11 DE ENERO – VIERNES –
DESPUÉS DE EPIFANÍA –
Lectura de la primera
carta del apóstol san Juan (5,5-13):
¿Quién es el que vence al mundo, sino
el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con
sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu
es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los
testigos: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo.
Si aceptamos el testimonio
humano, más fuerza tiene el testimonio de Dios. Éste es el testimonio de Dios,
un testimonio acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene dentro el
testimonio. Quien no cree a Dios le hace mentiroso, porque no ha creído en el
testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y éste es el testimonio: Dios
nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene
la vida, quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Os he escrito estas
cosas a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de
que tenéis vida eterna.
Palabra de Dios
Salmo:
147,12-13.14-15.19-20
R/. Glorifica al Señor,
Jerusalén
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión: que ha
reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.
Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R/.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Lucas (5,12-16):
Una vez, estando Jesús en un pueblo,
se presentó un hombre lleno de lepra; al ver a Jesús cayó rostro a tierra y le
suplicó:
«Señor, si quieres puedes
limpiarme.»
Y Jesús extendió la mano y
lo tocó diciendo:
«Quiero, queda limpio.»
Y en seguida le dejó la
lepra.
Jesús le recomendó que no lo
dijera a nadie, y añadió:
«Ve a presentarte al sacerdote
y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste.»
Se hablaba de él cada vez
más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero
él solía retirarse a despoblado para orar.
Palabra del Señor
1. En la cultura de Israel,
como ocurría en casi todas las culturas del Antiguo Oriente, las enfermedades
de la piel eran consideradas como un peligro
importante, por
su facilidad de contagio. Además, en aquel tiempo, tales enfermedades (en
muchos casos) eran incurables. La solución era marginar a los enfermos que
padecían esos males y posiblemente los contagiaban.
Se comprenden las severas prohibiciones que impone la Biblia (Lev
13, 2-3; 4-8; 45-46) (F. Bovon).
De esta normativa se derivaba el
hecho humillante, para el enfermo, de verse excluido hasta de la
convivencia con los demás, hasta el extremo
de que nadie se atrevía a tocarlo.
2. Pero el atractivo de
Jesús, su conducta con todos los marginados, y la
confianza que
inspiraba, fue lo que motivó a este leproso, y otros más, a buscar en Jesús lo
que no encontraban en nadie más. Por esto se comprende que el verbo katharíso
("purificar") aparece seis veces en el evangelio de Lucas a propósito
de la curación de leprosos (4, 27; 5, 12. 13; 7, 22; 17, 14. 27).
0 sea, Lucas entiende la pureza como componente importante de la salud y de la vida.
Solo una vez (11, 39) se refiere Lucas a este asunto como algo ritual-
religioso.
3. En el caso de la lepra,
la bondad de Jesús se acentúa. Porque esta enfermedad se consideraba, en
la Antigüedad, muy peligrosa. Por eso era causa de impureza legal. De forma
que a los leprosos les estaba prohibido convivir
con el resto de
la gente.
Ni siquiera se les podía tocar. Jesús se juega su salud y su vida
por remediar el sufrimiento del marginado. Y el marginado sabe que en Jesús
encuentra solución.
- ¿Somos así quienes decimos que "seguimos" a Jesús?
Santo Tomás de Cori Placidi
En el lugar de Bellegra, del Lacio (hoy Italia), santo
Tomás de Cori (Francisco Antonio) Placidi, presbítero de la Orden de los
Hermanos Menores, preclaro por la austeridad de vida y por la predicación,
iniciador de los retiros.
Nacido en Cori (Latina) el 4 de junio
de 1655, Tomás tuvo una infancia marcada por la pérdida prematura de su madre
primero y de su padre después, quedando sólo, a los catorce años, al cuidado de
la hermana más pequeña. Hará de pastor, aprendiendo la sabiduría de las cosas
simples. Casadas las hermanas, queda libre para seguir la inspiración que desde
algún año guardaba en el silencio del corazón: pertenecer completamente a Dios
en la vida religiosa franciscana. Había conocido a los Frailes Menores en su
misma ciudad en el Convento de S. Francisco. Casadas las dos hermanas y libre
de toda preocupación, fue acogido en la Orden y enviado a Orvieto para hacer el
año de noviciado. Profesada la Regla de S. Francisco y finalizados los estudios
de teología, se ordena sacerdote en 1683. Fue nombrado inmediatamente vice
maestro de novicios en el convento de la SS. Trinidad de Orvieto; sus
superiores reconocieron desde muy pronto sus dotes.
Poco tiempo después fray Tomás oyó
hablar de los Retiros que comenzaban a florecer en la Orden y de la intención
de los Superiores de la Provincia Romana de instaurar uno en el Convento de
Civitella (hoy Bellegra). Su petición fue acogida y el joven fraile llamó así a
la puerta del pobre Convento en 1684, diciendo: "Soy fray Tomás de Cori y
vengo para hacerme santo". Con un lenguaje quizás lejano al nuestro,
expresaba él su ansia de vivir radicalmente el Evangelio según el espíritu de
S. Francisco.
Desde entonces, fray Tomás
permanecerá en Bellegra hasta la muerte, excepto seis años (1703-1709) en los
que será Guardián en el Convento de Palombara, donde instauró el Retiro, en
base al de Bellegra. Escribió Reglas para uno y para otro, que él el primero observó
cuidadosamente, consolidando con la palabra y con el ejemplo la nueva
institución de los dos Retiros.
Los largos años transcurridos en S.
Francisco de Bellegra se pueden resumir en tres puntos:
Oración
Santo Tomás de Cori fue seguramente,
como se ha dicho de S. Francisco, no tanto un hombre que oraba, como un hombre
hecho oración. Esta dimensión animó toda la vida del Fundador del Retiro. El
aspecto más evidente de su vida espiritual fue sin duda la centralidad de la
Eucaristía, testimoniada por Tomás en la celebración eucarística, intensa y
participada, y en la oración silenciosa de adoración en las largas noches de
Retiro después del oficio divino celebrado a medianoche. Su vida de oración
estuvo marcada por una aridez persistente de espíritu. La ausencia total de una
consolación sensible en la oración y en su vida de unión con Dios, se
prolongaría durante más de cuarenta años, encontrándole siempre sereno y
radical en la vivencia del primado de Dios. Verdaderamente su oración se
configuró como " memoria Dei " realizando concretamente la unidad de
vida no obstante las múltiples actividades.
Evangelización
Santo Tomás no se cerró en el Retiro,
olvidando el bien de sus hermanos y el corazón de la vocación franciscana, que
es apostólico. Fue llamado con razón el apóstol del " Sublacense ",
habiendo recorrido comarcas y ciudades en el anuncio incansable del Evangelio,
en la administración de los sacramentos y en el surgir de milagros a su paso, signo
de la presencia y cercanía del Reino. Su predicación era clara y simple,
persuasiva y fuerte. No subió a los púlpitos más ilustres del tiempo: su
personalidad pudo entregar lo mejor de sí en el ámbito restringido de la región
del Lazio, viviendo su vocación franciscana en minoridad y a la opción concreta
por los más pobres.
Exquisita caridad
Santo Tomás de Cori fue para sus
hermanos padre amabilísimo. Ante las resistencias de algunos hermanos en su
deseo de reforma y de radicalidad en vivir el ideal franciscano, el Santo supo
responder con paciencia y humildad, encontrándose incluso sólo para atender el
convento. Había comprendido muy bien que toda auténtica reforma inicia por sí
mismo.
El notable epistolario que nos ha llegado
demuestra la atención de Tomás a las más pequeñas expectativas y necesidades de
sus hermanos y de tantos amigos, penitentes y frailes que se dirigían a él para
recibir un consejo. En el convento demostró su espíritu de caridad en la
disponibilidad a cualquier necesidad, incluso la más humilde.
Rico de méritos, se durmió en el
Señor el 11 de enero de 1729. Santo Tomás de Cori resplandece entre nosotros y
en Roma, del que es copatrón, sobre todo en su ansia de ideal cristiano y
franciscano puro y vivido en lo esencial. Una provocación para todos nosotros,
a no tomar a la ligera el Evangelio y sus exigencias radicales.
Reproducido con autorización de Vatican.va
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