jueves, 9 de diciembre de 2021

Párate un momento: El Evangelio del dia 11 - DE DICIEMBRE – SÁBADO – 2ª – SEMANA DE ADVIENTO – C – San Dámaso I

 

 


 

11 - DE DICIEMBRE – SÁBADO –

2ª – SEMANA DE ADVIENTO – C –

San Dámaso I

 

Lectura del libro del Eclesiástico (48,1-4.9-11):

 

En aquellos días, surgió el profeta Elías como un fuego, sus palabras quemaban como antorcha.

Él hizo venir sobre ellos hambre,

y con su celo los diezmó.

Por la palabra del Señor cerró los cielos

y también hizo caer fuego tres veces.

¡Qué glorioso fuiste, Elías, con tus portentos!

¿Quién puede gloriarse de ser como tú?

Fuiste arrebatado en un torbellino ardiente,

en un carro de caballos de fuego;

tú fuiste designado para reprochar los tiempos futuros,

para aplacar la ira antes de que estallara,

para reconciliar a los padres con los hijos

y restablecer las tribus de Jacob.

Dichosos los que te vieron

y se durmieron en el amor.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 79,2ac.3b.15-16.18-19

 

      R/. Oh Dios, restáuranos,

que brille tu rostro y nos salve.

 

Pastor de Israel, escucha,

tú que te sientas sobre querubines, resplandece.

Despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.

Dios del universo, vuélvete:

mira desde el cielo, fíjate,

ven a visitar tu viña.

Cuida la cepa que tu diestra plantó,

y al hijo del hombre que tú has fortalecido. R/.

Que tu mano proteja a tu escogido,

al hombre que tú fortaleciste.

No nos alejaremos de ti:

danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.

 

      Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,10-13):

Cuando bajaban del monte, los discípulos preguntaron a Jesús:

«¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?».

Él les contestó:

«Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos».

Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.

 

Palabra del Señor

 

1.   Cuando Jesús baja, con tres de sus discípulos, del monte de la transfiguración, les dice a aquellos seguidores que él va a terminar sus días como acabó Juan Bautista.  Es decir, ejecutado con una muerte violenta.  La referencia a Elías es lo que menos interesa aquí. Elías, lo mismo que Moisés, desaparecieron en el monte de la transfiguración.

Y Dios dijo que a quien hay que escuchar y seguir es solo a Jesús: "Este es mi hijo muy amado. Escuchadle".

 

2.  Así las cosas, Jesús hace la afirmación central de este episodio: "Así también el Hijo del Hombre va a padecer a manos de ellos". Es decir, Jesús tiene que recorrer el mismo camino de sufrimiento que Juan Bautista (U. Luz).

El macabro relato del asesinato de Juan termina diciendo que los discípulos de Juan fueron a contar a Jesús lo sucedido (Mt 14, 12). Juan y Jesús padecieron el mismo destino. Pero con una diferencia importante: a Juan lo mató Herodes, un rey pecador y cobarde, mientras que a Jesús lo condenó (y forzó su muerte más cruel, colgado de una cruz) la suprema autoridad religiosa: los sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno.

 

3.  Juan y Jesús nos enseñan que el poder no soporta a los hombres libres que educan a los pueblos ya las gentes en la libertad al servicio de la misericordia.

Pero hay una diferencia fundamental entre Juan y Jesús: a Juan lo mató el poder político, en tanto que a Jesús lo mató el poder religioso. Es verdad que, "en el mundo romano del s. I, a nadie se le ocurría pensar que la religión y la política estuvieran separadas" (W. Carter). Pero también es cierto que, para muchos ciudadanos, una condena "religiosa" daña el recuerdo del difunto mucho más hondamente que una condena solo "política".


San Dámaso I


 

 De origen español, nació hacia el año 305. Incardinado en Roma, fue elegido obispo de la Iglesia de Roma en el año 366 en momentos calamitosos. Hubo de reunir frecuentes sínodos contra los cismáticos y herejes, fue gran promotor del culto a los mártires, cuyos sepulcros decoró con sus versos. Murió en el año 384.

Breve Biografía

San Dámaso, de origen español, nació hacia el año 305. Su pontificado comprende desde el año 366 al 384. Fue diácono de la Iglesia de Roma durante el pontificado del Papa Liberio.

Su elevación a la cátedra de Pedro no se vio exenta de contrastes debido a los enfrentamientos de los dos partidos contrapuestos. Pero los frutos de su pontificado no se dejaron esperar. Ignorando las amenazas imperiales, depuso a los obispos que se habían adherido al arrianismo y condujo a la Iglesia a la unidad de la doctrina. Estableció el principio de que la comunión con el obispo de Roma es signo de reconocimiento de un católico y de un obispo legítimo.

Durante su pontificado hubo una explosión de ritos, de oraciones, de predicaciones, con nuevas instituciones litúrgicas y catequéticas que alimentaron la vida cristiana. A la iniciativa de este Papa se deben los estudios para la revisión del texto de la Biblia y la nueva traducción al latín (llamada Vulgata) hecha por San Jerónimo, a quien San Dámaso escogió como secretario privado.

En estos años la Iglesia había logrado una nueva dimensión religioso-social, convirtiéndose en un componente de la vida pública. Los obispos escribían, catequizaban, amonestaban y condenaban pública y libremente.

En el año 380, con ocasión del sínodo de Roma, el Papa Dámaso expresó su agradecimiento a los jefes del imperio que habían devuelto a la Iglesia la libertad de administrarse por sí misma. Con esta libertad conquistada, los antiguos lugares de oración como las catacumbas se habrían arruinado si este extraordinario hombre de gobierno no hubiera sido al mismo tiempo un poeta sensible a los antiguos recuerdos y a las gloriosas huellas dejadas por los mártires. Efectivamente, no sólo exaltó a los mártires en sus famosos “títulos” (epigramas grabados en lápidas por el calígrafo Dionisio Filocalo), sino que los honró dedicándose personalmente a la identificación de sus tumbas y a la consolidación de las criptas en donde se guardaban sus reliquias.

En la cripta de los Papas de las catacumbas de San Calixto, él añadió: “Aquí, yo, Dámaso, desearía fueran enterrados mis restos, pero temo turbar las piadosas cenizas de los mártires”. San Jerónimo sostiene que el Papa Dámaso murió casi a los ochenta años. Fue enterrado en la tumba que él mismo se había preparado, humildemente alejada de las gloriosas cenizas de los mártires, sobre la vía Ardeatina. Más tarde sus restos mortales fueron trasladados a la iglesia de San Lorenzo.

 

 

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