7 - DE ABRIL – DOMINGO –
2ª SEMANA DE PASCUA –
SAN JUAN BAUTISTA DE
LA SALLE, sacerdote
Lectura
del libro de los Hechos de los Apóstoles (4,32-35):
En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo
poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los
apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor.
Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los
que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a
disposición de los apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada
uno.
Palabra de Dios
Salmo
117,2-4.16ab-18.22-24
R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R/.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Juan (5,1-6):
Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el
que ama a Dios que da el ser ama también al que ha nacido de él. En esto
conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus
mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus
mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de
Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es
nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el
Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo
con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio,
porque el Espíritu es la verdad.
Palabra de Dios
Lectura
del santo evangelio según san Juan (20,19-31):
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los
discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se
llenaron de alegria al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento
sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los
pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan
retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino
Jesús.
Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no
meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo
creo.»
A los ocho días, estaban otra vez
dentro los discípulos y Tomás con ellos.
Llegó Jesús, estando cerradas las
puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo,
aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas
incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios
mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto
has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están
escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han
escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que,
creyendo, tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor
RECORRIDO
HACIA LA FE
Estando ausente Tomás, los
discípulos de Jesús han tenido una experiencia inaudita. En cuanto lo ven
llegar se lo comunican llenos de alegría: «Hemos visto al Señor». Tomás los
escucha con escepticismo. ¿Por qué les va a creer algo tan absurdo? ¿Cómo
pueden decir que han visto a Jesús lleno de vida, si ha muerto crucificado? En
todo caso, será otro.
Los discípulos le dicen que
les ha mostrado las heridas de sus manos y su costado. Tomás no puede aceptar
el testimonio de nadie. Necesita comprobarlo personalmente: «Si no veo en sus
manos la señal de sus clavos... y no meto la mano en su costado, no lo creo».
Solo creerá en su propia experiencia.
Este discípulo, que se
resiste a creer de manera ingenua, nos va a enseñar el recorrido que hemos de
hacer para llegar a la fe en Cristo resucitado a los que ni siquiera hemos
visto el rostro de Jesús, ni hemos escuchado sus palabras, ni hemos sentido sus
abrazos.
A los ocho días se presenta
de nuevo Jesús. Inmediatamente se dirige a Tomás. No critica su planteamiento.
Sus dudas no tienen para él nada de ilegítimo o escandaloso. Su resistencia a
creer revela su honestidad. Jesús le entiende y viene a su encuentro mostrándole
sus heridas.
Jesús se ofrece a
satisfacer sus exigencias: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos. Trae tu mano,
aquí tienes mi costado». Esas heridas, antes que «pruebas» para verificar algo,
¿no son «signos» de su amor entregado hasta la muerte? Por eso Jesús le invita
a profundizar más allá de sus dudas: «No seas incrédulo, sino creyente».
Tomás renuncia a verificar
nada. Ya no siente necesidad de pruebas. Solo experimenta la presencia del
Maestro, que lo ama, lo atrae y le invita a confiar. Tomás, el discípulo que ha
hecho un recorrido más largo y laborioso que nadie hasta encontrarse con Jesús,
llega más lejos que nadie en la hondura de su fe: «Señor mío y Dios mío». Nadie
ha confesado así a Jesús.
No hemos de asustarnos al
sentir que brotan en nosotros dudas e interrogantes. Las dudas, vividas de
manera sana, nos rescatan de una fe superficial que se contenta con repetir
fórmulas, sin crecer en confianza y amor. Las dudas nos estimulan a ir hasta el
final en nuestra confianza en el Misterio de Dios encarnado en Jesús.
La fe cristiana crece en
nosotros cuando nos sentimos amados y atraídos por ese Dios cuyo rostro podemos
vislumbrar en el relato que los evangelios nos hacen de Jesús. Entonces, su
llamada a confiar tiene en nosotros más fuerza que nuestras propias dudas.
«Dichosos los que crean sin haber visto».
1ª Lectura:
Hechos de los Apóstoles 4,32-35
Efecto de la resurrección
en la comunidad cristiana, insistiendo en compartir los bienes.
2ª Lectura:
Primera carta de san Juan 5,1-6
Consecuencias para el
cristiano de la fe en Jesús Mesías: 1) se convierte en hijo de Dios, ha nacido
de él; 2) ama a Dios; 3) ama a los hijos de Dios (en esto consisten “sus
mandamientos”, de hecho, uno solo: “amaos unos a otros como yo os he amado”);
4) vence al mundo, que niega que Jesús es el Hijo de Dios, o la realidad de su
muerte; el Espíritu testimonia que “vino con agua y sangre”.
SAN JUAN BAUTISTA DE LA
SALLE, sacerdote
1651-1719 Fundador de
los Hermanos de las Escuelas Cristianas (Hermanos Lasallistas) Patrón de los
maestros
San Juan Bautista nace en la ciudad de Reims,
Francia, el 30 de abril de 1651. Es contemporáneo del gran Rey Luis XIV,
llamado el Rey Sol. Su familia es muy acomodada y su madre piadosa. Es el mayor
de 10 hijos.
Ya a los 10 años de edad desea ser sacerdote.
A los 15 años Juan Bautista es nombrado canónigo en el cabildo de Nuestra
Señora de Reims, uno de los más ilustres del reino. Al cumplir sus 18 años
terminó los estudios medios en el Colegio Bons-Enfants de Reims, se graduó de
Maestro en Artes e ingresó al famoso Seminario de San Sulpicio en París.
A los 19 años quedó huérfano de padre y
madre y tomó la responsabilidad de educar sus seis hermanos menores (otros tres
murieron de pequeños). A los 22 años, Juan Bautista De La Salle obtuvo la
Licenciatura en Teología, en la Soborna. Es ordenado sacerdote a los 27 años,
en 1678.
Pocos meses después de su ordenación ayudó al
Señor Adriano Niel en la fundación de una escuela de caridad en Reims. Al poco
tiempo muere su director espiritual, Nicolás Roland, dejando la Comunidad de
las Hermanas del Niño Jesús que había fundado. Juan Bautista se hace cargo de
proveer por ellas.
A los 30 años El Padre De La Salle era
doctor en Teología. Parecía estar encaminado hacia altos cargos eclesiales.
Pero sentía la llamada de Dios a la formación de los pobres. El 24 de Junio de
1680 Juan Bautista se comienza a reunir con un grupo de maestros en su casa de
familia. Allí, durante el día les da formación humana, pedagógica y cristiana.
Fundación
Al año siguiente, el 24 de Junio de 1681, el
Padre De La Salle se traslada con sus maestros a vivir en una casa de alquiler
en la Calle Nueva, Parroquia de San Esteban. Este evento marca el nacimiento de
la Comunidad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas.
La espiritualidad de los Hermanos se
caracteriza por su espíritu de fe que consiste en ver, juzgar, amar y obrar
siempre a la luz del Evangelio; es decir, de la vida y doctrina de Jesucristo.
El Padre La Salle introdujo muchas reformas
en la educación. En su esfuerzo por llegar a cuantos pobres pudiese, Juan
Bautista decidió no enseñarles latín, lo cual fue un principio revolucionario.
Introdujo también la enseñanza de niños en grupo, pues hasta entonces se
educaba a cada niño por separado.
En 1688 abrió una escuela gratis en Paris
para jóvenes pobres. También fundó universidades en Reims y Saint-Denis para
entrenar a maestros.
En Agosto de 1683, El Padre De la Salle
renunció a ser canónigo de la Catedral de Reims para dedicarse plenamente a la
dirección de las Escuelas Cristianas y la formación de su comunidad de
maestros.
Amor a los pobres
Durante el invierno de 1684 una hambruna
desoló a Francia. El Padre De La Salle repartió sus bienes a los pobres hasta
quedarse el mismo pobre. Su propósito se mantiene fijo: Educar a los pobres.
En Junio de 1686 el Padre
De La Salle propuso a los maestros de su comunidad consagrarse a Dios para
servir en el mundo y no como monjes. El Domingo 9 de Junio ocho Hermanos, todos
ellos directores, emitieron sus primeros votos en compañía de Juan Bautista De
La Salle: obediencia, asociación y estabilidad. Los hermanos para entonces ya
vivían en pobreza y celibato.
El 15 de agosto: Consagración a la Santísima
Virgen. El Padre De La Salle consagró su comunidad a la Virgen.
Pruebas muy dolorosas no faltaron. Algunos
maestros se dejaron llevar por la mentalidad del mundo. Juan Bautista trató de
convencerles, pero al final debió despedir a algunos. Pero la obra avanza. En
vida del santo, su congregación abrió escuelas en muchas ciudades.
Una vez establecida la congregación renunció
a ser Superior General y se sometió al nuevo superior en completa obediencia.
Casi siempre viajaba a pie, pidiendo alimento y alojamiento.
El viernes santo del 7 de abril de 1719, el
Padre De La Salle, su salud quebrantada, muere en Rouen a la edad de 67 años.
Beatificado el 19 de Febrero de 1888 por el
Papa León XIII,
Canonizado el 24 de Mayo de 1900 por el mismo
Papa.
EL 15 de Mayo de 1950, el Papa Pío XII nombra
a San Juan Bautista de la Salle patrón de los educadores.
En la actualidad 6,500 Hermanos y 64,000
colaboradores de la Comunidad de Hermanos de las Escuelas Cristianas están en
82 países, con 1080 centros docentes y educan 860,000 alumnos aproximadamente.
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