12 DE
JULIO - JUEVES
14ª – SEMANA DEL
T. O. – B –
Lectura de la profecía de Oseas (11,1-4.8c-9):
Así dice el Señor:
«Cuando Israel era joven, lo amé, desde Egipto llamé a mi hijo.
Cuando lo llamaba, él se alejaba, sacrificaba a los Baales, ofrecía incienso a
los ídolos. Yo enseñé a andar a Efraín, lo alzaba en brazos; y él no comprendía
que yo lo curaba. Con cuerdas humanas, con correas de amor lo atraía; era para
ellos como el que levanta el yugo de la cerviz, me inclinaba y le daba de
comer. Se me revuelve el corazón, se me conmueven las entrañas. No cederé al
ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín; que soy Dios, y no hombre;
santo en medio de ti, y no enemigo a la puerta.»
Palabra de Dios
Salmo: 79
R/. Que brille tu rostro, Señor, y nos salve
Pastor de Israel, escucha,
tú que te
sientas sobre querubines, resplandece;
despierta
tu poder y ven a salvarnos. R/.
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira
desde el cielo, fíjate,
ven a
visitar tu viña,
la cepa
que tu diestra plantó,
y que tú
hiciste vigorosa. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,7-15):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad
enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis
recibido gratis, dadlo gratis.
No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco
alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien
merece el obrero su sustento.
Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de
confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa
saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se
lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha,
al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que
el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel
pueblo.»
Palabra del Señor
1. Lo
primero que Jesús deja claro, en lo que les dice a los apóstoles, es que hay
una relación directa entre la proclamación del Reino y todo lo que es dar
vida.
Jesús piensa, por tanto, que el Reino de Dios se hace presente, antes que,
mediante doctrinas y teorías, dando vida a los que la tienen limitada o
amenazada.
Es una equivocación pensar que el anuncio del
Reino se hace obligando a la gente a que acepte una "teología
ortodoxa", cuando lo que más urge Jesús es que trabajemos y luchemos por
dar vida y por dignificar la vida.
2. Jesús
pensó en la misión de los apóstoles de forma que, para realizar tal misión no
necesitaban dinero. Más aún, Jesús pensaba que, para hacer visible
el
Reino de Dios, el dinero es un estorbo. Lo mismo que es un estorbo todo lo que
sea (o parezca) ostentación o imagen que llama la atención. Jesús no quiere nada
de eso, ni para sus apóstoles, ni por tanto para los sucesores de sus
apóstoles.
- ¿Por qué esta postura tan radical de Jesús?
3. Un
Evangelio que se transmite sin dinero, ni con dinero ni por dinero, ¿no es la
prueba más evidente de que es la fuerza de la vida, que brota del amor y solo
busca amor, respeto, bondad, tolerancia, en definitiva otro modelo de persona,
que ya no puede ser nada más que el
"hombre-no-económico" (M. Daraki), el ser humano que añoramos y nunca
alcanzamos?
San Pablo parece que lo entendió así. Por eso
insiste, hasta diez veces, que él renunció a recibir
dinero
por su apostolado, "para no crear obstáculos al Evangelio" (1 Tes 4,
10 ss; 2, 3. 6-12; 1 Cor 4, 12; 9,4-18; 2 Cor 11, 7-12; 12, 13-18;
Hech 20, 33-35; cf. Hech
18,
1-4).
San Juan Gualberto
Religioso benedictino – Año 1073
Nació en Florencia, de familia muy rica y su único hermano fue
asesinado. Era heredero de una gran fortuna y su padre deseaba que ocupara
altos puestos en el gobierno.
Un Viernes Santo iba este santo por un camino rodeado de varios
militares amigos suyos, y de pronto se encontró en un callejón al asesino de su
hermano. El enemigo no tenía a donde huir, y Juan dispuso matarlo allí mismo.
El asesino se arrodilló, puso sus brazos en cruz y le dijo: "Juan, hoy es
Viernes Santo. Por Cristo que murió por nosotros en la cruz, perdóname la
vida". Al ver Gualberto aquellos brazos en cruz, se acordó de Cristo
crucificado. Se bajó de su caballo. Abrazó a su enemigo y le dijo: "Por
amor a Cristo, te perdono".
Siguió su camino y al llegar a la próxima iglesia se arrodillo ante
la imagen de Cristo crucificado y le pareció que Jesús inclinaba la cabeza y le
decía: "Gracias Juan".
Desde aquel día su vida cambió por completo. En premio de su buena
acción, Jesús le concedió la vocación, y Juan dejó sus uniformes militares y
sus armas y se fue al convento de los monjes benedictinos de su ciudad a pedir
que lo admitieran como religioso. Su padre se opuso totalmente y exigió al
superior del convento que le devolvieran a Juan inmediatamente.
Cuando el papá vio al antiguo guerrero convertido en sencillo y
piadoso monje se echó a llorar, y dándole su bendición se retiró.
En aquellos tiempos, el peor defecto que había en la Iglesia era la
Simonía, es decir, algunos compraban los altos cargos, y así llegaban a dirigir
la Santa Iglesia algunos hombres indignos. En el convento de Florencia, donde
estaba Juan, se murió el superior, uno de los monjes fue con el obispo y con
dinero hizo que lo nombraran superior a él. También el obispo había comprado su
cargo.
Gualberto no pudo soportar esta indignidad y se retiró de aquel
convento con otros monjes y antes de salir de la ciudad, declaró públicamente
en la plaza principal que el superior del convento y el obispo merecían ser
destituidos porque habían cometido el pecado de simonía. Más tarde logró que
los destituyeran.
Fundador.
Se fue a un sitio muy apartado y silencioso, llamado Valleumbroso y
allá fundó un monasterio de mojes benedictinos que se propusieron cumplir
exactamente todo lo que San Benito había recomendado a sus monjes. El
monasterio llegó a ser muy famoso y le llegaron vocaciones de todas partes. Con
los mejores religiosos de su nuevo convento fue fundando varios monasterios más
y así logró difundir por muchas partes de Italia las buenas costumbres, y fue
atacando sin misericordia la simonía y las costumbres corrompidas. Las gentes
sentían gran veneración por él.
Después de haber logrado que muchas personas abandonaran sus vicios y
se convirtieran y que muchos sacerdotes empezara a llevar una vida santa, y
gozando del enorme aprecio del Papa y de numerosos obispos, murió el 12 de
julio de 1073, dejando muchos monasterios de religiosos que trataban de
imitarlo en sus virtudes y llegaron a gran santidad.
Que sus ejemplos sean de gran provecho para nuestra alma.
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