miércoles, 8 de diciembre de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 10 - DE DICIEMBRE – VIERNES – 2ª – SEMANA DE ADVIENTO – C – Santa Eulalia de Mérida

 



10 - DE DICIEMBRE – VIERNES –

2ª – SEMANA DE ADVIENTO – C –

Santa Eulalia de Mérida

 

Lectura del libro de Isaías (48,17-19):

ESTO dice el Señor, tu libertador,

el Santo de Israel:

«Yo, el Señor, tu Dios,

te instruyo por tu bien,

te marco el camino a seguir.

Si hubieras atendido a mis mandatos,

tu bienestar sería como un río,

tu justicia como las olas del mar,

tu descendencia como la arena,

como sus granos, el fruto de tus entrañas;

tu nombre no habría sido aniquilado,

ni eliminado de mi presencia».

 

Palabra de Dios

 

Salmo:1,1-2.3.4.6

 

     R/. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.

 

Dichoso el hombre

que no sigue el consejo de los impíos,

ni entra por la senda de los pecadores,

ni se sienta en la reunión de los cínicos;

sino que su gozo es la ley del Señor,

y medita su ley día y noche. R/.

Será como un árbol

plantado al borde de la acequia:

da fruto en su sazón

y no se marchitan sus hojas;

y cuanto emprende tiene buen fin. R/

No así los impíos, no así;

serán paja que arrebata el viento.

Porque el Señor protege el camino de los justos,

pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

 

     Lectura del santo evangelio según san Mateo (11,16-19):

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«¿A quién compararé esta generación?

Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.

Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”.

Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».

 

Palabra del Señor

 

1.   Sea cual sea el origen y el significado de la parábola de los niños jugando a boda y entierro, lo que está fuera de duda es que aquí se contraponen dos formas de vida: la de Juan y la de Jesús.

La vida de Juan sugiere la idea de un entierro, mientras que la vida de Jesús nos evoca la experiencia gozosa de una fiesta de boda.

 

2.   La contraposición es fuerte: Juan vivió como un asceta que se privaba de casi todo, mientras que Jesús fue un ciudadano normal, que incluso dio pie a que se pudiera decir de él que era un tragón y un bebedor.  

Pero lo sorprendente es que la mayoría de la gente ("esta generación": Gen 6, 9; 7, 1; Job 5, 5; Exdo 44,17) no hizo caso ni a Juan ni a Jesús. De hecho, lo mismo Juan que Jesús se fueron de este mundo abandonados de casi todo el pueblo.

¿Qué nos viene a decir esta parábola?

 

3.   Jesús da la respuesta: "los hechos han dado la razón a la sabiduría de Dios".  La sabiduría de Dios se hizo vida en Jesús, en la vida de Jesús (cf. Mt 11, 25-30; 1, 21-23; 4, 17; 13, 54).

Esto supuesto, fueron los hechos de la vida de Jesús, sus obras, sus buenas obras, son las que marcan el camino a seguir en la vida. Lo cual quiere decir: el camino a seguir en la vida no es el de los sacerdotes del templo, ni el de los anacoretas del desierto, ni el de los ascetas que se privan de casi todo. Lo que importa en la vida son las "obras" (érga), el comportamiento que cada cual tiene en su relación con los demás.  Y eso es lo que quedó de Juan y de Jesús: de Juan, quedaron sus recriminaciones contra el pecado y los pecadores; de Jesús, quedaron sus preocupaciones por aliviar el sufrimiento de enfermos, pobres, marginados y gente desgraciada. Y aquí en esto, es en lo que se manifiesta la sabiduría de Dios.

 

Santa Eulalia de Mérida

 


 

 Eulalia, de esclarecido linaje por su nacimiento, pero más todavía por su muerte, nació en Mérida a finales del siglo III.

Prudencio hace una primorosa descripción de su martirio, coincidiendo admirablemente con las actas escritas por un testigo ocular.

Murió, tras crueles torturas, a la edad de doce años, un día 10 de diciembre.

 

Breve Biografía

 

Nos encontramos en Mérida, Extremadura en el año 300. En primer lugar, hay que decir que hay dos Eulalias: la de Mérida y la de Barcelona.

La vida de estas dos mártires se relata en los poemas de nuestro compatriota Prudencio (+415).

Dice: "Nuca estuvo una criatura humana dotada de tanta gracia y atractivo. A pesar de los 12 inviernos y trece primaveras que tenía, nunca permitió que se le hablara de lecho nupcial, pues su cuerpo pertenecía a Cristo"…

Vivía con este convencimiento. No soñaba lo que le aguardaba en puro corazón y mente esclarecida.

Por aquel tiempo se desencadenó la persecución de Diocleciano. Ya estamos en lo mismo, pero al mismo tiempo interesante y novedoso por ver la reacción de esta chica de Mérida y de tantos otros cristianos.

Ella, no solamente no le tenía miedo a la muerte, sino que incluso deseaba ser mártir por amor a Cristo. Desde luego, la admiración cuando se estudia todo esto a tantos siglos de distancia, es extraordinaria.

Los padres querían impedir a toda costa que muriese. Para ello, la encerraron en un castillo. El único que podía verla era el sacerdote Félix y la ama de llaves.

El gobernador romano tenía la orden de que todo aquel cristiano que no quemase incienso a los dioses iría derecho a la muerte.

Eulalia convenció al ama de llaves para que le dejara salir. Salieron las dos juntas ante el gobernador. Le reprocharon su crueldad. En seguida mandó martirizar primero a Julia, la empleada, y a continuación a Eulalia.

El juez pagano mandó que la destrozaran golpeándola con varillas de hierro y que sobre sus heridas colocaran antorchas encendidas. La hermosa cabellera de Eulalia se incendió y la jovencita murió quemada y ahogada por el humo.

Dice el poeta Prudencio que, al morir la santa, la gente vio una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo, y que los verdugos salieron huyendo, llenos de pavor y de remordimiento por haber matado a una criatura inocente. La nieve cubrió el cadáver y el suelo de los alrededores, hasta que varios días después llegaron unos cristianos y le dieron honrosa sepultura al cuerpo de la joven mártir. Allí en el sitio de su sepultura se levantó un templo de honor de Santa Eulalia, y dice el poeta que él mismo vio que a ese templo llegaban muchos peregrinos a orar ante los restos de tan valiente joven y a conseguir por medio de ella muy notables favores de Dios.

Con el tiempo se convirtió en una de las santas españolas más venerada.

 

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