron a correr y dieron la noticia en el pueblo y en el campo. La gente fue a ver qué había pasado. Se acercaron a Jesús y vieron al endemoniado que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio. Se quedaron espantados.

Los que lo habían visto les contaron lo que había pasado al endemoniado y a los cerdos. Ellos le rogaban que se marchase de su país. Mientras se embarcaba, el endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía. Pero no se lo permitió, sino que le dijo:

"Vete con los tuyos y anuncia lo que el Señor ha hecho contigo por su misericordia'.

El hombre se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis lo que Jesús había hecho con él; todos se admiraban.

 

Palabra del Señor

 

1.  Supuesto que aquí no es el sitio ni el momento de hacer un tratado de exégesis bíblica para analizar todos y cada uno de los datos, que encontramos en cada relato de los evangelios, interesa ir directamente a la lección fundamental que aquí se nos transmite.

No se trata simplemente de narrar que Jesús expulsaba los demonios.  Y este sería un caso más. Por supuesto, es eso. Pero el relato está compuesto de manera que en él se dice algo que es capital para saber situarse honradamente en la vida - ¿de qué se trata?

 

2.  Lo primero -y lo más claro- que aparece en este relato, es que hay situaciones en la vida (un territorio, una cultura, un país) en las que, apenas llegamos a ese sitio, lo primero que palpamos es que allí hay fuerzas de muerte. La fuerza de los cementerios y las tumbas, la desesperación del que grita día y noche, la extravagancia (que da miedo) del que se golpea y se autocastiga. Porque la fuerza que manda en él es la fuerza de la muerte y de la autodestrucción.

No se puede saber con precisión dónde sitúa el Evangelio este episodio. Pero, fuera donde fuera, la fuerza de la muerte y de la destrucción estaba muy presente. El Evangelio la denomina "legión de demonios". Es un buen calificativo.

¿Qué es lo que realmente sucedía allí, en el país de los "gerasenos"? La clave de explicación, que nos puede servir a nosotros, está -sin duda- en lo que sucedió con la enorme piara de cerdos.  Dos mil, nada menos. Un hecho evidente es que aquella cantidad de cerdos valían mucho dinero. Y otro hecho evidente (en el relato) es que Jesús, que había liberado al hombre de los demonios de la muerte, hizo que aquellos demonios de muerte pasaran a los cerdos, que acabaron enseguida en muerte, también ellos.

 

3.  El final del relato es tremendo: los dueños de los cerdos no quisieron que Jesús siguiera allí, con ellos y entre ellos. Preferían sus cerdos, su riqueza, sus demonios de muerte. La riqueza, y sus sistemas de administrarla y mantenerla, es la legión de la muerte, que tiene su sede en los cementerios, en los gritos y en las piedras que claman por la muerte, por más que esa muerte se disfrace con el disfraz de la mentira que entraña el buen comer y el buen tener fortunas seguras y las satisfacciones del rico poderoso.

 

SAN  CECILIO

 


Primer Obispo de Granada,

San Cecilio fue el primer obispo de Granada cuando, bajo la dominación romana, se llamaba todavía Illíberis. Fue uno de los que la tradición llama "varones apostólicos" enviados a España por San Pedro y San Pablo a predicar el evangelio. Los otros seis son: Torcuato, Segundo, Indalecio, Tesifonte, Eufrasio y Hesiquio. La vida de todos ellos está oculta tras los velos de la leyenda transmitida oralmente. Se sabe a ciencia cierta qué San Cecilio fue obispo de Illíberis, que escribió algunos tratados para instrucción de los fieles y que sufrió martirio bajo la dominación de Nerón, supuestamente quemado en el monte Illipulitano. Pero la larga dominación árabe destruyó todos los rastros de cristianismo. Granada estuvo bajo los sarracenos casi ochocientos años; no los suficientes para perderse la memoria y la tradición, pero sí para no quedar ni rastro de documentos ni reliquias. San Cecilio es patrón de Granada, y su fiesta se celebra el 1 de febrero.

Otro santo con este nombre conmemora la Iglesia: San Cecilio presbítero de Cartago. Su fiesta se celebra el 3 de junio. La divina Providencia puso en sus manos la conversión del gran San Cipriano. Su bautizo tuvo lugar el 18 de abril del año 246. Poco después, al morir el obispo Donato, fue elegido Cipriano, el discípulo de Cecilio, para ocupar la sede episcopal, llegando a ser uno de los más grandes obispos que tuvo la diócesis de Cartago.

 

 

 

 

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