31 DE ENERO – DOMINGO –
4ª – SEMANA DEL T.O. – B –
SAN JUAN
BOSCO
Lectura
del Deuteronomio (18,15-20):
Moisés
habló al pueblo, diciendo:
«Un
profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el
Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el
Horeb, el día de la asamblea: "No quiero volver a escuchar la voz del
Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no quiero morir."
El
Señor me respondió:
"Tienen
razón; suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras
en su boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que
pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la
arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en
nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá”.»
Palabra de Dios
Salmo
94,1.2.6-7.8-9
R/.
Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
«No endurezcáis vuestro corazón»
Venid,
aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos
salva;
entremos a su presencia dándole
gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
Entrad,
postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador
nuestro.
Porque él es nuestro Dios, y nosotros
su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en
Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a
prueba
y me tentaron, aunque habían visto
mis obras.» R/.
Lectura
de la primera carta de san Pablo a los Corintios (7,32-35):
Quiero
que os ahorréis preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del
Señor, buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los
asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la
mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor,
consagrándose a ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los
asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto para
vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una cosa noble
y al trato con el Señor sin preocupaciones.
Palabra de Dios
Lectura
del santo evangelio según san Marcos (1,21-28):
En
aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado
siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron asombrados de su doctrina,
porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Estaba
precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso
a gritar:
«¿Qué
quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé
quién eres: el Santo de Dios.»
Jesús
lo increpó:
«Cállate
y sal de él.»
El
espíritu inmundo lo retorció y, dando un grito muy fuerte, salió.
Todos
se preguntaron estupefactos:
«¿Qué
es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos
les manda y le obedecen.»
Su
fama se extendió en seguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de
Galilea.
Palabra del Señor
La
anticipación del Reino en la victoria sobre los espíritus inmundos.
Marcos ha presentado a Jesús recorriendo Galilea para anunciar
la buena noticia del reinado de Dios. Pero no ha dicho nada de cómo reaccionaba
la gente. Sabemos que cuatro muchachos, atraídos por su persona, lo dejan todo
para seguirlo. ¿Y el resto? El evangelio de hoy constata dos reacciones
opuestas: la mayoría de la gente se asombra de la autoridad de Jesús y de su
poder sobre los espíritus inmundos; pero estos se rebelan inútilmente contra
él.
El asombro de la gente
Marcos nos sitúa en
uno de los pueblos más importantes de Galilea, Cafarnaúm, nudo de
comunicaciones con Damasco. Un sábado, Jesús entra en la sinagoga y enseña.
Marcos no se detiene a concretar su enseñanza. Lo que le interesa es la
reacción del auditorio.
En la ciudad de Cafarnaún, el sábado
entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Estaban asombrados de su enseñanza,
porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas.
«Con autoridad, no como
los escribas».
La idea es curiosa, porque los
escribas no eran gente impreparada e ignorante, que decían cualquier tontería
para salir del paso. Tenían una larga y profunda formación. Pero, en opinión de
la gente, enseñaban sin autoridad, incapaces de tener una idea propia, de
aportar algo nuevo. Jesús, en cambio, los asombra por esa autoridad. ¿Qué dijo
para suscitar esa impresión? Marcos no lo concreta, porque su táctica consiste
en despertar la curiosidad del lector y animarlo a seguir leyendo.
El rechazo de un pobre diablo
No todos están de
acuerdo con lo escuchado. Hay uno que reacciona en contra: un endemoniado. En
realidad, se trata de un pobre diablo. No opone resistencia. Sólo puede
protestar, reconocer que los suyos están derrotados y abandonar, retorciéndose
y huyendo, del campo de batalla.
Había precisamente en la sinagoga un
hombre que tenía un espíritu inmundo, y se puso a gritar:
̶ ¿Qué tenemos que ver contigo, Jesús
Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios.
Jesús lo increpó:
̶ Cállate y sal de él.
El espíritu inmundo lo retorció
violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él.
Espíritus inmundos y
demonios forman, en la concepción dramática de Mc, el ejército de Satanás.
¿Existe diferencia entre ellos? En el pasaje de la mujer siro-fenicia parecen
términos equivalente; comienza hablando de un «espíritu inmundo» (7,25), y
luego habla de un «demonio» (7,26.29.30). Sin embargo, en el conjunto del
evangelio, tenemos la impresión de que los demonios tienen menos categoría que
los espíritus inmundos. Los demonios esclavizan al hombre con todo tipo de
enfermedades y desgracias. Los espíritus inmundos resultan más peligrosos, en
la línea de lo que llamaríamos «endemoniados»; hacen sufrir más al poseído, y
se atreven a enfrentarse a Jesús, aunque siempre terminan perdiendo la batalla.
En este caso, no dice Mc qué tipo de enfermo era. Parece un lunático o un
poseso.
Las
palabras que pronuncia condensan el misterio de Jesús y de
su actividad. El que aparentemente es solo un hombre natural de Nazaret llamado
Jesús, es en realidad «el Santo de Dios». Este título es muy raro. Solo se
encuentra aquí, en el texto paralelo de Lucas, y en el evangelio de Juan,
cuando Pedro, después de que muchos abandonen a Jesús, afirma: «Nosotros hemos
creído y reconocemos que tú eres el Santo de Dios» (Jn 6,69). Lo que Pedro y
los demás discípulos han terminado creyendo, superando una gran prueba de fe,
el endemoniado lo sabe de entrada. Descubrir el misterio de Jesús será una de
las misiones del lector del evangelio.
En cuanto a su actividad, la pregunta
del endemoniado la deja claro: ha venido a acabar con los demonios y con el
poder de Satanás. Al lector moderno puede resultarle un lenguaje extraño.
Prefiere hablar de lucha contra el mal, de victoria del bien sobre las fuerzas
del mal. Pero Marcos se mueve en otras coordenadas culturales y religiosas.
Aparece por
primera vez, en este contexto, una idea que se repetirá muchos en Mc: Jesús
impone silencio al espíritu, prohibiéndole hacer pública su verdadera
identidad.
La guerra contra Satanás y los espíritus inmundos
Marcos concibe su evangelio como una
guerra entre el bien y el mal. Inmediatamente después del bautismo, Jesús es
impulsado por el Espíritu al desierto, y allí es tentado por Satanás, mientras
los ángeles le sirven. Marcos no cuenta ninguna de las famosas tentaciones. Se
limita a presentar a los dos adversarios en lucha: Jesús y Satanás. Y esa
guerra continúa con una batalla, vencida fácilmente por Jesús, contra un
soldado de Satanás.
Ya que nuestra idea del demonio está muy
marcada por ideas posteriores, recuerdo que en el evangelio de Marcos los
espíritus inmundos aparecen con dos rasgos principales:
a) Sirven para explicar casos muy
complicados para la medicina de la época.
En Mc hay
dos episodios especialmente famosos: el del endemoniado gadareno (Mc 1,23.26;
5,2.8.13) y el del niño sordomudo que padece epilepsia (9,14-29), al que se
presenta como poseído por un espíritu mudo (v.17), mudo y sordo (v. 25). En el
caso de la hija de la cananea (7,25) no sabemos en qué consiste la enfermedad.
b) Expresan la oposición radical al plan
de Dios.
Lo esencial
no es que hagan daño a las personas, sino que protestan por la actividad de
Jesús. El endemoniado reconoce su poder, sabe quién es y la misión que tiene:
destruirlo.
Con este
mismo aspecto se menciona a los espíritus inmundos en 3,11.
Un aspecto esencial de la actividad de Jesús
es expulsar demonios (1,34.39). Los discípulos reciben de Jesús ese poder
contra ellos (6,7), pero algunos son muy difíciles de echar, hace falta oración
(9,28-29).
Marcos dejará claro a lo largo de su
evangelio que los enemigos más peligrosos de Jesús no son los demonios sino los
hombres. Serán ellos quienes terminen matándolo.
Admiración final
Todos se preguntaron estupefactos:
̶ ¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad.
Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen.
Su fama
se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de
Galilea.
Tras la
huida del demonio, el protagonismo pasa a los presentes en la sinagoga. Antes
se admiraron de la autoridad con la que enseña Jesús. Ahora se quedan
estupefactos al ver que, además, tiene también poder sobre los espíritus
inmundos. Y se preguntan: “¿Qué es esto?” ¿Qué está ocurriendo aquí?
¿Cuál será
nuestra reacción?
Marcos ha presentado dos reacciones muy
opuestas ante la persona y la actividad de Jesús: admiración y rechazo. Con
ello queda claro lo que espera de cada uno de sus lectores. Decía un pensador
griego que «el asombro llevó a los hombres a filosofar». Marcos, de forma
parecida, sugiere que la admiración es el punto de partida para creer en Jesús.
Poco a poco, la pregunta de la gente «¿qué es esto?» se convertirá en «¿quién
es éste?»,
¿Un profeta
como Moisés? (Deuteronomio 18,15-20)
Jesús, en
el evangelio de hoy, no se presenta como profeta, ni su auditorio lo reconoce
como tal. Sin embargo, como primera lectura se ha elegido un texto del
Deuteronomio en el que Dios promete que, tras la muerte de Moisés, no dejará de
comunicarse al pueblo, sino que le suscitará a un profeta como él. Aunque el
texto hable de «un profeta», en realidad se refiere a una serie de ellos, a
todos los profetas que, a lo largo de la historia de Israel, le transmitirán la
palabra de Dios. Sin embargo, la tradición cristiana vio en este profeta a Jesús.
Buscando
una relación con el evangelio, podríamos verla especialmente en las palabras «Yo
mismo pediré cuentas a quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre»,
aplicadas al personaje poseído de un espíritu inmundo que rechaza a Jesús.
«No endurezcáis vuestro corazón»
(Salmo 94)
Aunque el salmo ha sido elegido por
su relación con la primera lectura, en la que Dios exige escuchar al profeta
que hable en su nombre, es fácil relacionarlo también con el evangelio. El
poseído por el espíritu inmundo endurece su corazón, rechaza a Jesús. Nosotros
debemos aclamar al que nos salva, darle gracias y escuchar su voz.
SAN JUAN BOSCO
(Becchi, 1815 - Turín, 1888)
Santo y sacerdote italiano, también llamado Don Bosco. Su niñez fue dura,
pues después de perder a su padre, tuvo que trabajar sin descanso para sacar
adelante la hacienda familiar. Se cuenta que aprendió a leer en cuatro semanas;
quería estudiar para ser sacerdote, por lo que tenía que hacer todos los días a
pie unos diez kilómetros (a veces descalzo, por no gastar zapatos) para ir a
estudiar en el liceo de Chieri. Con el fin de pagar sus estudios trabajó en
toda clase de oficios.
San Juan Bosco
Ordenado en 1841 y preocupado por la suerte de los niños pobres,
particularmente por su imposibilidad de acceso a la educación, a partir de 1842
fundó el Oratorio de San Francisco de Sales. Estableció luego las bases de la
Congregación de los sacerdotes de San Francisco de Sales, o salesianos (1851),
aprobada en 1860, y de su rama femenina, el Instituto de Hijas de María
Auxiliadora. Tales instituciones, dedicadas a la enseñanza de los niños pobres
(a los que se formaba en diversos oficios y en la vida cristiana), se
desarrollaron con rapidez gracias al impulso de uno de los grandes pedagogos
del siglo XIX.
La orden salesiana alcanza hoy en día 17.000 centros en 105 países, con
1.300 colegios y 300 parroquias, mientras que el instituto femenino de María
Auxiliadora (las Hermanas Salesianas) posee 16.000 centros en 75 países,
dedicados a la educación de la juventud pobre. Ya en vida de Don Bosco las
instituciones por él fundadas llegaron a reunir más de cien mil niños pobres
bajo su protección.
Además de su labor educadora y fundadora, San Juan Bosco publicó más de una
cuarentena de libros teológicos y pedagógicos, entre los cuales cabe destacar
El joven instruido, del que se llegaron a publicar más de cincuenta ediciones y
un millón de ejemplares sólo en el siglo XIX. El propio santo se encargó
también de compilar y editar los llamados Sueños de Don Bosco, un total de 159
sueños en ocasiones premonitorios que tuvo a lo largo de su vida, el primero de
ellos a los nueve años.
San Juan Bosco murió la madrugada del 31 de enero de 1888 en Turín. Durante
tres días, la ciudad piamontesa desfiló ante su capilla ardiente, a cuyo
entierro acudieron más de trescientos mil fieles. Fue beatificado en 1929 y
canonizado en 1934; para su canonización se presentaron seiscientos cincuenta
milagros obrados por él. Su festividad se conmemora el día de su fallecimiento,
el 31 de enero.
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