jueves, 2 de diciembre de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 4 - DE DICIEMBRE – SÁBADO – 1ª – SEMANA DE ADVIENTO – C – Santa Barbara

 

 

 

4 - DE DICIEMBRE – SÁBADO –

1ª – SEMANA DE ADVIENTO – C –

Santa Barbara

 

    Lectura del libro de Isaías (30,19-21.23-26):

 

   Esto dice el Señor, el Santo de Israel:

    «Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, no tendrás que llorar, se apiadará de ti al oír tu gemido: apenas te oiga, te responderá.

    Aunque el Señor te diera

el pan de la angustia y el agua de la opresión ya no se esconderá tu Maestro, tus ojos verán a tu Maestro.

    Si te desvías a la derecha o a la izquierda, tus oídos oirán una palabra a tus espaldas que te dice:

    “Éste es el camino, camina por él”.

    Te dará lluvia para la semilla

que siembras en el campo,

y el grano cosechado en el campo

será abundante y suculento;

aquel día, tus ganados pastarán en anchas praderas; los bueyes y asnos que trabajan en el campo

comerán forraje fermentado,

aventado con pala y con rastrillo.

    En toda alta montaña,

en toda colina elevada

habrá canales y cauces de agua

el día de la gran matanza, cuando caigan las torres.

    La luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días, cuando el Señor vende la herida de su pueblo y cure las llagas de sus golpes».

 

Palabra de Dios

 

    Salmo: 146,1-2.3-4.5-6

 

    R/. Dichosos los que esperan en el Señor

 

    V/. Alabad al Señor, que la música es buena;

nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.

El Señor reconstruye Jerusalén,

reúne a los deportados de Israel. R/.

         

    V/. Él sana los corazones destrozados,

venda sus heridas.

Cuenta el número de las estrellas,

a cada una la llama por su nombre. R/.

 

    V/. Nuestro Señor es grande y poderoso,

su sabiduría no tiene medida.

El Señor sostiene a los humildes,

humilla hasta el polvo a los malvados. R/.

 

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,35–10,1.6-8):

 

 En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas, anunciando el evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias.  Al ver las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, “como ovejas que no tienen pastor”. 

Entonces dijo a sus discípulos:

“La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies”.

Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. A estos doce los envió con estas instrucciones: “Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad diciendo que el Reino de los Cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios.

Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis”.

 

1.   Lo más claro que hay en este relato es que la actividad de Jesús, y la misión que encomendó a sus discípulos, tuvo (y debe seguir teniendo) un eje indiscutible: la preocupación central en la vida por el sufrimiento de enfermos y personas que sufren porque se ven privadas de su dignidad y sus derechos.  El relato hace mención de “enfermedades y dolencias” (o equivalentes) tres veces (Mt 9, 35. 36; 10, 1).

 

      2.   Para comprender lo que esto representa, hay que tener muy claro, ante todo, que una cosa es el hecho del milagro; y otra cosa es el significado de ese relato (A. SuhI, U. Luz...). Jesús no quebrantó la “ley natural”. Lo que quebrantó fue el “sufrimiento humano” (H. G. Fritzsche, G. Ebeling).  El error de la teología ha sido poner estos relatos al servicio de la cristología y no al servicio de los que sufren en este mundo. Y la Iglesia, fiel a semejante teología, ha llenado bibliotecas con interminables discusiones sobre si los milagros son o no son históricos.  Pero, haciendo eso, de no se ha centrado en lo que se centró Jesús: en remediar el sufrimiento humano.

 

3. Lo más espantoso, que nos apremia en este momento es:

1) La inseguridad en que vivimos.

2) La desigualdad que nos va distanciando más y más a unos de otros.  

La seguridad social se debilita. Crece la inseguridad social. La clase media se achica. Los ricos son cada día más ricos. Como cada día hay más pobres. Los medicamentos, los hospitales, la atención a los enfermos y personas limitadas están pasando, rápidamente, de ser un “servicio” a ser un “negocio”.  Que se lo pregunten a las empresas farmacéuticas y los que se enriquecen a costa del sector de la salud.  La Iglesia no es una ONG. Pero su “acción caritativa” no remedia estos problemas.  Si creemos en Jesús, en lo que hizo y dijo, ¿por qué nos mantenemos al margen de estos problemas que dan tanto miedo?


Santa Barbara

 


Según la leyenda habría nacido en Nicomedia, cerca del mar de Mármara, hija de un sátrapa de nombre Dióscuro, que la encierra en una torre; según una leyenda, esto es para evitar que los hombres admiraran su belleza y la sedujeran, según otra para evitar el proselitismo cristiano.

 

En ausencia de su padre, Bárbara es convertida al catolicismo, y manda construir tres ventanas en su torre simbolizando la Trinidad; su padre se entera del significado de estas ventanas, se enfada y quiere matarla, por lo que ella huye y se refugia en una peña milagrosamente abierta para ella. Atrapada pese al milagro, se enfrenta a su destino.

 

Su martirio fue el mismo que el de San Vicente Mártir: habría sido atada a un potro, flagelada, desgarrada con rastrillos de hierro, colocada en un lecho de trozos de cerámica cortantes, quemada con hierros al fuego... Cada versión distinta cambia, añade o quita torturas. Finalmente, el mismo Dióscuro la habría decapitado en la cima de una montaña, por lo que un rayo le alcanza a él, muriendo.

 

También existe la versión de que su padre la habría enviado al juez, quien la mandó decapitar, versión que no incluye el rayo; por ello la primera versión es más explicativa de los patronatos que ejerce.

 

Es la patrona de las profesiones que manejan explosivos (debido a la leyenda del rayo) y muy especialmente de los mineros. En las Cuencas Mineras Asturianas le dedican un himno llamado Santa Bárbara Bendita. Así mismo, es también patrona de los militares que pertenecen al Arma de Artillería de la mayoría de los ejércitos del mundo, ¡incluidos los de algunos países musulmanes!

 

Se celebra la onomástica el 4 de diciembre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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