5 DE JULIO – JUEVES –
13ª – SEMANA DEL T.O. – B – 05
Lectura de la profecía de Amós (7,10-17):
En
aquellos días, Amasías, sacerdote de Casa-de-Dios, envió un mensaje a Jeroboam,
rey de Israel:
«Amós conjura contra ti en medio de Israel; la tierra ya no
puede soportar sus palabras. Porque así predica Amós: "Morirá a espada
Jeroboam. Israel saldrá de su país al destierro."»
Dijo Amasías a Amós:
«Vidente, vete y refúgiate en tierra de Judá; come allí tu pan y
profetiza allí. No vuelvas a profetizar en Casa-de-Dios, porque es el santuario
real, el templo del país.»
Respondió Amós:
«No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de
higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: "Ve y profetiza a mi
pueblo de Israel." Y, ahora, escucha la palabra del Señor: Tú dices:
"No profetices contra la casa de Israel, no prediques contra la casa de
Isaac." Pues bien, así dice el Señor: "Tu mujer será deshonrada en la
ciudad, tus hijos e hijas caerán a espada; tu tierra será repartida a cordel, tú
morirás en tierra pagana, Israel saldrá de su país al destierro."»
Palabra de Dios
Salmo: 18
R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos
La ley del
Señor es perfecta
y es
descanso del alma;
el
precepto del Señor es fiel
e instruye
al ignorante. R/.
Los
mandatos del Señor son rectos
y alegran
el corazón;
la norma
del Señor es límpida
y da luz
a los ojos. R/.
La
voluntad del Señor es pura
y
eternamente estable;
los
mandamientos del Señor son verdaderos
y
enteramente justos. R/.
Más
preciosos que el oro,
más que
el oro fino;
más
dulces que la miel
de un
panal que destila. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,1-8):
En aquel
tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le
presentaron un paralítico, acostado en una camilla.
Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico:
«¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados.»
Algunos de los escribas se dijeron:
«Éste blasfema.»
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo:
«¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: "Tus
pecados están perdonados", o decir: "Levántate y anda"?
Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la
tierra para perdonar pecados.»
Dijo, dirigiéndose al paralítico:
«Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa."»
Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó
sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Palabra del Señor
1. Para entender
este relato, lo primero que se debe recordar es la relación que, en aquel
tiempo, las religiones establecían entre enfermedad y pecado.
Las gentes con creencias religiosas estaban convencidas
de que quien padecía alguna enfermedad
era porque había cometido algún pecado (cf. Jn 9, 2; 1 Cor 11, 30).
Los dirigentes religiosos, para afianzar su poder,
han tenido la tendencia a asociar los pecados con toda clase de desgracias. Así
conseguían mayor
sumisión
de los fieles.
2. Jesús
sana al enfermo. Pero antes le dice que sus pecados están perdonados. Jesús le
devuelve la integridad corporal y moral. Restaura al hombre entero: le da salud
y dignidad. Además, para Jesús, la prueba de que se reconcilia a la gente con
Dios es que a esa gente se le da vida y se la levanta de sus postraciones
de dolor y parálisis. Ir diciendo que se
perdonan pecados sin mejorar en nada la
situación de los que sufren es
demasiado fácil.
3. Los
expertos religiosos consideran que hacer lo que hizo Jesús es ¡blasfemar! Ellos
veían en Jesús a un hombre sin más. Y eso es lo que no toleran. Si el poder
sobre las conciencias y sobre las
personas deja de ser privilegio exclusivo de Dios, por eso mismo, ellos también,
que son los representantes de Dios, salen perdiendo. El poder religioso es
privilegio de los hombres de la religión, que no toleran recortes en cuanto toca
o roza ese poder.
San Antonio María Zaccaría
Año 1539.
San Antonio María ZaccariaEn este sacerdote que
murió muy joven, sí que se cumplió aquella frase del Libro de la Sabiduría en
la S. Biblia "Vivió muy poco tiempo, pero hizo obras como si hubiera
tenido una vida muy larga".
Nació en Cremona, Italia, en 1502. Quedó huérfano de padre cuando tenía
muy pocos años. Su madre, viuda a los 18 años, renunció a nuevos matrimonios
que se le ofrecían con tal de dedicarse totalmente a la educación de su hijita
y los resultados que obtuvo fueron admirables.
Estudió medicina en la Universidad de Padua, y allí supo cuidarse muy
bien para huir de las juergas universitarias y así conservar la santa virtud de
la castidad. Desde joven renunció a los vestidos elegantes y costosos, y vistió
siempre como la gente pobre, y el dinero que ahorraba con esto, lo repartía
entre los más necesitados.
A los 22 años se graduó de médico y su gran deseo era dedicarse
totalmente a atender a las gentes más pobres, la mayor parte de las veces
gratuitamente, y aprovechar su profesión para ayudarles también a sus pacientes
a salvar el alma y ganarse el cielo. Pero unos años después, sus directores
espirituales le aconsejaron que hiciera también los estudios sacerdotales, y
así logró ordenarse de sacerdote. Así fue doblemente médico: de los cuerpos y
de las almas.
Antonio María tuvo siempre desde muy pequeño un inmenso amor por los
pobres. Ya en la escuela, volvía a veces a casa sin saco, porque lo había
regalado a algún pobrecito que había encontrado por ahí tiritando de frío.
Durante sus años de profesional y sacerdote, todo lo que consigue lo reparte
entre los más necesitados.
Se trasladó a Milán (la ciudad de mayor número de habitantes en
Italia) porque en esa gran ciudad tenía más posibilidades de extender su
apostolado a muchas gentes. Y allí, por medio de la hermana Luisa Torelli fundó
la comunidad de las hermanas llamadas "Angelicales" (nombre que les
pusieron porque su convento se llamaba de "Los Santos Angeles"). El
fin de esta comunidad era preservar a las jovencitas que estaban en peligro de
caer en vicios, y redimir y volver al buen camino a las que ya habían caído.
Estas hermanas le ayudaron muchísimo a nuestro santo en todos sus apostolados.
Luego con otros compañeros fundó la Comunidad llamada "Clérigos
de San Pablo" los cuales, por vivir en un convento llamado de San Bernabé,
fueron llamados por la gente "Los Padres Bernabitas". Esta
congregación tenía por fin predicar para convertir a los pecadores, extender
por todas partes la devoción a la Pasión y muerte de Cristo, y a su santa Cruz.
Y esforzarse lo más posible por tratar de obtener la renovación de la vida
espiritual y piadosa entre el pueblo, que estaba muy decaida y relajada. Estos
religiosos hicieron tanto bien en la ciudad y sus alrededores que unos años más
tarde, San Carlos, gran arzobispo de Milán, dirá de ellos: "Son la ayuda
más formidable que he encontrado en mi arquidiócesis".
San Antonio María sentía un gran cariño por la Sagrada Eucaristía,
donde está Cristo presente en la Santa Hostia, con su Cuerpo, Sangre, alma y
divinidad. Por eso propagó por todas partes la devoción de las Cuarenta Horas,
que consiste en dedicar tres días cada año, en cada templo, a honrar
solemnemente a la Sma. Eucaristía con rezos, cantos y otros actos solemnes de
culto.
Otra de sus grandes devociones era la pasión y muerte de Cristo. Cada
viernes, a las tres de la tarde hacía sonar las campanas, para recordar a la
gente que a esa hora había muerto Nuestro Señor. Siempre llevaba una imagen de
Jesús crucificado, y se esmeraba por hacer que sus oyentes meditaran en los
sufrimientos de Jesús en su Pasión y Muerte, porque esto aumenta mucho el amor
hacia el Redentor. Y una tercera devoción que lo acompaño en sus años de
sacerdocio fue un enorme entusiasmo por las Cartas de San Pablo. Su lectura lo
emocionaba hasta el extremo, y de ellas predicaba, y a sus discípulos les
insistía en que leyeran tan preciosas cartas frecuentemente, y que meditaran en
sus importantísimas enseñanzas. A él le sucedió lo que le ha pasado a miles y millones
de creyentes en el mundo entero, que al leer las Cartas de San Pablo han
descubierto en ellas unos mensajes celestiales tan interesantes que quedan
entusiasmados para siempre por su lectura y meditación.
A nuestro santo le correspondió vivir en los tiempos difíciles en los
que en Alemania el falso reformador Lutero proclamaba una falsa reforma en la
religión, y en Roma y España, San Ignacio y sus jesuitas empezaban a trabajar
por conseguir una verdadera reforma de la Iglesia, y muchísimos católicos sentían
un intenso deseo de que empezara una era de mayor fervor y menos frialdad y
maldad. San Antonio María fue uno de los que con su enorme apostolado preparó
la gran Reforma de la Iglesia Católica que iba a traer el Concilio de Trento.
Siendo aún muy joven, sintió que de tanto trabajar por el apostolado,
le faltaban las fuerzas. Se fue a casa de su santa madre, y en sus brazos murió
el 5 de julio de 1539. Tenía apenas 37 años, pero había hecho labores
apostólicas como si hubiera trabajado por tres docenas de años más. El Papa
León XIII lo declaró santo en 1897. Y nosotros le pedimos a San Antonio
Zaccaría, que pida mucho al buen Dios para que la Iglesia Católica se renueve
día por día y no vaya a caer nunca en la relajación y que no se enfríe nunca en
el santo fervor que Nuestro Señor quiere de cada uno de los creyentes.
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