17 - DE ABRIL – MIERCOLES –
3ª SEMANA DE PASCUA –
Santa Catalina Tekakwitha
Lectura del libro de los Hechos de los
apóstoles (8,1-8):
Aquel día, se desató una violenta persecución
contra la Iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por
Judea y Samaría. Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron gran
duelo por él.
Saulo, por su parte, se ensañaba con la Iglesia, penetrando en las casas y
arrastrando a la cárcel a hombres y mujeres.
Los que habían sido dispersados iban de un lugar a otro anunciando la Buena
Nueva de la Palabra. Felipe bajó a la ciudad de Samaría y les predicaba a
Cristo. El gentío unánimemente escuchaba con atención lo que decía Felipe,
porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de
muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos
paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.
Palabra de Dios
Salmo: 65,1-3a.4-5.6-7a
R/. Aclamad al Señor, tierra entera
Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de
su nombre,
cantad himnos a
su gloria.
Decid a Dios:
«¡Qué temibles son tus obras!». R/.
«Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu
honor,
que toquen para
tu nombre».
Venid a ver las
obras de Dios,
sus temibles
proezas en favor de los hombres. R/.
Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron
el río.
Alegrémonos en
él,
que con su poder
gobierna enteramente. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,35-40):
En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:
«Yo soy el pan de vida.
El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed
jamás; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis.
Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré
afuera, porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad
del que me ha enviado.
Esta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me
dio, sino que lo resucite en el último día.
Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él
tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día».
Palabra del Señor
1. Jesús
es el pan de vida. Aquí Jesús no habla todavía de la eucaristía. El "pan
de vida", según se pensaba entonces, es la ley religiosa dada por Moisés a Israel. Jesús, por tanto, al decir que él es el "pan de vida",
lo que en realidad afirma es que, con su venida al mundo, se acabó la religión
basada en el cumplimiento de leyes y normas, y empezó otra forma de entender y
vivir la religión. Es la religión que consiste en vivir como vivió Jesús,
pensar como pensó Él y tener las costumbres y preferencias que Él tuvo.
2. Al
proponer este proyecto de religión, Jesús no pide un imposible. Ni
se trata de un proyecto de renuncias y sacrificios heroicos. Todo lo contrario.
Lo que Jesús promete es que quien tome en
serio su proyecto no pasará ni hambre ni sed.
Es decir,
encontrará la satisfacción de sus apetencias más básicas.
Lo que es
tanto como asegurar que, en cualquier caso, la religión tiene que ser un
proyecto de satisfacción, es decir, de felicidad.
3. El
problema, a juicio de Jesús, está en que la fe se conecta, no con "lo que
se oye", sino con "lo que se ve". Lo que se oye es doctrina,
teorías...; lo que se ve son hechos de vida. Y aquí es donde tropezamos con la
dificultad.
Los que
vieron a Jesús, lo lógico es que creyeran en él. Nuestra dificultad radica en
que no vemos a Jesús, sino cosas y conductas que, muchas veces, poco o nada
tienen que ver con Jesús. Por eso, el recurso al Evangelio, a la
"memoria" de su vida y su palabra, eso es lo que podrá fortalecer la
fe que sacia nuestras apetencias más legítimas.
Santa Catalina Tekakwitha
Martirologio Romano: En Sault, de
la provincia de Québec, en Canadá, Santa Catalina Tekawitha, virgen, la cual,
nacida entre los indígenas del lugar, recibió el bautismo el día de Pascua y
ofreció a Dios su virginidad, que ya había conservado antes de convertirse,
sufriendo muchas amenazas y vejaciones († 1680).
Etimológicamente: Katari = Catalina = Aquella que
es pura y casta, es de origen griego.
Fecha de beatificación: 22 de junio
de 1980 por el Papa Juan Pablo II.
Fecha de canonización: 21 de octubre
de 2012 por S. S. Benedicto XVI.
Breve Biografía
Esta primera indígena canonizada, conocida como "El lirio de los
Mohawks", nació en Ossernenon, estado de Nueva York, en 1656. Su padre
pertenecía a la tribu Mohawk de la cual era jefe, y su madre a la Algonquin. La
familia la completaba un hermano varón. Los tres murieron en 1660 a
consecuencia de una epidemia de viruela que atacó ferozmente a todo el pueblo,
diezmándolo. Kateri también contrajo la enfermedad que respetó su vida pero le
desfiguró el rostro y le afectó a la vista. Una vez arrasada la aldea, que fue
pasto de las llamas, se trasladó a Kahnawakey quedó bajo la tutela de dos tíos
y una tía que no tenían descendencia. Uno de estos familiares no ocultaba su
desprecio por la religión. La llamaban Tekakwithapor su significado: «la que
pone las cosas en orden», nombre que se ganó con su eficiente trabajo sirviendo
a la esposa del tío que la acogió en su casa.
En los pocos años que convivió con su madre Tagaskouita–que había conocido
el catolicismo antes de ser raptada y obligada a desposarse tras una guerra
entre clanes tribales–, le habló de Dios. Ella sufrió la hostilidad de su
marido, que era pagano, y su inquina hacia los religiosos jesuitas. Y vivió
apenada por ver a sus hijos maniatados y sin libertad de decisión para optar
por el credo católico. Pero mantuvo firme su fe contra viento y marea. Kateri
recordaba canciones religiosas que su madre sabía, y que entonaban juntas en
casa de sus parientes.
En 1667 unos jesuitas fueron huéspedes de su tío y, aprovechando que tenía
en sus manos la misión de atenderles, pudo profundizar en ese Dios amor que le
bullía dentro porque ellos le hablaban de Jesús y de María. Sin embargo, no
tuvo ocasión de confiarse y manifestar cuán grandes eran sus deseos de ser
bautizada. Pero en 1674 otro de los jesuitas que había fundado la misión de San
Pietro en Caughuawaga, el padre James de Lamberville, llegó a su tribu para
evangelizar. Y Kateri vio el momento de cumplir su ardiente anhelo de
convertirse en cristiana. De hecho, aunque sus tíos la prometieron a un joven
guerrero, había rehusado casarse con él porque algo había en su interior, que
no sabía descifrar, y que la empujaba a cumbres más altas. La ruptura del
acuerdo establecido hacía años causó gran conmoción en su entorno y la mayor
parte de la tribu no se lo perdonó.
Una oportuna lesión en el pie le permitió abrir su corazón al jesuita en
casa de su tío, y pedirle secretamente la gracia del bautismo. Le explicó que
su madre y la amiga de ella, Anastasie Tegonhatsihongo, al ser cristianas le
habían enseñado algunos principios de fe, pero tenía sed de profundizar en
ellos. No había dado antes este paso por temor a su familia. El sacerdote
constató que Kateri no era precisamente una párvula del amor divino, sino que
en la joven latían fuertemente virtudes que conforman la santidad; es decir,
que el Espíritu Santo estaba actuando dentro de ella conduciéndola por el
sendero de la perfección. Y en la Pascua de 1676, siempre en medio de gran
cautela, la bautizó en la misión de San Pedro, cercana a la aldea. En ese
momento le dieron el nombre de Kateri (Catalina).
La decisión tomada por la joven atrajo la hostilidad de la gente. Fue objeto
de insultos e incluso vio amenazada su vida. Cuando el padre Lamberville se
percató de que la situación que rodeaba a la muchacha era insostenible, se
ocupó de sacarla de allí. Anastasie se encontraba ya en la conocida pradera de
la Magdeleine en Nueva Francia, más allá del río san Lorenzo, y la esperaba con
los brazos abiertos. En 1677 Kateri huyó abandonando a su tío con la ayuda de
unos amigos. Logró llegar a la misiónaunque para ello había tenido que recorrer
más de 300 km. caminando por el bosque. Los jesuitas la consideraron un tesoro.
Anastasiela instruyó en la fe y logró materializar su sueño de entregarse a la
oración y a la penitencia. Le horrorizaba el pecado y se flagelaba sin
compasión afligida por las faltas que hubiera podido cometer.
Convirtió los campos de maíz en el escenario ideal para rezar el rosario
burlando los rigores climatológicos, sin tener en cuenta el esfuerzo que ello
suponía. Mientras, en las riveras del río hacía cruces de madera. Para no
importunar a quienes le daban cobijo, y llevada de su gran amor a la Eucaristía
y a Jesús crucificado, se mantenía discretamente cercana a la capilla,
esperando su apertura desde la madrugada. Luego permanecía allí hasta que
culminaba la última misa que se oficiaba. En 1677, año en el que recibió la
primera comunión, la misión de San Francisco Javier se trasladó a Sault St.
Louis, cerca de Montreal en Canadá. En 1678 conoció a Marie-Thérèse
TekaiaKentha, que se había convertido al catolicismo, compartiendo ambas
similares anhelos de penitencia. Todo lo realizaban en común bajo la atenta
mirada de su director espiritual, el padre Pierre Cholenec.
En 1679 Kateri emitió su voto de virginidad, una decisión que tenía un peso
importante al proceder de una persona aborigen. Con ella dio un gran
testimonio. Después de visitar un convento de religiosas en Montreal consultó
si podría poner en marcha una fundación con algunas amigas, pero su confesor le
hizo ver que no estaba preparada para tal empresa. Su misión fue catequizar a
los niños y prestar impagable ayuda a los enfermos y ancianos; todo ello sin
dejar de mortificarse. Su débil organismo no resistió tantos envites, pese a
que el padre Cholenec había tenido que poner coto a sus excesos porque se temía
lo peor. Y así fue. Al final, contrajo una tuberculosis que segó su vida el 17
de abril de 1680, cuando tenía 24 años. Sus últimas palabras fueron: «¡Jesús,
te amo!». La muerte liberó su rostro de las huellas de la viruela. En todo
momento había dado pruebas de fe, esperanza y caridad. Fue heroica en su
paciencia, resignación y alegría en el sufrimiento.
Junto a san Francisco de Asís se la considera patrona de la naturaleza y de
la ecología.
NdE: En Estados Unidos de Norteamérica se celebra su fiesta el día 14 de
julio.
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