3 - DE DICIEMBRE
– VIERNES –
1ª –
SEMANA DE ADVIENTO – C –
San Francisco Javier
Lectura del libro de Isaías (29,17-24):
Esto dice el
Señor:
«Pronto, muy pronto, el Líbano se
convertirá en vergel, y el vergel parecerá un bosque.
Aquel día, oirán los sordos las palabras
del libro;
sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos.
Los oprimidos volverán a alegrarse en el
Señor,
y los pobres se llenarán de júbilo en el Santo de Israel;
porque habrá desaparecido el violento, no quedará rastro del cínico; y
serán aniquilados los que traman para hacer el mal: los que condenan a un
hombre con su palabra, ponen trampas al juez en el tribunal, y por una nadería
violan el derecho del inocente.
Por eso, el Señor, que rescató a
Abrahán,
dice a la casa de Jacob: “Ya no se avergonzará Jacob,
ya no palidecerá su rostro, pues, cuando vean sus hijos mis acciones en
medio de ellos, santificarán mi nombre,
santificarán al Santo de Jacob y temerán al Dios de Israel”.
Los insensatos encontrarán la inteligencia
y los que murmuraban aprenderán la enseñanza».
Palabra de Dios
Salmo: 26,1.4.13-14
R/. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi
luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
Una cosa pido
al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.
Espero gozar
de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(9,27-31):
En aquel
tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando:
«Ten compasión de nosotros, hijo de
David».
Al llegar a la casa se le acercaron los
ciegos, y Jesús les dijo:
«¿Creéis que puedo hacerlo?».
Contestaron:
«Sí, Señor».
Entonces les tocó los ojos, diciendo:
«Que os suceda conforme a vuestra fe».
Y se les abrieron los ojos.
Jesús les ordenó severamente:
«¡Cuidado con que lo sepa alguien!».
Pero ellos, al salir, hablaron de él por
toda la comarca.
Palabra del Señor
1. Si algo hay claro en este relato, es la idea que Jesús tenía sobre lo que es la fe. Para Jesús, la fe es la seguridad de que él es la solución de nuestras dificultades, incluso cuando se trata de dificultades o problemas que, según nuestra mentalidad, no tienen solución. Creer en Jesús es fiarse de Jesús, tener nuestra seguridad en él.
2. León Tolstoi escribió esto: "Jesucristo enseña a los seres humanos que hay algo en ellos, que les sitúa por encima de esta vida, de ajetreos, alegrías y temores. Quien llega a entender las enseñanzas de Cristo, se sentirá como un pájaro que no sabía que tenía alas; y ahora, de pronto, se da cuenta de que puede volar, puede ser libre y ya no tiene nada que temer".
3. El concilio de Trento
definió que la fe es algo más que la mera confianza; es el acto de aceptación
de lo que Dios nos ha revelado y prometido (Denz. 798; 822; cf. K. Rahner).
Esto es importante. Es fundamental. Pero es más importante y
fundamental fiarse de Jesús totalmente en la vida. Incluso ante la muerte, como
ocurrió con Lázaro, tal como Jesús se lo dijo a sus hermanas, Marta y María.
SAN FRANCISCO JAVIER, presbítero
San Francisco Javier
Nació en el castillo de Javier (Navarra)
en 1506. Cuando estudiaba en París, se unió al grupo de san Ignacio. Fue
ordenado sacerdote en Roma en el año 1537, y se dedicó a obras de caridad. En
1541 marchó al Oriente.
Evangelizó incansablemente la India y el Japón durante diez años, y
convirtió a muchos a la fe.
Murió en el año 1552 en la isla de Sanchón Sancián, a las puertas de China.
(Francisco de Jasso
y Azpilicueta; Castillo de Javier, Navarra, 1506 - Isla de Sancián, China,
1552) Misionero español.
Mientras estudiaba filosofía y teología en
París conoció a Ignacio de Loyola, quien le reclutó para su proyecto de fundar
una nueva orden: Francisco hizo sus primeros votos en París (1534), se ordenó
sacerdote en Venecia (1537) y participó en la fundación de la Compañía de Jesús
en Roma (1539). Desde entonces se consagró a la actividad misionera: en 1541
fue enviado a la India como legado pontificio, con la misión de evangelizar las
tierras situadas al este del cabo de Buena Esperanza, respondiendo a una
petición de Juan III de Portugal. Instalado en 1542 en Goa (capital de la India
portuguesa), desplegó una intensa actividad cuidando enfermos, visitando
presos, predicando el cristianismo, convirtiendo nativos, negociando con las
autoridades locales y defendiendo la justicia frente a los abusos de los
colonos. Su apostolado se extendió por el sur de la India, Ceilán, Malaca, las
Islas Molucas y Japón. Cuando se disponía a entrar en China para continuar su
labor, murió de pulmonía a las puertas de Cantón. Fue canonizado en 1622 y
declarado patrono de las misiones de la Iglesia católica.
Francisco de Jasso
era el hijo menor de Juan de Jasso y Atondo, presidente del Real Consejo de
Navarra, y de María de Azpilicueta y Aznárez, titular del señorío de Javier,
defensores de la causa de Juan de Albret frente a Fernando el Católico en la
guerra que determinó la anexión de Navarra a la Corona de Castilla (1512-1515).
Tras la muerte de su padre (1515) y la demolición de las torres y murallas del
castillo de Javier por orden del Cardenal Cisneros (1516) como consecuencia del
apoyo prestado por sus hermanos Juan y Miguel a la sublevación en favor del rey
navarro destronado, Francisco Javier se orientó hacia la carrera eclesiástica y
el cultivo de las humanidades, que estudió en Leyre y Pamplona.
En 1525,
probablemente ya adquirida la tonsura, se trasladó a París para completar su
formación; ingresó como interno en el Colegio de Santa Bárbara, donde trabó
amistad con Pedro Fabro e Ignacio de Loyola. En 1530 se graduó como maestro en
artes y pasó a ejercer la enseñanza de la filosofía con el cargo de catedrático
regente en el Colegio Dormans-Beauvais, a la vez que cursaba estudios de
teología. Con el propósito de adquirir prebendas eclesiásticas, solicitó en
1531 del cabildo de Pamplona la concesión de una canonjía, alegando su condición
de clérigo navarro y su titulación en artes.
Sin embargo, su
relación con Ignacio de Loyola, quien pretendía atraerle para el proyecto de
fundación de una nueva orden religiosa, así como su desagrado por el ambiente
universitario y la impresión que le causó la muerte de su madre y de su
hermana, acaecida por aquellas fechas, determinaron a Francisco Javier a
abandonar sus pretensiones de promoción dentro del estamento eclesiástico.
Junto con Ignacio de Loyola y otros cinco compañeros, reunidos en la capilla
parisina de Montmartre, el 15 de agosto de 1534 hizo votos de castidad y
pobreza, de vida consagrada al apostolado y de peregrinar a Tierra Santa, o
bien, en el caso de que esto último no fuese posible, de ponerse a disposición
del papa.
En 1537 se
trasladó a Venecia, donde se reunió con sus compañeros con el objeto de viajar
a Roma para obtener la bendición papal antes de iniciar su peregrinación;
durante su estancia en Venecia recibió noticia de la concesión de la canonjía
solicitada, a la que renunció, y del inicio de la guerra entre Constantinopla y
Venecia, lo que significaba el retraso indefinido del viaje a Tierra Santa.
Ordenado sacerdote el 24 de junio de ese año, se dedicó a la predicación en
Bolonia hasta su marcha a Roma (1538), donde Francisco Javier y sus compañeros
se entrevistaron con Paulo III y abandonaron definitivamente sus propósitos de
peregrinación.
Durante su estancia en la Santa Sede gestionaron la fundación de una nueva
orden religiosa, la Compañía de Jesús, a la que el Papa concedió su aprobación
verbal en septiembre de 1539. Ese año Ignacio de Loyola tuvo noticia de que
Juan III de Portugal solicitaba misioneros que marchasen a evangelizar sus
posesiones en las Indias Orientales y encomendó la tarea a Francisco Javier, quien
en marzo de 1540 partió a la corte portuguesa para organizar la expedición, con
el título de legado pontificio para todas las tierras situadas al este del Cabo
de Buena Esperanza.
Iniciado el viaje
en abril de 1541, arribó a Goa, capital de las posesiones portuguesas en la
India, trece meses después. Ejerció en esta ciudad una activa labor
evangelizadora, especialmente a partir de la fundación del colegio-seminario de
Santa Fe para sacerdotes nativos, y de dedicación a los enfermos y presos. En
septiembre de 1542 organizó una expedición misionera a la costa de Pesquería,
en el sureste de la India, para predicar la doctrina cristiana entre los
poblados parabas; estableció una comunidad cristiana y la dotó de un catecismo
en lengua indígena. Tras ello inició la evangelización de Travancor y Ceilán
(1544), Madras y Malaca (1545) y las Islas Molucas (1546-1547). Francisco
Javier administró el bautismo a miles de nativos, superó la oposición de los
brahmanes y estableció una asidua correspondencia con los miembros de la
Compañía de Jesús en Roma, cuyas noticias, a las que se unió su fama de
taumaturgo, dieron origen a numerosas vocaciones misioneras entre sus
compañeros.
Tras una nueva
estancia en la India y en Malaca, dedicada a reorganizar las misiones establecidas
y a proveerlas de unas normas de funcionamiento, marchó a evangelizar a Japón,
adonde llegó en 1549; predicó durante dos años en Kagoshima, Hirado, Yamaguchi
y Bungo, estableciendo favorables contactos para su labor con los daymios o
gobernadores feudales japoneses, aunque la oposición de los monjes budistas
dificultó enormemente su actividad. Ante las escasas conversiones logradas en
Japón, se persuadió de que para obtener éxito en su empresa era necesario
evangelizar previamente China, puesto que consideraba que los japoneses habían
asimilado la cultura de este imperio y que, por tanto, el ejemplo de la
cristianización en China ejercería una influencia decisiva sobre Japón.
Reclamado por las comunidades misioneras de la India, regresó a Goa en 1551,
donde inició los trámites necesarios para organizar su pretendido viaje a
China, dificultados por la prohibición existente en este imperio sobre la
entrada de extranjeros en su territorio. Tras su nombramiento como provincial
de la India, que había sido constituida como provincia jesuítica independiente
de Portugal, partió rumbo a China con una embajada portuguesa en abril de 1552,
pero tuvo que detenerse en Malaca, donde permaneció dos meses intentando vencer
la resistencia que el gobernador Álvaro de Ataide opuso al proyecto.
Finalmente
reemprendió el viaje hasta llegar a la isla de Sancián, donde le sobrevino la
muerte antes de que llegara el junco chino que debía transportarlo a Cantón.
Sus restos fueron trasladados a Goa en 1554, donde su culto se extendió
rápidamente. A comienzos del siglo XVII se inició el proceso de su
beatificación, proclamada por Paulo V el 25 de octubre de 1619; nombrado patrón
de Navarra en 1621, el 12 de marzo del año siguiente fue canonizado por
Gregorio XV, juntamente con Teresa de Jesús e Ignacio de Loyola. Pío X le
declaró patrono de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide en 1904, y Pío XI
patrón de todas las misiones en 1927.
Su fiesta se
celebra el 3 de diciembre.
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