domingo, 1 de julio de 2018

Parate un momento: El Evangelio del dia 2 DE JULIO – LUNES – 13ª – SEMANA DEL T.O. – B – San Otón de Bamberg



2 DE JULIO – LUNES –
13ª – SEMANA DEL T.O. – B –

Lectura de la profecía de Amós (2,6-10.13-16):
Así dice el Señor:
«A Israel, por tres delitos y por el cuarto, no le perdonaré: porque venden al inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias; revuelcan en el polvo al desvalido y tuercen el proceso del indigente. Padre e hijo van juntos a una mujer, profanando mi santo nombre; se acuestan sobre ropas dejadas en fianza, junto a cualquier altar, beben vino de multas en el templo de su Dios.
Yo destruí a los amorreos al llegar ellos; eran altos como cedros, fuertes como encinas; destruí arriba el fruto, abajo la raíz. Yo os saqué de Egipto, os conduje por el desierto cuarenta años, para que conquistarais el país amorreo. Pues mirad, yo os aplastaré en el suelo, como un carro cargado de gavillas; el más veloz no logrará huir, el más fuerte no sacará fuerzas, el soldado no salvará la vida; el arquero no resistirá, el más ágil no se salvará, el jinete no salvará la vida; el más valiente entre los soldados huirá desnudo aquel día.»
Oráculo del Señor.
Palabra de Dios

Salmo:49

R/. Atención, los que olvidáis a Dios
«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?» R/.
«Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño.» R/.
«Te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.» R/.
«Atención, los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra; al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.» R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,18-22):

En aquel tiempo, viendo Jesús que lo rodeaba mucha gente, dio orden de atravesar a la otra orilla. Se le acercó un escriba y le dijo:
«Maestro, te seguiré adonde vayas.»
Jesús le respondió:
«Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.»
Otro, que era discípulo, le dijo:
«Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.»
Jesús le replicó:
«Tú, sígueme. Deja que los muertos entierren a sus muertos.»
Palabra del Señor

1.   Lo primero que los cristianos y la Iglesia deberíamos tener en cuenta, es que -como creyentes en   Jesús- el saber cristológico (o sea, el conocimiento de Jesús) no se constituye ni se transmite primariamente mediante ideas y conceptos, sino en los relatos de "seguimiento", que se nos proponen y se nos enseñan en los evangelios (J. B. Metz).
Esto quiere decir que, mediante libros, estudios y conferencias, no nos enteramos de quién es Jesús. Ni sabemos lo que quiere Jesús. Solamente viviendo con Jesús y cómo vivió Jesús, solamente así podremos    saber lo que es, lo que representa y lo que exige creer en Jesús y, por tanto, ser cristiano.

2.   Lo primero, que exige el seguimiento de Jesús, es libertad. O sea, que seamos libres, que no vivamos atados a nada ni a nadie.   Como viven las zorras de
los campos y los montes.  Como viven los pájaros que vuelan por los aires. Solo un hombre que vive en   completa libertad, le dice a cada uno lo que le tiene que
decir. Y hace lo que tiene que hacer. Aunque lo que dice y lo que hace le cueste la vida.
La mayoría de los mortales, le tenemos más miedo a la libertad de lo que imaginamos. Porque si somos libres de verdad, nos meteremos en líos, tendremos problemas, nos veremos en dificultades.  Exactamente, como le ocurrió a Jesús. Y a todos los mártires de la lucha por la libertad, la justicia y la igualdad.

3.   El que quiso seguir a Jesús, pero quería primero poder enterrar a su padre, pedía una cosa, no solo razonable, sino incluso necesaria. Eso, además, era tan importante en aquellos tiempos, que se consideraba (entre las gentes más religiosas) como "la cima de todas las buenas obras" (Martin Hengel). 
Por eso, en el fondo, lo que aquel hombre le dijo a Jesús es esto: "te seguiré, pero déjame que primero que    cumpla yo con mi religión, con la cima y el culmen de lo que es cumplir la ley de mi religión".
Pues bien, lo que Jesús dejó claro, en este caso, es que el "seguimiento" no admite condiciones, ni siquiera las condiciones más sagradas de la religión. Solo el que vive libre de todo, ese es el que está capacitado para seguir a Jesús.

San Otón de Bamberg

San Otón, es conmemorado en este día en algunas diócesis alemanas. Cuando el barón Otón de Mistelbasch nació, hacia el año 1062, en la Franconia central, en las caballerizas de su padre, en vez de los corceles de pura sangre que solían tener los nobles de aquellos tiempos, no había más que dos asnos, a tales extremos de pobreza había llegado a aquélla familia tan rica en otros tiempos. Los padres murieron en edad temprana, y el hermano mayor de Otón, heredero de esa pobreza rodeada de blasones, hombre de rudos sentimientos, no descansó hasta expulsar del palacio al benjamín de la casa, a fin de tener un comensal menos a la hora de la comida. Así que la primera juventud de Otón no fue muy placentera, que digamos.
Después de haber aprendido los rudimentos del saber en una escuela monacal, se marchó a Polonia, pues no quería ser gravoso a nadie. En aquella nación había por entonces muy pocos maestros, así que Otón abrió una escuela de latín. Al principio él no sabía mucho más que sus discípulos, pero al menos se ganaba el sustento y podía seguir formándose. Muy pronto pudo presentarse al obispo para sufrir el examen de rigor, y como lo aprobase, recibió las sagradas órdenes. Desde aquel momento, la vida de Otón tomó un rumbo vertical hacia la altura. El inteligente sacerdote fue nombrado capellán de la corte cerca del duque e Polonia, pasó después a ocupar este mismo cargo en la corte del emperador alemán, fue durante algún tiempo canciller del imperio y, a los cuarenta años de edad, fue elevado a la sede episcopal de Bamberg. Aquel hambriento estudiante se había convertido en príncipe secular y eclesiástico.
Otón era un obispo muy activo. Restauró la catedral de Bamberg, que había sufrido un incendio, él mismo acarreaba piedras y argamasa, y trepaba a los andamios como uno de tantos albañiles. Predicaba al pueblo con mucha frecuencia y daba lecciones de catecismo a los niños. Fundó veinte monasterios, y como por esta razón alguien le llamase despilfarrador, respondió que, "jamás habrá suficientes hospederías para los peregrinos que, desde la tierra, caminan hacia la patria celestial". Hermosa respuesta. La principal preocupación del obispo eran los pobres. Cuando un príncipe acudía a él, Otón permanecía sentado, pues por sus venas corría también sangre de príncipes, pero cuando venía a verle un pobre, se levantaba y le escuchaba de pie, porque en cada pobre veía a Jesucristo.
A fin de poder socorrer más a los necesitados, vivía con extrema sencillez y modestia, él mismo se remendaba sus vestidos, se alimentaba casi exclusivamente de pan y legumbres, y como una vez le presentaran un pescado grande y sabrosamente aderezado, preguntó inmediatamente cuánto había costado. "Ocho escudos", le respondieron: "¡Como!, repuso. ¿ocho escudos? ¡Eso es una barbaridad! ¡Llevároslo! despacharme con un poco de pan". Así era el obispo Otón.
Fundó 20 monasterios. Fue también un gran misionero. Por entonces la Pomerania era todavía pagana. Es verdad que con anterioridad otros mensajeros de la fe habían intentado convertir aquella región, pero sus habitantes despidieron en medio de burlas a aquellos monjes pobres que habían visto venir, diciendo: "Si vuestro Dios, a quien alabáis como el rico y poderoso Soberano de cielos y tierra, fuera verdadero Dios, no os veríamos llegar como mendigos". Tal dijeron los infieles, cegados por su necedad.
Por eso Otón siguió un sistema distinto para la evangelización. Llegó al país en medio de gran magnificencia y boato, acompañado de muchos coches atestados de cosas y tirados por magníficos corceles, escoltado por caballeros que lucían esplendentes armaduras y por criados con ricas vestiduras, mientras que él mismo (Que en su casa llevaba vestidos remendados por consideración a los pobres) se presentó con magníficos ornamentos episcopales recamados de oro, con báculo en su mano y mitra ciñendo sus sienes. Esta presentación causó tal efecto entre los habitantes de Pomerania, que todos ellos recibieron el bautismo. Por eso a San Otón se lo denomina con todo derecho el apóstol de los pomeranos, y hasta fines de la Edad Media los agradecidos pomeranos peregrinaban todos los años hasta el sepulcro del santo en Bamberg, ciudad donde falleció Otón el día 30 de Junio del año 1139, a los setenta años de edad.
Aunque antiguamente su festividad se celebraba el 30 de junio, actualmente el Martirologio Romano lo celebra el 2 de julio.
Fuente: oremosjuntos.com

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