21 DE
JULIO - SÁBADO
15ª – SEMANA DEL T. O. – B –
Lectura de la profecía de Miqueas (2,1-5):
¡Ay de los
que meditan maldades, traman iniquidades en sus camas; al amanecer las cumplen,
porque tienen el poder!
Codician los campos y los roban, las casas, y se apoderan de
ellas; oprimen al hombre y a su casa, al varón y a sus posesiones.
Por eso, dice el Señor:
«Mirad, yo medito una desgracia contra esa familia. No lograréis
apartar el cuello de ella, no podréis caminar erguidos, porque será un tiempo
calamitoso. Aquel día entonarán contra vosotros una sátira, cantarán una
elegía: "Han acabado con nosotros, venden la heredad de mi pueblo; nadie
lo impedía, reparten a extraños nuestra tierra." Nadie os sortea los lotes
en la asamblea del Señor.»
Palabra de Dios
Salmo: 9,22-23.24-25.28-29.35
R/. No te olvides de los humildes, Señor
¿Por qué te
quedas lejos, Señor,
y te
escondes en el momento del aprieto?
La
soberbia del impío oprime al infeliz
y lo
enreda en las intrigas que ha tramado. R/.
El malvado
se gloría de su ambición,
el
codicioso blasfema y desprecia al Señor.
El
malvado dice con insolencia:
«No hay
Dios que me pida cuentas.» R/.
Su boca
está llena de maldiciones,
de
engaños y de fraudes;
su lengua
encubre maldad y opresión;
en el
zaguán se sienta al acecho
para
matar a escondidas al inocente. R/.
Pero tú
ves las penas y los trabajos,
tú miras
y los tomas en tus manos.
A ti se
encomienda el pobre,
tú
socorres al huérfano. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (12,14-21):
En aquel
tiempo, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se
enteró, se marchó de allí, y muchos le siguieron. Él los curó a todos,
mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que dijo el profeta
Isaías:
«Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre
él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones.
No porfiará, no gritará, no voceará por las calles. La caña
cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el
derecho; en su nombre esperarán las naciones.»
Palabra del Señor
1. Los
fariseos que presenta aquí el evangelio son consecuentes con su religión: si
Jesús quebranta la ley religiosa, hay que matarlo. Al tomar semejante decisión,
no hacían sino ser consecuentes, hasta el final, con sus creencias.
He aquí el peligro que entrañan, a veces, las
religiones. Y si no llegan a matar, es frecuente que lleguen a humillar y
someter a las personas hasta el extremo
de hacerles la vida insoportable.
2. El
contraste con la religión de los fariseos es la vida de Jesús, que es la otra
forma de entender y vivir la religión.
Para explicar lo que fue y cómo fue la vida de
Jesús, Mateo echa mano de una cita del profeta Isaías (42, 1-4). La cita es tan
extensa porque Mateo vio en ella un excelente resumen de lo que fue la vida de
Jesús, la religión de Jesús, que describe el contraste más fuerte con la
religión de los fariseos.
3. Según Is 42, 1-4, Jesús es, no el
"siervo", sino el "hijo
pequeño" (pals) del Padre.
La misión que el Padre le encomendó fue "anunciar el derecho a las
naciones" del mundo. El problema
está en la palabra "derecho". El texto griego utiliza el término
krísis, que no significa "derecho", sino "juicio". Pero, en
Is 42, 1-4, el profeta se refiere efectivamente al juicio divino, pero no un
juicio de desgracia, sino de salvación.
Por tanto, este evangelio dice que Jesús vino a
traer,
no ya el derecho, sino la realización del derecho, que es salvación, para
todos, no solo para los elegidos, sino para todas las naciones. Y eso lo hizo,
no a base de imponerse y dominar, sino todo lo contrario, a fuerza de callar,
de no enfrentarse a nadie, de aprovechar todo lo aprovechable.
Es la bondad y la humanidad sin fisuras. Así es
la vida y la religión de Jesús.
San Lorenzo de Brindisi
Año 1619
Lorenzo significa: coronado de laurel. Laureado. Este santo ha
sido quizás el más famoso predicador de la comunidad de Padres Capuchinos.
Nació en Brindis (Italia) cerca de Nápoles. Desde pequeño demostró
tener una memoria asombrosa. Dicen que a los ocho años repitió desde el púlpito
de la Catedral un sermón escuchado a un famoso predicador, con gran admiración
de la gente.
Cuando pidió ser admitido como religioso en los Padres Capuchinos, el
superior le advirtió que le iba a ser muy difícil soportar aquella vida tan
dura y tan austera. El joven le preguntó: "Padre, ¿en mi celda habrá un
crucifijo?". "Si, lo habrá", respondió el superior. "Pues
eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir por amor
a Él, cualquier padecimiento".
La facilidad de Lorenzo para aprender idiomas y para grabarse en la
memoria todo lo que leía, dejó atónitos a sus superiores y compañeros.
Prácticamente se aprendía de memoria capítulos enteros de la S. Biblia y muchas
páginas más de libros piadosos. Hablaba seis idiomas: griego, hebreo, latín,
francés, alemán e italiano.
Y su capacidad para predicar era tan excepcional, que, siendo simple
seminarista, ya le fue encomendado el predicar los 40 días de Cuaresma en la
Catedral de Venecia por dos años seguidos. Las gentes vibraban de emoción al oír
sus sermones, y muchos se convertían.
Un sacerdote le preguntó: "Fray Lorenzo, ¿a qué se debe su
facilidad para predicar? ¿A su formidable memoria?" Y él respondió:
"En buena parte se debe a mi buena memoria. En otra buena parte a que
dedico muchas horas a prepararme. Pero la causa principal es que encomiendo
mucho a Dios mis predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me olvida todo
el plan que tenía y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en un libro
misterioso venido del cielo".
Los capuchinos nombraron a Fray Lorenzo superior del convento y luego
superior de Italia. Más tarde al constatar las grandes cualidades que tenía para
gobernar, lo nombraron superior general de toda su comunidad en el mundo. En
sus años de superiorato recorrió muchos países visitando los conventos de sus
religiosos para animarlos a ser mejores y a trabajar mucho por el reino de
Cristo. Había días que caminaba a pie 50 kilómetros. No le asustaba desgastarse
en su salud con tal de conseguir la salvación de las almas y la extensión del
reino de Dios. La gente lo amaba porque era sumamente comprensivo y bondadoso,
y porque sus consejos hacían un gran bien. Siendo superior, sin embargo, servía
a la mesa a los demás, y lavaba los platos de todos.
El Santo Padre, el Papa, lo envió a Checoslovaquia y a Alemania a
tratar de extender la religión católica en esos países. Se fue con un buen
grupo de capuchinos, y empezó a predicar. Pero en esos días un ejército de 60
mil turcos mahometanos invadió el país con el fin de destruir la religión, y el
jefe de la nación pidió al Padre Lorenzo que se fuera con sus capuchinos a
entusiasmar a los 18 mil católicos que salían a defender la patria y la
religión. La batalla fue terriblemente feroz. Pero San Lorenzo y sus religiosos
recorrían el campo de batalla con una cruz en alto cada uno, gritando a los
católicos: "Ánimo, estamos defendiendo nuestra santa religión". Y la
victoria fue completa. Los soldados victoriosos exclamaban: "La batalla
fue ganada por el Padre Lorenzo".
El Papa Clemente VIII decía que el Padre Lorenzo valía él solo más
que un ejército.
El Sumo Pontífice lo envió de delegado suyo a varios países, y
siempre estuvo muy activo de nación en nación dirigiendo su comunidad y
fundando conventos, predicando contra los protestantes y herejes, y trabajando
por la paz y la conversión. Pero lo más importante en cada uno de sus días eran
las prácticas de piedad. Durante la celebración de la Santa Misa,
frecuentemente era arrebatado en éxtasis, y su orar era de todas las horas y en
todos los sitios. Por eso es por lo que obtuvo tan grandes frutos apostólicos.
Dormía sobre duras tablas. Se levantaba por la noche a rezar salmos.
Ayunaba con frecuencia. Su alimento era casi siempre pan y verduras. Huía de
recibir honores, y se esforzaba por mantenerse siempre alegre y de buen humor
con todos. La gente lo admiraba como a un gran santo. Su meditación preferida
era acerca de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
En 1959 fue declarado "Doctor de la Iglesia", por el Sumo
Pontífice Juan XXIII. Y es que dejó escritos 15 volúmenes de enseñanzas, y
entre ellos 800 sermones muy sabios. En Sagrada Escritura era un verdadero
especialista.
Cuando viajaba a visitar al rey de España enviado por la gente de
Nápoles para pedirle que destituyera a un gobernador que estaba haciendo mucho
mal, se sintió sin fuerzas y el 22 de julio de 1619, el día que cumplía sus 60
años, murió santamente. Ha sido llamado el "Doctor apostólico".
Ruega por nosotros, querido San Lorenzo, para que no tengamos miedo a
gastarnos y desgastarnos por Cristo y su Santa Iglesia, como lo hiciste tú.
Dijo Jesús: "Si el grano de trigo muere, produce mucho fruto".
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