domingo, 20 de enero de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 21 de Enero – lunes – 2ª – Semana del T. O. – C – Santa Inés



21 de Enero – lunes –
2ª – Semana del T. O. – C –

Lectura de la carta a los Hebreos (5,1-10):

TODO sumo sacerdote, escogido de entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, porque también él está sujeto a debilidad.
A causa de ella, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.
Nadie puede arrogarse este honor sino el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: «Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy»; o, como dice en otro pasaje: «Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec».
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote según el rito de Melquisedec.

Palabra de Dios

Salmo: 109,1.2.3.4

R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies». R/.
    Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R/.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, desde el seno,
antes de la aurora». R/.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec». R/.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,18-22):

EN aquel tiempo, como los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando, vinieron unos y le preguntaron a Jesús:
«Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?».
Jesús les contesta:
«¿Es que pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Mientras el esposo está con ellos, no pueden ayunar.
Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, y entonces ayunarán en aquel día.
Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto —lo nuevo de lo viejo— y deja un roto peor.
Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos».

Palabra del Señor

1.  Lo que menos importa, en este relato, son los detalles del episodio.
Sabemos que las religiones se preocupan de la observancia de no pocas normas relativas a la alimentación. Normas que pudieron   tener su razón de ser en la prevención   de posibles peligros para la salud. Pero que en la actualidad no tienen ningún sentido. Es absurdo preocuparse de los alimentos que se
pueden o no se pueden tomar, al tiempo que no se muestra interés por la cantidad de seres humanos que no tienen qué comer y mueren por desnutrición o hambrunas que matan a miles de niños y de toda clase de gentes.

2.  Por otra parte, está el contraste entre la conducta de Juan Bautista y la de Jesús.
El comportamiento de Juan se centraba en la privación, que "ni comía ni bebía" (Mt 11, 18).
El comportamiento de Jesús se   manifestaba en que "come y bebe", hasta ser tenido por un "comilón y un bebedor" (Mt 11, 19). En ambas
conductas había, sin duda, un proyecto de ejemplaridad.  En el caso de Juan, la ejemplaridad se comprende: enseñar la mortificación, el sacrificio, el valor de la privación y la austeridad. Sin embargo, ¿qué ejemplaridad podía haber en el comer y beber de Jesús?

3.  Los griegos inventaron una religión curiosa y hasta (para ciertos espíritus) escandalosa: la religión del dios Dioniso. Pues bien, en las Bacantes de Eurípides, el coro canta que este dios ha concedido a los   humanos la "felicidad suprema de la bacanal", que les conduce a "poner sus almas en común" (María Daraki). Porque la felicidad no se impone, no se enseña..., se contagia. El que se siente feliz, contagia su dicha a quienes conviven con él. ¿Se sienten felices quienes conviven conmigo? En la vida es importante el "sacrificio". Pero solo cuando está al servicio de la "felicidad" de los demás, de todos, sin distinciones ni desigualdades. Y eso -justamente eso- es lo que hizo Jesús, en sus comidas con pobres, pecadores, mujeres de toda clase y condición. No es tan difícil privarse de un postre. Lo más duro es compartir ese postre con quien nos causa rechazo o repugnancia.

Santa Inés

Memoria de santa Inés, virgen y mártir, que, siendo aún adolescente, ofreció en Roma el supremo testimonio de la fe, consagrando con el martirio el título de la castidad. Obtuvo victoria sobre su edad y sobre el tirano, suscitó una gran admiración ante el pueblo y adquirió una mayor gloria ante el Señor. Patrona de los adolescentes.

El 21 de enero se celebra la Fiesta de Santa Inés, patrona de las jóvenes, las novias, las prometidas en matrimonio, de la pureza y de los jardineros. En relación a la Santa surgió la costumbre de los corderos blancos, cuya lana se utiliza para hacer los palios de los arzobispos.
Su nombre latino es “Agnes”, asociado a “agnus” que significa cordero. Según la leyenda más conocida, Santa Inés era una joven hermosa, rica y pretendida por muchos nobles romanos. No aceptó a ninguno, aduciendo que ya estaba comprometida con Cristo, y la acusaron de ser cristiana.
Fue llevada a un prostíbulo, pero unos ángeles y señales celestes la protegieron. Entonces la pusieron en una hoguera que no la quemó. Finalmente, fue decapitada en el año 304.
Constantina, la hija de Constantino, le edificó una basílica en la Vía Nomentana y su fiesta se comenzó a celebrar a mediados del siglo IV.
En el tratado de San Ambrosio sobre las vírgenes, se lee que por tradición se sabe que Santa Inés murió a los doce años. Antes de su martirio se mantuvo “inalterable al ser arrastrada por pesadas y chirriantes cadenas”.
“No tenía aún edad de ser condenada, pero estaba ya madura para la victoria… Resultó así que fue capaz de dar fe de las cosas de Dios una niña que era incapaz legalmente de dar fe de las cosas humanas, porque el Autor de la naturaleza puede hacer que sean superadas las leyes naturales”, dijo San Ambrosio.
Se dice que el verdugo hizo lo posible para asustarla y atraerla con halagos porque muchos desearon casarse con ella, pero Santa Inés respondió: “sería una injuria para mi Esposo esperar a ver si me gusta otro; él me ha elegido primero, él me tendrá. ¿A qué esperas, verdugo, para asestar el golpe? Perezca el cuerpo que puede ser amado con unos ojos a los que no quiero”.
La Santa oró y doblegó la cerviz ante el verdugo que le temblaba la diestra para dar el golpe, pero ella permanecía serena. “En una sola víctima tuvo lugar un doble martirio: el de la castidad y el de la fe. Permaneció virgen y obtuvo la gloria del martirio”, concluyó San Ambrosio.
A Santa Inés se le representa como una niña o señorita orando, con diadema en la cabeza y una especie de estola sobre los hombros, en alusión al palio. Va acompañada de un cordero a sus pies o en sus brazos y rodeada de una pira, espada, palma y lirios.

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