6 DE JULIO – VIERNES –
13ª – SEMANA DEL T. O. –
B –
Lectura de la profecía de Amós (8,4-6.9-12):
Escuchad
esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: «¿Cuándo
pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el
grano?» Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa,
compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo
hasta el salvado del trigo.
Aquel día –oráculo del Señor– haré ponerse el sol a mediodía, y
en pleno día oscureceré la tierra. Cambiaré vuestras fiestas en luto, vuestros
cantos en elegía; vestirá de saco toda cintura, quedará calva toda cabeza. Y
habrá un llanto como por el hijo único, y será el final como día amargo. Mirad
que llegan días –oráculo del Señor– en que enviaré hambre a la tierra: no
hambre de pan ni sed de agua, sino de escuchar la palabra del Señor. Irán
vacilantes de oriente a occidente, de norte a sur; vagarán buscando la palabra
del Señor, y no la encontrarán.
Palabra de Dios
Salmo: 118
R/. No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios
Dichoso el
que, guardando sus preceptos,
lo busca
de todo corazón. R/.
Te busco
de todo corazón,
no
consientas que me desvíe de tus mandamientos. R/.
Mi alma se
consume, deseando
continuamente
tus mandamientos. R/.
Escogí el
camino verdadero,
deseé tus
mandamientos. R/.
Mira cómo
ansío tus decretos:
dame vida
con tu justicia. R/.
Abro la
boca y respiro,
ansiando
tus mandamientos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,9-13):
En aquel
tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de
los impuestos, y le dijo:
«Sígueme.»
Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de
Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús
y sus discípulos.
Los
fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?»
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos.
Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no
sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores.»
Palabra del Señor
1. Este
relato tiene una importancia singular.
Porque nos presenta a Jesús como un ciudadano judío que, en su tiempo,
llevaba una vida intolerable para la "gente de orden" de aquel tiempo
y en aquella sociedad.
No sería correcto utilizar este episodio para
hablar de "la criminalidad de Jesús", como llegó a decir Adolph Holl,
un sacerdote austriaco, suspendido y prohibido
por
Roma en los años 70 del s. XX. Todo esto, por su libro "Jesús y las malas compañías".
2. Sin
embargo, es innegable que Jesús era acusado
de andar y convivir con gente indeseable, lo que se hacía evidente sobre
todo por la gente con la que comía (Lc15, 1-2). De hecho, cuando lo mataron,
fue crucificado, no entre dos "ladrones", sino entre dos
"lestaí" (Mc 15, 27 par), una palabra que el historiador de aquel
tiempo, Josefo, utiliza para designar a los rebeldes políticos (X.
Alegre,
H. W. Kuhn).
Lo que tiene un significado mucho más
fuerte. Porque viene a indicar que la acción
de Jesús no consistía solamente en acoger
al impuro" en el Reino de Dios, sino más bien en acoger al
"malvado" en su
comunidad
(E. R Sanders, D. E. Smith).
3. El
evangelio de Mateo explica y justifica esta conducta (¿escandalosa?) de Jesús
recurriendo al texto de Os 6, 6: "misericordia quiero y no
sacrificio". Un texto que Mateo repite en 12, 7.
El acto ritual más específico de la religión es
el "sacrificio": matar una vida, para agradar a Dios. Jesús no tolera
esa manera de entender y practicar la relación con Dios. Para Jesús, lo que más
une a Dios es la actitud, la decisión firme de acoger a todo el mundo, incluso
al malvado.
Solamente mediante la acogida sin límites, se
arregla este mundo. Eso es lo que agrada a Dios. Y en eso está el centro de la
religiosidad, tal como la entendió y la vivió Jesús.
Santa María Goretti
Santa María Goretti nació en Corinaldo, Italia el 16 de octubre de
1890 hija de Luis Goretti y Assunta Carlini, ambos campesinos. María fue la
segunda de seis hijos.
Vivió en el seno de una familia humilde y perdió a su padre a los
diez años por causa del paludismo.
Como consecuencia de la muerte de su padre, la madre de María Goretti
tuvo que trabajar dejando la casa y los hermanos menores a cargo de ésta quien
realizaba sus obligaciones con alegría y cada semana asistía a clases de
catecismo.
A los once años hizo su primera comunión haciéndose, desde entonces,
el firme propósito de morir antes que cometer un pecado.
En la misma finca donde vivía María trabajaba Alejandro Serenelli,
quien se enamoró de María que en ese entonces contaba con doce años.
Serenelli, a causa de lecturas impuras, se dedicó a buscar a María
haciéndole propuestas que la santa rechazaba haciendo que Serenelli se sintiera
despreciado.
El 5 de julio de 1902 Serenelli fue en busca de María quien estaba
sola en su casa y al encontrarla la invitó a ir a una recámara de la casa a lo
que María se negó por lo que aquél se vio obligado a forzarla.
María se negaba advirtiéndole a Serenelli que lo que pretendía era
pecado y que no accedería a sus pretensiones por lo que éste la atacó con un
cuchillo clavándoselo catorce veces.
María no murió inmediatamente, fue trasladada al hospital de San Juan
de Dios donde los médicos la operaron sin entestecía porque no había y durante
dos horas la santa soportó el sufrimiento ofreciendo a Dios sus dolores.
Antes de morir, un día después del ataque, María alcanzó a recibir la
comunión y la unción de los enfermos e hizo público su perdón a Serenelli.
El asesino fue condenado a 30 años de prisión donde al principio no
daba muestras de arrepentimiento. La tradición cuenta que después de un sueño
donde María le dijo que él también podía ir al cielo, Serenelli cambió
completamente volviéndose hacia Dios y ofreciendo sus trabajos y sufrimientos
en reparación de sus pecados.
Después de 27 años de cárcel fue liberado y acudió a pedir perdón a
la madre de la santa, quien no solo lo perdonó, sino que lo defendió en público
alegando que si Dios y su hija lo habían perdonado, ella no tenía porque no
perdonarlo.
La fama de María Goretti se extendía cada vez más y fueron apareciendo
las muestras de santidad, que fue fruto de su cercanía a Dios y su devoción a
la Virgen María.
Después de numerosos estudios, la Santa Sede la canonizó el 24 de
junio de 1950 en una ceremonia que se tuvo que realizar en la Plaza de San
Pedro debido a la cantidad de asistentes que se calculaban en más de quinientas
mil personas.
En la ceremonia de canonización acompañaron a Pío XII la madre, dos
hermanas y un hermano de María. Durante esta ceremonia Su Santidad Pío XII exaltó
la virtud de la santa y sus estudiosos afirman que por la vida que llevó aun
cuando no hubiera sido mártir habría merecido ser declarada santa.
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